En Kionia, a 3 km al oeste de la actual Chora de Tinos, se encuentra el santuario de Poseidón y Anfitrite, los dioses dominantes del mar según la mitología griega. A principios del siglo XX, los edificios de este importante santuario y otras piezas arqueológicas (que se exhiben actualmente en el museo Arqueológico de Tinos) fueron sacadas a la luz por la escuela arqueológica francesa. Fue levantado a finales del siglo IV a.C., coincidiendo con la fundación y prosperidad de la Chora de Tinos. Se trata del único lugar de las Cícladas dedicado exclusivamente a Poseidón, el dios del mar, adorado, según las inscripciones y algunas fuentes históricas, como dios sanador, al igual que a Anfitrite, que según los creyentes curaba a las mujeres estériles. Es por ello que los edificios del complejo no sólo facilitaban el culto y la realización de prácticas de culto, sino que también estaban destinadas a curar a los creyentes.
Por tanto, este santuario tenía una gran fama curativa, semejante al de Asclepio en Epidauro, por lo que las personas enfermas que querían curarse lo visitaban, confiando en sus poderes benéficos. Además, siguiendo esta premisa, el entorno en el que se construyó en un jardín junto al mar, favorecía la curación. Se sabe que los sacerdotes del templo, además de sus otras tareas, también realizaban operaciones a los enfermos. Por otro lado, en honor al dios se celebraban unas fiestas llamadas “Poseidia” o “Poseidonia”, durante las cuales se celebraban concursos dramáticos con representaciones teatrales en el antiguo teatro de Tinos, situado en la zona de la actual iglesia de Evangelistria, además de hacerse sacrificios de corderos. Se dice que allí rezaban los marineros y viajeros para aplacar al dios del mar y tener un buen viaje en su camino de peregrinación hacia la isla sagrada de Delos.
La fundación y ampliación del santuario formaba parte de un programa constructivo más amplio llevado a cabo por las dinastías reales macedonias de los Antigónidas y los Lágidos, sucesores de Alejandro Magno, durante su periodo de dominación en las Cícladas. El santuario adquirió rápidamente fama panhelénica, sobre todo en el siglo III a.C., cuando atrajo a peregrinos procedentes de más allá de las fronteras de Grecia. Por tanto, el santuario vivió tres grandes periodos de construcción: una primera fase constructiva (finales del siglo IV-primer cuarto del siglo III a.C.), al que pertenecen el templo, la fuente, el Edificio B (“abaton” o “therapeuterion”, es decir la sala de curación) y el Edificio Q (“hestiatorion” o comedor); una segunda fase constructiva (siglos II-I a.C.) que coincide con un período de prosperidad económica para Tinos que se refleja en el santuario con la construcción de imponente nuevos edificios como la estoa, el altar, el edificio D y la “exedra de Nausion”; y finalmente una tercera fase constructiva (siglos I-III d.C.), cuando se crearon los baños y las termas N y C, antes de su decadencia final.
Iniciamos el recorrido por el complejo y, tras adquirir los boletos de acceso, lo primero que vemos es el edificio D (1), formado por una pequeña estructura rectangular construida a finales del siglo II a.C. sobre un foso de sacrificios anterior. A principios del siglo I d.C., la estructura funcionó como un pequeño templo dedicado al culto de la familia imperial romana como lo indican las estatuas encontradas aquí, entre las que destacan dos de excepcional interés: un busto de Agripina la Mayor y una estatua de Claudio, ambas piezas expuestas en el museo Arqueológico de Tinos.
Enseguida se levanta el templo (2), cuya obra original del siglo IV a.C. era una estructura rectangular con un pronaos y una cella, pero a principios del siglo II a.C. (coincidiendo con el gran crecimiento económico de las Cícladas, cuando Delos se convirtió en puerto libre y muchos extranjeros, principalmente italianos, se establecieron allí) fue sustituido por otro dórico más grande, al añadirse cuatro columnas de mármol en sus dos fachadas principales, situadas al este y oeste. Los materiales de construcción utilizados son totalmente locales y entre ellos se encuentran mármoles de diferentes colores y piedra gneis (parecido al granito, pero con capas alternas de minerales claros y oscuros).
Para ornamentar el edificio se contó con escultores de varios lugares, como Agasias de Éfeso o Telesinos de Atenas, quien realizó las esculturas monumentales de Poseidón y Anfitrite que se encontraban en la cella. El templo se decoró con esculturas relacionadas con el culto a Poseidón, como delfines y los seres mitológicos hipocampos (caballo marino con la parte inferior del cuerpo en forma de monstruo marino o pez). De este templo provienen los hallazgos más espectaculares que son los hipocampos de mármol de gran tamaño que decoraban los frontones del templo. La fama del templo fue tan grande que traspasó las fronteras del mundo griego, como el sur de Italia, Asia Menor y África, de hecho, el historiador Estrabón lo calificó como enorme y digno de ver.
Al oeste del templo vemos los restos de las llamadas Termas C (3), construidas entre los años 150 y 200 d.C., en la tercera fase constructiva del santuario (a mediados del siglo III d.C.) antes de que el santuario ya fue abandonado. Se trata, pues, de la última estructura superviviente dentro del área del santuario, del que se pueden ver parte de un vestuario y un depósito de agua.
Hacia el norte se encuentra la fuente (4), una obra arquitectónica única. Su fachada estaba compuesta por una columnata dórica de mármol. A ambos lados del edificio se construyeron dos alas salientes que enmarcaban una sección central, en cuyo interior se colocó una plataforma de mármol semicircular, creando un espacio para que los visitantes pudieran descansar. El agua limpia y potable fluía desde unos caños con forma de cabeza de león situados en las alas de ambos extremos, mientras que los techos estaban hechos de casetones de mármol decorados con estrellas en relieve, similares a los que se encuentran en los propileos de la acrópolis ateniense.
Durante la etapa romana tardía, el edificio de la fuente se convirtió en una cisterna de agua o un baño (5), cuyos restos podemos ver hoy en día hacia el norte, justo detrás de la fuente.
Hacia el oeste, a la izquierda de la fuente, se encuentra otro edificio que se cree que funcionó como un “abaton” o “therapeuterion” (sala de curación) (6). Tuvo dos grandes fases constructivas: la primera a finales del siglo IV a.C. y la segunda a principios del siglo I d.C., ya en la etapa romana. Su fisionomía está constituida por una gran estructura rectangular, en cuyo interior se reparten salas más pequeñas. No es de extrañar, debido a la fama curativa del santuario, que edificaciones similares también las podamos ver en santuarios dedicados a Asclepio, el dios sanador de la antigua religión griega.
Si volvemos ahora hacia el templo, delante de él, se sitúa un altar (7) que era el centro del culto y lugar donde se realizaban los sacrificios. Ambos edificios estaban unidos por una “vía sacra” que estaba pavimentada con placas de mármol. El altar era una estructura de dimensiones monumentales con forma rectangular con un lado abierto, el que mira al templo. Se encontraba sobre una gran plataforma, a modo de base, hecha con mármol blanco y gris de la isla. El monumento estaba decorado con un friso con decoración en relieve, consistente en bucranias (cabezas de toro), flores, semillas, etc., mientras que en la fachada se encontraban dos grupos escultóricos que representaban la lucha entre Eros y su hermano Anteros, obra del escultor Agasias de Éfeso.
Cerca del altar se encontró un reloj de sol de mármol (siglo II a. C.) decorado con delfines en relieve y una cabeza de gorgona, realizada por el famoso astrónomo Andrónico de Kyrros de Macedonia, el que también fuera el creador de la torre de los Vientos en el ágora romana de Atenas. Aquel reloj de sol hoy se puede ver en el museo arqueológico de Tinos.
Justo detrás del altar se sitúa los restos de la “exedra de Nausion” (8), se trata de un monumento votivo de mármol de planta semicircular que en su momento contaba con estatuas de miembros de una familia aristocrática de Tinos, como así lo aseguran las inscripciones que sobreviven en la exedra, la cual, por cierto, es uno de los monumentos votivos mejor conservados del santuario.
Tanto el altar como la exedra pertenecen a la segunda fase constructiva (siglos II-I a.C.), al igual que la stoa (9), cuyos restos se encuentran a poquísimos pasos. Contaba con una longitud de 170 metros, lo que la convierte en una de las stoas más grandes de toda las Cícladas. Esta columnata era la fachada monumental y, al mismo tiempo, el límite sur del santuario. Tenía una fachada doble con columnatas dóricas al norte y al sur, mientras que en su interior los elementos de mármol del techo estaban decorados con representaciones de delfines y palmetas.
Avanzamos un poco y llegamos al llamado edificio Q (10), el cual se cree que fue el “hestiatorion” o comedor, donde se celebraban los banquetes rituales. Es una gran estructura rectangular construida a finales del siglo IV a. C., es decir en la primera fase constructiva del santuario. Durante el período romano fue destruido para la construcción de las Termas N, utilizadas como baños. En las excavaciones realizadas en el lado norte del edificio Q se encontraron numerosos utensilios de cocina, por lo que se piensa que las “cocinas” se encontraban en esta zona.
El recorrido por el sitio arqueológico de Kionia termina con las mencionadas termas N (11), que pertenece, junto con las termas C, a la tercer y última fase del santuario (siglos I-III d.C.). En aquella época se detecta cierta actividad de construcción durante el dominio romano, después de un período de decadencia. Sin embargo, a mediados del siglo I a.C., el antiguo esplendor se desvanece y, a mediados del siglo III d.C., el Santuario es abandonado. En ese contexto se construyeron las termas N a finales del siglo I d.C. (como decimos, en el lugar del antiguo "hestiatorion”) quedando las obras, probablemente, inacabadas.
Lo que viene después es historia: sobre las ruinas funcionó durante un tiempo un horno de cerámica. Aunque el santuario fue abandonado, el culto perduró hasta el siglo IV d.C., cuando se instauró el cristianismo, la nueva religión, y se renunció definitivamente a los Dioses Olímpicos o Dodecatheon griego. Tras el fin del funcionamiento del Santuario, muchos de sus elementos constructivos fueron utilizados por los lugareños para la construcción de casas e iglesias. La destrucción final y desmantelamiento del templo ocurrió durante las épocas veneciana y turca, cuando los captores aprovecharon todo lo que había quedado en el lugar, es decir, estatuas, columnas y otras partes, para construir iglesias y otros edificios.
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