Estamos ante uno de los parques de atracciones más antiguo del mundo y el más longevo de Europa. Fue creado en 1843, entre algunas protestas, por Georg Carstensen en una zona periférica de la ciudad, si bien en la actualidad se encuentra en pleno centro al construirse el Ayuntamiento y la estación de trenes en la zona. Ya desde el exterior se nota que nos encontramos en una zona de ocio impregnado con un aire antiguo y con muchísima personalidad.
Y es que para levantar este mundo de fantasía, Carstensen se inspiró en los parques y jardines que había visitado en sus viajes al extranjero. Los primeros visitantes que accedieron a su interior quedaron impresionados por los elegantes y exóticos jardines, adjetivos que aún hoy siguen vigentes. Entre aquellos se encontraba Hans C. Andersen cuya visita le sirvió de inspiración para escribir su vigésima tercera obra, un cuento de hadas titulado "Ruiseñor" (Nattergalen).
Tivoli es un lugar muy popular entre los daneses, por eso no es de extrañar que prácticamente todos los letreros estén escritos en danés. Sus más de 20 atracciones repartidas por una zona bellamente ajardinada, reciben al año una media de cinco millones de visitantes. En Navidad pasear de noche por sus jardines es toda una experiencia para los sentidos, miles de bombillas y de objetos ornamentales dan forma a un mundo lleno de luz y color.
A todo ello hay que añadir su amplia oferta cultura y hostelera. Podemos encontrar muchísimos restaurantes de diferentes tipos y acorde a todos los bolsillos, y muchos puestos donde se venden desde suvenires a helados, caramelos, fotografías, etc... A lo largo del año se realizan varios centenares de espectáculos en sus teatros y salas de conciertos, es tal la importancia cultural que ha adquirido que rebasa los propios límites del parque de atracciones.
Además de todos estos datos, no hay que olvidar que Tivoli tiene, además, una orquesta sinfónica propia, dos orquestas para conciertos al aire libre y una guardia formada por muchachos de entre los 8 y 16 años que lucen uniformes iguales que los de la Guarda Real, que desfilan por las calles de Tivoli al son de una banda propia, también formada por chavales.
Para acceder al recinto existen varios tipos de boletos, la más básica denominada "Entrance" que permite pasear por los jardines pero no subirse en las diferentes atracciones, aunque si quieres, sí las puedes pagar individualmente dependiendo de cuales te interese. En el otro extremo se encuentra el "Multi-ride ticket" que además del acceso incluye cualquier atracción ilimitadamente. Para disfrutar del Multi-ride, una vez pasados los tornos de control, debes dirigirte a unas máquinas que veras a tu izquierda, muy cerca del Teatro Chino o de Pantomima. Una vez en ellas pasaremos el boleto y nos dará una pulsera que llevaremos en la muñeca y enseñaremos en cada atracción.
Una vez colocadas las pulseras del Multi-ride, iniciamos el recorrido por el parque. Lo primero que llama la atención es el Pantomimeteatret (Teatro de Pantomima), pequeño edificio multicolor de estilo ecléctico realizado por J.V. Dahlerup en 1874. Seguidamente un camino de baldosas rojizas (que a finales de año alberga un mercadillo navideño) nos invita a seguir hacia el interior del parque.
Así, enseguida nos topamos con el icónico edificio en estilo árabe del restaurante Nimb. Su interior alberga un bar que ocupa el antiguo salón de baile, un grill con cocina internacional, una brasería con platos inspirados en la cocina francesa y una vinoteca.
A lo lejos vemos una montaña en la que se encuentran dos atracciones con sistema de raíles: Minen (la Mina) y Rutschebanen (la montaña rusa). Ésta última es una de las más antiguas en activo del mundo. Fue construido en 1914 y es una de las atracciones más populares del parque. A pesar de su vertiginosa velocidad es adecuada para todas las edades, aunque los niños pequeños deben estar siempre acompañados por un adulto. Finalizado el paseo tienes la posibilidad de adquirir una fotografía en la que podrás ver tu cara desencajada al sentir la velocidad de bajada de una de sus pendientes.
Por su lado la Mina está destinada a un público más infantil. El recorrido a través de 200 metros de túneles, donde el agua y los seres fantásticos cobran protagonismo, hará las delicias de los más pequeños quienes, mediante una especie de detector, irán señalando los puntos donde se encuentran los diamantes. En algún momento del paseo, una cámara nos tomará una foto para inmortalizar nuestro paso por la caída de 2 metros de alto.
Otra de las atracciones es Ballongyngen, una noria que fue inaugurada durante la II Guerra Mundial, en el año 1943. Su diseño hace referencia a los globos de aire caliente, de ahí el nombre de la atracción. Hay que señalar que el parque ya contaba en 1880 con otra noria donde las cabinas también simulaban las aeronaves aerostáticas. En la parte más alta de la rueda podemos disfrutar de buenas vistas sobre los jardines del Tivoli.
En una gran explanada, que es utilizada como lugar donde se realizan conciertos, podemos ver dos carruseles, el más clásico es de 1920. Enfrente se sitúa el Koncertsalen, construido originalmente en 1902 en estilo árabe (el Nimb nos hace una idea de cómo era). En 1944, durante la ocupación alemana fue destruido como acto de venganza contra la resistencia danesa.
El edificio que vemos hoy se levantó entre 1954 y 1956 según planos de Frits Schlegel y Hans Hansen. Como dato curioso, fue aquí desde donde se retransmitió en 1964 el Festival de Eurovisión. Junto a la sala de conciertos se sitúa el Akvarium o Acuario, en cuyo interior podemos ver un gran estanque de coral tropical de 30 metros de longitud que contiene más de 100 especies. Además también podemos ver tiburones, rayas, morenas, pirañas, pulpos, peces de arrecife, etc....
Cerca se encuentra Himmelskibet, espectacular torre de 80 metros de altura que la convierte en uno de los carruseles más altos del norte de Europa. Se trata de la combinación del clásico carrusel con la emoción de sentirse volando en las alturas. Damos fe que la experiencia en esta atracción fue espectacular: ver que debajo de tus piernas sólo está el vacío impone muchísimo, a la vez que se obtiene una preciosa panorámica del parque y jardines del Tivoli. Sin duda una atracción no apta para quienes tengan vértigo.
Esta atracción, que ya forma parte del skyline de Tivoli con su característico planeta que corona toda la plataforma, se inauguró en el año 2006. Pero hablemos de números: posee un diámetro de 16 metros, tiene una capacidad de 960 personas por hora, alcanzando una velocidad de rotación máxima de 70 km por hora.
Las siguientes atracciones que encontramos son Odinexpressen (tren que hará las delicias de mayores y pequeños) y Snurretoppen (atracción en el que las cabinas giran y giran en una plataforma redonda). Si no hemos tenido aun suficientes emociones fuertes, mas allá está el Aquila, en el que nos subiremos a lomos de águilas gigantes para sentir la fuerza centrífuga. Las emociones y sobre todo, los chillidos, están garantizados, ¡sobre todo cuando nos pongan boca abajo!.
Al lado podemos encontrar otras atracciones dedicadas más al público infantil como el Den lille Drage (carrusel interactivo con una altura de hasta los 4 metros) o Stjernetårnet (pequeña torre de 8 metros). Los alrededores están decorados con bonitas casitas que en su interior alberga cafés, heladerías y dulces. Os aseguramos que no os iréis de aquí sin probar sus helados o comprar ricos caramelos de mil formas y colores.
Galejen es otra de las atracciones que gustará a los niños ligeramente mayores que gustan de diversión algo más acelerada. Si es así súbete en uno de sus barcos, ponte el parche en el ojo y siéntete como un verdadero pirata que surca rápidamente los mares. Esta atracción se abrió en el año 1937.
En nuestro recorrido nos topamos con Radiobilerne (coches de choque) y enseguida nos introducimos en un pequeño túnel con techos de cristal en el que encontramos restaurantes y diferentes puestos donde comer. No hay que olvidar que en todo el parque se encuentran diferentes sitios donde comer según nuestro presupuesto y gustos culinarios.
Al otro lado vemos Den Flyvende Kuffert, otra atracción infantil en el que mediante un viaje de alrededor de 7 minutos iremos viendo 32 escenas de cuentos de hada, la mayoría de Hans Christian Andersen. Fue inaugurado en 1993, pero renovado en el año 2010, con una nueva entrada, nuevas escenografías, iluminación y músicas.
Y llegamos a la zona inspirada en el antiguo Oriente, aquí lo primero que llama la atención es la puerta de entrada que nos da la bienvenida y la decoración mediante farolillos chinos que nos transportará a otra época y a otro continente.
No nos deja indiferente la montaña rusa llamada Dæmonen, cuya traducción es demonio. Y es que, seguramente, es la atracción de todo el parque que más gritos arranca. Cuenta con tres increíbles vueltas, alcanzando los 28 metros en su punto más alto. Aquí también podrás adquirir una fotografía y además opcionalmente, por un suplemento, podrás realizar el viaje con unas gafas de realidad virtual.
Muy cerca se encuentra el Pandaen (atracción destinada a los más pequeños que consiste en una cabina que sube y cae de repente) y la Tempeltårnet (aquí hay que tirar de una cuerda para después dejarse caer, una y otra vez). Si nos ha entrado hambre podemos degustar el exótico sabor asiático en el restaurante Kiin Kiin Piin To, en cuya cima se encuentra un bar de cócteles desde el que disfrutar de las vistas sobre el lago de Tivoli.
Esta torre china se construyó en 1900, cuando por aquel entonces ese país era visto coma una tierra del lejano Oriente, en el que abundaban los misterios, los dragones exhalaban fuego y los ruiseñores cantaban alegremente. En navidad su contorno decorado con cientos de luces, se refleja en el lago dándonos otra de las estampas más románticas y bonitas del parque en esas fechas.
Por su parte Vertigo es la atracción más salvaje y rápida de Tivoli, no en vano, cuando estemos en su base como meros espectadores podremos notar como este martillo gigante corta el aire y escucharemos un zumbido, resultado de la velocidad que adquiere: 100 kilómetros por hora, en giros completos de 360 grados. De esta manera viviremos la denominada experiencia 5G, es decir, aceleración a cinco veces el peso de la gravedad.
Cerca se encuentra el imponente Det Gyldne Tårn, una larga torre de 63 metros que fue inaugurada en el año 1999. Además de tener unas maravillosas vistas de la ciudad desde lo más alto, experimentaremos la sensación de una imponente caída libre, en la que notaremos la fuerte oleada del viento en nuestra cara y ropa que pondrá a prueba al más valiente. Muy cerca se encuentra para los más jóvenes el Karavanen, atracción de vías con velocidad moderada.
Nos encontramos ahora en una gran plaza donde se sitúan diferentes atracciones para todas las edades y gustos. En el centro está el Dyrekarrusellen, el clásico carrusel abierto desde 1920. En un extremo está el Fatamorgana, una torre de 45 metros de altura que combina 3 paseos, dependiendo del nivel de altura. El Mini-Morgana acoge los coches de choque para niños a partir de 5 años.
Cierra este extremo del Tivoli el Monsunen, columpio gigante que nos enviará a 12 metros de altura primero en una dirección y después en otra y que hará que sintamos hormigas en el estómago. Otra de sus características es que habrá caños de agua amenazantes esperando para darnos un buen remojón, aunque tranquilos, que justo cuando pasemos por ellos, desaparecerán.
Volvemos a disfrutar de las vistas sobre el lago y su entorno. No sólo en Navidad, sino también en otras épocas del año, es un placer gozar de su decoración y vegetación. En uno de sus lados se encuentra la atracción Dragabedene, barcas en las que poder dar un agradable paseo.
Podremos encontrar bonitos, románticos y encantadores rincones a lo largo de las orillas del lago, además de originales restaurantes como Færgekroens Bryghus, especializado en la cocina tradicional danesa. El edificio del restaurante es una réplica de una casa de pescadores del sur de la península de Jutlandia, situada en una ubicación idílica. Aquí se pueden degustar los famosos sándwiches abiertos daneses. Varios días a la semana se realizan conciertos de piano en las que se tocan canciones clásicas.
Pero lo que más llama la atención del lago es el Pirateriet, barco que acoge otro restaurante. Se trata de una réplica de las fragatas danesas del siglo XVII, construido con madera de arce de 200 años de antigüedad, mientras que los mástiles son de madera de pino. Pesa 3 toneladas (aunque su peso total ronda las 100 toneladas), mide 27 metros de largo y 25 desde el agua hasta el extremo del palo mayor. Anteriormente existieron dos fragatas precedentes a ésta, una no aguantó el invierno de 1901 y la segunda simplemente se desmoronó en 1940.
Justo enfrente del lago encontramos nuevamente bonitos rincones decorados profusamente y más allá uno de los edificios históricos del Tivoli: el Castillo de HC Andersen, llamado así por encontrarse justo enfrente de la escultura de ese autor cerca de la playa del Ayuntamiento. Se construyó en estilo Rosenbord en el año 1890 según planos del arquitecto Klein y a iniciativa de Carl Jacobsen.
En él destaca su torre y diferentes detalles en estilo Art Déco, aunque el ladrillo rojo destaca en la construcción. Al lado se sitúa el Fyrtårnet, atracción con forma de faro en cuyos brazos contiene cabinas con forma de animales prehistóricos. Está diseñado para los niños que quieren un poquito de emoción, pero que no sea demasiado salvaje.
Hay que señalar que hemos comentado los restaurantes cuyas edificaciones destacan sobre el resto, pero en Tivoli puedes encontrar otros sitios encantadores donde comer según el presupuesto, como ya hemos señalado a estas alturas. Definitivamente este parque guarda mil detalles y lugares encantadores que hará las delicias de todo viajero ya sea adulto o infantil, incluso es un lugar romántico para las parejas. Sin ir más lejos, solamente visitando los jardines es ya una experiencia inolvidable. Por eso, te animamos a que descubras cada rincón de este parque casi bicentenario y te lleves un buen sabor de boca.
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