COPENHAGUE (KØBENHAVN)

CIUDAD LIBRE DE CHRISTIANIA


Entre Prinsessegade, Bådsmandsstræde y Refshalevej se extienden las 34 hectáreas que conforman la Fristaden Christiania o Ciudad Libre de Christiania. Se trata de un asentamiento de alrededor de mil personas librepensadoras que forman este barrio rebelde al cual lo consideran un estado independiente de Dinamarca, de una ciudad autosuficiente dentro de otra ciudad. Su puerta de entrada principal, que de alguna manera nos recuerda la arquitectura de los indios americanos, nos da la bienvenida.

Una vez atravesada estamos en plena Pusher Street, parte del distrito verde y lugar en el que se vende y se consume drogas blandas como la marihuana o el hachís, por ello la zona está inundada con carteles que prohíben hacer fotografías, de hecho, los mismos vendedores pueden llamarte la atención si ven que sacas tu cámara. Aquí, además, hay otros puestos que venden souvenirs y artesanía, entre otras cosas.

La historia de Christiania hay que buscarla en el año 1971 cuando unos hippies ocuparon esta zona, que por aquel entonces era un conjunto de edificios militares en desuso, buscando terrenos donde sus hijos pudiesen jugar. Desde entonces se presentó a la opinión pública como un experimento social en el que el ser humano recuperaría su papel central. Esto es siempre causa de debate y polémica entre los habiantes de Copenhague, unos son contrarios y otros lo apoyan.

Hasta 2004, una de las principales actividades de Christiania era la facilidad con que la gente podía adquirir drogas duras y blandas, prohibidas en Dinamarca. Sin embargo aquellas primeras han sido prohibidas por la ley de la comunidad, mientras que las blandas fue un negocio floreciente para Christiania hasta que el gobierno danés finalmente se agolpó y la ciudad se vio obligada a reorientar sus negocios, a pesar de lo cual aún se siguen vendiendo y consumiendo hachís y marihuana.

Por ello hay quien visita Christiania para poder consumir marihuana sin que nadie le moleste, pero también quienes van por la comida étnica y barata que, en algunos casos, y gracias a que no pagan impuestos, puede reducirse hasta en un 50% con respecto al resto de Copenhague. Pero además existen más motivos: conciertos de musica, cafeterías, estudios de yoga, puestos de artículos artesanales, mercados de agricultores, etc...

Dicho lo cual, la comunidad maneja sus propios negocios y escuelas, viven sin coches, algunos tramos de calles están sin pavimentar, organizan la limpieza urbana (damos fe que estaba todo limpio), construyen sus propias casas o adaptan viejos edificios con materiales que se encuentren a su alcance, una especie de arquitectura sin arquitectos. Las casas, levantadas entre árboles y flores, presentan colores muy vivos.

Christiania cuenta con un montón de zonas verdes, senderos y caminos que discurren entre los antiguos baluartes junto al canal, aunque, al menos de manera superficial, nos parece que las calles sufren un montón de carencias. Desde 2012 sus habitantes han reconsiderado su condición de ocupantes ilegales y desde entonces han comenzado a comprar los terrenos y casas de la zona de manera comunal, de tal manera que todo pertenece a todo y las personas que habitan esas zonas pagan un alquiler en función del tamaño del inmueble.

La mejor manera, sin duda, de conocer cada rincón de Chritiania es pasear y respirar ese ambiente anárquico pero sin embargo bien organizado y seguro para el turista. Entre los antiguos edificios destacan Fredens Ark (el Arca de la Paz), edificio de entramado de madera de 1837 y que originariamente era el edificio principal de los cuarteles; y el Mælkebøtten (El Diente de León), grupo de edificios de mediado del siglo XIX.

Definitivamente Christania no deja indiferente a nadie, estéticamente a unos les gusta mucho y a otros no les gusta nada, no hay término intermedio. Y de esta manera acabamos nuestro recorrido por esta comunidad hippie, y si ha quedado alguna duda de que estamos en un lugar independiente de Dinamarca y, por consiguiente, de la Unión Europea, la misma puerta de madera que antes nos dio la bienvenida ahora nos despide con una frase contundente: "estas entrando ahora a la UE".

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