NAXOS (Ναξος)

IGLESIA CONSTRUIDA EN TRES FASES EN LOS SIGLOS IV, VII Y XII


La iglesia de Panagia Drossiani, cerca del pueblo de Moni y en la carretera que va hacia Chalki o Halki, es la más famosa y más antiguas de Naxos y una de las iglesias bizantinas más importantes y más antiguas de toda Grecia y, por ende, de todo los Balcanes. A finales de la Edad Media se utilizó como monasterio, lo que dio nombre al pueblo cercano. El origen de este edificio hay que buscarlo en el siglo IV a.C., cuando se construyó la actual “cabecera” del templo, para posteriormente en el siglo VII se levantaran las capillas del lado norte, mientras que el resto de la nave, que une ambas partes, es una obra del siglo XIII. Por tanto, la iglesia presenta un plano muy irregular y una arquitectura única y bastante inusual.

Aconsejamos primero dar un paseo alrededor de la iglesia para tener una visión más completa de la estructura. Así, vemos que lo que hoy es la entrada principal, está coronada por un amplio frontón para albergar las campanas, añadido en el siglo XIII. De la misma época es la parte oeste, en la que vemos otra puerta de acceso, la cual mira hacia un pequeño y pintoresco cementerio. Curiosamente, esta nave no está orientada hacia el este, sino hacia Jerusalén.

A partir de aquí arranca la parte de la iglesia que fue añadida en el siglo VII, en la época bizantina media, consistentes en tres capillas oblicuas con ábside y tres nichos, dos de las cuales cuentan con cúpula. Aquí podemos ver que los muros están construidos con mucho cuidado a partir de pequeñas piedras sin labrar. Además, en dichos ábsides (al igual que ocurre en el del lado este) se abren ventanas divididas por un pilar, elemento arquitectónico muy típico del período paleocristiano.

Antes de entrar a su interior, detengámonos un poco en el origen de su nombre. Existen varias leyendas y tradiciones que lo intentan explicar: “drossiani” se puede traducir del griego como “frescor” o “rocío”, a partir de lo cual unas teorías dicen que el nombre se refiere al icono de la iglesia que supura (o llora) cada vez que el pueblo está en peligro, de ahí el nombre de Virgen “Rocío”; otras dicen que recibió su nombre por el lugar donde está construida ya que fue bendecida por la Virgen María con abundantes aguas y, por lo tanto, era "fresca".

Nos disponemos ya a entrar al interior de esta magnifica iglesia, para lo cual, tras realizar una pequeña donación, giramos a nuestra derecha para dirigirnos a la parte más antigua del templo. Se trata de una nave con cúpula y un ábside con tres nichos, algo muy típico de las iglesias cristianas primitivas de los siglos IV al VI.

La iglesia conserva restos de pinturas murales muy interesantes y poco comunes que datan del periodo paleocristiano, las cuales fueron cubiertas posteriormente en parte con una capa de yeso y por otra con unas pinturas murales realizadas entre los siglos XII al XIV. Durante la restauración del edificio en la década de 1960, se retiraron esas pinturas más recientes (se trasladaron para su exposición y conservación en el museo Bizantino de Atenas) para que las paredes pudieran mostrar de nuevo las antiguas pinturas paleocristianas de entre finales del siglo IV hasta principios del VII. Desafortunadamente, las pinturas que vemos hoy en Panagia Drosiani están bastante descoloridas.

En la parte más antigua, donde se encuentra el altar mayor, podemos ver un iconostasio de mármol, pedestales del mismo material para velas votivas y el antiguo iconos de la Virgen o Panagia Drossiana, el cual está muy vinculado a leyendas y tradiciones. Sobre la estancia se sitúa una cúpula que cuenta con una pintura muy rara de Jesucristo Todopoderoso, ya que se hizo una doble representación de Cristo como un joven y como un hombre mayor con barba negra, características atribuidas a los dos aspectos de Jesús tanto como humano, así como Dios.

Por otro lado, a la derecha del altar se aprecia perfectamente la representación de san Jorge montado a caballo y con un niño sentado detrás de él cargando agua. Pero lo verdaderamente interesante, por el buen estado de conservación, se encuentra en el ábside norte, a la izquierda del altar: aquí se representó el Déesis (Cristo Pantocrátor entronizado, llevando un libro y flanqueado por la Virgen María y San Juan Bautista, aunque también puede acompañarle otros santos, profetas o ángeles, como ocurre en el caso que nos ocupa), datado en el siglo VI o VII, antes de la iconoclasia y, por lo tanto, es posiblemente la representación más antigua de un Déesis que conocemos a día de hoy.

En esa representación vemos: en la parte superior a María Nikopoios (la Victoriosa) con Cristo y a ambos lados de ella a los santos médicos Cosme y Damián (los tres están representando como “imago clypeata”, es decir, como si estuvieran en un escudo). En la zona inferior vemos: en el centro a Cristo bendiciendo, junto a él, en el lado izquierdo a santa María (un elemento muy antiguo) y al rey Salomón, a la derecha un santo sin nombre y Juan el Bautista. Los tres últimos muestran una postura suplicante o implorante, ya que, en la Déesis, alrededor de la figura de Cristo, se representaban santos cercanos a él que transmitían las peticiones y oraciones de los creyentes, por lo que aquel está representado en una postura de bendición en respuesta a estas intercesiones.

Curiosamente, estas pinturas murales de la Panagía Drosianí tienen similitudes con las que se encuentran en iglesias de Rávena y Roma en Italia, en lugar de en Grecia, al contrario de lo que se podría pensar. Es posible que esta referencia al país transalpino, que por lo demás es apenas reconocible en Naxos, se deba al hecho de que el papa romano Martín I estaba exiliado en Naxos en el siglo VII, es decir, en el momento en que se crearon estas pinturas.

Desde aquí, hacia el oeste, arranca la nave edificada en el siglo XII, en cuya pared norte vemos tres entradas a las tres capillas que datan del siglo VII, dos de las cuales cuentan con cúpulas con bases cuadradas y ábsides con tres nichos. Una de ellas también cuenta con restos de pinturas murales de la misma época. Finalmente hay que señalar que cada Viernes Santo, a mediodía, la iglesia se llena de gente del pueblo de Moni, que celebra una antigua tradición de ofrecer bebidas alcohólicas, raki y pan con pasas y nueces a todos los asistentes.

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