El sitio arqueológico de Pompeya es uno de esos lugares que hay que visitar al menos una vez en la vida, ya no sólo por los tesoros que han llegado hasta nuestros días, sino también por la sensación de viajar en el tiempo y verse uno mismo recorriendo esas calles, casi intactas y congeladas en el momento de la erupción del Vesubio, y con la impresión de que en cualquier momento puedes cruzarte con algún romano, habitante de esta mítica ciudad. Es verdad que para visitarla es necesario hacerlo con algo de información para conocer más las historias de aquellas gentes, pero también que es un sitio tan grande que se necesita planificación para aprovechar al máximo el tiempo durante el recorrido por este sitio arqueológico único en el mundo.
Acomódate y acompáñanos en este viaje: pulsa en "Monumentos" si quieres ver una lista de los diferentes Regios de este sitio arqueológico , o en "Historia" si quieres saber algo más de este destino, en "Mapas" tendremos ese complemento que nunca debe faltar en un viaje, mientras que en "Guía" te guiaremos para que puedas aprovechar al máximo tu experiencia en este rincón de Italia. Finalmente, en "Conclusiones" conocerás, si quieres, nuestra opinión personal y experiencias vividas durante este viaje.
Nuestra visita: | agosto de 2021. |
Idioma Oficial: | italiano. |
Moneda: | Euro €. |
Población 2018: | - |
Superficie: | 98,05 hectáreas. |
Prefijo telefónico: | +39 081. |
Web oficial: | pompeiisites.org |
La ciudad fue fundada por los oscanos, un pueblo italiano nativo, alrededor de finales del siglo VII a.C. o a principios del VI a.C. En principio fue construida con fines defensivos sobre una escarpada cresta volcánica, creada por un antiguo flujo de lava. Esa ciudad primigenia se creó probablemente en las actuales Regio VII y VIII, ya que esta zona presenta un patrón urbano irregular. Más tarde, en el siglo VI a.C., el área fue colonizada por los griegos. En algún momento entre los años 524 y 474 a.C. serían los etruscos quienes ocuparían el sitio, aunque su dominio duraría poco, ya que fueron derrotados por los cumeanos y los siracusanos, quienes después renunciaron al control del área y la zona fue recuperada por los griegos, quienes ampliaron la ciudad con la construcción de la actual Regio VI, cuyo diseño urbano presenta un patrón más metódico, consistente en cuadrículas.
Poco después de la derrota de los etruscos, los samnitas comenzaron a conquistar, lenta pero inexorablemente, toda la región, hasta que, hacia el 424 a.C., ya la dominaron por completo, con la excepción de Neapolis. Como defensa contra sus turbulentos vecinos y la propia Roma, Pompeya siguió siendo una ciudad fortificada. Entre el 424 a.C. y el 89 a.C. estuvo rodeada de fortificaciones cada vez más sólidas, lo que no impidió que durante ese tiempo Pompeya floreciera, especialmente en el siglo II a.C., cuando se volvió cada vez más próspera como centro comercial. En el año 90 a.C., los pueblos samnitas de la región, encabezados por Gaius Papius Mutilus, se levantaron contra Roma, en lo que se conoció como la Guerra Social (también conocida como la Guerra de Marsic).
La guerra resultó difícil y prolongada para los romanos que estaban liderados por Lucius Cornelius Sulla. Pompeya fue sitiada, sus muros bombardeados por balistas y hacia el 80 a. C., la ciudad sucumbió, a partir del cual, comenzó la dominación romana y permaneció así hasta el año 79 d.C. La forma de vida romana se afianzó gradualmente, mientras que la ciudad se amplió intramuros con la construcción de nuevas urbanizaciones, además de levantarse baños públicos: las termas de Estabia fueron construidos en la era samnita, mientras que los Baños del Foro todavía se estaban levantado cuando el Vesubio erupcionó.
A mediados del siglo I d.C., la vida en Pompeya y en las ciudades de alrededor de la Bahía de Nápoles era cómoda y pacífica. Y es que el monte Vesubio no había entrado en erupción en más de mil años, pero eso estaba a punto de cambiar. En el 62 d.C. (según Séneca, el 5 de febrero) se produjo un primer aviso: un fuerte terremoto que asoló especialmente Pompeya y Herculano. El daño fue tan severo que incluso 17 años después todavía se estaban haciendo reparaciones en toda el área. Posteriormente, a principios de agosto del año 79 d.C. volvieron los temblores, el 20 de agosto (según la versión de Plinio, sin embargo, las evidencias encontradas sugieren que ocurrió probablemente a finales de octubre), un temblor más fuerte que el anterior sacudió el área alrededor de Pompeya y cuatro días después, de madrugada, empezó a salir ceniza del Vesubio.
Pero sería alrededor de las 13 horas, cuando la roca fundida se dispara 27 kilómetros hacia la estratosfera, convirtiéndose en una nube plana de polvo y piedra pómez, comenzando, quince minutos después, a lanzar cenizas volcánicas. Sobre las 16h la columna de nubes ahora se eleva a 32 kilómetros y la profundidad de las cenizas y los escombros en Pompeya supera el metro, causando daños estructurales en los edificios. Es entonces cuando parte de la población decide escapar, mientras otros se refugian en los interiores, tratando que los techos de sus casas no se derribaran limpiándolos del peso producido por la acumulación de piedra pómez y ceniza. La erupción continúa sin parar durante toda la tarde y noche y, los probablemente 2000 habitantes que han decidido quedarse en Pompeya, intentan refugiarse bajo los techos que aun resisten.
Aproximadamente a la 1 de la madrugada, se produce el primer flujo piroclástico (corrientes rápidas de gas caliente, cenizas y rocas, que pueden llegar a una velocidad de hasta 700 k/h.). A las 2 de la madrugada se produce una segunda oleada piroclástica, mientras que la tercera se produjo a las 6 de la mañana, la cual se dirige en esta ocasión hacia Pompeya, que se había librado de las dos primeras cargas. Los desechos volcánicos ahora han alcanzado una profundidad de más de dos metros. Una hora más tarde tendría lugar una cuarta oleada que se dirige de nuevo a Pompeya, pero esta vez el polvo y los gases calientes envuelven la ciudad matando a las probablemente mil personas que aún no habían perecido. Una quinta oleada le sigue unos minutos después, mientras que, alrededor de las 8 de la mañana, un sexto y último flujo, el más poderosos de todos, se extiende por Herculano y Pompeya, asfixiando y enterrando todo ser viviente que quedase. Finalmente, la erupción empieza a debilitarse y las cenizas continúan cayendo durante todo un día, completándose el entierro de ambas ciudades.
Durante siglos la ciudad permaneció enterrada e ignorada, hasta que en el año 1748 comenzaron las primeras excavaciones a instancias de Carlos III de Borbón. En las siguientes décadas continuaron las excavaciones intermitentemente para finalmente suspenderse y, tras la unificación de Italia, reanudarse los estudios arqueológicos. Durante las exploraciones se encontraron una cantidad ingente de mosaicos y frescos de temática erótica, además de diferentes símbolos fálicos (la mayoría de los hallazgos se conservan en el Museo Arqueológico de Nápoles) que en aquella época se consideraron inapropiados y se ocultaron al público hasta la década de los sesenta del siglo XX. Las imágenes suscitaron escándalo, pero más lo generó el hecho de que estuvieran expuestos en espacios públicos y privados pompeyanos, lo que chocaba frontalmente con los valores y la moralidad de entre los siglos XIX y XX.
Para la visita al sitio arqueológico de Pompeya hay que calcular bastante tiempo, debido a la gran extensión de terreno, así que la primera pregunta que hay que responder es ¿cuánto tiempo se necesita para visitar Pompeya? Pues bien, el recorrido por esta antigua ciudad será de al menos de cinco horas, tiempo que muy fácilmente se podría quedar corto, por lo que lo ideal es dedicar una jornada entera. Y precisamente por esa extensión recomendamos llevar contigo algo de comida y, sobre todo, bebida.
Vamos a proponer un recorrido, que es el que hicimos nosotros, divididos por Regios, aunque lo ideal es no ser estrictos con dicha ruta ya que hay calles que separan los diferentes Regios y que poseen atractivos turísticos a ambas aceras y, por tanto, en ambos Regios. Por ejemplo, la via dell’Abbondanza separa el Regio IX y el I, y más allá el VII y el VIII, por lo que se puede aprovechar para visitar ambas aceras y sacar el máximo partido al tiempo disponible, en este último caso se podría visitar las Termas Estabianas (Regio VII) y, cruzando la calle, la casa de los Cornelii (Regio VIII).
Dia 1: se comenzaría el recorrido muy temprano, en cuanto abran las taquillas de este sitio arqueológico, pero lo haríamos desde el Regio II, la zona situada más al este. Así, en esta zona de la ciudad, nos toparemos con el Anfiteatro, el Gimnasio o Palestra Grande, el Foro Boario, la Praedia de Iulia Felix y la casa de Loreio Tiburtino.
Hacia el norte se sitúa el Regio III que lo separa del Regio II por la Via dell'Abbondanza, es decir, el Decumanus Maximus. En esta parte se verá, como imprescindibles, la casa del Moralista, la Schola Armaturarum Iuventutis Pompeianae y la casa de Trebio Valente.
Saltamos ya al Regio I donde se podrá ver la Caupona de Sotericus, la casa del Horno o Pistrinum de Sotericus, la casa de la Nave Europa, el Huerto de los Fugitivos, la casa del Huerto de frutas, la casa y Thermopolium de Vetutius Placidus, la casa del Sacerdote Amandus, la casa de Fabius Amandus, la casa del Efebo, la casa de los Cuatro Estilos, la casa de Paquius Proculus, la casa del Menandro, la casa de los Ceii, la casa de Casca Longus, la Fullonica de Stephanus y la casa del Criptopórtico.
El siguiente es el Regio IX, en el que veremos la casa de Giulio Polibio, la casa de los Castos Amantes, el termopolio de Aselina, casa de Venus y los Cuatro Dioses, la casa de Marcus Epidius Rufus, el cruce de la via dell’Abbondanza (Decumanus Maximus) con la via Stabiana (Cardo Máximo), la casa de Marco Lucrecio en la vía Estabiana, las Termas Centrales, la casa de los Pigmeos, la casa del Cerdito y la casa de Obelius Firmus.
Pasemos hasta la zona norte de Pompeya, desembocando en el Regio V, donde veremos el cuartel de los Gladiadores, la casa de Marco Lucrecio Frontone, la casa del Toro de Bronce, la casa de Cecilio Giocondo, la casa del Cenáculo, la casa de las Bodas de Plata, el thermopolium de Regio V, los numerosos tituli picti o carteles electorales pintados en la zona, la casa del Jardín, la casa de Orión y la casa de Leda y el Cisne.
Hacia el oeste se encuentra el Regio VI donde veremos la casa de los Amorcillos Dorados, la casa de los Vettii, la casa del Laberinto, la casa del Fauno, la casa del Ancla, la casa de los Dioscuros, la casa de Meleagro, la casa de Apolo, la Torre de Mercurio, la casa de la Fuente Pequeña, la casa de la Fuente Grande, la Caupona u Osteria della Via di Mercurio, el Arco de Calígula, uno de los 89 termopolios hasta el momento en Pompeya, la casa del Poeta Trágico, la casa de Pansa, la via Consolare, la casa del Horno, la casa de Sallustio, la Puerta de Herculano y murallas de la ciudad, la necrópolis de Puerta de Herculano, la villa de Diomedes y la villa de los Misterios.
Ahora avanzamos hacia el sur, hacia el Regio VII donde se podrá visitar el templo de Fortuna Augusta, las Termas del Foro, los arcos honorarios, el foro de Pompeya, el templo de Apolo, la Mensa Ponderaria, los Graneros del Foro u horreum, las latrinae del foro, el templo de Júpiter, el Macellum de Pompeya, el santuario de los Lares Públicos, el edificio de Eumaquia, la llamada fuente de la Abundancia, la casa de Tritolemo, la casa de Rómulo y Remo, la Porta Marina y la muralla de esta zona, los Baños Suburbanos, la casa de la Caza Antigua, la panadería de Popidio Prisco, la casa del Oso Herido, la casa M. Caesi Blandi, el lupanar, la casa de Sirico y las Termas Estabianas.
Más hacia el sur se extiende el Regio VIII, donde se podrá ver la intersección de Holconius, la casa de los Cornelii, la Puerta de Stabia, el Teatro Pequeño u Odeion, el Cuadripórtico de los Teatros o cuartel de los Gladiadores, el Teatro Grande, el templo de Isis, la Palestra o Gimnasio Samnita, el Foro Triangular, el Templo Dórico, la casa de Holconius Rufus, el Orto Botanico, la casa del Jabalí, la casa de la reina Carolina, el edificio del Comitium, los tres edificios municipales (oficina de los Duunviros, la Curia y el Tabularium), la casa de los Mosaicos Geométricos, los Baños de Sarno, la Basílica, el santuario de Venus Pompeiana y finalmente el Antiquarium.
El sitio arqueológico de Pompeya es muy extenso, por lo que os aconsejamos dedicar una jornada entera para poder recorrerlo. Es muy importante no olvidar llevar en una mochila agua y comida, cerca del foro hay un local donde se dispensan bocadillos, eso sí, malos y caros, y salir fuera del recinto para comer supondría una pérdida de tiempo muy valioso. Si vas en período estival, entonces tampoco debes olvidar el protector solar y ropa cómoda, así como un gorro, puesto que no hay mucha sombra en las calles de Pompeya. El calzado debe ser cómodo y deportivo, sea cual sea la época en que visites el sitio arqueológico, puesto que vas a andar bastante.
El yacimiento arqueológico de Pompeya es impresionante, es uno de esos sitios que se han quedado congelados para siempre en el tiempo. Aquí da la sensación de que en cualquier momento saldrá un romano de unas de sus calles o de sus casas. La verdad es que, al contrario de lo que pasa en la mayoría de yacimientos arqueológicos romanos, no se necesita mucha imaginación para visualizar la vida y costumbres de aquellas gentes. Y no es para menos, además de los tesoros ya conocidos, Pompeya guarda otro muchos que, con el avance de las excavaciones, se nos irá presentando. Es una inmensa pena que la mayoría de las casas ya excavadas estén en mal estado debido a la fiebre que hubo durante el siglo XIX de excavar y no conservar, por lo que muchas casas han perdido su decoración al fresco por haber quedado tantos años a la intemperie.
También hay que tener en cuenta que en el momento en que el volcán erupcionó en el 79 d.C. para enterrar por entero Pompeya y alrededores, muchos de los edificios se estaban recuperando de un fuerte terremoto ocurrido años previos, en el 62 d.C., por ello algunas casas estaban todavía en obras, presentando sólo una gruesa capa de yeso en sus paredes. Aun así, Pompeya (y Herculano y alrededores) ha sido una importantísima fuente para conocer más sobre la vida cotidiana del Imperio Romano.
En definitiva, la antigua ciudad de Pompeya nos ha encantado, hemos disfrutado muchísimo visitándola. Os aconsejamos que visitéis, siempre que se pueda, el interior de los edificios que estén abiertos en ese momento, por lo que sería interesante visitar la web oficial del sitio arqueológico para conocer qué sitios y en qué horarios lo están. A nosotros nos encantaron las Termas Estabianas, por el excelente estado de conservación de la parte masculina; también nos sorprendieron casas como la Praedia de Iulia Felix, la Casa de la Venus de la Concha, los mosaicos de la Casa de Paquius Proculus, la la Fullonica (o lavanderia) de Stephanus, las decoraciones de la casa del Efebeo o las de la casa del Criptopórtico o las de la Casa de los Vettii, los frescos de la villa de los Misterios, o los vivos colores del thermopolium de Regio V, etc., etc. etc.
Y si la ciudad de Pompeya ha quedado congelada en el tiempo ¿qué decir de sus gentes…? De una manera bastante macabra han llegado hasta nuestros días los huecos que los cuerpos de aquellos dejaron por la descomposición del paso de los años en el interior de las capas de ceniza volcánica. Tras rellenar aquellos huecos con yeso, podemos ver (e imaginar) con una precisión muy eficaz los últimos segundos de aliento de aquellas personas incluso, con apenas un poco de imaginación, reconstruir sus vidas, dependiendo de si llevaban en el momento de su muerte más o menos lujos en sus ropajes, o si portaban una bolsa con monedas, etc.… Por eso, creemos que Pompeya es más que sus impresionantes ruinas, es todo un libro en blanco en el que podemos escribir, con mayor o menor acierto, la vida de las gentes que vivieron aquí e imaginar y empatizar con la angustia de encontrar la muerte de aquella manera.
Llegados a este punto debemos preguntarnos cómo llegar a Pompeya: la manera más fácil desde Nápoles es tomando el tren de la línea Circumvesuviana en la Stazione Napoli Centrale de la Piazza Garibaldi y bajarse en la parada Pompei Villa dei Misteri de la línea Circumvesuviana Napoli-Sorrento si quieres entrar por la Porta Marina; pero si quieres entrar por la Piazza Anfiteatro, entonces debes bajar en la parada Pompei Santuario de la línea Circumvesuiana Napoli-Poggiomarino.
Los trenes salen aproximadamente cada media hora, tanto para la ida como para la vuelta. Hay que tener en cuenta que la compañía trenitalia llega a una estación más lejana, como a unos 20 minutos andando. Otra apreciación, durante el verano los trenes suelen estar llenos de turistas, por lo que hay que tener mucho cuidado con los carteristas y no perder de vista vuestras pertenencias durante el trayecto. Otras opciones para llegar hasta aquí es el autobús con la compañía SITA que sale de la estación central o muchas opciones de viajes organizados que encontrarás buscando por la red.
Tratemos ahora el precio del ticket que, aunque a priori la pudiera parecer caro, no lo es a tenor del tiempo que se puede invertir en visitar el yacimiento y en la gran cantidad de tesoros que contiene. Además, cada primer domingo de mes el boleto de acceso es totalmente gratuito, pudiendo solicitarse en la web ticketone.it. Hay que tener en cuenta que esos primeros domingos, para evitar aglomeraciones y optimizar el flujo de visitantes, si se supera las quince mil entradas a las 12 del mediodía, se cerrarán las taquillas durante una hora, por lo que hacer la reserva por internet parece lo más lógico y seguro.
El capítulo final corresponde con la gastronomía, además de las clásicas pastas, pizzas y demás, existen otros platos menos conocidos. Decíamos al principio que recomendamos llevar algo de comida a la visita de las excavaciones de Pompeya, pues bien, una buena opción serían los llamados baci napoletani (traducción literal “besos napolitanos”) que son unos pequeños bollitos de brioche con trozos de daditos de embutidos, como salami, jamón cocido, jamón crudo o mortadela, además de queso. Otros de los platos típicos de la zona son la pizza parigina, las Sfogliatelle rellenas de escarola y los taralli napoletani, estos últimos también lo puedes llevar para comer durante tu recorrido por Pompeya. Se tratan de unas especies de rosquillas hechas de sebo, almendra y pimienta, que constituyen uno de los tentempiés favoritos de los napolitanos y habitantes de la zona.
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