Uno de los elementos más impresionantes y llamativos de la ciudadela de Carcasona es sin duda sus murallas. El lienzo de estos muros tiene cuatro entradas situadas en cada punto cardinal y está compuesto en total por cincuenta y dos torres, de las que catorce están en la muralla externa (son circulares y más pequeña) y treinta y ocho en la interna (con forma de herradura hacia el exterior y plana hacia el interior de la ciudad). En origen las torres del lienzo externo no tenían techo para poder facilitar así la reconquista de ellas en caso de caer en manos de los enemigos.
Tras finalizar la visita al Castillo condal, el mismo ticket de entrada nos da derecho a acceder a las murallas de la ciudad. Para ello existen dos rutas: la norte que engloba toda la muralla galorromana que va desde el Patio de Honor hasta la Porte Narbonnaisese; y la sur que hace el recorrido por la muralla medieval que discurre desde la Court du Midi hasta la Tour de Saint-Nazaire. Podemos hacer el recorrido por sólo un tramo o por ambos, si te decides por esta última opción, entonces te recomendamos que hagas primero el tramo norte, puesto que después debes regresar de nuevo al castillo para hacer el tramo sur, y la Porte Narbonnaisese está más cerca del acceso al castillo.
Dicho lo cual, el tramo norte discurre, como decimos, por la muralla galorromana, en la cual podemos ver las torres redondas antiguas mejor conservadas del lienzo. Además, desde ellas se obtiene una buena panorámica de la Montaña Negra. Este muro tiene su origen en la época Antigua, cuando la ciudad era una plaza fuerte en el Bajo Imperio protegida por más de un kilómetro de muralla, flaqueada por treinta torres. Para ello se utilizó grandes piedras y filas de ladrillos reconocibles por su forma de herradura. Posteriormente se modernizó y se añadió altas torres que se reconocen por sus piedras en almohadilla.
La muralla galorromana no pudimos recorrerla puesto que en el momento de nuestra visita estaba cerrada al público, por lo que nos tuvimos que conformar con el paseo por la muralla medieval, para lo cual hay que pasar el punto de control situado en la Court du Midi. Así, comenzamos el recorrido por esta muralla para comprobar de primera mano la magnitud de esta obra defensiva, pero antes de avanzar, merece la pena mirar hacia atrás para admirar la fachada sur del Castillo Condal.
Seguimos el itinerario propuesto y nos topamos con la primera torre, la llamada Tour de la Justice, a la que le sigue la Galerie de l’Inquisition, nombres que hacen referencia a la época en que fue utilizada para realizar las temibles torturas por herejía que realizaban aquella institución religiosa. Es posible acceder al interior de la Torre de la Justica para ver su escalera de caracol y la zona interna del techo que la corona.
En cuanto a los diferentes tipos de techado hay que señalar que fue Viollet-le-Duc quien, durante la restauración del siglo XIX, optó por cubrir las torres con pizarra como contraste a las torres planas cubiertas con tejas del sur de Francia. Dicho lo cual, llegamos a la Tour Wisigothe o Tour du four Saint-Nazaire.
Esta torre es, según Viollet-le-Duc, de origen galorromana, la cual fue objeto de una importante restauración por parte de aquel. Durante esas obras fueron restituidos el paramento de pequeñas piedras y ladrillos para equipar cada ventana con repisas para colocar contraventanas de madera. El tejado de esta torre fue restaurado también por Viollet-le-Duc, quien le da un leve toque inclinado, según su visión de la arquitectura medieval.
Seguimos con el recorrido y nos topamos ya con la Tour de l’Inquisition, construida por Felipe II el Atrevido para defender el ángulo suroeste de la ciudadela. Aquí estuvo alojada una de las prisiones más famosas de esa institución. Externamente la torre está muy bien conservada, simplemente se le añadió el tejado cónico de pizarra en el siglo XX, pero el interior (no visitable) se ha mantenido totalmente intacto, incluso en sus paredes se conservan toda clases de inscripciones, unos han escrito sus nombres, aunque actualmente son casi indescifrables, y otros han dibujado una imagen, como una mujer desnuda con las manos atadas a la espalda en un poste y un hombre al lado que la golpea con un látigo… incluso hay una palabra, al lado de una ventana perfectamente legible “Æscam” (¡comida!). En cualquier caso, estos detalles escabrosos hacen suponer que fueron hechas por los prisioneros de la Inquisición.
La siguiente es la Tour Carrée de l'Évêque construida a finales del siglo XIII en la parte más estrecha de las lizas entre las murallas. Su nombre hace referencia al antiguo palacio episcopal que estaba situado en su entorno inmediato. La torre, hecha de planta cuadrada, se eleva, como decimos, sobre las dos líneas de fortificación donde se abre un pasaje abovedado que asegura la circulación en las lizas. Los contrafuertes planos que sostiene esos ángulos están coronados por torres de vigilancia cuya función era la de defender la Porte d'Aude. Para acceder a la primera planta sólo había una apertura circular en el centro de la bóveda que permitía a los soldados acceder a ella utilizando una escalera hecha con cuerda, aunque nosotros utilizaremos la escalera de caracol para seguir con el itinerario de las murallas.
La pasarela nos lleva a bordear la planta superior de la Tour Cahuzac, nombre que hace referencia al señor que la mantuvo como feudo, y que, al contrario que la Tour de l’Inquisition, presenta un interior muy deteriorado, con la mayoría de sus escaleras de caracol derrumbadas. En la esquina se encuentra la Tour Mipadre, similar a la anterior. Nos encontramos ya al final del muro del frente occidental de la ciudadela, cuya esquina superior más al sur fue reconstruida por Felipe II el Atrevido, debido, sobre todo, a los daños ocasionados durante el asedio de 1240 por Trencavel, de hecho, el ataque del vizconde se dirigió principalmente hacia este lado.
Avanzamos y llegamos a la Tour du Moulin du Midi, cuyo nombre recuerda a que esta torre estuvo coronada por un molino de viento, aunque no fue la única, también lo estuvo la Tour du Moulin du Connétable y la Tour du Moulin d'Avar. Desde aquí vemos el gran teatro de la Ciudadela construido en 1908, aunque renovado en 1973, sobre el lugar donde antaño se encontraba el antiguo claustro medieval de la basílica de Saint-Nazaire desaparecido en 1795. El muro interno forma parte del escenario del teatro.
El itinerario por esta muralla medieval termina en la Tour Saint-Nazaire, la cual defendía la puerta sur de entrada a la ciudadela. La principal característica de esta parte de la muralla es su fisionomía: su paso acodado hacía difícil el uso del ariete, obligando a los soldados hostiles a acercarse paralelamente a la muralla, quedando al descubierto el flanco derecho del enemigo, el cual no estaba protegido por escudos, pudiendo así disparar hacia ellos con facilidad desde las troneras bajas del recinto interior.
Durante el recorrido hemos ido disfrutando del paisaje de la zona hacia el oeste, donde veremos la Bastida de san Luis y, en días claros, los Pirineos, así como bonitas vistas sobre la zona interna de la ciudadela. Antes de dar por finalizada la visita a las murallas, en este punto merece la pena detenerse para admirar la antigua catedral de Saint-Nazaire erigida ente 1096 y 1321, combinando una nave románica con una cabecera gótica. La parte gótica, con sus vitrales datados entre finales del siglo XIII y principios del XVI, es la más espectacular. Este edificio también fue restaurado por Eugène Viollet-le-Duc en 1846, momento en que el arquitecto colocó las decoraciones esculpidas exteriores, como las gárgolas.
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