Estos dos kouroi se encuentran en la zona de las antiguas canteras que se extienden en la extensa cordillera de mármol entre Ano Potamia y Flerio de Melanes. El mármol extraído de aquí era trabajado por los artesanos de la isla, quienes fueron los primeros en generalizar el uso de este noble material en la arquitectura y la escultura griegas monumentales, cuyo momento de mayor explotación fue en la época arcaica, entre los siglos VII y VI a.C., lo que hizo que Naxos se convirtiera en el centro jónico de lugares como Delos, Atenas, Beocia y lugares mucho más remotos, exportando sus técnicas de procesamiento del mármol. Sin duda Naxos es una tierra particularmente rica en mármol de buena calidad, de hecho, todavía se sigue extrayendo mármol a gran escala, como se puede ver en las canteras modernas situadas en las montañas, a lo lejos.
Justo al lado de la zona de la antigua cantera de mármol se puede visitar el santuario de los manantiales y de los héroes Oto y Efialtes, protectores de este tipo de mina. Iniciamos ya el recorrido por la zona para visitar ambos kouroi, para lo cual tenemos dos opciones: ir al cercano Kouros de Flerio o dirigirnos al más alejado Kouros de Faranghi. En ambos casos el camino está bien señalizado. Nosotros optamos por ir primero a este último, pues hay que andar un poquito por un bonito sendero, desde el que se aprecian bellas vistas del entorno.
Así, durante el recorrido se podrá encontrar innumerables testimonios de la antigua actividad de la cantera. Lo primero con lo que nos topamos en el paseo es con una zona de extracción de las antiguas canteras, en las que podemos apreciar las huellas del procesamiento tradicional de la superficie, mediante el cincelado en capas, surcos en la roca para definir el tamaño exacto que se debía extraer, hileras de agujeros para colocar las cuñas con las que se desprendían finalmente esos bloques, hileras horizontales causadas tras la extracción de los grandes bloques rectangulares, etc. De igual manera podemos ver bloques toscamente tallados, cuya extracción no se llegó a completar.
Tras unos 20 minutos andando y disfrutando del paisaje, llegamos ya al kouros de Faranghi, que se encuentra a mitad de colina, casi en la misma ubicación donde originalmente se dejó abandonado en una fase de ejecución avanzada. Hay que tener en cuenta que estos kouroi adquirieron toscamente su forma en la cantera, para reducir el peso y mantener baja la posibilidad de daños durante el transporte, y luego se terminaban en su ubicación definitiva. El transporte en la pendiente se realizó moviéndolas con la ayuda de cuerdas y trineos de madera, sobre una capa de virutas de pequeños trozos de mármol producidos durante el proceso. Este kouros, como el otro, aparentemente se quedó en la cantera porque sus piernas se rompieron durante el transporte, ya que, en este caso, el surco que se abrió en la roca sobre la posición actual de la estatua no era lo suficientemente profundo como para que la estatua se deslizara.
Durante ese procedimiento, los accidentes eran inevitables, especialmente cuando las obras eran muy grandes y frágiles, por lo que en caso de rotura eran abandonadas en la misma cantera. Existen otros motivos por el que se renunciaba a la escultura como encontrar defectos prematuros en el mármol, la cancelación de un pedido o el devenir del momento político.
Esta escultura es un poco más pequeña que la del kouros de Flerio que veremos después. Aunque cuenta con elementos de las primeras etapas de la escultura griega, como el pelo largo y caído sobre los hombros, sus analogías particularmente refinadas y su postura relajada sugiere que fue realizado alrededor de mediados del siglo VI a.C. La escultura, que representa a un joven desnudo, mide 5 metros de altura y probablemente fue encargada por algún noble poderoso de la aristocracia de la época. Una investigación reciente consiguió dar con partes de la estatua y las unió nuevamente al cuerpo: piezas del muslo derecho, el pedestal octogonal que en origen se unió a la estatua en una concavidad, y las piernas que han sido reconstruidas para una mejor compresión y colocadas junto al kouro.
De nuevo descendemos y volvemos sobre nuestros pasos para ir a ver el Kouros de Flerio que, al igual que el anterior, representa a un joven desnudo (de hecho ‘kouros’ en griego significa literalmente ‘joven’). Esta estatua se encuentra debajo de un gran roble, cerca del recinto del jardín de una casa que una amable señora ha transformado en una cafetería, llamada “Paradies Garten”, en el que vende bebidas frías y calientes, miel, ouzo, etc. Centrándonos en el Kouros de Flerio se trata, al igual que el anterior situado en el monte, de una figura inacabada que fue toscamente trabajada con cinceles, de los que se pueden apreciar sus huellas.
El kouros tiene los brazos aun pegados a los costados y la pierna inferior derecha se ha roto, aunque todavía reposa junto al resto de la obra, sin embargo, le faltan los pies, por lo que se supone que se rompieron y por eso fue abandonada durante el transporte. La etapa de trabajo de la escultura es avanzada, aunque menos que la de otra estatua algo más pequeña que permanece en el monte. En ambos casos las delicadas proporciones, el contorno fluido y la ausencia de la “sensación de carne” indican el estilo característico de los escultores de Naxos. La estatua tiene una altura de 5,5 metros y se encuentra en posición frontal, arcaica e inmóvil, por lo que se calcula que está datada alrededor del año 570 a.C. En aquella época, al igual que ocurrió con el anterior kouros, era común que los poderosos nobles ordenaran obras de arte monumentales, las cuales se realizaban por una estricta estructura formal y de tamaño.
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