Ermúpoli, Hermúpolis o Ermoúpolis (se puede ver escrito en otras formas diferentes) es la capital de las Cícladas y la más grande del archipiélago, aunque es muy diferentes a sus hermanas isleñas, puesto que posee un aire señorial (especialmente en el barrio de Vaporia) que más bien recuerda a las villas de centro Europa que le ha valido el sobrenombre de Duquesa del Egeo o Pequeña Milán. Comenzamos nuestro recorrido circular por Ermoúpolis desde el puerto, en el que se encuentra el monumento en honor a la Resistencia Nacional, es decir a los griegos que lucharon contra el invasor durante la II Guerra Mundial. La escultura de bronce, que representa a una Niké sosteniendo una corona de la victoria y una gran espada, mide, contando el pedestal de mármol, unos 16 metros de altura. Se trata de una obra del escultor griego Eustathios Leontis que fue inaugura aquí en el año 1992.
Detrás de la escultura se encuentra la calle Eleftherios Venizelos que conduce hasta la hermosa plaza Miaoulis y su monumental ayuntamiento, construidos en el siglo XIX. En un costado de este último edificio, en su lado noroeste, se sitúa la entrada de acceso para visitar el museo Arqueológico de Siros, creado en 1834, por lo que es uno de los espacios expositivos más antiguos de Grecia. En este museo destacan especialmente los hallazgos de los asentamientos de Kastri y Chalandriani.
Tras terminar la visita del museo y salir del mismo, giramos a nuestra izquierda y caminamos por la calle Alex Likourgou Archiepiskopou hasta llegar a la iglesia Metropolitana de la Transfiguración del Salvador, situada en uno de los primeros barrios de Ermoupoli que los refugiados construyeron a su llegada a la ciudad. Se trata pues, de la iglesia más antigua de la Ermoúpolis moderna, al ser construida en 1824 por aquellos refugiados provenientes de Quíos y de la pequeña isla de Psará, tras su destrucción durante la Revolución de 1821. El lugar es especialmente importante, puesto que, en su cementerio durante la asamblea abierta de 1824 se eligió el nombre de la nueva ciudad que deriva de Hermes, el antiguo Dios del comercio, en clara referencia a las actividades de sus habitantes. Aquí también, en la zona occidental del patio de la iglesia, en una parte que no es accesible, se encuentra la tumba de Anthimos Gazis, el que fuera uno de los padres de la Nación Griega moderna, señalado con una losa de mármol colocada en 1930.
Este templo, al tener una fisionomía similar a la de la iglesia Panagia Evaggelistria de Tinos, ha hecho pensar a los estudiosos que se trata de una obra de su mismo arquitecto, Efstratios Smyrnaios, aunque a lo largo de los años las intervenciones y restauraciones han alterado su forma original, como la adición de la arcada del lado oeste que en principio era la entrada principal. Fue en el año 1917 cuando la galería se cerró y solamente se colocó una inscripción que recuerda que aquí se encontraba la antigua entrada.
El patio de la iglesia está cubierto por un mosaico realizado en 1859 que está formado por pequeñas piedras blancas y negras que proceden de la isla de Rodas, las cuales están dispuestas formando diferentes representaciones simbólicas, como serpientes, cipreses, etc. Al suroeste de la iglesia, otro edifico con arcadas y que hace la función de entrada monumental, acoge el museo Eclesiástico, en el que se exponen utensilios sagrados, libros, manuscritos, etc. que está abierto sólo por las mañanas.
El interior de la iglesia de la Transfiguración, o simplemente Metropolis, cuenta con tres naves, techo abovedado y una notable arquitectura, consistente en ornamentaciones pictóricas, mobiliario y trabajos de madera que constituyen bonitos ejemplos de la artesanía del siglo XIX. Aquí también se custodia muchas de las reliquias que fueron rescatadas en sus respectivas islas por los refugiados llegados hasta aquí, como por ejemplo la campana quemada de la iglesia de san Nicolás de Psará.
Volvemos sobre nuestros pasos y ponemos dirección al este para visitar el teatro Apóllon o Apolo. Antes de desembocar en la calle donde se encuentra ese edificio, a nuestra derecha se sitúa el cine al aire libre Pallas que fue construido en 1855-1866, aunque en un principio fue el almacén municipal de comestibles. El teatro Apolo se levantó, según diseño de Pietro Sampò, en 1862, convirtiéndose desde entonces en un emblema del desarrollo cultural de Ermoúpolis, aún todavía en la actualidad. Su exterior, de dos pisos, presenta una decoración sencilla: un base baja de mármol, fachada enlucida y una parte central de la misma totalmente de mármol, en la que destaca fuertemente su eje vertical gracias a las cuatro pilastras adosadas. La disposición de su interior mantien las proporciones de la tradición italiana, incluso los locales lo llaman a menudo pequeña “Scala”, en referencia al teatro de Milán.
Sin embargo, no es del todo exacto: la influencia de su diseño bebe de al menos cuatro modelos italianos: la Scala (1776), el teatro académico de Castelfranco (1745), el teatro della Pergola de Florencia (1755) y el teatro San Carlo de Nápoles (1816); mientras que el soporte de la bóveda sigue el sistema francés. Posee un escenario de 9 metros de ancho por 10 de profundidad, un foso para la orquesta, un patio de butacas y varios balcones. La decoración de los palcos de madera era sencilla, mientras que los asientos, pasamanos y cortinas eran de terciopelo. Los miembros de la clase alta de la ciudad tenían sus asientos privados. Durante la II Guerra Mundial el edificio sufrió importantes daños, por lo que durante la década de 1970 tuvo una torpe reforma general en la que se efectuaron modificaciones, por ejemplo, las galerías de madera fueron sustituidas por balcones de hormigón. El Teatro Municipal “Apollon” reabrió sus puertas por primera vez en 1991, aunque las obras de rehabilitación, diseñadas por el arquitecto Peter Pikionis, se completaron en 2000.
La ruta continúa por el lateral del teatro, concretamente en la calle Agiou Nikolaou, donde se encuentra una de las salas más impresionantes: el actual Centro Laboral de las Cícladas (1871-3) que es todo de mármol, con una rica decoración arquitectónica en su fachada. Enseguida llegamos al Parko Agiou Nikolaou, pequeño jardín que precede a la iglesia que le da nombre. El espacio ajardinado posee en su centro el Monumento a los Héroes que conmemora los luchadores anónimos, tanto griegos como filos helenos, de la Revolución, que perdieron la vida durante el combate y fueron enterrados en los campos de batalla o en el lugar de su ejecución. Se trata de una obra clasicista del escultor de Tinos Georgios Vitalis, quien trabajó el mármol con gran maestría.
Este monumento consta de un alto pedestal con cuatro pilastras en las esquinas, en las que se asienta el arquitrabe y la cornisa, donde se sitúa un sarcófago sobre el cual reposa un león realizado en mármol pentélico que, según el artista, representa el valor griego, una vez calmado. En la parte frontal del pedestal se sitúa en relieve la figura de una mujer de rodillas y con la espalda desnuda, vistiendo la típica toga griega y un elaborado tocado, símbolo de Ermoúpolis. La figura femenina sostiene una rama de laurel en una mano, mientras que con la derecha inscribe un epigrama. Originalmente se decidió erigirlo en la colina de Dili, frente a la fachada de la Iglesia de la Resurrección, para hacerlo más visible desde la mayor parte de la ciudad. Sin embargo, en 1888 fue trasladado a este pequeño jardín, ubicación que resulta inadecuada, ya que el monumento no se destaca tanto como debería y esencialmente está escondido en él.
Y parte de esa invisibilidad la tiene la iglesia de Agios Nikolaos, inaugurada en 1870, ya que la fachada de su entrada principal, situada encima de una escalinata, impone mucho y empequeñece el comentado monumento. El templo, dedicado al patrón de Ermoúpolis, es conocido por los lugareños como Agios Nikolaos Ploussios, es decir san Nicolás el Rico, para diferenciarlo de la iglesia situada en Ano Syros, la cual es conocida como Agios Nikolaos en Ptohon, es decir san Nicolás de los Pobres. Por supuesto, el nombre de la iglesia que nos ocupa ahora hace referencia al hecho de que fue financiada en parte por donaciones de benefactores ricos, incluidos armadores que vivían en el extranjero.
Muy cerca se encuentra la playa urbana más famosas de Ermoúpolis, la de Asteria, la más cercana al centro urbano y desde la cual se obtiene la típica postal de la ciudad. No es una playa al uso, ya que se trata de una plataforma de hormigón ramificado, donde la gente coloca sus toallas, y desde donde se tiran al mar para después volver a la superficie por unas escaleras típicas de piscinas. Desde aquí se extiende el amplio azul del horizonte, cuyas aguas cristalinas invitan a zambullirse. Es, sin lugar a dudas, la más visitada de la ciudad por los lugareños y turistas, ya que cuenta con todo tipo de instalaciones como restaurantes, cafeterías, duchas, sombrillas, etc.
Pero lo que verdaderamente hace que sea muy famosa es la preciosa vista hacia Ermoúpolis, ya sea de día como de noche, cuando se convierte en un centro festivo. Los antiguos edificios se alinean frente al mar, destacando la silueta de la iglesia de Agios Nikolaos de los Ricos. Para llegar a la playa de Asteria es necesario descender por un camino que zigzagueando salvando así el desnivel con escaleras y plataformas, y cuyo comienzo es un bonito arco que, en composición con la cúpula azul de la iglesia Agios Nikolaos, es otra de las instantáneas más buscadas en la isla de Siros.
A partir de aquí recomendamos un paseo por las calles del señorial barrio de Vaporia, otro legado más de los años de gloria que vivió la isla de Siros. En esta zona se levantan una mayoría de edificios realizados en mármol que poseen, por un lado, puertas talladas en madera y, por el otro, balcones que miran hacia el mar que parecen estar flotando (de hecho, el nombre de “vaporia” significa “barco” en griego). Sus interiores cuentan con altos techos, suelos de madera y una rica decoración, consistentes en pinturas en el techo, frescos en las paredes, esculturas, escaleras de mármol, etc.
Tres generaciones de armadores, banqueros y empresarios industriales pasaron por estas mansiones frente al mar. Entre esas construcciones podemos encontrar algunas callejas estrechas que descienden hacia la costa rocosa, desde donde se puede obtener bellas imágenes de diferentes perspectivas.
Hay que recordar que Ermoúpolis nació en la década de 1820 gracias a la llegada de refugiados adinerados de Izmir, Quíos, Psará, Kasos y Creta. En esa época la zona del puerto tenía poquísimos edificios, por lo que aquellos refugiados, especialmente los de Quíos, trajeron consigo las tendencias más progresistas de la Ilustración griega moderna, lo que hizo que se reflejara en las nuevas construcciones que levantaron a lo largo del siglo XIX. La mayoría de los edificios se construyeron en unos 75 años, es por ello que la villa presenta uniformidad y unidad. Para levantarlos se echó mano a arquitectos alemanes, italianos y griegos.
La primera iglesia que se construyó fue la de Metamorfosis, y posteriormente se crearon diferentes barrios, según el origen de los refugiados. De esta manera el nuevo asentamiento se convirtió en un importante centro urbano, en el que se desarrolló el comercio, la industria artesanal, la cultura y la vida social. Es por ello que fue el primer puerto comercial de Grecia hasta el año 1860, por eso se le dio el nombre con el que conocemos a la ciudad hoy, que como ya hemos señalado hace referencia a Hermes, en cuanto al crecimiento del comercio.
Seguimos, pues, paseando por el barrio de Vaporia y llegamos a uno de los puntos más bonitos de la ciudad: la plaza Tsiropina, cuyas palmeras dan una agradecida sombra. Este espacio se formó en el año 1880, adoptando más tarde el nombre del alcalde de aquel entonces. Frente a la plaza se levanta el edificio de la Prefectura de las Cícladas construido en el 1883, mientras que en los alrededores destacan: la casa de Zygomalas de 1880, que ahora es la sede de la Corporación Pública de Energía (DEI), la enorme mansión situada frente al mar de Kriaras de 600 m², la casa del comerciante Tampakis, etc.
En este barrio también se encuentra la iglesia católica de Euaggelistria que fue construida en año 1829 sobre una plataforma para vencer el desnivel del terreno, en el lugar de una iglesia más antigua, por iniciativa del comerciante Gregory Stefanos, quien por cierto fue enterrado en el interior de la parroquia en 1834 (en el suelo se puede ver una placa que lo recuerda, además de mencionar todos sus títulos y dejar clara su posición preminente en la sociedad de la época). Sobre la puerta de acceso se encuentra otra inscripción escrita en latín en la que se indica el propietario, la fecha de construcción y el nombre de un arquitecto procedente de la isla de Tinos que se apellidaba Hadjisimos.
Tanto en el exterior como en el interior, esta basílica sigue los cánones estándares italianos. Su interior consta de tres naves separadas por dos columnatas arqueadas, cuyo particular estilo pueden verse en otras iglesias de Siros. La nave central posee una cúpula cilíndrica, y las de ambos lados tienen bóvedas de aristas, formando una cruz. Su decoración es sencilla, empleándose claves en todas las bóvedas, bandas decorativas, colores suaves, rosetones, etc.
Desde aquí nace la elegante calle pavimentada con mármol de Petrou Protopapadaki, la cual en los meses de calor es totalmente peatonal, permitiendo que sea una de las vías mas transitadas tanto de día, como de noche, por lo que es un lugar ideal para ir de compras o comer y beber alguna cosa mientras se mira el ir y venir de la gente.
Nos encontramos de nuevo en la zona del puerto de Siros, donde la arquitectura de su alrededor es otra reminiscencia de su rico pasado, y por tanto de su historia y del desarrollo de la isla. Fueron en aquellos años cuando la bahía, tras diferentes proyectos importantes, fue convertida en un puerto comercial, siendo uno de los puertos naturales más grandes de Grecia.
Los primeros de aquellos proyectos tuvieron lugar entre 1834 y 1840, cuando las obras se centraron en reforzar la seguridad en el punto más profundo de la zona norte y de mejorar la infraestructura del puerto. Desde el muelle de Nisaki, en sentido circular hasta el sur del puerto, destacamos los siguientes edificios: la oficina de Aduanas construida en 1861, los almacenes de 1839 (en cuatro de los cuales se aloja la Galería de las Cicladas), donde las barcazas podían llegar por mar y descargar su carga directamente, Neorio o astilleros que opera desde 1861 y dotados posteriormente con unas enormes grúas, el Karnagio, es decir el lugar donde se reparan los barcos de madera, las Tarsanas (área de mantenimiento, proyecto y reparación) y, en el extremo norte, la Lazaretta, majestuoso edificio de piedra, utilizado como lugar de cuarentena para los viajeros que llegaban a la isla.
Nos detenemos en este paseo por la ciudad de Ermoúpolis en las Galerías de las Cícladas que, como hemos señalado anteriormente, desde 1994 se encuentra albergada en 4 naves de la zona sur de las 14 que conformaban los antiguos almacenes del puerto, construidos con fondos públicos, según los planos de Erlacher. El edificio completo mide 122 metros de longitud, siguiendo la línea de costa. En el interior del espacio museístico se realizan periódicamente diferentes exposiciones artísticas, igualmente cuenta con un pequeño teatro, en el que tiene lugar espectáculos teatrales y conciertos.
Frente a aquellos almacenes se levanta la aduana, construida en 1861 según los diseños de Alexandros Gheorgantas, para sustituir a otro edificio que hacia esa función. La construcción cuenta con dos pisos cubiertos por baldosas de mármol, en cuya planta baja vemos arcos de medio punto, mientras que en la primera destacan sus ventanas también en arco.
Desde aquí se puede recorrer todo el perímetro del paseo marítimo, en dirección hacia el oeste, para disfrutar de las vistas sobre el mar con sus barcos, algunos de ellos de auténtico lujo. De esta manera comprobamos que todo el puerto está actualmente lleno de cafeterías, tabernas, bares, etc. Llegamos así, justo en el otro extremo, a la altura de la escultura titulada “Horizon” (Horizonte), realizada en el año 2017 por el conocido escultor griego y profesor de la Universidad Aristóteles de Tesalónica Costas Varotsos. La obra, que formó parte de la exposición temporal que tuvo lugar en aquel año en la Galería de Arte de las Cícladas y que se ha quedado permanentemente aquí, posee una longitud de 14 metros y está realizada con materiales como el hierro y el vidrio. Para finalizar el recorrido por la ciudad de Ermoúpolis, quedaría por visitar el museo Textil y, sobre todo, el museo Industrial, ambos situados en el entorno de Neorio o astilleros.
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