Lo primero que llama la atención al llegar al entorno del templo de Apolo Epikourios es su localización en Bassae, en el que el paisaje desnudo y rocoso, alejado de cualquier punto turístico, le otorga más misticismo aún al edificio. Bassae se encuentra en la montañosa provincia de Oichalia, cerca del pueblecito de Skliros. Aunque no está en la zona más alta del Peloponeso, está a unos 1.130 metros, en la falda del monte Kotylion. El templo de Apolo Epicurio, uno de los más importantes e imponentes de la antigüedad, es único en la historia de la arquitectura griega, ya que combina una serie de ideas novedosas que veremos después, además de ser uno de los mejores conservados, gracias precisamente a su aislamiento, lo que hizo que pasara inadvertido durante siglos.
Fue precisamente el arquitecto francés Joachim Bocher quien descubrió las ruinas en 1765, pero de manera casual, puesto que no las estaba buscando, sino que estaba cruzando esta parte de Bassae para construir unas villas cercanas. El edificio, realizado con piedra caliza gris local, con partes en mármol, como los capiteles de la cella y la decoración escultórica, data de entre el 420-400 a. C. y se cree que es obra de Iktinos, autor del Partenón de Atenas y del Telesterion de Eleusis, quien logró combinar magistralmente en el templo varios rasgos arcaicos impuestos por la tradición conservadora de Arcadia, con las características del nuevo estilo clásico.
Se hizo en honor de Apolo Epicuro, un dios muy influyente y polifacético, siendo aquí venerado por su labor de curación. Pero este no era el primer templo que se construyó en el mismo sitio, había otro más antiguo, también dedicado a Apolo, que fue levantado a finales del siglo VII a.C. y reconstruido al menos en dos ocasiones, aproximadamente entre los años 600 y 500 a.C. Muchas características arquitectónicas de aquellas dos reformas sobrevivieron, incluyendo un gran acroterion de terracota con una ornamentada decoración pintada, tejas y antefijas.
Que apenas haya crónicas antiguas que hablen del templo, se explica por la lejanía de Bassae del resto de las polis griegas. Sólo se tiene constancia de la visita de Pausanias, geógrafo griego del siglo II a.C., quien lo consideró como uno de los mejores del Peloponeso, en términos de belleza y armonía, sólo superado por el de Tegea. De hecho, gracias a sus crónicas, unido a las investigaciones arqueológicas, se ha ido desentrañando la historia del templo. A tenor de lo cual, según Pausanias, tras una epidemia de peste en la cercana polis de Figalia, sus habitantes levantaron el templo como agradecimiento a Apolo, por haber vencido la epidemia, como ya hiciera con la Guerra del Peloponeso. El geógrafo también señala, aunque él mismo no pudo verla, que se trajo una escultura de bronce del dios de más de tres metros.
Buena parte de esta crónica dejan escépticos a muchos arqueólogos modernos que incluso estiman que el templo pudo construirse en dos fases distintas: una parte más antigua y más rústica, es decir la parte exterior dórica, y la segunda en que se realizó la parte interior más reciente y elaborada. Otro aspecto que hace que crezcan las dudas es la pregunta de cómo y por qué Figalia, modesta aldea de Arcadia, fue capaz de contratar a un arquitecto tan prestigioso, como Iktinos. Aun así, si aquella tesis fuera verdad, la construcción de este templo se ubicaría en la época de Pericles.
Sea como fuere, el templo presenta muchas particularidades: mide 40 por 16 metros, con seis columnas en los lados cortos y quince en los lados largos, en lugar de la proporción habitual de la época de 6 y 13, lo que le dio la forma alargada tan característica en los templos arcaicos. Es el único conocido de la antigüedad que combina tres órdenes arquitectónicos: las columnas visibles desde fuera son dóricas, los dos porches cuentan con columnas claramente jónicas, mientras que en el interior de la cella, a cada lado, había una serie de cinco medias columnas jónicas encajadas en contrafuertes, que sobresalían de las paredes laterales y dividían el espacio en nichos. El último par de columnas dividía la cella en diagonal, no en ángulo recto como las demás. Entre ellas había una sola columna cuyo capitel, registrado en los dibujos de los primeros viajeros modernos, fue el ejemplo más antiguo conocido de capitel corintio en la historia de la arquitectura griega (en la actualidad se exponen sus fragmentos en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas).
Según la teoría de algunos estudiosos, esa columna fue una representación anicónica (ausencia de imágenes del dios) de acuerdo con las primeras tradiciones arcadias, mientras que otras voces señalan que las dos medias columnas situadas a ambos lados de esa columna solitaria, también eran corintias. La estatua de culto de Apolo se encontraba dentro del adyton, que estaba ubicado detrás de la columna corintia. Una puerta en la pared este conducía al pterón, en el exterior, mientras que el techo a dos aguas tenía tejas de mármol de tipo corintio. Otra de sus particularidades es que se levantó sobre un lecho de roca, en una terraza especialmente construida, y se hizo orientándose de este a oeste en vez del habitual norte-sur, posiblemente debido a la tradición local, ya que otros templos de Arcadia siguen la misma disposición. Seguramente por esto el ádyton, la parte del final de la naos, tiene una atípica puerta para iluminar el interior, orientado al norte.
Un friso dórico de metopas y triglifos sin decoración recorría las fachadas exteriores. Sólo las metopas interiores de los lados cortos estaban decoradas: las del pronaos tenían representaciones del regreso de Apolo al Olimpo y las del opistódomo contenían el rapto de las hijas del rey mesenio Leukippos por los Dioskouroi o Dioscuros. Es posible que los frontones no estuvieran decorados y el principal elemento ornamental del templo era el friso jónico de mármol sostenido por las medias columnas jónicas de la cella. Este friso tenía treinta y un metros de largo y estaba formado por veintitrés losas de mármol, de las cuales doce representaban las batallas entre griegos y amazonas y las once restantes mostraban batallas entre lapitas y centauros. El friso quizás fuera una obra de Paionios, quien también ejecutó la célebre estatua de la Nike en Olimpia. En 1811, Charles Robert Cockerell y von Hallerstein, la pareja de arqueólogos que había recuperado el sitio griego de la isla de Egina, tras conseguir el permiso del dirigente otomano local, Veli Pasha, investigaron y excavaron el templo y, tras desenterrar el friso en 1812, fue vendido al museo Británico de Londres en 1815.
El templo permaneció en uso durante los períodos helenístico y romano, y su techo fue reparado varias veces. Después de que el edificio fue abandonado, el techo se derrumbó causando grandes daños, agravados aún más por la intervención humana al extraer las piezas metálicos utilizadas en su construcción. Entre los años 1902 y 1906, la Sociedad Arqueológica Griega excavó y restauró partes del templo. En 1975, el recién fundado Comité para la Conservación del Templo de Apolo Epikourios lanzó un programa para la conservación y restauración del monumento. Desde el año 1982 es el Ministerio de Cultura el que realiza y supervisa la restauración del monumento. En 1987 se construyó una carpa protectora temporal para proteger el templo de las condiciones climáticas extremas de la región.
En los alrededores del templo, en modernas terrazas construidas específicamente para tal fin, se encuentra gran parte del material de construcción del templo. En la década de 1980 se realizó un importante esfuerzo para recoger, ordenar y proteger los elementos arquitectónicos que se encontraban esparcidos en las inmediaciones del templo, por lo que miles de bloques de piedra y fragmentos arquitectónicos fueron trasladados a áreas seleccionadas, donde fueron identificados, numerados y ordenados según su tipo. Las categorías básicas están formadas por tambores de columna y capiteles, bloques deL arquitrabe, triglifos y metopas, bloques de cornisa y elementos del techo. El objetivo último es restaurar la mayor parte posible de estos elementos y colocarlos en su sitio original en el templo.
Más allá de la zona donde están dispersos esos restos se encuentran los edificios auxiliares del sitio arqueológico. Por otra parte, a 1230 metros de altitud, en la cima más alta del monte Kotilion en un pequeño valle, al noreste del templo de Apolo Epikourios, están los restos de otros dos templos griegos: uno más grande, el de Artemisa Orthasia, protectora de los niños pequeños, y otro más pequeño, el que se cree que estuvo dedicado a Afrodita, diosa de la fertilidad, basada en una descripción de Pausanias. Los templos fueron construidos en la época Arcaica posiblemente por los habitantes pobres de Figalia que se establecieron en Bassae, lo que explica la mala técnica constructiva. Los hallazgos arqueológicos de esta zona (espejos de bronce, bustos femeninos de terracota y huesos de animales sacrificados) indican que ambos templos fueron utilizados durante los períodos Arcaico y Clásico y fueron abandonados en el siglo III a.C.
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