TINOS (THNOΣ)

DONDE LA MONJA PELAGHIA TUVO LA VISIÓN DEL SANTO ICONO


En el pueblo de Arnados se encuentra el impresionante convento de la Dormición de la Virgen o Señora de los Ángeles en Kechrovouni, habitado actualmente por unas cincuenta monjas, aunque antiguamente aquí vivían cientos de ellas, sin embargo, no ha dejado de atraer tanto a peregrinos como a visitantes. Para visitarlo se requiere ir vestido con decoro: pantalones largos y sin camisetas de tirantes para los hombres y para las mujeres falda o pantalón largo y nada de escotes ni enseñar los hombros. Si se sigue estas instrucciones básicas no se tendrá ningún problema en acceder al interior del recinto. Por otro lado, hay que tener en cuenta que no estamos visitando un museo, sino un espacio sagrado para muchos fieles, por ello el visitante, sea creyente o no, debe ser consciente de ello, por lo que mantener las formas y el respeto es indispensable.

El complejo conventual se construyó en una pendiente de la montaña de Kechrovouni situada a 650 metros sobre el nivel del mar, contando con una iglesia principal, capillas, áreas auxiliares y las celdas de las monjas. Según la leyenda local, este convento tiene su origen en el sueño idéntico que tuvieron tres hermanas del pueblo de Tripotamos. En ese sueño se les aparecía la Virgen María indicándoles que debían tomar los votos monásticos y construir un convento en un sitio concreto de la montaña, donde podían ver una extraña luz. Tras diferentes polémicas con la familia, decidieron obedecer a la Señora de sus sueños, pero se decidió construir sus celdas en un punto más al sur, debido a que el lugar señalado originalmente sufría de fuertes vientos y estaba plagado de serpientes.

Sin embargo, a pesar del empeño y determinación por construirlas, durante la noche las celdas recién levantadas se derrumbaban y las herramientas se encontraban misteriosamente en el punto señalado inicialmente por la Virgen María. Así se convencieron que debían obedecer la orden sagrada y finalmente construyeron sus tres celdas en el sitio indicado, formando posteriormente el punto central del convento.

Sea como fuere, los historiadores estiman que el complejo se construyó alrededor del siglo XI-XII por mujeres de una familia rica de la isla Tinos, aunque el primer documento que lo menciona está datado en el siglo XVII, probablemente en el año 1614. Este convento está considerado como el más antiguo en activo de Tinos y uno de los más bellos y grandes de Grecia, y razón no le falta, puesto que, además de ser un bastión de la fe ortodoxa, es también un buen ejemplo de la arquitectura tradicional de Tinos, combinando las características de la arquitectura isleña, con las de un asentamiento fortificado veneciano.

Y es que la única diferencia con el resto de los pueblos es que está construido dentro de murallas, a modo de trinchera, mientras que las villas (a diferencia del resto de las islas Cícladas) se extienden libremente por el campo de Tinos. Cuenta con estrechos callejones pavimentados con mármol, en el que vemos numerosos kamáres (pasajes cubiertos), mientras que su blancura y sencillez pone la nota predominante en su arquitectura. Cabe mencionar que el convento también cuenta con una biblioteca con más de 2000 libros que tienen muchos siglos de antigüedad.

Entre los estrechos callejones del convento se reparten siete iglesias, entre ellas destacan la de Zoödóchos Pigí (el pozo que da la vida) construida en 1760 y especialmente, en la pequeña plaza situada nada más acceder al interior del recinto, la iglesia de Kimísis tis Theotókou (María en la Ascensión), que cuenta con un maravilloso iconostasio de madera esculpida del siglo XVI, procedente de Constantinopla, y notables pinturas murales.

Por supuesto, aquí también encontraremos una iglesia dedicada a la beata Pelaghia, pues era una de las monjas que vivía en este convento. Ella fue quien el 23 de julio de 1822 soñó con la Santísima Virgen que le dijo dónde estaba enterrado el famoso icono que representa la Anunciación y que actualmente venera muchos peregrinos de todo el mundo en la iglesia de Panagia Evangelistria en la Chora de Tinos. Es por ello que el monasterio de Kehrovouni también se suele incluir en la ruta de las peregrinaciones que los fieles hacen para venerar el famosos icono de la Virgen custodiado en la comentada iglesia de Evangelistria.

La monja Pelaghia fue bendecida por la iglesia ortodoxa y declarada posteriormente como Santa. El recuerdo de su visión que ayudó a encontrar el icono se celebra con una ceremonia en Tinos cada año el 23 de julio: por la mañana, en honor a la soñadora, el icono de la Anunciación es escoltado en procesión hasta este convento. En la iglesia del complejo se celebra una misa a cargo de sacerdotes de alto rango, mientras las monjas cantan. A continuación, se celebra una recepción para los fieles y, por la tarde del mismo día, el icono es devuelto a su lugar de origen, en la iglesia de la Anunciación en Chora. La procesión de regreso a la ciudad es muy grandiosa, ya que en ella participan el obispo, el clero de Tinos, la abadesa y las monjas, además de miles de personas que la siguen a pie.

La abadía corrió el riesgo de ser cerrada en varias ocasiones, como por ejemplo durante el reinado del rey Otón y su corte bávara, cuando decretó la abolición de muchos monasterios y conventos griegos y, de hecho, logró cerrar varios de ellos. Sin embargo, el amor y la devoción del pueblo de Tinos, de las monjas y monjes de la época, así como la oposición de todos los cristianos devotos, dieron como resultado no sólo que este convento no cerrara, sino que, por el contrario, adquiriera más gloria y fama en todo el mundo cristiano ortodoxo.

Hoy en día, se puede visitar la celda que se ha conservado intacta de santa Pelagia, donde llevaba una vida sencilla y humilde y donde tuvo la visión que la llevó al descubrimiento del icono de la Anunciación. Aquí también se pueden ver notables iconos y reliquias de los siglos XVIII y XIX, incluso se puede venerar su cráneo que se encuentra custodiado en la iglesia dedicada a ella. La santidad de este complejo hace que pasear por los callejones sea un momento para disfrutar de la paz y la tranquilidad, donde simplemente se oyen los sonidos de los pajaritos y del viento.

Las monjas siguen realizando sus deberes religiosos, pero también están siempre dispuestas a enseñar la abadía y a contar su historia, o a ofrecer un pequeño capricho a los viajeros. Las religiosas además también trabajan para ganarse la vida, como lo hacían en la época bizantina, con sus artesanías, entre las que se incluyen sus maravillosas labores de aguja, con los que crea bonitos bordados, además de vender hierbas que ellas mismas recogen. De esta manera, con ese apoyo financiero intentan preservar la abadía, donde han vivido hasta hoy, pero también donde vivió la santa soñadora de la Virgen María.

Tras finalizar la visita, y de vuelta a la puerta de entrada, en la parte externa, bajo la sombra de tres eucaliptos se suelen colocar puestos donde venden, entre otras cosas, suvenires, hierbas, higos secos, etc. Cruzando la carretera, se obtiene una vista maravillosa de muchas de las islas Cícladas: a la derecha vemos el contorno de la isla de Giaros con la isla de Kéa detrás, en el medio se ve Syros con Kythnos, Sérifos y Sífnos más allá, y a la izquierda se ven las islas de Paros y Antiparos. Igualmente se obtienen bellas imágenes de la isla de Tinos, con villas como la de Chora, Tripotamos, etc., y la montaña de Xobourgo.

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