PISA

UN PASEO POR LOS “LUNGARNOS” DE LA ORILLA SUR DEL RÍO ARNO


Comenzamos el recorrido por el lungarno Gambocorti desde su parte más occidental y que arranca, prácticamente, con la Chiesa di Santa Maria della Spina fundada en 1230. En un principio el edificio era un pequeño oratorio con pórtico, pero en 1322 el municipio de Pisa impulsó una ampliación que se prolongó durante unos cincuenta años, bajo la dirección del arquitecto y escultor Lupo di Francesco, artista formado en el taller de Giovanni Pisano. En su diseño combinó elementos decorativos inspirados en las fachadas de las catedrales de Siena y Orvieto con rasgos típicos de los monumentos funerarios.

Al principio se la conocía como iglesia de Santa Maria del Ponte Novo, ya que se encontraba a orillas del río Arno, junto al desaparecido puente del mismo nombre que unía la zona de Via Sant’Antonio con Via Santa Maria. Debido a su proximidad al río, la iglesia sufrió desde el siglo XV numerosos daños estructurales y hundimientos, por lo que tuvo que ser reparada en varias ocasiones. Finalmente, en el año en 1871 se tomó la decisión de desmontarla piedra por piedra y reconstruirla aquí, en un punto más elevado junto al río (aproximadamente un metro por encima del original). En ese proceso se destruyó la sacristía y desaparecieron varias esculturas originales, modificando las proporciones originales del templo. En 1333 recibió el nombre actual cuando se le donó una espina de la corona de Cristo.

Arquitectónicamente en el edificio vemos una clara influencia del estilo de Pisano que se aprecia claramente en las esculturas, especialmente en la serie de los Apóstoles. La fachada se eleva con tres agujas, dividida por un pilar central que sostiene un pequeño templete con una Virgen con el Niño flanqueada por dos ángeles. En lo alto, sobre los frontones, se encuentran las figuras de la Anunciación y del Redentor, atribuidas al taller de Andrea Pisano.

El interior es sencillo, con muros decorados con franjas horizontales de mármol bicolor. En el altar mayor destacan las esculturas de la Virgen con el Niño, san Juan Bautista y san Pedro, obras atribuidas a Nino y Andrea Pisano. En la pared izquierda se encontraba antiguamente el tabernáculo que guardaba la reliquia de la espina, hoy conservada en la iglesia de Santa Chiara. En el muro frontal estaba el altar donde se ubicaba la imagen de la Madonna del Latte, también de Andrea y Nino Pisano, actualmente expuesta en el museo de San Matteo.

A pocos metros hacia el este se levanta el Palazzo Alliata en una zona (barrio de Chinzica) que prosperó entre los siglos XI y XIII con la construcción de numerosas casas-torre. El Palazzo Alliata se formó precisamente de este modo: a partir de la unión de diferentes edificaciones del siglo XI hechas con piedra extraída de la Verruca. La familia Alliata, de origen aristocrático y llegada desde Calcinaia en el siglo XII a Pisa, acumuló riqueza gracias al comercio marítimo y sus vínculos con Cerdeña y comerciantes catalanes. Tras la conquista de Pisa por Florencia en 1406, los Alliata (como muchas otras familias influyentes pisanas) se establecieron en Sicilia, y el palacio pasó por diversas transformaciones hasta adquirir su forma definitiva en el siglo XVII bajo los Vaglienti, quienes lo ocuparon hasta 1773.

Andamos pocos metros para llegar ahora al Palazzo Giuli Rosselmini Gualandi, más conocido como Palazzo Blu, el cual tiene sus orígenes en la Baja Edad Media, cuando pertenecía a la influyente familia Dell’Agnello, quienes habitaban dos casas-torre contiguas, que en 1356 decidieron unir con otra de sus residencias mediante un puente construido sobre una calle ya existente, situado al este del palacio, algo más retirado hacia el sur. Su elegante arquitectura reflejaba el poder de la familia, que llegó a gobernar la ciudad en 1364.

A lo largo de los siglos, el edificio pasó por manos de distintas familias nobles, quienes fueron transformando su aspecto: los Sancasciani, los Del Testa, los Bracci Cambini (quienes rediseñaron la fachada con ventanas rectangulares enmarcadas en piedra arenisca y una puerta central coronada por una ventana con balcón), los Archinto (quienes compraron parte del espacio público adyacente para ampliar la fachada hacia el oeste tras adquirir más espacio, momento en que cubrieron el antiguo puente y estrecharon la calle junto a la iglesia de Santa Cristina, además de pintar la fachada con el característico color azul, probablemente para agradar a huéspedes rusos provenientes de San Petersburgo que residían allí).

Finalmente, en 1864, el palacio fue adquirido por Domenico Giuli Rosselmini (quien añadió una nueva ala para lograr simetría y lo conectó con el Palazzo Casarosa, también de su propiedad). Con el paso de los años, el palacio fue adquiriendo el aspecto que presenta actualmente. Ya en el siglo XXI, la Fondazione Pisa adquirió el Palazzo Blu, instalando en él su sede y convirtiéndolo en un importante centro de actividades culturales y exposiciones artísticas.

Junto al palacio se encuentra la Chiesa di Santa Cristina, mencionada por primera vez en el año 1000, aunque ya existían referencias a una iglesia dedicada a santa Cristina en documentos del siglo VIII. En registros de la Alta Edad Media se indica que el templo contaba con un pórtico frontal y que la estancia situada en la base del campanario se alquilaba como taller. La iglesia actual, de una sola nave cubierta a dos aguas, se encuentra orientada de noroeste a sureste, contando con una fachada hacia el Lungarno, resultado de una importante restauración llevada a cabo en el siglo XIX. El edificio está completamente enlucido, excepto en el ábside oriental, junto al campanario del siglo XIX.

El ábside, probablemente del siglo X u XI, es la parte más antigua que se conserva. Está dividido en secciones por pilastras y medias columnas unidas mediante arcos ciegos de medio punto, que enmarcan motivos de rombos y rosetas. En la zona inferior, pueden verse antiguas ventanas de arco redondo que fueron tapiadas. Destaca el uso variado de materiales procedentes de los alrededores de Pisa y Livorno, trabajados de distintas formas y combinados con ladrillos recuperados de construcciones anteriores. No se sabe con certeza si esta mezcla se debe a una sola intervención o a varias reformas sucesivas.

El interior del templo es sencillo, pero alberga valiosas obras de arte: una Madonna con el Niño del siglo XIV pintada sobre madera, un lienzo del siglo XVII de Passignano que representa a santa Catalina recibiendo los estigmas, una vista del lungarno pisano también del siglo XVII y una copia decimonónica del antiguo Crucifijo medieval de Enrico di Tedice, ante el cual santa Catalina de Siena recibió los estigmas en 1375.

A pocos metros se encuentra el Palazzo Mosca, el cual es igualmente el resultado de la unión de varias torres antiguas. La estructura más antigua, que data de finales del siglo XII, se distingue por su fachada de piedra con pilastras adosadas que se conectan en la parte superior mediante un arco apuntado. Hacia finales del siglo XII y comienzos del XIII se añadió una segunda construcción similar en el tramo superior, aunque en este caso se emplearon ladrillos. Las pilastras no son completamente exentas, ya que en su base se integran mediante una mampostería continua de piedra. En el siglo XIII, la aparición de las casas-torre cercanas introdujo un nuevo elemento en el que los pilares se unían a la base mediante muros continuos, reflejando una arquitectura más sólida y elaborada.

Fue Mosca di Ventura, comerciante y banquero originario de San Gimignano, quien encargó al maestro Gerardo da Firenze la construcción de una elegante residencia en aquellos edificios. El contrato de la obra, que se conserva hoy, detalla cuidadosamente las condiciones del encargo. Los documentos también muestran que los descendientes de la familia Mosca intentaron incorporar otros inmuebles cercanos, tanto en el lungarno como en la actual Via Toselli. Tras varios contratiempos, la familia Del Mosca logró recuperar su antiguo patrimonio en el siglo XVII y ampliarlo hasta alcanzar las dimensiones y el aspecto actuales del palacio, caracterizado por tres hileras de ventanas de piedra arenisca en sus fachadas principales. En su interior se ha organizado una exposición permanente que reúne una selección de las 300 obras de artistas postimpresionistas franceses donadas a la ciudad de Pisa en 1975 por el marchante de arte Bruno Bassano.

De nuevo a pocos pasos, y ya como el último edificio que destacamos del lungarno (y haciendo esquina con la Piazza XX Settembre) encontramos el edificio que da nombre al lungarno, el Palazzo Gambacorti. El Palazzo Gambacorti, actual sede del Ayuntamiento de Pisa, tiene un origen que se remonta a mediados del siglo XI, cuando en la zona se construyó una casa-torre entre las actuales Via Toselli y Via degli Uffizi. Las técnicas empleadas en su edificación, de notable calidad, sugieren que pertenecía a familias influyentes como los Sismondi o los Visconti. Hacia finales del siglo XIII se añadió al oeste una galería destinada a comerciantes, que en el siglo XV fue alquilada a mercaderes catalanes y florentinos.

Pese a las múltiples restauraciones realizadas desde el siglo XVII, aún se conserva la estructura tripartita de la planta baja con sus arcos y bóvedas de crucería visibles desde Via Toselli. En la década de 1380, los Gambacorti levantaron un nuevo palacio frente al Arno, junto al actual Ponte di Mezzo, integrando las construcciones previas en un único conjunto de gran valor arquitectónico. Este edificio, único en Pisa, presenta una planta cuadrangular y una fachada de tres niveles con un distintivo efecto bicromático gracias al uso de materiales variados y poco comunes en la ciudad. Documentos del siglo XVI muestran que la parte superior del palacio, hoy desaparecido, tenía pequeñas ventanas y arcos ciegos decorativos.

Tras dejar atrás el Ponte di Mezzo y la Piazza XX Settembre, comenzamos el recorrido por el lungarno Galileo Galilei. El primer edificio que destacamos en esta parte de Pisa, también resultado de la unión de varias construcciones antiguas posteriores, es el Palazzo Pretorio, sede del Auditor del Gobierno y de las Cancillerías Civil y Criminal, y uno de los edificios que fueron objetivo de las reformas urbanas de los siglos XVIII y XIX, destinadas a modificar el aspecto medieval de Pisa. En 1785, al destinarse parte del inmueble a una prisión, surgió un debate entre conservar las formas medievales (con ventanales góticos y una logia triple) o adoptar el nuevo estilo neoclásico, visible en la cercana Logge di Banchi. Ante la falta de consenso, solo se decidió elevar la antigua Torre della Giustizia, transformándose en la Torre dell’Orologio después.

Finalmente, en 1821 se aprobó la renovación completa del edificio para armonizarlo con los demás del lungarno. Se le dio una fachada de piedra toscana rústica, con líneas horizontales marcadas y un friso de mármol, obra de Michele Van Lint, que exaltaba las glorias de los Grandes Duques y la historia de Pisa. Durante los bombardeos de 1944, el palacio y el Ponte di Mezzo quedaron casi destruidos. En 1953, el arquitecto Sanpaolesi dirigió su reconstrucción, ampliando la galería del piso inferior a todo el frente y elevando la torre del reloj.

Próxima se encuentra la Chiesa dil Santo Sepolcro, construida con piedra local y de forma octogonal, fue levantada en el siglo XII y atribuida al arquitecto Diotisalvi, el mismo que diseñó el Baptisterio, No obstante, las restauraciones de 1970 revelaron restos de una construcción octogonal anterior sobre la que se apoyan las columnas actuales. Este edificio se menciona por primera vez en 1138 como parte de un complejo perteneciente a los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén.

Más tarde pasó a manos de los Caballeros de Malta, hasta que, en 1817, tras la disolución de la orden, quedó bajo patronato real. A lo largo de los siglos, la iglesia sufrió transformaciones: se le añadió un pórtico en el XVI, se decoró con estucos en el XVIII y llegó a cerrarse por peligro de derrumbe en 1848. Tras una profunda restauración fue reabierta en 1876, mientras que la plaza trasera adquirió su aspecto actual. Entre sus detalles más notables se encuentran esculturas medievales de cabezas humanas y de leones, el busto de Diotisalvi sobre la puerta oeste, y en el interior, la tumba de María Mancini Colonna junto a un pozo que, según la tradición, utilizó Santa Ubaldesca para curar a los peregrinos.

Terminamos el recorrido por el lungarno Galileo Galilei destacando el Palazzo Lanfranchi que debe su nombre a la familia que lo restauró y habitó a partir de 1539. Surgió de la unión de siete casas-torre edificadas entre los siglos XIII y XIV, con una primera reorganización realizada por Betto Stefani a inicios del XIV. La fachada, renovada en 1555 por los Lanfranchi, combina elementos renacentistas, como ventanas con tímpanos y un portal descentrado, con restos medievales visibles tanto en ella como en el cercano Vicolo Lanfranchi. En el interior, las restauraciones recientes revelaron muros antiguos y fragmentos de frescos medievales, entre ellos una “pintura negruzca” del siglo XIV. Actualmente, el edificio acoge el museo de Artes Gráficas.

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