COPENHAGUE (KØBENHAVN)

MUSEO DE HANS CHRISTIAN ANDERSEN


Estamos ante un museo que contiene el mundo mágico y fantástico ideado por Andersen quien es probablemente el danés más conocido de todos los tiempos debido a sus cuentos de hadas que han hecho, hacen y harán las delicias de los más pequeños y no tan pequeños. Pero también conoceremos más de cerca la historia de este autor: su infancia en Odense, adolescencia en Copenhague y sus numerosos viajes que le sirvieron de inspiración para sus obras.

Pero comencemos desde el principio: Hans Christian Andersen nació un dos de abril de 1805 en Odense y fue bautizado en su casa el mismo día. El joven padre del escritor, Hans Andersen, estaba interesado en las nuevas ideas de la época. En su tiempo libre hizo varios juguetes, como un pequeño teatro para su hijo, ya que éste lo visitaría cuando contaba con 7 años de edad, momento en que comenzó a tomar forma sus fantasías. La madre de Hans Christian se llamaba Anne Marie Andersdatter.

Andersen fue criado en una casa compuesta por una solo habitación, la cual estaba casi completamente ocupada por los utensilios de trabajo de su padre, quien era un zapatero, mientras que su madre era lavandera. La familia no tenía un hogar permanente hasta que se trasladó a Munkemøllerstræde en 1807. Esa sería la casa de su infancia donde vivió hasta 1819, antes de trasladarse a Copenhague. En la actualidad es un museo dedicado a la infancia del artista. Por aquel entonces, Andersen contaba con 11 años cuando su padre murió de una enfermedad contraída cuando se alistó como soldado durante las Guerras Napoleónicas.

En una de las representaciones le podemos ver sentado en su escritorio mientras mira por la ventana la ciudad de Copenhague. Como curiosidad, existe un mito que dice que Andersen siempre llevaba consigo una cuerda, de modo que en caso de incendio pudiera atarla a la barra de una ventana y poder así escapar de las llamas.

También se representa el puerto de la época, ya que para el escritor viajar es vivir. Así, tras su primer viaje al extranjero le siguieron otro muchos, de tal forma que una tras otra era capaz de complacer a sus lectores con sus relatos de viajes. Además era también un buen artista pictórico y aunque sus primero bocetos parecen torpes, revelan un fuerte poder de observación. Esos dibujos eran como notas para recordar sus viajes y así poder plasmarlos en trabajos literarios posteriores.

Después de conocer un poco más a fondo a nuestro autor, ahora toca conocer sus obras, para ello el museo nos invita a disfrutar de algunos de sus pasajes mediante escenas donde la luz y el sonido cobran protagonismo. Los cuentos serán relatados en danés, pero existen tarjetas donde seguir la historia en inglés o alemán. Uno de los títulos más famosos que incluso ha sido adaptado varias veces, como los Estudios Disney que lo llevó a la gran pantalla, es la Sirenita (den lille havfrue). Originalmente fue publicado el 7 de abril de 1837 en Copenhague y en principio se escribió como un ballet.

Otras de sus famosas obras es La pequeña cerillera (Den lille Pige med Svovlstikkerne), la número 37 de la colección de cuentos de Andersen. Esta obra literaria narra cómo era para una pequeña cerilla la vida en la última noche del año, cuando el frío y la nieve es especialmente dura. La niña no llevaba ropa de frio e iba deambulando con la esperanza de que alguien le comprar algunas cerillas, pero nadie lo hacía. Se sentó en el suelo y temblorosa por el frio encendió varias cerillas cuyo calor le daba una sensación muy agradable. Mientras las encendía se imaginaba lugares bonitos donde quería entrar, hasta que en uno de esos momentos vio a su abuela que se la llevó volando, desapareciendo el frio y el hambre. Al día siguiente encontraron a la pequeña cerillera muerta por el frio.

A priori nos puede parecer una historia trágica y cruel... y lo es. Andersen lo que pretendía transmitirnos con este cuento es una lección acerca de la compasión: la niña es el símbolo de unas clases sociales sumidas en la miseria, hambre y dolor, sufriendo la crueldad de la naturaleza sin que nadie acuda a auxiliarles. De esta manera la historia quiere provocar en los niños un sentimiento de compasión mediante la trágica historia de la pequeña cerillera.

A través del recorrido por el museo seguimos leyendo y escuchando los cuentos de Andersen quien escribió aproximadamente 169 obras, entre las que destacan el Cofre volador, El yesquero, El ruiseñor, La princesa y el guisante, Las zapatillas rojas, El patito feo, El alforfón, La reina de las nieves, El duende de la tienda, Historia de una madre, El ave fénix, Pulgarcita, El soldadito de plomo, El traje nuevo del emperador, etc...

Vemos diferentes dioramas como la de Pulgarcita (Tommelise) publicado por primera vez el 16 de diciembre de 1835, siendo el número 5 de la colección de Andersen. Hubo una vez una mujer que deseaba tener un hijo y para conseguirlo fue a pedírselo a una bruja buena, la cual le entregó un semilla de cebada mágica. La mujer la plantó y de su flor salió una pequeña niña. La trama nos cuenta la lucha diaria de Pulgarcita con las cosas grandes, hasta que finalmente conoce a un diminuto príncipe, con quien se casa.

Otro diorama representa el cuento del Soldadito de plomo (Den standhaftige Tinsoldat) publicado por primera vez el 2 de octubre de 1838, siendo el número 12 de la colección. Nos cuenta las aventuras de un soldadito de plomo al que le falta una pierna tras caer por la ventana y acabar finalmente en el estómago de un pez que acaba en la misma casa. El final del cuento también puede ser un tanto trágico: el saldadito es arrojado a la chimenea por un niño y la bailarina, de la que se enamoró al principio, también cae al fuego por una corriente de aire... Al día siguiente, al remover las cenizas, en su lugar hay un pequeño corazón de plomo y una lentejuela.

Un cuento más divertido es el número 169 de la colección de Andersen, El traje nuevo del Emperador (Keiserens nye Klæder), también conocido como El rey desnudo. Se publicó por primera vez en 1837 como parte de Fortalte for Børn (Cuentos de hadas contados para niños). Lo que esta fábula nos viene contar es que no tiene por qué ser verdad lo que todo el mundo piensa, y el hecho de que sea un niño quien finalmente delata la verdad, saca a relucir otro de los temas comunes en su obra: la pureza de la inocencia.

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