NAXOS (Ναξος)

UN TEMPLO INUSUAL Y FUENTE DE CONOCIMIENTO DE LA ARQUITECTURA ARCAICA


Este templo se encuentra en la extensa y fértil meseta de Gyroulas, en una suave elevación de tan sólo 140 metros y situado a unos 10 kilómetros de Chora de Naxos y cerca del pueblo de Sangrí. Fue construido durante el reinado del tirano Lygdamis entre los años 530 y 520 a. C., durante la época arcaica, más o menos al mismo tiempo que el templo de Apolo situado en el Chora. Por aquel entonces la zona estaba ampliamente cultivada y la gente del lugar vivía en pequeños asentamientos rurales dispersos por las llanuras y las partes bajas de las colinas, por ello, la ubicación del templo fue cuidadosamente elegida, al encontrarse en uno de los valles más fértiles de la isla, y dedicarse a Deméter, la diosa de la agricultura, la cosecha y la fertilidad.

Aunque se dice que está dedicado a aquella diosa, muchos investigadores manifiestan que no sería exclusiva y también podría estar dedicado a Perséfone (hija de Deméter) y a Apolo, como así lo demuestran las evidencias en forma de inscripciones. La importancia del lugar donde está situado el templo se hace más evidente por las montañas que lo rodean: al este se encuentran las más altas, entre ellas el monte donde se encuentra la cueva donde Zeus vivió su infancia, según la mitología; mientras que al norte se sitúa el macizo del monte Kóronos, cuya escarpada cima, dedicada al dios Dioniso, es visible desde el templo de Deméter. Por último, al este de edificio, en las laderas del monte Apalírou, durante la época bizantina aquí se encontraba la por aquel entonces capital de la isla, constituida por una fortaleza, cuyos restos se pueden ver hoy.

El templo de Deméter, a pesar de ser de pequeñas dimensiones, posee varias particularidades, empezando por tener una forma muy inusual, puesto que su interior tiene unas dimensiones de 12 por 8 metros, es decir es más ancho que largo, con una hilera transversal de columnas jónicas que divide la cella en dos naves. Otra de sus características poco comunes es que tiene dos grandes entradas en el lado sur de la cella, delante de las cuales hay un pórtico (pronaos), cuyo techo también estaba sostenido por cinco columnas, a cuyos extremos se sitúan unos antas (pilares a ambos lados), que en conjunto formaban la fachada principal.

El interior de este pórtico o pronaos contaba (a diferencia de la naos), bajo el tejado inclinado propiamente dicho, un techo de mármol horizontal, construido con vigas, cabrios y tejas de mármol, todo sostenido por la pared frontal de la cella, así como con las columnas y el antas de esta parte del pronaos. Se trata del primero de su tipo en Grecia del que tenemos conocimiento con certeza. Las vigas del techo y del tejado no eran visibles desde el exterior, ya que estaban cubiertas por losas de piedra verticales y colocadas uniformemente recorriendo todo el templo. Frisos de este tipo fueron decorados con esculturas en templos de construcción similar levantados muchos años después, como ocurre en el templo de Niké de la Acrópolis de Atenas. En el templo de Deméter, sin embargo, el friso estaba decorado sólo por una kymation o cimacio (moldura curva decorativa).

El edificio fue construido enteramente de mármol, a excepción de las hojas de madera de la puerta, las cuales se sostenían con unas bisagras consistentes en cilindros de madera (en el museo se puede ver una reconstrucción). Las columnas del templo de Deméter son muy delgadas y lisas, sin las habituales estrías longitudinales, con una base circular de sencilla estructura con un anillo encima. Las columnas del interior y presumiblemente también las del vestíbulo tenían capiteles en forma de corona de hojas, que no estaban esculpidos sino sólo pintados con cera caliente coloreada (en el museo podemos ver ejemplos de piezas que contienen restos de pintura). Las columnas del interior del templo tenían el mismo diámetro en toda su longitud, mientras que las del vestíbulo se estrechaban ligeramente hacia la parte superior. Ambos casos son inusuales, ya que las columnas de la mayoría de los templos griegos tienen su circunferencia más grande en el centro o tercio inferior, es decir, están algo "abultadas" (éntasis).

Los muros del templo de Deméter estaban formados por dos capas de piedras, una exterior de rocas grandes y otra interior de piedras mucho más pequeñas. Los bloques estaban tallados con cinceles, pero no alisadas, y tenían diferentes tamaños. En el interior las paredes estaban probablemente enlucidas, limitándose su decoración en mayor medida a la pintura.

Tras atravesar una de las dos puertas, que tenían marcos monolíticos similares a los de la Portara del templo de Apolo de Chora de Naxos, se llegaba a la cella. De igual manera, la construcción del tejado aquí es de particular interés: era del tipo dos aguas y estaba sostenido por cinco columnas de diferentes alturas (llegando a alcanzar un metro de diferencia entre la columna central y las dos más exteriores) colocados en una fila transversal en la cella. Cada columna sostenía dos vigas de mármol horizontales de 4 metros de largo por 0,40 de alto que recorría toda la sala. Sobre ellas, y transversalmente, se colocaron otras vigas de mármol de 2 metros por 0,20 de alto que se encontraban inclinadas.

A continuación se situaron sobre esas vigas unas tejas de mármol translucidas, finas y alisadas (inventadas en Naxos por un ciudadano llamado Byzes), a través de las cuales la luz pasaba de manera suave y misteriosa. De esta manera, en las estancias interiores del templo las tejas de mármol del techo inclinado eran claramente visibles desde abajo, una característica muy inusual. Es, pues, uno de los pocos edificios del mundo antiguo (y de los pocos en Grecia) que se han conservado más del 50% del material de construcción original, incluyendo la estructura del tejado que se ha podido reconstruir por completo.

Por tanto, la gran importancia de este hallazgo es que proporciona a los estudiosos información muy valiosa de la arquitectura antigua y la evolución del estilo jónico como, además del techo, las formas primitivas de ese orden y las curvas y correcciones ópticas (como ocurre en el vestíbulo de este templo, donde las columnas y paredes tienen una ligera curvatura) similares a las observadas en el Partenón, pero aquí se construyeron un siglo antes. Por ello, en este templo se han encontrado elementos que se consideran precursoras de la arquitectura ática clásica. Sin embargo, innovaciones como curvar dos centímetros hacia arriba las vigas del techo y los componentes superiores (como ocurre en el vestíbulo del templo) para una impresión visual más armoniosa y visual, no se ha empleado en ningún otro lugar, solamente aquí.

Tras la conquista de Naxos y Paros por Atenas, los atenienses imitaron el orden jónico de las islas Cícladas y construyeron toda una serie de templos con el mismo estilo, especialmente el Erecteión y el templo de Niké de la Acrópolis, y utilizaron la misma estructura de techo también en la sala este de los Propileos. Así mismo, se pueden encontrar templos con características del orden jónico de las islas en otras partes de Grecia continental, como en los tesoros cicládicos de Delfos.

Debido a su arquitectura sumamente inusual, al templo de Deméter a veces se le ha denominado no como un templo sino como un “telesterion”, es decir, un santuario o edificio de culto donde se realizaban los misterios secretos de Deméter, Perséfone o Dioniso. Hay que señalar que el telesterion más famoso era el de Eleusis, donde tenían lugar los misterios eleusinos de Deméter. Sea como fuere, el primer uso de la zona como santuario se remonta al periodo geométrico, al siglo VIII a.C., cuando los ritos y sacrificios se realizaban al aire libre, para lo cual algunos lugares habían sido elevados y asegurados con terrazas para compensar el desnivel natural del terreno.

Justo delante del templo todavía se pueden ver los restos de dos fosas que estaban conectadas por una pequeña zanja: en la primera fosa se derramaban jugos de plantas como ofrendas a las diosas de la fertilidad (Deméter y su hija Perséfone), después el líquido fluía a través de la zanja hasta desembocar en la segunda fosa. Con este ritual no sólo se pretendía invocar la fertilidad de la naturaleza y el retorno anual de la primavera, sino que también representaba el ciclo de la vida humana: nacimiento, muerte y renacimiento del alma.

Un rincón del templo está construido directamente sobre uno de aquellos pozos de sacrificio, sin duda debido a la santidad especial de este lugar. Después de la construcción del edificio, las pequeñas fosas fueron reemplazados por un pozo rectangular más grande, que estaba rodeado por una cerca o una cabaña, como así lo demuestran las huellas de los postes aún visibles. Durante las excavaciones arqueológicas, en la zona del templo se encontraron fragmentos de estatuas que representan a dos deidades juntas, presumiblemente Deméter y su hija Perséfone, aunque inscripciones más antiguas, como decimos, apuntan a una veneración del dios Apolo en el mismo santuario.

Ya en la era cristiana, este templo fue reconvertido en una iglesia, para lo cual sólo se hicieron pequeñas modificaciones del edificio, como la apertura de una entrada en el lado oeste, la construcción de un ábside en el este y el cierre del pórtico con muros. Hacia el año 600 d. C., el edificio fue completamente remodelado, conservándose sólo el muro norte del templo. Para la construcción de la nueva iglesia bizantina se utilizaron muchas piedras y otros elementos del antiguo templo. El muro sur se desplazó un poco más hacia el sur y el interior se dividió mediante dos filas de columnas en tres naves. Al sur se añadió otra nave estrecha, cuyos cimientos se pueden ver hoy directamente delante del vestíbulo de entrada del templo.

Delante de aquella iglesia se levantaron edificios adicionales que formaron un pequeño asentamiento. Aquí se encontraron restos de una alfarería, de una prensa de vino y de aceite. Este asentamiento estuvo en uso desde el siglo VI hasta el VIII d. C., momento en que la basílica se derrumbó y apenas quedó nada del edificio en su lugar. Años posteriores se erigió una pequeña capilla en el recinto del templo, la de Agios Joánnis sto Jyroula, para cuya construcción se utilizaron piedras de mármol del edificio antiguo. Por otra parte, muchos de los grandes bloques de mármol del templo fueron reutilizados posteriormente como abrevaderos para el ganado, muchos de los cuales podemos ver exhibidos alrededor del recinto.

Tras años de desmantelamientos y saqueos, unidos al efecto natural del paso del tiempo, el estado del templo y su complejo se vieron muy afectados. Tras haber sido redescubierto, la zona ha sido excavada por arqueólogos griegos a partir del año 1954, encontrándose columnas y piedras originales dispersas por la zona o en su sitio primigenio, toda una sorpresa para los investigadores. En 1990, científicos de la Universidad de Atenas, en colaboración con el Instituto de Investigación de la Construcción de Múnich, llevaron a cabo una investigación exhaustiva de toda la zona para reunir todos los componentes necesarios y poder así llevar a cabo una reconstrucción completa del templo. Para ello se emplearon tanto bloques de piedra nuevas como antiguas, algunas de ellas encontradas entre las ruinas de la antigua capilla cristiana.

Ya hemos finalizado la visita al templo de Deméter, ahora nos dirigimos a visitar el museo, en el que se alberga los hallazgos importantes de las excavaciones realizadas en el templo y su entorno, por lo que su exposición complementa muy bien con los restos arquitectónicos del santuario conservados en el sitio o devueltos a sus posiciones originales durante la restauración del templo. A groso modo, el espacio expositivo se divide en dos salas: la primera, situada nada más entrar a la derecha, está dedicada al templo arcaico y la segunda, a la izquierda, muestra elementos de la antigua basílica cristiana primitiva que se erigió posteriormente sobre aquel edificio.

En aquella primera sala, inmediatamente a la derecha, lo primero que vemos son pequeñas columnas votivas del siglo VI a.C., la principal época del santuario. Estas piezas se encontraban al aire libre, y sobre ellas se colocaban las principales dedicatorias, como esculturas de figuras humanas, espiráculos, etc. Delante, imitando el suelo de tierra, se encuentran unas bases antiguas para las ofrendas. La columna situada más a la izquierda (en cuyo capitel hay una inscripción dedicada a Apolo) se encuentra toscamente trabajada, lo que nos hace pensar que sus donantes eran personas humildes, y sobre la cual había un kouros que se encontraba justo a la altura de los ojos del espectador. Aquella escultura contaba con las mismas dimensiones que la que vemos hoy aquí, cuyo contorno ha sido restaurado. Las otras dos columnas que vemos son copias de los originales expuestos en el museo Arqueológico de Naxos. La pieza de la derecha, que pudo haber llevado una esfinge, conserva el capitel jónico más antiguo conocido (finales del siglo VII a. C.).

Al lado se exhiben fragmentos de unos “perirranterios” (una forma antigua de contenedores de agua bendita para la purificación) también encontrados en el santuario. Estos tipos de exvotos de mármol tienen diferentes dataciones y tamaños, restaurándose uno de ellos con forma de pila, sobre la cual se han colocado fragmentos de cuencos antiguos. El pedestal “perirrhanterion”, situado abajo a la izquierda (siglo VI a.C.), posee una inscripción que habla de un diezmo (la décima parte de los ingresos de una persona) a Apolo, la deidad jónica por excelencia de las Cícladas. Al lado vemos otro tipo de ofrenda consistente en una gran figura esculpida, en este caso un kouros del siglo VI a.C., cuyo contorno cuenta con diferentes partes originales de su cuerpo: brazo superior izquierdo, antebrazo, muslo, base del suelo y pedestal con parte del pie derecho.

En el extremo izquierdo de esta pared se exponen diferentes fragmentos de estatuas votivas que reflejan el apogeo del santuario en el siglo VI y principios del V a.C. Entre ellas vemos: la parte superior de un torso de una figura masculina desnuda (V a.C.), fragmentos de un brazo izquierdo, muslo, rodilla, pelvis, etc. de unos kouri del siglo VI a.C., unas nalgas de una escultura masculina, cuya postura indica una pose relajada (siglo V a.C.), un torso superior de una figura femenina vestida (quizás Artemisa) del siglo II a.C. y un pedestal y pies de otro kouros del siglo VI a.C. A la derecha se exponen tres bases para estatuas, dos de ellas con huecos donde se colocaban las figuras. La situada más atrás (siglo VI a.C.) cuenta con una inscripción dedicada a De[méter], Kore, Zeus Eubouleus (adorado junto con Deméter en Eleusis) y Baubo (la anciana que hizo reír a la diosa cuando ella buscaba a su hija que había desaparecido en el Hades), lo que muestra una relación entre el culto que tuvo lugar aquí y los misterios de Eleusis. Por su parte, la base situada delante a la derecha (siglo III a.C.) tiene una inscripción dedicada a Deméter y una mención del “pentarchai” (un cuerpo de gobierno de la zona).

El ancla de la izquierda es un exvoto de un marinero, junto al cual también vemos un pequeño altar votivo, un pedestal y restos de una mesa de mármol, cuyo tipo podría haber servido quizás como dedicatorias o quizás para necesidades prácticas como comidas rituales, sacrificios, etc. En un hueco del muro longitudinal del museo vemos elementos arquitectónicos con proporciones menores con respecto al resto de elementos aquí expuestos, por lo que durante la excavación e investigación se llegó a la conclusión que debieron pertenecer a un edificio arcaico que estuvo en el área general del santuario, pero cuya posición exacta se desconoce hasta el momento.

Muy interesante es la zona dedicada al frontón y al tejado, cuya reconstrucción parcial podemos apreciar aquí. El templo estaba rematado con un frontón triangular de mármol tanto en su parte delantera como trasera, algunos de cuyos elementos podemos ver expuestos en este espacio expositivo. De igual manera, en el patio norte del museo se ha hecho una reconstrucción a tamaño real de su aspecto.

A la derecha, sobre unos estantes podemos ver algunas molduras que decoraban el borde superior de cada unidad constructiva y morfológica, puesto que en este templo cada elemento era una entidad independiente. Estas decoraciones lineales tenían diferentes perfiles según eran los elementos a los que se sujetaban, es decir vigas, friso, tímpano, etc., estando pintados con motivos florales, mediante el uso de la cera fundida, la cual, una vez aplicada, formaba una película sobre la superficie del mármol. En algunas de estas piezas se puede ver motivos pintados que han llegado a nuestros días, ya que la cera protegió la superficie de la erosión natural.

Sobre los estantes a la derecha destacamos el acroterio, que era una escultura decorativa que se colocaba en la cima y en los dos extremos del frontón. Los temas de los acroterios de los templos arcaicos eran principalmente monstruos, criaturas como esfinges, etc., y composiciones con decoración floral. El acroterio central del templo de Deméter Sangri era un anthemion, es decir un ornamento floral esquemático.

Al lado del frontón, hacia la derecha, se expone parte del techo del templo arcaico hecho enteramente de mármol, mostrándose una parte de la columnata interior y una viga, aunque de altura reducida. Las vigas se apoyaban en las paredes del edificio y en las columnas interiores, las cuales, como podemos ver, tenían diferentes alturas. Es interesante tomarse un momento para ver la superficie inferior curvada (refinamiento) de las vigas. Como se puede apreciar en una reconstrucción parcial a la izquierda, sobre las vigas se apoyaban un techo de par/cabrio o “tegides”, que sostenían las tejas (en la pared a la izquierda se exponen fragmentos de tejas originales). Todo el sistema de techado se podía ver desde el interior del templo y, gracias a la luz del sol filtrándose a través del mármol traslúcido, se creaba una atmósfera única. Al lado, en una vitrina se pueden ver diferentes fragmentos de dedicatorias de bronce y terracota del santuario.

La siguiente sala, de forma cuadrada, alberga los elementos arquitectónicos de mármol de la antigua iglesia cristiana. En el siglo VI d.C., época del emperador Justiniano, se demolió la primera iglesia cristiana y en el lugar del templo se construyó una basílica de tres naves. Es de aquella iglesia de donde provienen los elementos reconstruidos que vemos aquí: templón o pantalla, ciborio o baldaquino del altar y el ambo o púlpito. Las columnas, jambas de las puertas y vigas expuestas son elementos arquitectónicos reutilizados de los templos arcaicos anteriores, bien en su forma original o bien con pequeñas modificaciones.

En la mayoría de los casos estas piezas arquitectónicas antiguas se tallaron sobre ellas, de una forma bastante tosca, símbolos cristianos y otros motivos decorativos característicos de la época. Un ejemplo claro lo tenemos en la pared lateral de la derecha de esta sala, donde se exhiben los antiguos capiteles de los soportes centrales de las ventanas de la basílica y, en el centro de la sala, partes de cornisa y bloques de pared que se encuentran toscamente decorados con cruces y se utilizaron como paneles del templón o pantalla. En la pared izquierda se expone la parte principal del ambón cristiano, construido con elementos arquitectónicos del templo arcaico, y el parapeto de una de sus escaleras que ha sido parcialmente reconstruido.

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