Chora o Hora de Naxos se sitúa en la costa centro occidental de la isla, en el mismo sitio donde una vez estuvo la antigua villa, siendo en la actualidad la capital y puerto de Naxos. Nada más desembarcar del barco, tras caminar por el muelle en dirección a la ciudad, llegamos al puerto propiamente dicho, en el cual se extiende el paseo marítimo que discurre paralelo a él. Esta zona es ideal para comer o tomarse algo mientras se disfruta de la brisa marina, ya que está repleta de cafeterías, tabernas y restaurantes para todos los gustos y todos los bolsillos.
Su atractivo aumenta en los meses de verano, momento en que no circula ningún vehículo por su carretera, convirtiéndose en un espacio totalmente peatonal. Desde aquí se puede ver, por un lado y en el centro del mismo puerto, la capilla Panagia Myrtidiotissa (cuya festividad tiene lugar cada 24 de septiembre), construida por unos marineros tras salvarse de una feroz tormenta. A este islote sólo se puede llegar con el uso de un bote, además, según fuentes históricas, esa pequeña isla ya fue en la Antigüedad un lugar religioso, al rendirse aquí culto al dios del mar Poseidón.
Por otro lado, hacia el norte, un espigón une esta zona de la ciudad con el islote de Palatia, donde se levanta el templo de Apolo, con su famosa Portara. En el espigón se colocó en 2004 la escultura de mármol “Ariadne auf Naxos” del escultor alemán Wolf Bröll. El artista quiso representar en su obra a Ariadna abandonada por su amante Teseo, después de haberle ayudado a escapar del laberinto a cambio de casarse con ella. Sin embargo, después de matar al Minotauro, el héroe abandonó la isla, puesto que Atenea se le apareció para revelarle que Ariadna estaba prometida con Dioniso y por tanto debía renunciar a ella. La metáfora de cómo está hecha esta escultura quiere transmitirnos la idea de abandono: la obra parece un bloque inacabado, como si lo hubiera abandonado el propio artista, incluso es metafórico el lugar en el que se colocó la estatua, frente al mar y lejos de la isla. Bröll decidió no darle rostro a su escultura para que cualquier mujer que se sintiera abandonada pudiera identificarse con su ella.
Desde aquí, es fácil llegar hasta la platia Mitropolis, plaza que toma el nombre de la catedral ortodoxa de Naxos, la Mitropolis Zoodochos Pigi. El origen de su historia se remonta al año 1787, momento en que fue fundada por el obispo Neophytos. El templo está dedicado a Zoodochos Pigi, cuyo significado en griego sería “fuente de la vida”, lo que hace alusión a la Virgen María. Para su construcción se emplearon partes y materiales extraídos de otros edificios antiguos y templos, como por ejemplo unos pilares de grafito que se cree que proceden de la isla de Delos, antigua isla sagrada. Y ya que estamos en su interior debemos destacar varios iconos datados en la época otomana y reliquias como un evangelio que se cree fue regalado al templo por la emperatriz Catalina de Rusia, un claro gesto de conexiones religiosas de dos países con culturas diferentes.
En esta parte norte de la ciudad de Naxos, llamada Grotta, así como en el islote de Palatia existen amplios restos de ocupación humana continua desde el Neolítico (V milenio a.C.). Aquí, en el centro de la plaza de Mitropolis, se excavaron restos de la antigua ciudad micénica, testigos del florecimiento de la isla de Naxos en los siglos XIII y XI a.C. Al final del periodo micénico, la zona costera de la ciudad fue abandonada, debido a la posible amenaza proveniente del mar. Sin embargo, se encontraron santuarios que los griegos arcaicos del siglo VIII a.C. dedicaron precisamente a sus antepasados enterrados siglos atrás, lo que nos dice que la zona tuvo mucha importancia para aquellos habitantes. Este lugar estaba junto al Ágora de la ciudad clásica, que una vez más se extendía hasta la costa, aunque durante la época romana posterior, el lugar antaño venerado, se cubrió de viviendas privadas.
Por otro lado, alrededor de la plaza podemos ver diferentes iglesias, la más evidente, situada casi en el centro, es la de Agios Nikolaos Grotas, mientras que en el lado sur se sitúa la capilla de la Dormición de la Virgen María (Eleousa). En extremo contrario a la catedral ortodoxa, la parte oeste, está ocupado por la iglesia de Panagia Chrysopolitissa.
Toca ya introducirse al interior de la ciudad y recorrer sus calles, compuestas por callejones estrechos, algunos de ellos con arcos, los cuales están compuestos por casas encaladas típicamente cicládicas y antiguas mansiones de piedra. Aunque la ciudad medieval se construyó dentro de la muralla del Kastro (que veremos después), a su alrededor y fuera de esas murallas se desarrollaron otros barrios, de los que destacan dos: el del Burgo, situado al norte y oeste del castillo, y el del Nio, ubicado hacia el sur.
El distrito de Bourgos o Burgos, por cierto, palabra que deriva de la palabra italiana “borgo” (que significa asentamiento fortificado), era el sitio donde vivían los ciudadanos más adinerados de la ciudad durante la Edad Media y después. Este barrio contaba con tres puestas de acceso: Porta tou Gialou, que ostentaba el escudo de armas de la familia Crispi, la puerta de Exobourgo, donde se encuentra la iglesia de Prophitis Ilias, y Pyli tis Evriakis, la entrada al antiguo barrio judío. Hay que señalar que en su origen Bourgos no lindaba con el mar, desconociéndose cuando adquirió su forma definitiva.
La fisionomía de los estrechos callejones del barrio está hecho a modo de laberinto, con inesperadas calles sin salidas, mientras que sus edificios se levantaron de tal manera que se combinaron para formar una intrincada zona que actuó a modo de muralla para proteger el asentamiento superior de las posibles fuerzas invasoras provenientes del mar, a la vez que actuó como primera línea defensiva del Kastro.
Con el paso de los años, este asentamiento creció de acuerdo con el modelo de planificación urbana bizantina, con iglesias construidas entre principios y mediados del siglo XVI, que sirvieron como puntos focales. La platsa o plaza del mercado de Burgos, donde se encuentra la iglesia de Panagia tou Christou, se consideraba el centro del barrio, mientras que en Porta tou Gialou se encontraban las tiendas, talleres y almacenes.
Ascendemos ya al barrio de Kastro, cuya ciudadela medieval se construyó dentro del recinto amurallado del antiguo castillo por el cruzado Marco Sanudo en el siglo XIII, que incluía la muralla que constituye el muro exterior de las casas construidas en las afueras, así como del palacio del Duque, las mansiones de los nobles situadas alrededor del palacio y doce torres (se piensa que originalmente el castillo veneciano contaba con este número de torres para protegerlo), de las que la única superviviente ha sido la Torre de Crispi del siglo XIII. El nombre de esta torre proviene de una leyenda local que señala que sirvió como palacio de la dinastía veneciana de los Crispi, de hecho, fue la mansión privada de Jacobo, el hijo ilegitimo del duque de Naxos Guillermo II Crispo, quien no tenía derechos hereditarios, pero desempeñó brevemente como gobernador en 1494.
Los últimos propietarios de la torre fue la familia P. Glezos, quienes lo donarían al estado y con cuyo apellido también se conoce esta construcción, de igual manera se le ha llamado torre Aperathitissa, palabra que derivada de Apiranthos, la ciudad natal de la familia donante. El dintel situado en la entrada a la torre (que encontramos tras atravesar la Trani Porta a la izquierda) está decorado con una heráldica bastante inusual, al combinar elementos otomanos y rusos (corona, pluma, espada y medallas). Se trata de títulos que recuerdan los servicios prestados a esas dos grandes potencias de finales del siglo XIX por uno de los señores de la torre, Iossif Barozzi, un funcionario al servicio de Rusia. En la actualidad el edificio acoge el museo Bizantino (cuando estuvimos estaba cerrado por reformas).
La muralla de la ciudadela contaba con tres puertas de acceso, dos de las cuales todavía existen hoy: al sur se encuentra Paraporti, al norte se sitúa la famosa Trani Porta, y finalmente, la puerta del sureste, Piso Paraporti, que no ha sobrevivido. Trani Porta conserva su pesada y antigua puerta de madera, además, podemos observar una incisión vertical situada en una de sus pilastras de mármol que corresponde con una medida veneciana de longitud para las telas, utilizada por los comerciantes que vendían sus productos a la aristocracia del castillo.
Tras atravesar esta puerta, a la derecha, enseguida vemos una de las mansiones más antiguas de los alrededores del Kastro: el palacio Della Rocca Barozzi. Su interior acoge el museo de Historia Popular y Veneciana (aunque cuando nosotros estuvimos estaba cerrado, supones que por reformas), en el cual se expone el mobiliario antiguo de la mansión y reliquias de la época, entre otras piezas, además de organizar de manera periódica exposiciones temporales de pintura y escultura.
En nuestro paseo por el interior del antiguo castillo comprobamos que la tranquilidad domina esta parte de Naxos, además podemos recorrer y ver callejas estrechas, patios adornados con plantas y flores y antiguas mansiones que lucen escudos de armas en sus dinteles de la familia que las habitaban, incluso, en algunos casos se grabó sobre la piedra el año de la construcción del edificio.
Así, de camino a la plaza central de Kastro, llegamos hasta la Mitropolitikós Naós Ypapantís tou Kyríou o catedral católica de la Presentación del Señor. Este edificio medieval cuenta con suelos de mármol y diferentes lápidas conmemorativas, en las que podemos ver representados los escudos heráldicos de algunas de las familias católicas de Naxos más importantes de los últimos cinco siglos. Tras visitar el interior de la catedral, nos dirigimos a uno de sus laterales donde se encuentra, al lado del palacio episcopal católico, la iglesia ortodoxa de Panagia Theoskepasti, el monumento más antiguo de la ciudadela de Kastro, ya que se piensa que es anterior a la construcción del castillo que se inició tras la conquista de Naxos por los venecianos en el año 1207.
La verdad es que esta iglesia pasa desapercibida y los turistas no la suelen visitar, por lo que su belleza es poco conocida. Normalmente el conserje que cuida de la pequeña capilla es quien invita a los visitantes entrar a su interior, el cual está compuesto por dos naves situadas en diferentes niveles. La de la derecha está dedicada a santa Anastasia Farmakolytria (la Sanadora), también conocida como Anastasia de Sirmio, que vivió en el siglo III d.C. y que es venerada tanto por los católicos, como por los ortodoxos; mientras que la nave izquierda venera a Panagia Theoskepasti (Virgen María Velada por Dios).
Toda la iglesia conserva diferentes iconos antiguos que están muy bien conservados, además su patrimonio incluye el “Códice Theoskepasti” e íconos portátiles de doble cara. Entre ellos destaca el iconostasio de madera que, por su estilo, se ha datado en la época de la familia de los Paleólogos, la última dinastía que gobernó el Imperio Bizantino entre los años 1259 y 1453. De igual manera también cuenta, como ocurre en la catedral católica, con un icono con dos caras diferentes: en una se representa a san Juan y en la otra una Crucifixión.
Al este de esta pequeña iglesia se sitúa el monasterio capuchino, cerca de la puerta Piso Paraporti de Kastro. Este monasterio es un complejo que estaba formado por el edificio principal y por la iglesia dedicada a san Antonio de Padua, cuyo interior está compuesto por una sola nave, en la que se reparten diferentes iconos. Por otro lado, el suelo está cubierto de mármol decorado con los escudos de armas de familias nobles como las de Coronelli-Castri y Lorentani-Crispo.
Volvemos sobre nuestros pasos, concretamente a la plaza de la Catedral, en la que vemos los restos de la denominada torre de Sanoudos del siglo XIII, otro de los elementos originales de la ciudad medieval, situada en el centro de la antigua acrópolis del siglo VI a.C. En su momento esta torre formaba parte del Palacio Ducal de Naxos, contando en sus cuatro caras con balcones de mármol. Lo que vemos son los restos que se salvaron del expolio de su material, el cual se utilizó para otras construcciones.
La escuela y monasterio de las Ursulinas se construyó sobre las ruinas de la torre de Sanoudos, después de que parte se derrumbara. La escuela empezó a funcionar en el año 1739, sin embargo, la idea de establecer un colegio para niñas se empezó a barajar un siglo antes, por iniciativa del francés Robert Saulger, jesuita superior e historiador. Desde 1986 el complejo ha funcionado como una institución cultural, tras haber sido adquirido por el Estado Griego. Justo enfrente se sitúa la capilla Kazatza del siglo XIII, aunque algunos estudiosos señalan que fue construida en el siglo XIV.
Más allá está el museo Arqueológico de Naxos, ubicado en una antigua mansión de cinco pisos construida en el siglo XVII durante el período franco (1600 – 1800) para albergar originalmente una escuela jesuita. Se sabe con seguridad que esta escuela se construyó gracias a la buena posición financiera con que se encontraba la comentada capilla Kazatza, reforzado por las donaciones realizadas por sus fieles desde el siglo XVII. Durante el siglo XIX se convirtió en la antigua Escuela de Comercio. La exposición del museo abarca miles de años, desde finales del Neolítico (IV milenio) hasta principios de la era cristiana (siglo VI), mediante la exhibición de, no sólo hallazgos procedentes de Naxos, sino también de las islas vecinas de Keros, Donusa y Koufonisia. Entre sus piezas destacan excelentes ejemplares de ídolos de mármol protocicládicos, que rivalizan con los del Museo Arqueológico de Atenas.
Al estar en una posición elevada, no podemos dejar de mencionar algunas de las terrazas desde las que se obtienen bellas panorámicas de la ciudad de Naxos con el mar de fondo, en el que se deslumbra el contorno de la isla vecina de Paros. Unas de las mejores según nuestro criterio fue la de la cafetería Avaton, situada en el mismo edificio del museo Arqueológico. Tras terminar la visita al barrio del Kastro, se vuelve a descender, esta vez para disfrutar el punto focal de la vida en la ciudad actual que está situado alrededor de la plaza Protodikiou. Aquí durante el verano el trasiego de turistas y locales es continuo, gracias a las abundantes tiendas, restaurantes, bares y cafeterías con que cuenta la zona.
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