MÁLAGA

Y SU PUERTA NAZARÍ DEL SIGLO XIV


Se trata del mercado central de la ciudad de Málaga (horario de lunes a sábado de 8 a 14 horas), cuya historia es tan fascinante como el origen de esta urbe. El edificio que vemos hoy fue construido en la segunda mitad del siglo XIX, aunque su nombre proviene del árabe “adara”, cuyo significado es arsenal o astillero, de hecho, ese fue el origen de este edificio. En aquel momento se encontraba justo al lado del mar, donde se situaban también los talleres del puerto, al igual que pasaba con la desaparecida Puerta del Mar, actual plaza situada al lado. De aquel primer edificio sólo se ha conservado lo que hoy es la puerta principal del mercado, que correspondía con el acceso este del antiguo astillero islámico.

Esa puerta perteneciente a aquella construcción del siglo XIV está labrada en mármol que, aunque ha sido muy transformada con el paso de los años, sigue manteniendo evidentes los rasgos de estilo nazarí. De la portada original corresponde la parte central del arco de herradura apuntado y enmarcado por alfices. En el espacio que existe entre el arco y el alfiz podemos ver dos escudos de estilo castellano, que contienen el lema de la dinastía de Mohamed V “sólo Dios es vencedor”. Estas consignas fueron regaladas por el rey cristiano Pedro el Cruel a aquel soberano nazarí como agradecimiento por haberle ayudado a recuperar el trono de Castilla.

Las atarazanas, como decimos, fueron construidas en el siglo XIV, aunque es posible que ya existieran con anterioridad. El edificio nazarí original tenía casi forma de rectángulo, cuyo interior estaba formado por seis grandes naves cubiertas por bóvedas y arcos fajones, a las que se accedía mediante siete puertas, seis de ellas para el acceso a las embarcaciones. Precisamente una de estas últimas es la portada comentada anteriormente, la cual daba acceso a un patio con columnas. El exterior de aquel edificio estaba en parte almenado y defendido por matacanes y diferentes torres. Con la retirada del mar a partir del siglo XVI, el edificio siguió funcionando a pesar de que la explanada fue urbanizada, manteniéndose activo hasta el siglo XIX, cuando se convirtió en cuartel, hospital y almacén.

Posteriormente, en 1870, se iniciaron las demoliciones del edificio que hasta entonces había sobrevivido, para levantarse una nueva construcción destinada a ser el nuevo mercado de la ciudad y en el que se integró la puerta nazarí superviviente. Para ello se confió el proyecto al arquitecto Joaquín de Rucoba, quien ideó el nuevo inmueble estructurado en tres naves mediante un esqueleto realizado con materiales como el hierro y el cristal, además de aumentar la altura del hueco de la puerta, aumentar el alzado de la fachada y construir dos cuerpos laterales decorados con arcos de herradura que emulan los motivos del cuerpo central, todo ello rematado por una cornisa ornamentada con motivos vegetales.

Así el nuevo mercado sería inaugurado en 1879 y posteriormente, concretamente cien años después, en tiempos de Alfonso XII (nombre que llegó a tener), sería etiquetado como Monumento Histórico Artístico por su estilo industrial característico del siglo XIX. En el interior, al otro lado de la puerta nazarí, se construyó otra portada en las que repite los elementos ornamentales del exterior, aunque en esta ocasión posee una gran vidriera formada por 108 paños, obra de 1973 realizada por los hermanos Atienza, quienes representaron en ella distintos monumentos de Málaga, fácilmente reconocibles por el viajero. Por otro lado, el ambiente es el del típico mercado andaluz, donde los vendedores ofrecen su producto a voces y frases atractivas, en las que se ensalza lo bueno y barato que es para llamar la atención a la posible clientela. Además, es un buen punto donde sumergirse en la cultura culinaria de la ciudad, ya no sólo para adquirir diferentes productos como pescado, verdura, fruta, queso, embutidos, etc., sino también porque aquí se encuentran algunos de los bares donde los malagueños vienen a degustar el popular “pescaíto” frito.

Pulsar para invitarme a un café