Cuando pensamos en una torre inclinada enseguida, sin dudarlo, pensamos en Pisa. Y es que ese monumento, mundialmente conocido, se ha convertido en todo un símbolo, ya no sólo de la ciudad y la propia Toscana, sino también de toda Italia. En esta guía vamos a visitar la Torre de Pisa, tanto por dentro como por fuera, pero también vamos a recorrer esta bonita urbe que ofrece sitios e impresionantes monumentos más allá de la icónica torre y que suelen quedar en un segundo plano entre los visitantes de Pisa.
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| Nuestra visita: | mayo de 2025. |
| Idioma Oficial: | italiano. |
| Moneda: | Euro €. |
| Población 2012: | 86.052 habitantes. |
| Superficie: | 185 km². |
| Prefijo telefónico: | +39 050. |
| Web oficial: | turismo.pisa.it |
Se sabe que Pisa nació como puerto Etrusco a mediados del siglo VI, aunque sus primeros habitantes se asentaron en el siglo IX. Existen diferentes versiones sobre su verdadero origen, ya que unos estudiosos señalan que fue un pueblo griego, mientras que otros afirman que fue un asentamiento de Liguria o una ciudad etrusca. No hay que olvidar que la ciudad se encontraba en una posición estratégica por su proximidad tanto al río Arno como al mar. Tras la guerra contra los ligures, Pisa se alió con Roma, pasando a ser después del 180 a. C. una colonia romana, mientras que para el 313 d. C. ya se había convertido en un obispado cristiano. Después del colapso del Imperio Romano, Pisa sobrevivió y se mantuvo como el principal centro urbano de la Toscana. Aprovechando su poder marítimo y los productos y mercados de su fértil interior regional, la ciudad resurgió en el siglo XI para convertirse en un floreciente centro comercial, empezando a transformarse en una República Marítima.
Con la ayuda de Génova, la ciudad luchó contra los invasores musulmanes: en 1016, los pisanos y los genoveses expulsaron a los sarracenos de Cerdeña, y en 1063 la flota pisana saqueó la Palermo musulmana. La participación de la ciudad en las Cruzadas aseguró valiosas posiciones comerciales para los mercaderes de Pisa en Siria, de hecho, el primer Obispo de Pisa Daiberto se convirtió en el Patriarca de Jerusalén, y a partir de entonces, la ciudad se fortaleció hasta convertirse en un rivalizar de Génova y Venecia. En aquella época Pisa fundó colonias en el Medio Oriente y el Norte de África y expandió sus relaciones económicas con el Imperio Bizantino y el mundo Islámico.
En el siglo XIII, la ciudad contó con el apoyo de los emperadores alemanes en sus largos conflictos con Génova en el mar y en tierra con sus rivales toscanos, Lucca y Florencia. Estas luchas culminaron con la derrota de Pisa a manos de la flota genovesa en la Batalla de Meloria de 1284, a pesar de lo cual, la ciudad se convirtió en un importante centro de fabricación de lana a finales del siglo XIII y siguió siendo el principal puerto de la Toscana. La prosperidad pisana se reflejó en las características “casatorre” (altas torres generalmente habitada y construidas de ladrillo y piedra) y en las iglesias de la ciudad, en particular el grandioso y espectacular conjunto de catedral, baptisterio y campanario. El complejo catedralicio fue decorado por una sucesión de distinguidos escultores, entre ellos Guglielmo Pisano, Bonanno Pisano, Nicola Pisano y su descendiente, Giovanni Pisano.
Las luchas internas entre facciones contribuyeron a la ocupación de Pisa por parte de los Florentinos en 1406. Grandes cantidades de mercancías continuaron transitando por la ciudad hasta el siglo XV, cuando la sedimentación hizo casi imposible el movimiento de galeras cargadas río arriba por el Arno. Cuando los ejércitos franceses invadieron Italia en 1494, Pisa reafirmó temporalmente su independencia, hasta que la ciudad, tras sufrir una serie de guerras y asedios, fue reconquitada en 1509 por Florencia. El duque Cosimo I de 'Medici' mandó realizar diferentes drenajes y promulgó facilidades económicas y legales con el fin de repoblar la ciudad. Además, a lo largo de las riberas del río Arno mandó levantar residencias aristocráticas, como el Palacio Real (Palazzo Reale), o templos religiosos como la iglesia de Santo Stefano dei Cavalieri y espacios como la Piazza dei Cavalieri. El desarrollo de Pisa continuó bajo el poder de Francisco I y Fernando I, quien ordenó la construcción del Canal de Navicelli y la “Logge dei Banchi”.
Posteriormente, decayó como ciudad provincial toscana, para volver a crecer a mediados del siglo XVIII, con la recuperación de las marismas circundantes, la erradicación de la malaria y el desarrollo de la industria ligera. Durante la invasión de Napoleón (1804-1814) se fundó la prestigiosa Scuola Normale, parecida a la Escuela Normal de París. Pisa tomó parte del movimiento revolucionario del "resurgimiento" (la Unificación de Italia) y fue en esta ciudad donde vivió Mazzini hasta el año de su muerte en 1872. Durante la Segunda Guerra Mundial, Pisa sufrió graves daños en 1944, cuando se libraron prolongados combates en la Línea Gótica de defensa alemana entre Pesaro y Rímini. Las numerosas iglesias dañadas o en ruinas en ese momento fueron restauradas posteriormente, pero la zona al sur del río, que sufrió una destrucción generalizada, aún conserva un aspecto algo anodino.
Muchas de las personas que viajan hasta Pisa lo hacen sólo y exclusivamente para ver la famosa torre inclinada y, de paso, el resto de los edificios de la plaza de los Milagros. Pero la ciudad es más que esa bellísima zona, sólo hay que dar un paseo para darse cuenta que estamos ante un destino turístico de primer orden por la calidad del conjunto de sus atracciones. Es por eso que os vamos a recomendar qué ver en Pisa en dos días completos, jornadas que se pueden quedar cortas si además añades la visita a los numerosos museos de la ciudad.
Dia 1: el primer día, no podía ser de otra manera, se comienza en la Piazza dei Miracoli, una de las plazas más bellas de Europa. Aquí se puede ver y ascender a la mundialmente conocida Torre Inclinada de Pisa (recuerda que el ascenso se realiza con reserva previa y por horario estricto). Después se puede visitar el Duomo o Catedral de Pisa y ver, entre otras partes, el púlpito realizado por Giovanni Pisano. A la salida se podría visitar el baptisterio (en el momento de nuestra visita estaba cerrado), tras lo cual se puede recorrer el Museo delle Sinopie, en el que se exponen las sinopias del Camposanto.
Ahora lo ideal es ir precisamente al Camposanto, donde ver los frescos resultantes tras las sinopias, aunque no se han conservados todos, merece mucho la pena al menos para ver las obras “El Juicio Final y el Infierno” y “El Triunfo de la Muerte”. Después toca un paseo por la zona norte de la plaza, hasta llegar a su costado este donde se encuentra el Museo dell’Opera del Duomo, en el que se exponen piezas originales de la catedral y el resto de edificios de la Piazza dei Miracoli. Con el recorrido de la plaza y la visita a todos sus edificios habrá pasado toda la mañana (o toda la tarde), por lo que, antes de almorzar, se podría recorrer las murallas de Pisa, una de cuyas entradas se encuentra aquí.
Tras terminar de comer, recomendamos un relajado paseo por el Jardín Botánico de Pisa para disfrutar de la vegetación y la historia de sus siete sectores. No hay que olvidar que el jardín también dispone de un interesante museo Botánico, incluido en el precio de entrada al recinto. Finalizada la visita, a pocos metros se encuentra otra de las plazas importantes de Pisa: la Piazza dei Cavalieri. El espacio se encuentra rodeado de importantes edificaciones: el Palazzo dei Cavalieri di Santo Stefano, el Palazzo dell’Orologio, el Collegio Puteano, etc. Se puede aprovechar para visitar los alrededores de la plaza para ver, entre otros, la iglesia de san Sisto en Cortevecchia, la iglesia de santa Eufrasia y santa Bárbara, la Via Ulisse Dini o el Palazzo del Podestà.
El día se puede terminar recorriendo la popular Borgo Stretto. Aquí destacan: la loggia Tobler, el Palazzo Poschi, la escultura de bronce de Galileo Galilei, la Casa Vanni, la Chiesa di San Michele in Borgo y el tabernáculo de la Madonna dei Vetturini, entre otros. Así se llegará a la Piazza Garibaldi, en la que destaca el Casino dei Nobili, la estatua de Giuseppe Garibaldi, etc. Desde aquí es muy fácil llegar a la Piazza delle Vettovaglie, desde la cual arranca la Via Domenico Cavalca, en la que quedan reminiscencias de torres medievales y restos de otros edificios antiguos. Entre ellos destacamos la Torre dei Caciaioli, actualmente conocida como Torre del Campano. Terminado el recorrido por aquella calle ahora se desemboca en la Piazza Dante Alighieri, en la que destacan la Cassa Di Risparmio y el Palazzo della Sapienza.
Dia 2: el recorrido por la ciudad continúa esta segunda jornada por Via Palestro y Via Sant’Andrea, concretamente se inicia en la Piazza Cairoli y se irá paseando hasta llegar a la Piazza Martiri della Libertà. En el tour se verá: la Chiesa di San Pietro in Vinculis, el teatro Verdi de Pisa, la sinagoga, la Chiesa di Sant’Andrea in Foriporta, la casa natal de Galileo Galilei (Casa Ammannati), la Casa Pardo Roques y la plaza e iglesia de san Francisco. En la Piazza Martiri della Libertà se alza la estatua de Pedro Leopoldo I, encontrando edificios interesantes, entre los que están: antiguo monasterio femenino de Santa Anna, la iglesia de santa Catalina, el oratorio de la Compagnia del Crocione, etc.
Llega el momento de recorrer los “lungarni” de Pisa, empezando por los de Mediceo y Antonio Pacinotti. En aquel primero veremos el Museo Nazionale di San Matteo (museo Nacional de san Mateo), la Chiesa di San Matteo, el Palazzo Vecchio de’ Medici, el Palazzo Roncioni, el Palazzo Toscanelli, el scalo Roncioni (uno de los pocos accesos al río que se conservaron), el Ponte di Mezzo (puente del Medio), etc.
En el Lungarno Antonio Pacinotti podemos ver el Manttonelle (calle con exposiciones artísticas), el Palazzo Agostini Venerosi della Seta, la Chiesa di Santa Maria dei Galletti, el Palazzo Lanfreducci (llamado ‘Alla Giornata’), el Palazzo Vitelli, el Palazzo Reale (sede del museo Nacional), etc. A pocos pasos comienza el lungarno Ranieri Simonelli que nos conducirá hasta la Piazzale Arsenale Marittimo. En el paseo se podrá ver: la Chiesa di San Vito e Ranieri, los Arsenali medicei y la torre Guelfa. Si desde aquí tomamos camino hacia el norte llegaremos a los antiguos mataderos comunales (que acoge el museo de los Instrumentos para el Cálculo). Hacia el sur, volviendo sobre nuestros pasos, y cruzando el Ponte della Cittadella, se llega a la Porta a Mare, la iglesia de san Paolo a Ripa d’Arno, la Cappella Di Sant’Agata y el antiguo monasterio de las Benedictinas de Pisa.
La orilla sur del Arno continúa con los lungarnos de Gambocorti y Galileo Galilei. En aquel primero podemos ver la Chiesa di Santa Maria della Spina, el Palazzo Alliata, el Palazzo Giuli Rosselmini Gualandi, la Chiesa di Santa Cristina, el Palazzo Mosca y el Palazzo Gambacorti. En el lungarno Galileo Galilei destacan: el Palazzo Pretorio, la Chiesa dil Santo Sepolcro y el Palazzo Lanfranchi.
En medio de aquellos “lungarni” se sitúa la Logge di Banchi, situada en la Piazza XX Settembre. Del edificio destaca su estructura original del siglo XVII situada en la planta baja formada por arcos, además, en el sótano se puede ver el hotel de día Cobianchi de Pisa, uno de los pocos que han sobrevivido a las transformaciones urbanas y uno de los pocos que se conservan en Italia. Después se recomienda pasear por la la Via San Martino, ya que está repleta de edificios interesantes. Entre ellos el palacio Cevoli, el palacio Franceschi, el palacio Triglia, etc. Pero uno de los elementos más curiosas es un cipo etrusco con forma de pera, situado en la esquina con la Via la Pera.
El día finalizaría con el recorrido por la parte sur de la ciudad, comenzando por el Corso Italia, animada calle con tiendas, cafeterías y mucho tránsito peatonal. Además cuenta con edificios interesantes, entre ellos: el Palazzo Simoneschi, el Palazzo Mastiani Brunacci, el Palazzo Vincenti, etc., e iglesias como la Chiesa di Santa Maria del Carmine y la Chiesa di San Domenico. La calle desemboca en la Piazza Vittorio Emanuele II, coronada por la estatua del monarca que le da nombre. Alrededor destaca especialmente el mural “Tuttomondo” de Keith Haring, quien lo pintó en 1989, un año antes de fallecer.
La manera más común para llegar a Pisa es a través de su aeropuerto, antigua base militar, que enlaza con muchas capitales europeas gracias a la gran oferta de vuelos low cost. El aeropuerto internacional de Pisa-Galileo Galilei (PSA) se sitúa muy cerca de la ciudad, a apenas unos dos kilómetros, siendo en la actualidad el undécimo de toda Italia en número de pasajeros, concretamente da servicio a más de 5,6 millones al año. A pesar del volumen de tráfico que mueve, las instalaciones son pequeñas, lo que facilita mucho las cosas. La manera más recomendada, rápida y económica para llegar al centro de Pisa es a través del llamado Pisamover, tren automático sin conductor que en apenas unos 5 minutos te dejará en Pisa Centrale. Para llegar a la estación de Pisamover es necesario salir de la terminal y girar a la derecha, inmediatamente veremos indicaciones que deberemos seguir. El tren pasa cada media hora, a excepción de la primera y ultima hora del día, cuando la frecuencia pasa a ser cada hora. Su horario es de lunes a domingos, desde las 6 de la mañana hasta las 12 de la noche.
Una vez subas la escalera y llegues al andén, debes dirigirte a las máquinas situadas junto a la puerta de acceso, en las que tendrás que adquirir el boleto (el precio 2025 es de 6,50€ por viaje). Posteriormente debes validarlo por el torno y ya estarás en el anden donde tomar el tren. Cuando llegues a Pisa Centrale lo más probable es que quieras desembocar en la Piazza della Stazione, para lo cual, tras bajar del tren y seguir un pequeño camino, deberás bajar unas escaleras que conducen a un largo pasillo, en el que se distribuyen los accesos a los diferentes andenes. Sigue las indicaciones (básicamente es todo recto) y no tendrás problema en llegar a la salida. Por otro lado, el aeropuerto de Pisa está tan cerca del centro que, si no llevas mucho equipaje y no tienes prisa, puedes llegar caminando. El recorrido a pie puede variar entre 1,5 y 4 kilómetros, prácticamente en llano, lo que supone entre 20 minutos y una hora a pie, eso sí, debes tener en cuenta que no es un paseo turístico, sino un trayecto por una zona residencial sin interés arquitectónico ni paisajístico.
Finalmente, para cerrar este capítulo del aeropuerto, se nos puede plantear la pregunta de cómo llegar del aeropuerto de Pisa a Florencia, entre otros destinos, con transporte público, pues bien tenemos dos opciones: tren y autobús. Este último hace la conexión de manera directa entre los dos puntos, trayecto que realizan las compañías Flixbus (duración: 1 hora y 20 minutos / destino: junto a la estación de Santa Maria Novella) y Flibco (duración: 1 hora / destino: estación T2-Guidoni). En cuanto al tren, deberás igualmente tomar la Pisamover, llegar a la estación Pisa Centrale, donde harás el transbordo al destino elegido.
Tras haber recorrido Pisa hemos llegado a la conclusión que esta ciudad es mucho más que su famosa torre, puesto que alberga importantes tesoros que permanecen ocultos en la alargada sombra de aquella. Aún así entendemos que cuando uno piensa en Pisa, automáticamente le llegue a la mente la torre y su inusual inclinación. Y la verdad es que nos ha impresionado muchísimo, sin duda su fama es merecida y sin duda ya merece mucho la pena organizar un viaje sólo para visitar esa impresionante torre. Si eres (como nosotros) un inconformista que no quieres sólo admirar la belleza de su ladeo y quieres, no sólo acceder a su interior, sino también ascender por sus escaleras hasta llegar a la cima, entonces te recomendamos reservar a través de la web oficial. Ten en cuenta que las plazas son limitadas, así que en temporada alta resérvalas con mucha antelación.
La subida por el interior de la torre tiene sus claros y sus sombras, por un lado, es un experiencia curiosa y casi desconcertante (llegando a veces a provocar cierto mareo, pero nada grave), y por el otro, tiene un precio alto, sólo hay que ver que cuesta más que el resto de edificios de la plaza de los Milagros: todos los monumentos de la plaza cuesta, precios de 2025, 11€ y si se añade la torre el precio se incrementa 16€ más (visitar sólo la torre costaría 20€, aunque también se incluye la catedral). Merece mucho la pena la posibilidad de observar muy de cerca los capiteles y las esculturas que decoran la torre, ya que estar a pocos centímetros de esas tallas realizadas hace siglos permite ver sus detalles que de otra manera no sería posible. Aun así, y siendo totalmente honestos y sinceros, creemos que ni la subida, ni las vistas (desde arriba se distingue el tejado de la catedral y parte del entorno, pero el paisaje no deja con la boca abierta) pueden justificar el precio tan desorbitado.
Nos hace pensar que la Opera del Duomo (que gestiona los monumentos de la plaza, incluida la torre) se aprovecha de la enorme fama de este monumento y, por tanto, del trasiego constante de los turistas para poder hacer caja y poder financiar tanto el mantenimiento, como las restauraciones de la torre. Hay que pensar que este monumento está constantemente vigilado, tanto por tierra (gracias a multitud de sensores que miden al milímetro cada cambio en su inclinación), como por el aire (a través de satélites que lo monitoriza contantemente). Por tanto, su mantenimiento no debe ser barato y quizás por eso el boleto de acceso sea tan caro.
La catedral de Pisa nos ha parecido muy bonita, merece muchísimo la pena recorrer su interior con calma, fijándose en los detalles. Hay que decir, antes de continuar, que es posible visitar sólo un monumento de la Piazza dei Miracoli: Museo delle Sinopie, Museo dell’Opera del Duomo, el Camposanto o el Baptisterio. El precio individual es de 8€ y en todos ellos se incluye la también la visita de la catedral. Tras esta aclaración, seguimos hablando del Duomo de Pisa, destacando el impresionante púlpito de Giovanni Pisano. Y precisamente, junto a ese pulpito, vemos una plataforma apoyada sobre una esfera: se trata del lugar en el que anualmente se celebra el Año Nuevo Pisano, en el que cada 25 de marzo, al mediodía exactamente, un rayo de sol entra por una pequeña abertura del crucero sur e ilumina ese punto. Este efecto señalaba el comienzo del año según la tradición de Pisa, que seguía el antiguo calendario “ab incarnatione”, donde el ciclo anual arrancaba el día de la Anunciación y del equinoccio. Así, la ciudad daba la bienvenida al año nuevo con unos nueve meses de adelanto respecto al calendario vigente hoy. Esta costumbre, registrada al menos desde el siglo X, se mantuvo hasta 1749, cuando el Gran Duque Francesco Stefano di Lorena la eliminó por los problemas que causaba en la documentación oficial.
En cuanto al Camposanto, decir que nos ha gustado mucho los frescos recuperados tras el desastre de la II Guerra Mundial. No hay que olvidar que aquí los frescos ocupan más superficie que los de la Capilla Sixtina, aunque por desgracia algunos no hayan sobrevivido a aquellos fatídicos bombardeos. Los muros del Camposanto estuvieron decorados con una enorme cantidad de frescos (se calcula que superaban los 2.600 m²), lo que lo sitúa entre los conjuntos de pintura mural medieval y renacentista más grandes de Italia. Otro de los tesoros de este monumento son las sinopias recuperadas durante las obras de restauración de aquellas pinturas. Las sinopias son los dibujos preparatorios que se hacían como guía antes de realizar la obra definitiva. Por ello es buena idea visitar el Museo delle Sinopie para comprobar cómo algunas de ellas difieren con el diseño definitivo, incluso algunas cuentan con anotaciones.
Al principio decíamos que Pisa es algo más que su torre, prueba de ello es la Piazza dei Cavalieri, con el bello Palazzo dei Cavalieri di Santo Stefano o Palazzo della Carovana y el Palazzo dell’Orologio. Otro de los rincones pisanos que nos ha gustado mucho es la Torre del Campano, una de las supervivientes que antaño se levantaba en la ciudad.
También nos ha encantado, en la Piazza Martiri della Libertà, la iglesia de santa Catalina de Alejandría, por su decoración, tanto interior como exterior, y por su distribución en una sola nave que le da cierto aire de grandeza. Capítulo aparte merecen los lungarnos de Pisa, fascinantes avenidas que bordean el río Arno que está repleta de palacios y edificios muy interesantes, como el Palazzo Vecchio de’ Medici, el palacio Agostini, el Palazzo Lanfreducci, el Palazzo Reale que acoge el museo Nacional, la torre Guelfa, la Chiesa di Santa Maria della Spina, el Palazzo Blu, la Chiesa dil Santo Sepolcro, etc.
Otro rincón que no esperábamos y que nos descolocó enormemente para bien en nuestra visita a Pisa fue el hotel de día Cobianchi, situado en los bajos de la Logge di Banchi. Y es que, tras haber visto tanta belleza en la ciudad, no nos esperábamos este espacio, sorprendiéndonos saber que existían este tipo de establecimientos en Italia durante la primera mitad del siglo XX y que daban servicio tanto a los lugareños, como a los viajeros que visitaban la ciudad.
Y ya que hemos roto por completo con la arquitectura de los siglos XIII, XIV, XV, etc., tenemos que señalar otras obras más contemporáneas que nos han encantado, concretamente dos grafitis: el mural que rinde tributo a Galileo Galilei, realizado por el brasileño Eduardo Kobra y, especialmente, el titulado “Tuttomondo” del norteamericano Keith Haring. En este último estuvimos un buen rato admirándolo e intentando descifrar el significado de cada colorida figura y reflexionando sobre el mensaje que el artista quería transmitirnos, justo un año antes de fallecer.
En cuanto a la gastronomía… ¿qué decir de la sabrosa comida italiana? Además de las famosas pizzas y pastas, en Pisa podrás degustar especialidades de la región como la Cecina (una especie de torta de harina de garbanzo, crujiente por fuera y suave por dentro, ideal para un snack rápido), la Torta co’ Bischeri (tarta de arroz con chocolate, pasas y piñones, típicamente de celebraciones religiosas, con un diseño único en sus bordes, llamado "bischeri”), la Panzanella (ensalada de pan con tomate, cebolla, pepino y albahaca, perfecta para los días calurosos), la Bordatino alla Pisana (sopa espesa de maíz con alubias y col, perfecta para el frío), la Pasta al Ragù di Cinghiale (pasta con ragú de jabalí, una receta sabrosa y contundente con carne marinada en vino y hierbas), los Crostini Toscani (pan tostado con paté de hígado de pollo, un aperitivo típico y sabroso).
El Triglie alla Pisana (un plato de pescado delicioso y característico de la región, hecho con mullete rojo cocinado en una salsa de tomate y hierbas), Fegatelli Toscani (hígado de cerdo asado con hinojo y envuelto en grasa de cerdo, un plato de sabor fuerte y tradicional), Schiacciata (pan plano que se puede comer solo o relleno, perfecto para un almuerzo rápido), Risotto al Nero di Seppia (risotto negro con tinta de sepia y mariscos frescos, un plato atrevido y delicioso), Castagnaccio (pastel rústico de harina de castaña, piñones y romero, ideal para los meses fríos), etc.… En el capítulo de los dulces, en Pisa destaca el Gelato, es decir el helado artesanal, un postre imprescindible en la ciudad, con sabores únicos y de temporada, como pasas, romero, castaña, etc. Nosotros recomendamos fervientemente los de la Bottega del Gelato, situado en la Piazza Garibaldi: helados riquísimos, buena cantidad y muy buen precio.
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