MÁLAGA

Y UN RECORRIDO POR EL CENTRO HISTÓRICO DE MÁLAGA


Con apenas 350 metros de largo y 16 metros de ancho, la calle Larios se ha convertido en una de las vías más emblemática, elegante y célebre de Málaga. Es un sitio ideal para ir de compras y es además el epicentro de la vida cultural malagueña en determinados momentos del año. Pero para llegar hasta el momento actual conviene conocer su historia: nació en 1887, tras abrirse paso entre una aglomeración de calles que recordaba su pasado musulmán. Por aquel entonces esta zona era un viejo barrio de la ciudad, constituido por calles insalubres e inseguras que acogían a maleantes y que, además, por falta de equipamientos sanitarios se había convertido en un foco de enfermedades endémicas. Por tanto, era urgente reformar este lugar, hasta tal punto que la primera vez que el municipio consultó a sus habitantes fue cuando el alcalde que propuso la idea a finales del XIX, José Alarcón Luján, preguntó a los malagueños si preferían hacer esta obra o terminar la segunda torre de la catedral, dando como resultado que los vecinos escogieran el proyecto de la calle.

Para las obras era necesario realizar muchas expropiaciones (concretamente 107 fincas con sus respectivos dueños, a los que había que convencer e indemnizar, para demolerlas y usar el espacio para la nueva calle) y gran cantidad de trámites, lo que coincidió con una vida política ajetreada, como así lo demuestra el hecho de que en aquella época se sucedieron en Málaga ocho alcaldes, algunos de los cuales lo fue dos veces, lo que hizo que el proyecto se alargara más en el tiempo. Para la construcción de la calle fue necesaria, no sólo la aportación del Ayuntamiento, sino también la del capital privado, por lo que grandes familias industriales del momento se comprometieron. En 1886, un año antes de que empezaran las obras, se descubre que la familia Larios había ido comprando poco a poco hasta 76 de los edificios, por lo que cuando esta familia ofrece colaboración al ayuntamiento, que no estaba boyante económicamente, la acepta inmediatamente.

En el año 1887 se dejan las obras en manos de los Larios que, ante notario, se comprometen con terminarla, aunque ajustándose a las especificaciones que ya se habían hecho para las alturas y las alineaciones de las 12 manzanas de la calle, quedándose a cambio con varias de las parcelas. Finalmente, la nueva calle se inauguró en 1891, para lo cual se instaló un arco triunfal, el cual es reproducido hoy en una de las entradas de la calle en la Feria de Agosto. El primer adoquinado se realizó con troncos de madera, dándole a la vía una sensación cálida y confortable, pero al poco tiempo, en el año 1907, se desbordó el río Guadalmedina y el agua levantó los tarugos de madera, los cuales fueron reemplazados por unos de granito. Así fue como, gracias a los nuevos alquileres, la calle se convirtió en el centro de la mejor sociedad de la época, con la instalación de comercios e instituciones de prestigio que eran las que podían pagar las rentas.

Posteriormente la calle ha sufrido grandes cambios, pero siempre se han respetado las construcciones originales, con las esquinas ochavadas tan características de Eduardo Estrada Cárdenas y con las alturas establecidas. En el año 2002 tuvo lugar su última remodelación, cuando el ayuntamiento convirtió la calle y sus alrededores en un paseo peatonal, lo que hizo que todo el comercio del entorno se revitalizara, ocasionando un efecto llamado de diferentes marcas y multinacionales, algunas de las cuales han ocupado el local en el que un día había comercios tradicionales. La calle también acoge bares, heladerías, restaurantes, terrazas…

La vida ciudadana sigue discurriendo hoy por la calle Larios que se engalana periódicamente: en Navidad tiene lugar un espectáculo de luz y sonido que, en sus tres pases y sus 8 minutos de duración, hace que la calle se llene de gente; en Carnaval ocurre lo mismo, la calle se engalana para tal fin; mientras que en verano, con la llega del calor, la calle Larios se cubre a lo largo de su recorrido con toldos, cuya sombra pretende refrescar a los viandantes. Especial atención merece la feria de Málaga, cuando la calle y sus alrededores se convierte en un hervidero de gente divirtiéndose. Alrededor de marzo en Málaga tiene lugar el Festival de Cine, momento en que esta calle se cubre con una gran alfombra de color rojo. En Semana Santa, por aquí desfila el recorrido oficial de las procesiones de todas las cofradías y hermandades malagueñas.

El inicio de la calle por su parte sur está presidido por el monumento al Marqués de Larios que, por su enclave privilegiado, podría considerarse el epicentro de la vida urbana de la capital de Málaga. Esta escultura es una obra de Mariano Benlliure, quien la finalizó en el año 1899. La estatua, que representa al segundo Marqués de Larios, es de gran valor artístico y plasticidad. Está situado sobre un pedestal, en el que se encuentran otras figuras simbólicas, que conforman un grupo escultórico realizados en estilo clasicista y con clara intención ensalzadora y laudatoria.

Ya sabemos que en aquellos momentos la familia de los Larios era la mayor oligarquía del momento y los promotores de la apertura de la calle que lleva su nombre, y el saneamiento de la zona. El poeta Rubén Darío llegó a decir de aquella familia que Málaga era ciudad de Larios y boquerones. Años posteriores a la inauguración del monumento en 1909, fue objeto de controversias y devenires precisamente por esa intención ensalzadora, pero hoy ya ha pasado a ser una de las referencias de la ciudad.

Detrás del monumento al marqués de Larios, en la otra acera, se levanta el edificio de La Equitativa, nombre que recibe de la compañía de seguros que lo construyó en 1956. El inmueble, que se levanta sobre el solar donde antaño se encontraba la antigua casa palacio de los Larios, fue un proyecto del arquitecto Manuel Cabanyés (aunque también colaboró Juan Jáuregui), siguiendo el movimiento moderno y dándole al edificio una altura de 42 metros y 14 plantas. La construcción se caracteriza por seguir el modelo de edificios en altura, por lo que en ella se aprecia una mezcla entre el modernismo y el canon de los rascacielos norteamericanos, junto con ornamentaciones locales, como por ejemplo los remates laterales del cuerpo y la torreta, su elemento más característico que nos recuerda a un minarete musulmán. La segunda parte del edificio está constituido por un basamento rectangular, actualmente independiente de la torre.

Volvemos a la calle Larios, en cuyo entorno vemos algunas muestras de escultura contemporánea, como la que se encuentra en la calle La Bolsa, la llamada Ave Quiromántica de Málaga. Es una obra de bronce inaugurada en el año 2001 del escultor José Seguiri para homenajear al poeta, novelista, pintor y dibujante malagueño Rafael Pérez Estrada, de hecho, la escultura está basada en sus bocetos y dibujos. La obra simboliza una mano tendida hacia la creatividad artísticas de los artistas en Málaga. En la confluencia de las calles Larios y Strachan, se encuentra otra escultura titulada “Points of View” (Puntos de vista) realizada en el año 2003 por el británico Tony Cragg. Esta pieza, realizada en bronce, es la primera de este artista que se instala de manera permanente en un espacio público en España. Las creaciones de Tony Cragg se caracterizan por sus siluetas y formas aerodinámicas y llenas de vitalidad, en su mayoría de gran tamaño que combinan la parte artística del artista, por su destreza en la escultura, con sus conocimientos científicos, gracias a su formación como técnico de laboratorio.

Más hacia el norte se encuentra el Pasaje de Chinitas, una pequeña y estrecha zona peatonal conformada por dos calles que forman casi una cruz griega perfecta, cuya intersección central está compuesta por una plazuela, siendo un conjunto singular con una gran carga visual. Este pasaje se construyó sobre los terrenos donde estuvo el convento y la iglesia de las Agustinas Descalzas, que estuvieron en pie desde el año 1628 hasta el 1854, momento en que fueron demolidos en el contexto de la desamortización de Mendizábal. De aquella iglesia se ha conservado su portada original de mármol que hoy es la entrada al pasaje desde la plaza de la Constitución. En un principio se llamaba Pasaje de Álvarez, en honor a Antonio María Álvarez de Quindós y Gutiérrez de Aragón, el acaudalado personaje que lo compró a través de una subasta del Estado, más o menos pública.

Desde su apertura el pasaje ha tenido una gran actividad comercial, de hecho, su nombre actual proviene del antiguo Café de Chinitas que estuvo abierto entre los años 1857 y 1937. Aunque era un lugar pequeño, aquí tuvieron lugar, de manera un tanto furtiva, diferentes fiestas nocturnas y bailes flamencos, lo que hizo que su fama creciera rápidamente, alcanzando su máximo esplendor a comienzos de los años treinta del siglo XX, hasta tal punto que por aquí pasaron, entre otros, Picasso, Vicente Alexandre, Federico García Lorca, Juan Breva, la Niña de los Peines, etc., etc. En 1937 las autoridades locales decidieron clausurarlo por las continuas peleas, e incluso, por ser un burdel clandestino. Después se intentó cambiar de imagen y lo rebautizaron como Café Royal, pero no llegó a triunfar y cerró definitivamente.

Justo enfrente se abre la plaza de la Constitución, el tradicional corazón urbano de la ciudad de Málaga. Ha tenido diferentes nombres a lo largo de su historia: en época nazarí era conocida como las Cuatro Calles, posteriormente se la rebautizó como plaza Mayor; en 1812 se cambió por de la Constitución. Tras la posguerra se la llamó plaza de José Antonio y finalmente hoy, y tras la transición española, ha recuperado el nombre de la Constitución. Aquí, y desde finales del siglo XV, se han manifestados todo tipo de actos de la ciudadanía malagueña, desde eventos políticos hasta sociales. Hasta el año 1869 en la plaza estuvo el Ayuntamiento, la Casa del Corregidor, la cárcel, la audiencia y el ya comentado convento de las Agustinas Descalzas.

En la esquina noroeste se levanta la iglesia del Santo Cristo de la Salud, la primitiva iglesia de los jesuitas, construida en el siglo XVI. El edificio es de planta circular, posiblemente esto es debido a que se construyó encima de una antigua ermita dedicada a san Sebastián, uno de los mártires de la Iglesia. Del edificio destaca su cúpula, del tipo de “media naranja”, que posee un anillo con pinturas que emulan elementos de obra muy realistas. También posee tres partes concéntricas con pinturas ilustrativas, cuya función era la de ayudar a aprender a los hermanos que estudian en el Centro de Estudios Humanísticos. También son destacables las pinturas de los altares y las esculturas, especialmente la del Cristo Coronado con Espinas y la de la Virgen de Gracia y Esperanza, dos imágenes que presionan cada Lunes Santo en la popular cofradía de los Estudiantes.

Volviendo a la plaza, enmarcado por una hilera de palmeras, vemos el edificio de la Sociedad Económica de Amigos del País, también conocido como Casa del Consulado, ya que cuando Málaga obtuvo el consulado del mar en 1875, albergó el colegio Náutico de san Telmo. Se levantó en el año 1785 en estilo barroco clasicista, atribuido Martín de Aldehuela. Su fachada es de las clasificadas como edificio de balcón, es decir, está proyectada para ver desde sus balcones los festejos que tenían lugar en la plaza. Tras ser objeto de reformas en 2004, el edificio ha recuperado su antiguo esplendor, como los mármoles de su portada, las guirnaldas y el medallón del ático con su imagen simbólica de la ciudad.

Delante del anterior, y en uno de los laterales de la plaza de la Constitución para no obstaculizar la celebración de todo tipo de actos, se sitúa la Fuente de Génova o de los Cisnes. Está construida en estilo renacentista en el siglo XVI en, probablemente, Génova, de ahí su nombre. Fue rescatada por Bernardino Mendoza de manos de unos piratas turcos que a su vez la habrían capturado anteriormente. El emperador Carlos V ordenó dividir la fuente en dos, por considerarse muy grande, y mandó la parte inferior a Úbeda, quedando en Málaga la parte superior con el águila incluida. La fuente, desde su llegada a Málaga alrededor del año 1550, ha estado en varios emplazamientos: en la plaza de las cuatro calles, en dos sitios diferentes en la Alameda, en el parque y finalmente vuelve aquí, a su emplazamiento original, durante la última remodelación de la plaza. El cuerpo principal de la fuente está formando por varias zonas: en la base tres sirenas con cola bífida, a continuación, tres figuras femeninas con delfines. La parte media contiene una taza que contiene ocho caños, sobre el que se levantan tres figuras entre las que destaca Neptuno con un tridente acompañado de un delfín. La parte superior está compuesta por una última taza, rematada por tres niños y coronando la fuente vemos un águila que desde su pico emana el agua.

Si seguimos hacia el este nos toparemos con la Catedral de Málaga y si después continuamos al norte llegaremos a la plaza del Carbón y la plaza del Siglo, espacios que resultaron de la demolición en el año1868 del convento de santa Clara de finales del siglo XV. Aquí y en las calles de su entorno se pueden ver ejemplos característicos de la arquitectura domestica malagueña, datada entre el siglo XVIII hasta el XX, como el Antiguo Liceo de Málaga con sus característicos balcones y ventanas de forja. Más hacia el norte se encuentra otro espacio muy animado que siempre está lleno de gente: la plaza de Uncibay que ocupa una superficie de forma casi triangular de aproximadamente 1160 m². Su nombre hace referencia al capitán vizcaíno Fernando de Uncibay, que bajo a las órdenes de los Reyes Católicos participó en la conquista de Málaga.

La plaza se reformó en el año 1989, en un momento en que se empezaba a reivindicarse el uso peatonal del centro histórico, para lo cual se organizó en dos niveles unidos por escalones, según proyecto de los arquitectos Luis Bono Ruiz de la Herrán y José Fernández Oyarzábal, aunque la intervención quedó inconclusa. A ellos también les debemos el obelisco de estilo art-decó que preside la plaza, que alude al desaparecido “Málaga Cinema”, antiguo cine que se encontraba aquí. Alrededor de la plaza vemos diferentes edificios del siglo XIX y XX, destacando el número 4, construido por el famoso arquitecto Fernando Strachan. También en este espacio y su entorno se encuentran tres grupos escultóricos de bronce, actualmente engullidas por las sombrillas de las diferentes terrazas, inspiradas en la mitología greco-romana realizados por el escultor malagueño José Seguiri: el “Baño de Diana”, “Acteón” y el “Rapto de las Sabinas”.

En dirección al este se llegará al Museo Picasso Málaga, una de las dos pinacotecas dedicadas al gran pintor. Desde aquí, a un tiro de piedra queda el Teatro Romano de la Malaca antigua y el principal vestigio conservado de la presencia romana en la ciudad. A poquísimos metros, hacia el sur, se sitúa el Museo de Málaga que engloba las colecciones de dos instituciones museísticas malagueñas: el de Bellas Artes y el Arqueológico Provincial. Si ahora se toma rumbo hacia el norte, enseguida veremos la parroquia de Santiago Apóstol, la más antigua de Málaga, fue construida en el 1490 sobre el solar de una antigua mezquita. Otro de su valor cultural añadido es que este es el sitio donde se bautizó en el año 1881 Pablo Ruiz Picasso.

La misma calle donde se encuentra la iglesia conduce a la plaza de la Merced, donde se ubica el segundo espacio expositivo de Picasso: su casa natal. Si ahora ponemos dirección al mar nos topamos con el museo de Arte Flamenco de la Peña Juan Breva que cuenta con dos salas expositivas donde se pueden ver diferentes objetos relacionados con el flamenco, destacando valiosas guitarras y miles de discos de pizarra. Muy cerca se sitúa el museo Interactivo de la Música (MIMMA), alojado en el palacio del Conde las Navas del siglo XVIII, en el que se expone una colección de instrumentos musicales procedentes de todo el planeta y datados en diferentes épocas, muchos de los cuales se pueden tocar.

Si se sigue en dirección suroeste, a pocos metros nos toparemos con el museo Carmen Thyssen Málaga que exhibe una importante colección de pintura española de los siglos XIX y principios del XX, con especial protagonismo a las obras andaluzas en las que se representan paisajes y escenas costumbristas. Desde aquí ya se puede ver el impresionante campanario de la iglesia de san Juan Bautista, cuyo origen se remonta a la época de la conquista de Málaga por los Reyes Católicos en 1487, aunque su aspecto actual se debió a profundas remodelaciones tras el terremoto del año 1680 que lo dañó seriamente, además de diversas reformas que tuvieron lugar en el siglo XVIII. Precisamente la actual torre, cuya particularidad es que posee una entrada a la iglesia por la nave lateral, fue levantada en la reconstrucción del templo tras el terremoto.

A la derecha de la torre, decorado con una pintura geométrica, podemos ver otra portada que es mucho más reciente: se abrió en el año 1988, cuyas obras fueron asumidas por las cofradías que acoge la iglesia, para evitar así que cada año, en Semana Santa, hubiera que demolerse y volver a reconstruirse el muro para la salida de los tronos, ya que no cabían por la puerta existente bajo la torre.

A pocos pasos hacia el sur, se encuentra la plaza de san Félix Sáenz, conocida anteriormente como plaza de la Alhóndiga, pero su nombre fue cambiado en el siglo XX en honor del comerciante Félix Sáenz, de hecho, alrededor de la plaza hay diferentes edificios de interés, destacando el de los Almacenes Félix Sáenz, una de las obras modernistas más importantes de Málaga que fueron construida entre los años 1912 y 1914, según proyecto de Manuel Rivera Vera. El edificio ha sido objeto de dos rehabilitaciones, una en 1987 y otra en 2005, aunque las obras se extendieron hasta el año 2011. Es interesante señalar que bajo su subsuelo se encontró una necrópolis islámica con noventa cadáveres. La plaza se encuentra decorada con una escultura llamada “Casa dorada para pájaros” realizada por el escultor catalán Jaume Plensa y colocada aquí en el año 2000.

En la calle Sagasta 5, en la esquina con calle Herrería del Rey, se encuentra un edificio que pertenece a la corriente del regionalismo ecléctico local, atribuido al arquitecto malagueño Fernando Guerrero Strachan, aunque otras voces señalan que fue construido por Daniel Rubio en 1925. Lo más destacable de su fachada es la torre circular y la gran variedad de ornamentos en su fachada. Muy cerca se sitúa el museo Ifergan Collection Ancient Art, una de las colecciones privadas de arqueología más importantes del mundo, de cuyas piezas destaca la cabeza de una momia egipcia datada en el 1500 – 1200 a.C., una de las tres “kudurru” que existen en el mundo, es decir una estela de piedra de la época babilónica del Rey Nabucodonosor I, bustos de emperadores romanos, etc. En la manzana vecina se levanta otro de los edificios característicos de Málaga, el Mercado Central de Atarazanas, cuyo origen hay que buscarlo en el siglo XIV, aunque su aspecto actual es del siglo XIX, destacando su puerta principal, como elemento original que aún se conserva.

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