PISA

UN PASEO CERCA DEL RÍO, ENTRE PALACIOS, TEMPLOS Y MUSEOS


Los “lungarni” de Pisa son las avenidas que bordean el río Arno a su paso por la ciudad, desde donde se pueden contemplar magníficas vistas de antiguos palacios, puentes y del entorno urbano. Estas zonas son de las más emblemáticas y encantadoras de Pisa, destacando por sus construcciones de época medieval y renacentista, entre las que se encuentran palacios, templos, museos y alojamientos. En este recorrido vamos a pasear por el Lungarno Mediceo e iremos hacia el oeste para seguir andando por el Lungarno Antonio Pacinotti. Para ello partimos desde el Museo Nazionale di San Matteo (museo Nacional de san Mateo) albergado en el antiguo monasterio benedictino femenino de San Mateo in Soarta que fue fundado en el siglo XI. Del aquel complejo original se conservan algunos muros medievales y parte de las estructuras claustrales tardo-medievales, construidas en ladrillo y decoradas con bíforas y capiteles originales.

Durante el siglo XVI varias partes del edificio (incluido el pórtico) fueron modificadas, mientras que en el siglo XIX se añadió la fachada neoclásica. Más tarde, el edificio funcionó como cárcel judicial entre 1866 y 1940, lo que implicó importantes cambios arquitectónicos. Tras la II Guerra Mundial, el inmueble fue restaurado y adaptado para acoger el museo, inaugurado en 1949. Actualmente, el museo alberga la colección artística más importante de Pisa, con amplios fondos de cerámica medieval y moderna (como la colección Tongiorgi), además de piezas de orfebrería, monedas y sellos medievales de las colecciones Franceschi y Supino. Destacan también la sección de manuscritos iluminados de los siglos XII al XIV, notable por la riqueza de sus ilustraciones; las esculturas en piedra y madera que abarcan desde la Edad Media hasta el Renacimiento, con obras de Nicola Pisano y Donatello; la pinacoteca que incluye más de doscientas pinturas, desde el siglo XII hasta la época moderna, firmadas por maestros como Giunta Pisano, Berlinghiero, Simone Martini y Masaccio.

Anexo se levanta la Chiesa di San Matteo, la cual, junto con el monasterio, fue reconstruida hacia 1027 sobre un templo anterior. A lo largo de los años ambas edificaciones fueron ampliadas y modificadas. La iglesia, tras un incendio en 1607, fue reconstruida y reducida en tamaño, adquiriendo su forma actual. A comienzos del siglo XVIII se realizó una gran renovación artística, con frescos y decoraciones, destacando las realizadas por los hermanos Melani. Aún conserva rasgos románicos en el muro derecho y en el campanario. En 1947 se hallaron restos del ábside original bajo el nivel del suelo. Entre sus obras más valiosas figuran una cruz del siglo XIII (conservados en el museo de San Matteo) y un crucifijo de la misma época que se puede ver en la propia iglesia.

Justo al lado se encuentra el Palazzo Vecchio de’ Medici (palacio viejo de los Medici), cuyo origen hay que buscarlo en el siglo XI, cuando era una casa torre del noble Albizone (o Albitone). A lo largo del tiempo pasó por manos de distintas familias influyentes: los Casapieri, los Appiano y, a partir de 1441, pasó a ser propiedad de la famosa familia de los Medici. En 1539, Cosimo I de’ Medici mandó renovar las estancias interiores sin modificar la fachada. Aunque el primer proyecto de cambio exterior se propuso en 1545, las reformas comenzaron realmente en 1550, introduciendo en Pisa los primeros ejemplos de “ventanas “arrodilladas”.

Para los trabajos se utilizó mármol de Carrara, un material más costoso que la “pietra forte” florentina habitual. En 1551 se creó un jardín para Eleonora de Toledo, y en 1558 ella encargó a Baccio Bandinelli la ampliación del edificio, aunque su muerte impidió que la obra se llevara a cabo. Más tarde, en 1574, Francisco I planificó una nueva residencia para los Medici en Pisa, concretamente el Palazzo Reale, y el antiguo palacio pasó en 1784 a manos de Jacopo Finocchietti. Considerado la primera residencia Medici en Pisa, este edificio marcó el inicio del estilo renacentista florentino en la ciudad.

En el siglo XIX, Ranieri Simonelli transformó completamente su apariencia al reformarlo en estilo neogótico para la marquesa Vittoria Spinola, hija morganática del rey Vittorio Emanuele II. Sustituyó las antiguas ventanas por ventanas geminadas y trilobuladas con columnas de mármol y añadió una torre de ladrillo con almenas en 1879. Actualmente, el palacio es utilizado como la sede de la Prefectura de Pisa.

En un costado de este edificio vemos el monumento a Giuseppe Mazzini que se levanta en la plaza que lleva su nombre. La escultura fue realizada en 1883 por el artista Orazio Andreoni, originario de la ciudad, como tributo al destacado político, periodista y filósofo italiano fallecido en 1871. Tallada en fino mármol de Carrara, la estatua se alza sobre un pedestal ornamentado que resalta su presencia dentro del espacio urbano. Con el paso del tiempo, la obra se ha convertido en un punto de referencia histórico y artístico, siendo restaurada con motivo del 150 aniversario de la unificación de Italia.

A pocos pasos se alza el Palazzo Roncioni que luce en su fachada del siglo XVII el escudo familiar con un caballo, símbolo de aquella familia. El edificio nació de la unión de antiguas torres medievales, presentando una planta en forma de herradura, con logia y jardín al estilo italiano. En su interior se conservan frescos del siglo XVIII y decoraciones medievales descubiertas durante restauraciones recientes. Propiedad de una de las familias más antiguas de la Toscana, fue adquirido en 1630 por Balì Cesare Roncioni, posteriormente su descendiente Angiolo Roncioni encargó obras a artistas como Tempesti y Desmarais, y en 1795 hizo construir un pequeño teatro donde actuó Vittorio Alfieri. En los siglos XVIII y XIX recibió a figuras como el Gran Duque Pedro Leopoldo, Madame de Staël, los Bonaparte y Lord Byron.

Adosado se encuentra el Palazzo Toscanelli, antes conocido como Palazzo Lanfranchi, construido a inicios del siglo XVI por Bartolomeo Lanfranchi, frente al palacio levantado por su hijo en la orilla opuesta del Arno. En el siglo XVI, el edificio fue transformado en una elegante residencia con fachada al río, diseñada por Francesco Mosca (“Il Meschino”), quien añadió las molduras y detalles de piedra aún visibles hoy. En 1827 el palacio pasó a la familia Toscanelli que lo renovó completamente bajo la dirección del arquitecto Alessandro Gherardesca, dotándolo de un estilo neoclásico y lujosos interiores. Sus techos conservan frescos de Cianfanelli, Martellini y Gatti, dedicados a figuras como Galileo, Miguel Ángel y Byron. Desde 1913 el edificio es sede del Archivo del Estado en Pisa, mientras que una de sus esculturas originales, la harpía sobre un sapo de Tribolo, se encuentra hoy en el Palazzo Blu. Justo enfrente de ambos edificios, y ya junto al Arno, se encuentra el “scalo Roncioni”, uno de los pocos accesos al río que se conservaron tras las reformas urbanas del siglo XIX.

Y así llegamos hasta la zona más o menos intermedia del río a su paso por Pisa, en la que se construyó el Ponte di Mezzo (puente del Medio) que mide 89 metros de largo y cuenta con un sólo arco de 12,5 metros de altura. Está construido con hormigón armado y revestido con piedra blanca de Verona. Durante la II Guerra Mundial, fue destruido por los bombardeos aliados y reconstruido entre 1946 y 1950 siguiendo el diseño elegido por los propios habitantes de Pisa en un referéndum. La obra fue realizada por el grupo formado por Aussant, Bellucci, Salghetti-Drioli, Trinci, Morganti y Bertini.

En época romana el río Arno era cruzado por un puente cercano a la iglesia de santa Cristina, pero posiblemente hacia el siglo XI el paso se trasladó al lugar actual. Al principio este puente era conocido como “ponte de Arno”, el único puente de Pisa hasta 1183. Sin embargo, tras las inundaciones que destruyeron todos los puentes, se tuvo que reconstruir y pasó a llamarse “ponte Vecchio”. Durante siglos estuvo ocupado por casas y comercios, aprovechando su ubicación estratégica en la principal vía de comunicación que cruzaba Pisa de norte a sur. El puente se derrumbó y se reparó varias veces, incluso su versión de 1660 (obra de Francesco Nave) que contaba con tres arcos, se tuvo de demoler varios edificios en ambas orillas, configurando así el paisaje actual del centro de Pisa. Desde el siglo XVII, el puente acoge el tradicional “Gioco del Ponte”, un enfrentamiento simbólico entre los barrios del norte y del sur de la ciudad.

Comenzamos ya a recorrer el Lungarno Antonio Pacinotti y lo primero que aconsejamos es adentrarse en la primera calle a nuestra derecha, en Vicolo del Vigna, en la que varios artistas locales e internacionales han creado un museo de arte urbano al aire libre gratuito llamado “Manttonelle” (en español baldosas). Y es que en las paredes de este callejón podemos admirar diferentes obras de arte pintadas a manos con diferentes estilos y temáticas hechas sobre baldosas, incluyendo algún que otro poema.

Volvemos al Lungarno Antonio Pacinotti y, a pocos pasos, nos topamos con el Palazzo Agostini Venerosi della Seta (o simplemente palacio Agostini), el cual fue el resultado de la fusión de varios edificios medievales (entre ellos, tiendas y una antigua torre) a finales del siglo XIV y principios del XV. Su nombre actual se debe a los mercaderes de seda Mariano y Pietro Agostini, quienes lo adquirieron en 1496. Este imponente edificio se erige como un espléndido ejemplo del gótico civil toscano. Su singularidad radica en su fachada, ya que es una obra de arte cubierta por ricas decoraciones de terracota con complejos motivos que combinan elementos florales, figuras humanas y blasones.

Con el paso del tiempo, sus muros también han albergado vida social e intelectual: su planta baja fue el hogar del histórico Caffè dell’Ussero, inaugurado en 1775, y que se convirtió en un vibrante epicentro de la cultura y la ciencia, de hecho, fue allí donde tuvo lugar el Primer Congreso de Científicos Italianos en 1839. La parte trasera del palacio esconde otras joyas, como un jardín colgante de cítricos que data del siglo XV y el cine Lumière, abierto en 1905 y que figura entre las salas de cine más antiguas aún en funcionamiento en Italia. Así, este palacio sigue siendo, hasta hoy, un punto clave de la historia, la cultura y la vida social pisana.

Seguimos avanzando hasta llegar a la Chiesa di Santa Maria dei Galletti que se alza en el sitio de la antigua Iglesia de san Salvador (conocida como "in Porta Aurea"), documentada desde 1102 y cuya construcción fue patrocinada por la familia Buzzaccherini Sismondi. Inicialmente vinculada a la congregación de herreros y herradores, el templo adoptó su nombre actual en 1640, tras el descubrimiento de un fresco de la Virgen con el Niño atribuido a Taddeo di Bartolo. Este hallazgo impulsó importantes reformas, como la instalación del altar mayor para la imagen y un techo de madera tallada y dorada (1642-1652). La estructura fue modificada posteriormente (1722) a una planta de cruz griega. Finalmente, la fachada rectangular con portal de mármol, tal como se ve hoy, fue diseñada por Ignazio Pellegrini y construida en 1757. En su interior destaca una lápida de 1115 que recuerda la entrada victoriosa de las tropas pisanas tras la campaña de las Baleares.

El siguiente edificio que destaca es el Palazzo Lanfreducci (llamado ‘Alla Giornata’) que actualmente funciona como sede del Rectorado de la Universidad de Pisa, obra clave de la arquitectura del siglo XVII diseñada por Cosimo Pugliani, arquitecto florentino con fuertes vínculos con la corte, e iniciada en 1607 por encargo de Francesco Lanfreducci, Caballero de Malta. Su fachada manierista que fusiona cánones clasicistas con reminiscencias tardorrenacentistas, destaca por la enigmática inscripción "Alla Giornata", grabada sobre el portal. Justo encima se sitúan un balcón con su puerta y el escudo familiar, adornado con un león rampante.

Aquella frase no era exclusiva de este lugar, se repetía en todas las posesiones de Lanfreducci. El significado más aceptado es que, dado que “la giornata” en el siglo XVI designaba el choque militar decisivo, el campo de batalla y el teatro del honor, la frase buscaba recordar a los transeúntes los verdaderos valores de la caballería. Era un mensaje de un caballero que había dedicado su vida a combatir enemigos desleales. Se cree, además, que la cadena de tres anillos que cuelga bajo la inscripción simboliza las tres religiones monoteístas, aludiendo a la moraleja de una novela de Boccaccio: que ninguna puede pretender una verdad absoluta sobre las otras. Cerca de esta imponente construcción, se encuentra la casa-torre Lanfreducci, notable por sus dos paredes históricas que datan de los siglos XII y XIV, una de piedra verrucana y la otra de ladrillo.

A continuación se sitúa el Palazzo Vitelli que cuenta con una estructura actual resultante de la unión y demolición parcial de numerosas casas-torre de origen medieval, cuyas primeras construcciones se remontan al siglo XI. Estas torres, inicialmente levantadas sólo en piedra y luego combinando piedra y ladrillo desde el siglo XIII, se erigieron verticalmente a lo largo del río para servir como residencia de la aristocracia mercantil pisana. De hecho, ya en 1081, el emperador Enrique IV había autorizado la construcción de estas estructuras habitacionales con una altura máxima de unos 21 metros. Las recientes exploraciones arqueológicas llevadas a cabo durante su rehabilitación han sacado a la luz los vestigios de al menos seis casas-torre distintas, algunas de las cuales aún son apreciables en el patio interior, junto con un antiguo pozo y otras dependencias. Hoy en día, el complejo cumple una función administrativa como sede de las oficinas de la Universidad de Pisa, además de acoger habitualmente diversas muestras y exposiciones culturales.

Entre tanto palacio y edificio interesantes, de repente se abre un amplio espacio que conforma la Piazza Carrara que antiguamente llevaba el nombre de la Iglesia de san Nicolás y era conocida por ser un popular campo de juegos, aunque fue transformada a finales del siglo XVIII por el Gran Duque Leopoldo de Lorena. Al consolidar Pisa como la segunda ciudad más importante de la Toscana, los Lorena impulsaron una remodelación urbanística: se construyó el gran Teatro Rossi en un extremo y se renovó la fachada del monasterio de San Nicolás. El objetivo era convertir un espacio desordenado en un elegante entorno cortesano. Esta reorganización creó notables efectos visuales y culminó con la colocación de la estatua de Fernando I en su punto focal, consolidándola como una plaza clave en la vida pública pisana.

A continuación discurre la larga fachada del Palazzo Reale, edificio que ha servido como hogar de las distintas dinastías que gobernaron Pisa en la era moderna, siendo fruto de una importante reconstrucción llevada a cabo a finales del siglo XVI. Esta transformación fue una decisión de Francisco I de Médici, quien optó por abandonar el antiguo "palacio Viejo" (situado junto a la Iglesia de san Mateo) y adquirir los terrenos y casas ubicadas entre la Vía santa María, la iglesia de san Nicolás y el río Arno. El resultado fue un edificio unificado que domina el Lungarno. La única estructura preexistente que se conservó fue la "Torre de la Barra Dorada" (della Vergadoro), famosa por la tradición que sostiene que Galileo la usó para mostrar el cielo nocturno a los Grandes Duques a través de su telescopio.

Hoy en día, el Palacio Real es la sede de la Dirección General de Bienes Artísticos y Culturales y, además, alberga el Museo Nacional, establecido en 1989. La colección del museo ofrece un fascinante recorrido por la historia de las familias que habitaron el palacio. Entre sus piezas se encuentran numerosos retratos de las familias Médici y Lorena, realizados por artistas renombrados como Bronzino y Tempesti. También exhibe una cuidada selección de tapices y mobiliario de gran valor que pertenecieron a las casas de Médici, Lorena y Saboya, junto con una colección de antiguas armaduras utilizadas en el “Gioco del Ponte”, un evento medieval exclusivo de Pisa que se celebra anualmente. De igual manera destaca el “legado Ceci”, un conjunto de pinturas flamencas e italianas de los siglos XVI al XVIII, mobiliario de época y valiosas cerámicas de Italia e Inglaterra. Además, el museo conserva una amplia colección de yesos y pinturas de Italo Griselli, un prominente escultor y retratista italiano de la primera mitad del siglo XX.

Pulsar para invitarme a un café