Aquí se levantaba en el siglo VI el edificio de una iglesia primigenia carolingia, de la que actualmente no queda nada. Las primeras referencias escritas que mencionan la actual basílica datan del año 925, cuando la sede episcopal fue trasladada por el obispo Gimer, elevándola a rango de catedral. Años más tarde, en junio de 1096, el Papa Urbano II, tras llegar de Auvernia para predicar por la Cruzada, se alojó en Carcasona y aprovechó para bendecir las piedras con las que se construirían la catedral de Saint-Nazaire.
Las obras de este templo, inspirado en la Sainte-Chapelle de París, construida 40 años antes, finalizaron en el primer tercio del siglo XII. Una comunidad de canónigos vivió en un conjunto de edificaciones adyacentes a la catedral, donde contaban con una sala capitular, un dormitorio, un refectorio, bodegas, cocinas y establos. Aquellas edificaciones y el claustro fueron derribados en el año 1792.
La basílica, que fue rediseñada varias veces, cuenta con dos partes muy diferenciadas que conviven armoniosamente: la nave románica y el crucero y coro que son góticos. Del edificio románico sólo se conserva la nave con bóveda de cañón, respaldada por las bóvedas de medio punto de las dos estrechas naves laterales. La fachada oeste está coronada por un almenado que nos hace suponer que una vez estuvo fortificada, aunque se trata de un añadido del siglo XIX. En cuanto a la decoración esculpida, se restauró con relativa exactitud.
El presbiterio románico, del que actualmente solo queda la cripta sobre la cual está construido, se sustituyó en la segunda mitad del siglo XIII, cuando el obispo y el cabildo decidieron dotar al templo de un coro y un crucero más amplios. Sin embargo, las obras de reconstrucción del edificio no se completaron debido a la falta de espacio y de recursos de la diócesis.
En cuanto a la parte gótica, es decir el crucero y el coro, se comenzaron a construir en el año 1269, en el contexto de una profunda modificación de la basílica, coincidiendo con las obras de refuerzo de la parte interna de las murallas de Carcasona. El edificio casi se terminó completamente durante el obispado de Pierre de Rochefort, cuyo escudo de armas podemos ver sobre algunas llaves de bóveda y en el centro del rosetón sur. Para equilibrar los empujes de las bóvedas del crucero góticos, se tuvieron que fortalecer con la adición de entibos o vigas de hierro. Tras la muerte de aquel obispo en 1321, fue enterrado en una de las capillas que hizo construir en el extremo de la nave lateral norte, cuya tumba constituye una de las mejores obras escultóricas de la catedral. También merece la pena una piedra sepulcral más modesta, empotrada en el muro, bajo el rosetón norte, bajo el cual está enterrado Sans Morlane, un archidiácono que estuvo acusado de herejía por la Inquisición durante un tiempo.
El ábside cuenta con unas notables vidrieras del siglo XVI dedicadas a, entre otros, san Pedro, san Pablo, san Nazario, san Celso, etc.… El rosetón sur del crucero, como hemos señalado anteriormente, contiene las armas del obispo Pierre de Rochefort, cuyos colores son más claros que los del rosetón norte. Aquí vemos la cruz central que representa al Cristo rey, mientras que en la circunferencia podemos ver los símbolos de los evangelistas, así como el de los padres de la iglesia.
En las columnas podemos ver 22 grandes estatuas esculpidas que son una evocación de los 12 Apóstoles, la Virgen, Cristo, y números santos, como los locales san Gimer, san Nazario o san Celso, a estos dos últimos está dedicada esta basílica. Por otro lado, el templo cuenta con un órgano, que ha sufrido diversas restauraciones, del cual existen indicios a partir de 1637, por tanto, considerado como uno de los más antiguos del sur francés.
La conocida Pierre du Siège, es decir Piedra del Asedio, es una losa en la que se representa esculpida el episodio del sitio de Toulouse del siglo XIII, ocurrido durante la Cruzada Albigense. A tenor de lo cual, aquí también se expone la lápida sepulcral atribuida a Simón de Montfort, quien fue líder de la facción más dura del ejército de los Cruzados y posterior vizconde de Carcasona y Béziers.
Inicialmente Montfort fue enterrado en la basílica, aunque después sus restos se mudaron Toulouse. La basílica fue restaurada por Violet le Duc, quien llenó el edificio de gárgolas, balaustres y agujas, enfatizando así su aspecto gótico. En el año 1801 perdió su estatus de catedral a favor de la iglesia de Saint-Michel, ubicada en la Bastida de san Luis. Posteriormente, en el año 1898 recibió el título de Basílica otorgado por el Papa León XIII.
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