La Bastida de san Luis, también conocida como simplemente Ciudad Nueva o Ciudad Baja, se construyó siguiendo un planteamiento cuadrangular organizado en el siglo XIII, tomando el nombre del monarca reinante en aquel momento. Recorrerla es un complemento perfecto a la Ciudad Medieval, aunque muchos viajeros deciden saltársela, nosotros recomendamos su visita, puesto que guarda una notable riqueza arquitectónica, tanto en edificios religiosos como civiles. Vamos a ir nombrando los más importantes, partiendo desde el Puente Viejo hasta llegar al Canal du Midi.
Así el primer sitio destacable que encontramos es la cúpula del antiguo hospital, situado cerca del Centre de Congrès. En 1728, una donación de Guillermo IV Castanier permitió emprender la construcción de un “verdadero edificio público de Dios”, que se completó veinte años más tarde. Contaba en la planta baja con salas comunes, dispuestas en cruz griega y en cuyo centro había una capilla que permitía a los pacientes encamados asistir a misa. En el año 1977, cuando el edificio del hospital fue demolido, sólo se mantuvieron la cúpula cubierta con azulejos que vemos actualmente y la puerta situada en la rue Georges-Brassens.
Antaño la bastida estaba rodeada por un recinto militar de 2.800 metros que se construyó entre el 1355 y el 1359, bajos las órdenes del conde de Armagnac. Los baluartes se fueron levantando después del 1359, así, a finales del siglo XVI la ciudad ya contaba con 5 baluartes, una en cada esquina y una en el lateral del recinto hacia el oeste, es decir el Ravelin de Montmorency o fortificación de Saint -Antonie. El resto de baluartes son: el de Saint-Martial al noroeste, el de Figuières al noreste, el de la Tour Grosse o Moulins al suroeste (actual Calvaire) y finalmente el de Montmorency al sureste, que es el que nos encontramos en nuestro paseo y que acoge, en la actualidad, una clínica con su jardín.
Ese recinto militar también contaba con puertas de acceso. En vísperas de la Revolución de 1789, todavía quedaban en pie cuatro puertas, es decir, la de Toulouse o des Augustins al oeste (rue de Verdun), que estaba decorada con dos bellas torres, la de Carmes al norte, (final de la actual rue Georges Clemenceau), la de Cordeliers al este (en el extremo este de la actual rue Aimé Ramond) y la puerta de los Jacobins al sur, la cual es hoy en día el único vestigio de las puertas construidas entre 1355 y 1359.
Se hace necesario señalar que el portal que vemos actualmente no es el original, sino una reconstrucción realizada en 1779 en su emplazamiento primitivo. Para ello se abrió un concurso público que acabó ganando Pagnon de Saint-Paul, con el respaldo de Pierre y Hugues Bernard, maestros albañiles y canteros. El escudo de armas no se incluyó en aquella adjudicatura, ya que el Consejo Municipal se reservó el derecho de adjudicarlo al artista que le pareciera más capacitado. Así, en septiembre de 1779, se elegiría al escultor nacido en Carcasona, Parant.
La puerta también lucía el escudo de armas real que fue retirado durante la Revolución. El escudo medía diez pies de alto por 9 de ancho, en el que estaban tallados los cordones de san Luis y san Miguel. El marco estaba forrado por ramas de laurel que fueron sustituidas por palmeras que aparecían en el proyecto original. Un poco más pequeña también aparecía el escudo de la ciudad, todo ello rematados por una corona condal rodeada de ramas de laureles.
Antes de atravesar la puerta conviene fijarnos en el boulevar por el que hemos paseado hasta llegar hasta aquí. Este y el resto de bulevares que delimitan la bastida constituyen verdaderas joyas de la ciudad actual, fueron trazados en el siglo XVIII sobre lo que fueron los fosos de la antigua ciudad fortificada.
Una vez atravesada esa puerta, accedemos al interior de la Bastida de san Luis propiamente dicho, y lo hacemos a través de la rue Georges Clemenceau, en cuya primera intersección se encuentra el edificio Art Decó del antiguo Ayuntamiento de la ciudad, que alberga actualmente salones del propio consistorio, como la celebración bodas, y la policía municipal. El edificio se terminó de construir en julio de 1936, según diseño del ingeniero municipal de la época, Jean Mathieu Gaudens Blanchard.
Como hemos visto, ese edificio conserva parte de las funciones del Ayuntamiento, pero la mayoría de esas oficinas se trasladaron en el año 1978 al Hôtel de Rolland, adquirido por la ciudad para servir como nuevo consistorio. El actual Ayuntamiento se construyó en el siglo XVIII, cuando Jean-François Cavaillès, hijo de un rico comerciante, compró cuatro casas y tres establos para demolerlos y levantar este edificio. Para ello, Cavaillès se rodeó de conocidos artesanos, como los escultores Barata e hijos, a quien debemos la fuente de Neptuno de la plaza Carnot.
A diferencia de las construcciones locales del siglo XVIII, el Hôtel de Rolland, posee una original arquitectura: la más visible es su monumental fachada, que rompe con el estilo que rodea al edificio. En ella vemos una gran portada de entrada de carruajes, así como ventanas laterales, decorados con figuras humanas, alternadas con volutas. El plano del edificio también marca una ruptura de la época: se divide en tres grandes alas, en tres niveles, alrededor de un patio que se abre a la ruelle de Rolland.
El vestíbulo de entrada da acceso a dos grandes salas y a una galería paralela a la calle, que permite la distribución entre las dos alas laterales. Dos enormes escaleras, situadas en cada una de las alas, permiten el acceso a los pisos superiores. La más majestuosa, situada al oeste, conduce a la primera planta que acoge salones ricamente decorados. La segunda escalera daba acceso al servicio, de hecho, la tercera planta estaba destinada a los sirvientes. Menos de cincuenta años después de su construcción, el edificio fue comprado por Rolland du Roquan, permaneciendo en manos de su familia durante más de un siglo, lo que hizo que el edificio se conociera con ese nombre.
Estamos ya metidos de lleno en la bastida, donde ya nos damos cuenta que las calles son rectilíneas y que junto con otras forman manzanas cuadradas, en total 73 cuadrados de 79 metros de lado, donde también encontramos espacios para jardines, plazas, patios interiores, etc., abarcando un espacio total de entre 40 y 65 hectáreas. Algunas de estas vías se encuentran graciosamente decoradas con los más variados elementos ornamentales, como sombrillas, farolillos, etc.…
Muy cerca se encuentra la gótica cathédrale Saint-Michel del silgo XIII, templo que tomó el relevo como catedral de la basílica de Saint-Nazare situada en la Ciudadela. Más adelante está el Halle au grains, la antigua lonja donde se desarrollaba el comercio de cereales construida en el siglo XVIII, después de ser trasladado aquí desde la Place Carnot, donde estuvo desde 1355 hasta mediados del siglo XVIII. Dicha plaza, eje central de la bastida y antiguo mercado de las hierbas, ha tenido a lo largo de los siglos diferentes nombres: Place Impériale bajo el Primer Imperio, Place Royale bajo la Restauración, luego Place Dauphine, Place de la Liberté y Place de la Révolution, Place aux Herbes en 1852 y finalmente Place Carnot en 1894.
Sea cual sea su nombre, esta animada plaza ha sido y es un privilegiado lugar de encuentro para los habitantes de Carcasona. Bajo la sombra de los árboles se celebra cada martes, jueves y, especialmente los sábados, el mercado matinal de flores, fruta y verdura, todo un canto a la vida. Pero no siempre fue así, durante el período revolucionario, el 27 de diciembre de 1792, aquí fue guillotinada Jeanne Establet, conocida como Jeanne la Noire (la Negra), junto a un par de sus cómplices. Dos años después correría la misma suerte el párroco Henri Beille.
Durante el siglo XIX, la plaza fue objeto de obras de restauraciones y modificaciones, como alineación de las casas del lado este, pavimentación, plantado de árboles, eliminación de bancos que la rodeaban, etc. En 1843, tras el derrumbe de una casa, se restauró completamente el lado oeste de la plaza y se construyó un edificio con fachada en estilo Luis Felipe. En 1913, la parte este fue ensalzada con la construcción del Hôtel de la Société Générale. Entre 1993 y 1994 se volvió a restaurar, en esta ocasión se talaron las plataneras enfermas y se plantaron otras, se pavimentó y se restauraron las fuentes de las cuatro esquinas, así como la fuente de Neptuno situada en el centro.
Esta última, que se alimenta de agua reciclada, está coronada por una escultura de Neptuno de tamaño colosal. La fuente tiene su origen en 1751 cuando se decidió dotar de una fuente de mármol a la plaza, confiándose su diseño un año después al escultor italiano Barata. En 1759, sin embargo, no habían comenzado las obras, por lo que habría que esperar hasta el año 1767 cuando el hijo mayor de Barata se hizo cargo del proyecto, el cual fue finalizado en junio de 1771.
Nos dirigimos ahora hacia el este, donde se encuentra el Musée des Beaux Arts, instalado en el antiguo Palacio Presidencial que mira hacia uno de los bulevares construidos sobre el antiguo foso. Su origen hay que buscarlo en el año 1845, cuando la Société des Arts et Sciences ofreció a la ciudad acoger un conjunto de 102 pinturas. Aquella sociedad, a su vez, se creó en 1836, con el objetivo principal de investigar, conservar y clasificar en un depósito público, todo lo relacionado con la antigüedades e historia del Francia. Posteriormente, tras las donaciones del Louvre y del Estado, las colecciones del museo fueron aumentado considerablemente gracias a nuevas donaciones, en esta ocasión, de particulares y habitantes de Carcasona. Desde entonces las nuevas adquisiciones no han parado de producirse.
Las colecciones del Museo de Bellas Artes abarcan obras de la pintura occidental desde el siglo XVII hasta la actualidad. Pero además alberga otras colecciones, como cerámica, tapices y otras obras de arte. A todo ello hay que añadir las exposiciones temporales que tiene cabida entre sus paredes. La exposición permanente se reparte en diez salas, agrupadas según la época: la sala 1 acoge obras de las escuelas francesa, italiana y española de los siglos XVI al XVII; la sala 2 de las escuelas francesa, italiana y austriaca del siglo XVIII.
La sala 3 alberga obras de la escuela francesa, destacando la colección Gamelin y la orfebrería, de finales del siglo XVIII; en la sala 4 se exponen obras de André Chenier, Fabre d'Églantine y la colección napoleónica; la sala 5 acoge pinturas de la escuela francesa e inglesa del siglo XIX; la 6 por su parte, alberga obras de la escuela francesa del siglo XIX y loza francesa; la sala 7 expone piezas de la escuelas holandesa y flamenca y loza del siglo XVIII (Nevers, Marseille, Delph); la sala 8 está dedicada al Neoimpresionismo, la 9 al siglo XX, concretamente a las piezas realizadas entre las dos Grandes Guerras Mundiales y a las de la escuela de París; al igual que la sala 10, aunque abarcando el período después de 1945 hasta el siglo XXI; finalmente, la sala 11, bautizada como René Nelli, está reservada para exposiciones temporales.
Nos dirigimos ahora hacia el norte a través de las calles de la bastida, topándonos con diferentes edificios importantes, en esta ocasión con la Église Saint-Vincent del siglo XIII, bello ejemplo del estilo gótico de Languedoc, cuyo interior guarda numerosas obras de arte. El templo cuenta con rosetones y ventanas del siglo XV y una torre campanario octogonal de base cuadrada que alberga un carrillón de 47 campanas.
Muy cerca queda la Église des Carmes o chapelle des Carmes del siglo XIV, la cual sigue el mismo planteamiento que las plantas de la iglesia de san Vicente y la catedral de san Miguel, al presentar una nave central luminosa, con capillas laterales, al más puro estilo gótico de Languedoc. La iglesia des Carmes es el único vestigio del desaparecido convento carmelita. En el primer tramo de la nave, la cual mide 12,80 metros de ancho y 17 de largo, se conservan elementos escultóricos que datan de finales del siglo XIV. La decoración pictórica del conjunto de la iglesia, al igual que las esculturas de las capillas, fueron realizadas entre los años 1851 y 1877, aunque también hay vestigios de punturas del siglo XV. Del siglo XX es la vidriera del coro, en el que se representa a Elías en su carro de fuego.
Y así llegamos a la zona norte de la bastida, donde se encuentra el puerto desde donde se toman las barcazas que hacen el crucero por el Canal du Midi. Pero antes, merece la pena descansar un poco en el Jardin André Chénier, que le precede. Esta bonita plaza, construida en el siglo XIX, cuenta con dos fuentes y una columna realizadas con mármol. Las dos fuentes fueron construidas en Carrara por Nelli y entregadas a la ciudad en 1828. La columna, hecha con mármol de Caunes, se erigiría en memoria del rey Luis XVIII. Para el transporte de la columna, que probablemente tuvo lugar en marzo de 1821, se hizo necesario construir un carro de 4 ruedas de 1,89 metros de diámetro tirado por ocho fuertes animales y acompañados por 6 hombres. El trayecto se completó en dos días, tras lo cual fue colocada sobre el pedestal mediante un impresionante dispositivo de elevación en 1823.
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