No se sabe exactamente cuándo se fundó Volax, aunque la opinión generalizada es que debe ser uno de los más antiguos de Tinos, ya que posiblemente la zona estuviera habitada hacia el 2000 a.C., como así lo demuestran los trozos de obsidiana encontrados en una cueva cercana a Volax. En cualquier caso, el pueblo ya existía en la Edad Media, aunque la primera vez que se menciona fue con el nombre de “Volacus” en los catálogos venecianos del año 1618. En el 1700 volvería a mencionarse en la lista de 58 pueblos de Tinos y ya en el 1809 se encontraba representado en un mapa de Grecia. Por aquel entonces, y todavía hoy se siguen viendo, sus habitantes ya eran excelentes tejedores de cestas de mimbre, ya que apenas se dedicaban a la agricultura y ganadería porque el suelo era pobre. Actualmente, no sólo se puede comprar objetos de mimbre, sino también productos artesanales, hierbas y alcaparras conservados en sal y no en vinagre, ya que mata el sabor.
Una de las características más famosas de Volax son las rocas redondas, grandes y pequeñas, que se distribuyen en una gran extensión alrededor del entramado urbano. De hecho, la palabra “voios” en griego significa “materia redonda”, por lo que estas extrañas rocas han dado el nombre al pueblo. Estas grandes piedras a veces presentan formas de animales, como águilas o focas, que son el resultado de la Naturaleza que ha ido esculpiendo durante millones de años.
Los geólogos sostienen que los granitos de Volax provienen de la solidificación del magma que llena el interior de la tierra, el cual es empujado por la presión de los gases, lo que hace que se acerque a la superficie. Después se va enfriando poco a poco y, tras millones de años, aparece ya en la superficie de la tierra. Posteriormente, a causa del clima (calor, frío, lluvia, etc.) va tomando diferentes formas, de igual manera, en Volax existen un granito de buena y mala calidad, éste último se desmorona fácilmente y da lugar a cuevas más o menos grandes que presentan las formas de las rocas que vemos.
Aunque esa sea la explicación científica, esas extrañas rocas han hecho volar la imaginación de sus habitantes durante siglos para explicar su origen. Por ejemplo, se pensaba que eran el resultado de una gigantomaquia mítica, producido tras la lucha entre los dioses y los gigantes de la que habla Hesíodo, otras voces sostenían que procedían de una erupción volcánica, otras personas aseguraban que eran meteoritos caídos del cielo, y otros, al ver el suelo arenoso, sostenían que la redondez de las rocas provenía del efecto del mar que siglos atrás sumergió este lugar.
Existen rutas senderistas para conocer más profundamente este paisaje lunar, como el M2 que comienza cerca del aparcamiento, situado a la entrada al pueblo. Es fácil perderse durante esa ruta, ya que este sendero en muchos tramos carece de señalización, por lo que quizás debas caminar un poco al azar y con sentido común.
Tras disfrutar del entorno es obligatorio adentrarse en el pueblo de Volax para comprobar que esas rocas están también muy presentes en su arquitectura. Y es que la mayoría de las casas, las cuales están orientadas hacia el este u oeste para evitar el viento frio que sopla por el norte, poseen rocas de granito que hacen la función de cimientos, algunas de ellas son visibles desde el exterior y otras lo son desde el interior de sus respectivos sótanos. Este tipo de piedra también lo podemos ver en las construcciones de algunos de los muros que vemos durante el paseo.
Otra de las características de las casas de Volax, y de toda la isla de Tinos, es el mármol tallado situado en las aberturas que se encuentran sobre las puertas y las ventanas (denominados “yperthyra”), verdaderos ejemplos del arte secular, que permitía la entrada de luz y aire fresco a la casa, lo cual era muy útil para la sericultura de la época (es decir la cría del gusano, cuyo objetivo final era la de obtener la seda misma como producto textil final). Normalmente estos mármoles presentan forma semicircular, decorados mediante el tallado de temas simbólicos religiosos o seculares, si bien algunas casas tenían incluso emblemas o escudos, como en una de ellas que cuenta con el escudo veneciano de la familia Vallier.
Antes mencionábamos los sótanos de las casas, pues bien, la mayoría de ellas cuentan con uno, ya que era ahí donde se guardaban las provisiones, mientras que encima se levantaba la vivienda propiamente dicha. En el exterior una escalera de piedra lleva a una terraza en la que se encuentra una puerta que conduce a una gran sala con un arco de medio punto, alrededor de la cual se reparten los dormitorios. También es común que en dicha terraza se encuentre otra puerta que corresponde con la cocina. Los edificios de las casas suelen están pegados entre sí para protegerse del viento, formando en algunos casos pequeños callejones a derecha e izquierda, además todas las calles son estrechas para que el pueblo esté protegido del frío.
Pasear por Volax, aunque es un pueblo realmente pequeño, es toda una experiencia, no sólo por todo lo comentado anteriormente, sino también porque en cada rincón puedes encontrarte con algo inesperado, por ejemplo, en el momento de nuestra visita muchas de las casas, algunas de ellas aparentemente inhabitadas, presentaba en sus fachadas, puertas o ventanas, poemas e incluso letras de canciones, escritos en griego. Sin duda es una gran iniciativa que reivindica cualquier espacio apto para la lectura y el arte.
Pero el entramado urbano del pueblo también guarda otros elementos interesantes, como el teatro de Volax que, aunque moderno, se construyó siguiendo las líneas de los teatros clásicos y cuya particularidad es que se ha respetado las rocas del entorno, llegando incluso a adaptar la pequeña “cavea” para incluir estas piedras esféricas. Otro punto destacable es, a pocos pasos, una fuente natural, en el que podemos ver un antiguo lavadero y abrevadero.
Otro punto focal importante para los visitantes es el binomio formando por la iglesia parroquial y el Museo del Folklore de Volax. En el lugar donde hoy se levanta la iglesia católica dedicada a la Natividad de la Virgen María se encontraba el cementerio del pueblo, además de haber una capilla que estaba dedicada a san Juan Bautista. En 1910, como la anterior iglesia parroquial se encontraba en ruinas, se decidió ampliar aquella capilla y convertirla en el actual templo, por lo cual, una vez terminadas las obras de ampliación, se trasladaron aquí todos los objetos sagrados de la antigua parroquia. Con posterioridad se construyó la sacristía, el presbiterio y un almacén y se plantó un ciprés frente a aquella primera para recordar la antigua capilla de san Juan Bautista.
En el antiguo almacén de la iglesia anterior se encuentra el museo del Folklore de Volax, en el que se cuenta, mediante diferentes objetos tradicionales de los siglos XIX y XX, la historia del pueblo. En un principio se encontraba albergado en una pequeña sala de 8 metros cuadrados, pero tras las muchas donaciones recibidas en forma de piezas y aumento de las visitas, se necesitó un espacio más grande, por lo que la parroquia enseguida ofreció el almacén, ubicado debajo del presbiterio. Entre los objetos expuestos se pueden ver ropa cicládica, una cuna, objetos sagrados, herramientas agrícolas, fotografías antiguas, libros, etc.… Por otro lado, en la misma plazoleta, podemos ver una casa de un particular cuya arquitectura recuerda a la de los palomares típicos de Tinos, que se pueden ver repartidos por toda la isla, si bien, los mejores conservados se encuentran en el valle de Tarambados.
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