La ciudad de Copenhague ha sabido evolucionar a lo largo de los años para convertirse en un referente mundial en cuanto a calidad de vida de sus habitantes. Dicha calidad es palpable no sólo en el civismo de las personas y en el creciente interés por todo lo natural, ecológico y amor al medio ambiente, sino también en los precios. Y es que nos encontramos en uno de los países con el nivel de vida más alto del mundo, además de una de las naciones más felices del planeta. Al recorrer sus calles enseguida nos percatamos de ese aire del norte de Europa, reconocible en la arquitectura de los edificios y en la estética de las calles. ¡Anímate y acompáñanos en este viaje a la capital de Dinamarca!
Nuestra visita: | Diciembre de 2016. |
Idioma Oficial: | Danés (inglés es ampliamente hablado). |
Moneda: | Corona Danesa (en danés krone, plural kroner). |
Población 2013: | 52.566 hab. (Metropolitana: 1.969.941). |
Superficie: | 77,2 Km² (Metropolitana: 3030 km²). |
Prefijo telefónico: | +45 |
Web oficial: | visitcopenhagen.com |
Aunque Copenhague se cite por primera vez en unas crónicas del año 1043, varios descubrimientos de instrumentos de piedra en la isla de Sjælland, confirman que la zona estuvo habitada ya desde el último Paleolítico. Muchos historiadores coinciden en que la ciudad se fundó en época vikinga por Svend I Forkbeard. Su puerto natural y sus grandes poblaciones de arenque, fueron un efecto llamada que atrajeron a pescadores y comerciantes.
A principios del siglo XII Copenhague aumentó su importancia y la ciudad se fortificó. En ese mismo siglo apareció por primera vez la denominación de Mercatorum Portus, que se traduce como puerto de comerciantes o, en danés de la época, Købmannahavn. En el año 1167, el obispo de Roskilde, Absalón, recibió la villa como regalo por parte del rey Valdemar el Grande. Este obispo construyó sobre la isla de Strandholm (que desde entonces pasaría a llamarse Slotsholmen), una fortificación para proteger la zona de las incursiones de los piratas y para controlar el tráfico del estrecho. Y es que Copenhague está situado en el punto más importante entre el mar Báltico y el norte de la rica Alemania, convirtiéndose en importante lugar donde confluyen poder y riqueza. Durante los años siguientes la ciudad multiplicó por 10 su tamaño, se fundaron nuevas iglesias y abadías y la economía aumentó gracias a los ingresos de la pesca del arenque.
La destrucción de aquella fortaleza por los soldados procedentes de Lübeck en 1249, no frenó la floreciente economía de la ciudad ya convertida, además de importante puerto pesquero, en sede episcopal. En 1254 obtuvo los derechos de municipalidad confirmados por el papa Urbano III en 1286. La ciudad fue sitiada varias veces, hecho que culminó con su destrucción por los soldados de la Liga Hanseática en 1368. En 1340, primero el rey danés Valdemar IV, y después la reina Margarita I en 1375, trataron de liberar a la ciudad del dominio episcopal de Roskilde y la Liga Hanseática y obtener así el control sobre Copenhague y anular a un peligroso rival del tráfico marítimo. Finalmente lo consiguió en 1416 Enrique VII de Pomerania, tras la muerte del obispo Peder Lodehat. En 1443 la ciudad fue proclamada capital y el rey se instaló en el nuevo castillo de la isla de Slotsholmen. Copenhague siguió creciendo y haciéndose más rica, llegando a fundarse en 1479, bajo Cristian I de Oldenburgo, la Universidad. A finales del siglo XV el entramado central de la ciudad comenzó a adoptar la estructura urbana que vemos hoy en día. De esta manera, se articuló en torno al eje principal de Strøget y se rodeó de fortificaciones y del castillo de Christianborg.
En el momento de la coronación de Cristián IV de Dinamarca en 1596, Copenhague se convirtió en una ciudad rica y poderosa. En 1619 se creó la Bolsa de mercancías y además un plan en tres fases, produjo una importante renovación de la ciudad (proyecto que fue continuado y ampliado por los sucesores de Cristian IV) que consistió en: ampliación de la isla de Slotsholmen, construcción de un puerto nuevo al sur del castillo, reestructuración y ampliación de la línea fortificada (en cuyo interior se construyó el nuevo barrio de Nyboder), se arregló el barrio de Christianshavn (tomando como modelo Ámsterdam) y finalmente surgió Frederikstad, al norte del núcleo inicial. Un siglo más tarde se convirtió en el eje del nuevo centro la plaza octogonal de Amalienborg. Durante 1658–1659 la ciudad resistió un ataque por parte de los suecos bajo la dirección de Carlos X Gustavo de Suecia, que pretendía conquistarla, aunque sin éxito.
Con el comienzo del siglo XVIII la ciudad comenzó a sufrir una serie de calamidades que detuvo su desarrollo hasta mediados del siglo XIX. Desde 1711 hasta 1712 una plaga de peste causó la muerte de alrededor de un tercio de la población. En 1728 se produjo un incendio que afectó la parte norte de Copenhague: duró cuatro días y ardieron 1600 viviendas y 5 iglesias. Un nuevo incendio en 1795 destruyó alrededor de la cuarta parte de la ciudad y dejó sin hogar a 3500 habitantes, el daño fue reparado con relativa rapidez y la mayor parte de la villa fue reconstruida antes del cambio de siglo. En 1801 otro nuevo incendio, esta vez provocado por la flota inglesa a las órdenes del almirante Nelson, destruyó casi totalmente la zona medieval de la ciudad. En 1807, los ingleses la sometieron a un nuevo bombardeo para evitar que la flota danesa quedase al servicio de Napoleón. En 1840 se comenzaron a abrir las murallas para permitir la construcción de nuevos barrios residenciales, proyecto que se retrasó por la polémica sobre el destino de las zonas disponibles abandonadas por el ejército, que en 1867 enfrentó al municipio de Copenhague con el Estado. La resolución llevó a al edificación de los barrios de Nørrebro, Vesterbro y Østerbro, que a comienzos del siglo XX contaban con doscientos mil habitantes.
Una cuidada planificación urbanística ha dirigido el crecimiento de Copenhague. Y así sucede desde el plan regulador que en 1937 redujo la normativa de la construcción privada al Fingerplanen o Plan de los Dedos de 1848, que caracterizó la recuperación urbanística tras la II Guerra Mundial y que consistía en cinco ejes de crecimiento que partían desde el centro de la ciudad, dispuestos como si los dedos de una mano se tratase y acompañados por una vía de ferrocarril rápido, como el actual S-Tog. Durante la II Guerra Mundial, Copenhague fue ocupada por las tropas alemanas junto con el resto del país, a partir del 9 de abril de 1940 hasta el 4 de mayo de 1945.
Desde el verano de 2000, las ciudades de Copenhague y Malmö en Suecia están conectadas por el puente de Oresund que permite cruzar a ambos lados tanto al transporte de pasajeros por ferrocarril, como por carretera. Este puente fue inaugurado el 1 de julio de 2000 por el Rey Carlos XVI Gustavo de Suecia y por Margarita II de Dinamarca. Como resultado de ello, Copenhague se ha convertido en el centro de una gran área metropolitana que se extiende por ambas naciones.
Copenhague es un destino que ofrece muchísimo al viajero, por ello, aunque nosotros os proponemos una estancia de 5 días, es perfectamente ampliable a 6 o 7 días, más aún si en vuestro plan de viaje incluimos excursiones a lugares más lejanos del centro urbano. Y para poder disfrutar de esas jornadas, lo primero es buscar un hotel que sea nuestra base desde la cual poder movernos por la ciudad.
Dia 1: si has llegado a Copenhague por la tarde-noche entonces, si el Tivoli está abierto, es una ocasión ideal para visitarlo, sobre todo si es en fechas navideñas en las que no te puedes perder toda la luz y colorido que nos ofrece sus jardines.
Día 2: Este día lo vamos a dedicar para visitar el centro histórico de la ciudad y para ello el punto de salida ideal es el Rådhuspladsen, plaza donde veremos el edificio del Ayuntamiento, en el que se conserva el reloj de Olsens, la Dragespringvandet o Fuente del Dragón y los alrededores como Richshuset con su famoso termómetro con la chica del tiempo, los llamativos neones de la Industriens Hus y, en el lado contrario de la plaza el grupo escultórico de los Lurblæserne o Tañedores de lur y el Palace Hotel. Además aquí se encuentran los curiosos museos de Ripley's Believe It or Not! y el H.C. Andersen Museum. Tras finalizar la visita podemos recorrer la calle peatonal comercial más grande de Europa denominada Strøget, en la que veremos maravillas como la plaza de Nytorv, cerca de la cual se encuentra la escondida Pistolstræde o las casas de entramado de madera de Østergade. Ahora podemos aprovechar para comer algo en los numerosos restaurantes que encontraremos en todo el perímetro de Strøget.
Por la tarde podemos visitar la Vor Frue Kirke o catedral de Nuestra Señora junto a la cual se encuentra el edificio de Bispegården o casa del Obispo y, unos metros más arriba, la Skt. Petri Kirke o san Pedro. A un costado de la catedral se encuentra la Frue Plads rodeada de sitios interesantres como la Metropolitanskolen (Escuela Metropolitana, la Universitets Hovedbygningen, Universitetsbibliotek o biblioteca universitaria y en la Fiolstræde se encuentra el solar donde vivió Ludvig Holberg, en la misma calle vemos otro edificio de entramado de madera. En Krystalgade podemos ver una sinagoga. Llega el momento de subir a lo alto de la Rundetaarn y visitar la Trinitatis Kirke. Sin abandonar la Strøget, podemos finalizar el día con la visita al Guinness World Records Museum y The Mystic Exploratoire.
Día 3: Volvemos a Stroget para visitar la Helligaandskirken o iglesia del Espíritu Santo, cerca de la cual se sitúa la plaza de Gråbrødretorv. Amagertotv es otra de las plazas que se debe ver en Copenhaguen, además de la cercana Nikolajplads o iglesia de san Nicolás. Nyhavn es otra postal muy recomendada, desemboca en la Kongens Nytorv, justo detrás se sitúa la Sankt Annae Plads, alrededor de la cual se disfruta de la vista de otras edificios importantes como Skuespilhuset , Moltkes Palæ o el Odd Fellow Palæet. A partir de aquí la Marmorkirken está a un tiro de piedra, a poquísimos metros está la Skt. Aleksander Nevskij Kirke., Medicinsk Museion, Ansgars Kirke y Kunstindustrimuseet (museo de artes aplicadas). El complejo palaciego de Amalienborg está a pocos metros, sin olvidarnos de la Amaliegade, donde veremos más mansiones importantes. Hay que tener en cuenta que, a la hora del almuerzo, esta zona no es muy propensa a tener restaurantes, por lo que merece la pena comer algo en alguna de las múltiples terrazas de la cercana Nyhavn.
Después toca paseo junto al mar y que mejor que recorrer Larsen Plads en dirección hacia la Sirenita. En ese recorrido veremos la Amaliehavem y bonitas vistas sobre el Teatro de la Ópera desde aquí, un granero de 1787, el Det Blå Pakhus o Almacén Azul, el Det Gule Pakhus o Almacén Amarillo, Vestindisk Pakhus o Almacén de las Indias Occidentales (que acoge el Den Kongelige Afstøbningssamling o Colección Real de Escultura), el edificio de la Antigua Autoridad Portuaria, sus antiguas entradas, dos pabellones utilizados por la monarquía, etc... sin olvidar los diferentes barcos, activos e históricos, que veremos en la otra orilla, en Holmen. Terminaremos la jornada con la foto obligatoria a la Sirenita, además de visitar los cercanos monumentos a María de Orleans, Ivar Huitfeldt y la Søfartsmonumentet..
Día 4: Este día lo podemos dedicar a la parte este de la ciudad: podemos recorrer la zona de kastellet, en la que veremos la iglesia de Stk albans y la fuente de Gefion. Después podemos dar un paseo por el bonito barrio de Nyboder, donde se encuentra Sankt pauls kirke y el Nyboders Mmindestuer. No nos quedará lejos el castillo de Ronsenborg y sus maravillosas joyas de la corona. Y ya que estamos por la zona donde se concentran los Museos alrededor de Sølvgade, quizás nos apetezca, después de comer, visitar alguno de ellos: Botanisk Have, Geologisk museum, Statens Naturhistoriske Museum, Statens Museum for Kunst y el Den Hirschesprugske Samling.
Día 5: Esta jornada la podemos dedicar a recorrer la isla de Slotsholmen y visitar la Biblioteca Real conocida como Diamante Negro, la iglesia luterana de Holmen, la Bolsa o Børsen y el castillo de Christiansborg. Después podemos pasar muchas horas en el Nationalmuseet y si nos hemos quedado con ganas (es obligatorio descansar antes) el Glyptoteket está a un tiro de piedra. El Nationalmuseet es un museo muy amplio y si debes elegir te recomendamos que visites algunas de las cuatro secciones que te proponemos a continuación: colección de Prehistoria de Dinamarca, colección del medievo y renacimiento danés, colección Historias de Dinamarca (1660-2000) y/o colección Oriente Próximo y Mundo Clásico. Podemos finalizar el día recorriendo el barrio de Christianshavn y ver la Christians kirke, la Sankt Annaegade, la Vor Frelsers Kirke, los diferentes museos, admirar el puerto de Copenhague desde el Inderhavnsbroen y terminar en la Ciudad Libre de Christiania. Como hemos señalado anteriormente, podemos añadir un sexto día para completar la visita con otros sitios interesantes de la ciudad, como el Carlsberg museum, el frederiksberg slots o el zoológico.
Lo primero que llama la atención cuando paseas por Copenhague es el orden que existe, y es que resulta sorprendente cómo las mismas personas mantienen ese orden, por poner un ejemplo un peatón danés nunca se saltará un semáforo en rojo para cruzar la calle, o incluso, a la hora de circular por una vía peatonal cada cual debe saber qué sentido debe tomar. Al igual que ocurre con los vehículos, en las calles peatonales, unos van por la derecha y otros por la izquierda, siguiendo la corriente del resto de personas que se dirigen hacia el mismo sentido. Esto último nos sorprendió enormemente, sobretodo porque nosotros andábamos por el sentido equivocado y torpemente sorteábamos a la gente. Es curioso que de esta forma, observando a las personas, podamos adivinar si son turistas o locales. Otro aspecto que nos sorprendió fue la ausencia total de policías, durante los días que pasamos en la ciudad nunca vimos ni siquiera un coche, seguramente es porque el nivel de civismo es tan alto que apenas hará falta que los agentes del orden patrullen.
Otro de los aspectos que llama poderosamente la atención es la facilidad con que la ciudad se está adaptando a los nuevos tiempos: lo ecológico y biológico está de moda y no son pocos los restaurantes que ofrecen en su carta algún plato orgánico que tanto gustan a los daneses. El medio ambiente es importante para ellos, lo cuidan y protegen, como así demuestran los impuestos a los coches, considerados de lujo y que son mucho más altos que el de las viviendas, vistas como algo básico para poder vivir. Esa filosofía en la que, como decimos, comprarse una casa sea más barato que adquirir un coche para uso privado, refleja sin duda el espíritu de los habitantes de Copenhague. Quizás por eso sea todo un espectáculo ver a tantas personas en sus bicicletas en horas punta, las cuales circulan por carriles propios, o incluso ver muchos coches eléctricos, muy aceptados en la ciudad, como demuestra el hecho de encontrar por nuestro recorrido varios "surtidores" donde recargar sus baterías.
A la vez, el capitalismo o el consumo de masas, está muy asimilado y extendido, prueba de ello es la enorme artería comercial que constituye Strøget, donde se puede comprar de casi todo, desde tiendas de Disney y Lego a tiendas de ropa, calzado, diseñadores, etc... Esta calle, en realidad formada por varias vías, ya es de por sí todo un escaparate arquitectónico, del que destacamos la zona de Amagertorv, bonita plaza rodeada de edificios muy interesantes de entre los siglos XVII y XVIII. De Strøget parte la Pistolstræde, una callejuela que nos sorprendió mucho, sobre todo la parte que desemboca Ny Østergade, aquí podemos ver, en un encantador pequeño rincón, antiguas casas de entramada de madera.
Nyhavn es, junto con la Sirenita, la postal del rincón de Copenhague que todos conocemos y que nos embauca y cautiva. La disposición de sus casas frente al canal, sus colores, su arquitectura nórdica, etc., convierten esta zona en una de las más bonitas de toda la ciudad. Eso sí, esa apariencia de casas antiguas de colores alegres choca frontalmente con sacos oscuros con que se vistió todo el edificio del Kunsthal Charlottenborg, resultado de la obra temporal de Ibrahim Mahama que finalizó en enero de 2017 (por fortuna para el entorno y la vista).
Poquísimo podemos decir de la Kongens Nytorv, puesto que estaba en obras. Sólo podemos señalar otro aspecto que nos llamó muchísimo la atención, cuando nosotros estuvimos, esta plaza estaba totalmente en obras, hecho que no impidió darle un toque meramente didáctico. Para ello, en un stand realizado para la ocasión, una vez subidas las escaleras, en su parte superior se situaron unos paneles acompañando la panorámica que se obtenía de las obras desde aquí, nos explicaba qué se está haciendo y cómo se está realizando. Se trataba de una excusa para informar y a la vez educar al ciudadano de los métodos de construcción que se estaban empleando en ese momento, otro ejemplo de civismo que envidiamos en muchos otros países.
La iglesia de Mármol o Marmokirken y la plaza de Amalienborg nos gustaron mucho. La cúpula del templo impresiona mucho y el palacio y su plaza dan sensación de grandiosidad que recuerda que nos encontramos en la residencia de la monarquía danesa. Otro edificio relacionado con los reyes es el castillo de Rosenborg, también nos gustó muchísimo, ya no sólo arquitectónicamente, sino también por los tesoros que guarda en su interior, especialmente las joyas de la Corona, no podíamos dejar de mirar los detalles de las piezas de oro puro, ¡¡es impresionante!!
Merece la pena un paseo por Larsens plads no sólo por sus diferentes edificios utilizados hace siglos en el antiguo puerto, sino también por las vistas que obtenemos sobre la ópera y diferentes barcos de guerra como el Peder Skram. Capítulo aparte merece el barrio de Nyboder, recomendamos un recorrido por sus calles y observar el color ocre de sus casas que se alargan varios metros. Se trata de una zona de la ciudad que nos gustó mucho y en la que no vimos a ningún turista, a pesar de su originalidad. Anímate a visitarlo cuando vayas o vengas de admirar a la Sirenita. Ésta última, siempre está plagada de personas, es una escultura bonita que ha sufrido en diversas ocasiones gamberradas al pintarla. Y es que podemos acercarnos mucho, eso sí, hay que tener cuidado con las rocas que normalmente están mojadas y resbaladizas. Quizás su entorno industrializado, sobre todo al otro lado de la orilla, no le haga mucha justicia y le reste espectacularidad.
El Nationalmuseet es un museo extremadamente extenso y recomendamos tener muy claro que queremos ver, porque se nos pueden ir muchas horas en su visita. Eso sí, su colección es extraordinaria y muy variada y es uno de los grandes museos que recomendamos visitar para conocer más sobre la historia del país. La otra cara de la moneda es Christiania, no creemos que sea para tanto. Si es verdad que es un sitio original que hay que ver pero nosotros no recomendamos dedicarle mucho tiempo, sobre todo si no te gusta fumar marihuana y demás estupefacientes ilegales. También hay que señalar que en el interior de este pequeño “país” existen restaurantes y tiendas. Y es que esta auto denominada Ciudad Libre, independiente de la Unión Europea, se compone de barracones que en ocasiones nos hacía recordar al tercer mundo, aunque eso sí, estaba muy limpio, por lo visto sus propios habitantes realizan las actividades públicas que haría cualquier ayuntamiento de cualquier ciudad (recordamos que no pagan impuestos y ni la policía, ni servicios de limpieza acceden al recinto). Otra cosa que no nos gustó, es el hecho de que te miren mal por llevar una cámara en las manos, ellos sabrán sus motivos, pero no pudimos hacer algunas fotos, ya que existen carteles por todos lados que lo prohíben expresamente.
En cuanto a los museos pequeños, en Ripley's Believe It or Not! y Guinness World Records Museum pasamos un rato entretenido, aunque el que nos sorprendió fue el Mystic Exploratorie, su interior es tan interactivo que nos lo pasamos fenomenal, a pesar de ser el más pequeño de todos. Pero fue el Tivoli el que nos robó el corazón: visitamos Copenhague en Navidad y el parque de atracciones es toda una bacanal de luces. Nos encantó los jardines y su ambiente mágico y a la vez muy romántico. A pesar del frio merece mucho la pena, al igual que atreverse en alguna de sus atracciones, algunas modernas a pesar de ser uno de los parques de atracciones más antiguos del mundo. No es de extrañar que estemos hablando de uno de los lugares favoritos de los lugareños, al que le tienen mucho cariño y al que van cada vez que pueden debido a la gran oferta cultural que ofrece. Para nosotros fue toda una experiencia y por eso lo recomendamos fervientemente sea o no Navidad. La Rundetaarn tambien nos gustó mucho, no solamente por sus bonitas vistas sobre la ciudad, sino también por sus rampas interiores que la hacen muy original.
Hemos dejado para el final el capítulo gastronómico: hay varios platos típicos daneses, como el Gravad laks (salmón curado en salazón y marinado en eneldo); frikadeller (albóndigas); millionbof (ternera cortada en trozos), además de famosos quesos. Pero el plato más famoso es el smørrebrød, una rebanada de pan de centeno untada de mantequilla sobre el que se colocan los alimentos, que puede variar desde el salmón, al jamón cocido, huevo, etc... os recomendamos probarlos en uno de los locales de smørrebrød más famosos que lleva más de dos siglos preparándolos, el Slotskælderen hos Gitte Kik. Pero si tu bolsillo no da para mucho, otra opción mas económica es el Copenhagen Street Food, antiguos almacén portuario que ha sido reconvertido en lugar cubierto donde los tracks food ofrecen comidas y bebidas de todo el mundo a un precio razonable.
Y es que todos sabemos que el alto nivel de vida hace que los precios sean caros, incluida la comida, pero os podemos decir que existen sitios tipo buffet muy baratos donde comer no te costara más de 10 euros por persona (bebida aparte), uno de esos sitios es el restaurante Ankara (Krystalgade 8,) muy cerca de la Rundetaarn. Además dispones de diferentes puestos de comida turca donde tomarse un kebab o cualquier especialidad por menos de 5 euros. Otro plato económico y típico son los Pølser, las salchichas danesas tan comunes que se ha llegado a considerar como un plato nacional. En los puestos, normalmente, se venden dos tipos de salchichas la cocida o la asada, acompañadas de kétchup, mostaza, salsa remoulade, pepinillo y cebollas fritas.
En cuanto a dulces, la variedad que encontramos es muy amplia, de todos los sabores y colores. Entre ellos destacan el wienerbrød (bollos cocidos recubiertos de chocolate); appelsinfromage (helado de limón); kanelsnegl (panecillo de canela); lagkage (tarta de hojaldre con frutas); romsnegl (panecillo con glaseado al ron), etc... Si vas en Navidad no olvides probar Pebernødder, una pequeña galletita de tan sólo 2 centímetros de diámetro que se preparan por esas fechas desde principios del siglo XVIII. Estas galletitas se pueden hacer con harina de centeno o de trigo, endulzada con miel o jarabe, además de con especias como el jengibre, canela, clavo, cardamomo y, a veces, pimienta. De hecho el nombre de este dulce proviene de una expresión que se usaba antaño para referirse a un alimento con un gran sabor debido a las especias que contenía.
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