En pleno casco antiguo, en la Place de la Mairie o plaza del Ayuntamiento, se construyó la Chapelle de la Miséricorde o capilla de la Misericordia a mediados del siglo XVII. Su fachada presenta una bonita y armoniosa composición, en el que destaca una mural cerámico en el que se representa a la Santísima Virgen rodeado por los Penitentes Negros, en cuya parte inferior podemos ver la cabeza de san Juan Bautista, a quien está dedicada la capilla. Este mural fue realizado a finales del siglo XIX por Ernesto Sprega, maestro artesano de las famosas terracotas monegascas.
La primera piedra del edificio fue bendecida en 1639 durante el reino del Príncipe Honoré II, Prior de la Cofradía de los Penitentes Negros, quienes procesionan al Cristo Muerto, que veremos después, cada Viernes Santo desde hace más de cuatro siglos, si bien fue abolida en 1870 y recuperada hace unos años. Desde finales de la Edad Media, surgieron un grupo de personas laicas cuya intención era la de cubrir las necesidades de la gente durante las grandes pandemias, además de ayudarla a los entierros. Estas congregaciones se colocaron bajo el nombre de un santo y fueron supervisadas por representantes religiosas. La primera hermandad conocida en Mónaco fue la de los Penitentes Blancos o Hermanos de la Pasión, conocidos como los “flagelantes” porque durante las procesiones se azotaban.
En mayo de 1639, tras una serie de disensiones, algunos de sus miembros abandonaron aquella hermandad para crear otra: la de los Penitentes Negros, quienes, en enero de 1646, se trasladaron a esta capilla. Durante la Revolución Francesa el Principado fue anexionado y se requisaron las propiedades de la Iglesia y de las Hermandades. En octubre de 1813, el obispo de Niza, que también administraba Mónaco, decidió unir las dos antiguas cofradías en una sola: la actual Venerable Archicofradía de la Misericordia, titular de esta capilla.
Centrándonos en el templo, su interior, dominado por el estilo barroco y de una sola nave de pequeñas dimensiones, conserva algunas obras maestras, como esculturas, pinturas, mármoles… que la convierte en un verdadero escaparate, testigo vivo de la época del Barroco Flamígero en Mónaco. El edificio fue restaurado por el Ayuntamiento con motivo de su 350 aniversario. Así, el 30 de octubre de 2012 el cardenal Dominik Duka, arzobispo de Praga, bendijo la Capilla de la Misericordia en presencia del Príncipe Alberto II de Mónaco.
Entre esos tesoros destacamos el ya mencionado Cristo Muerto, obra tallada en madera maciza por el monegasco François-Joseph Bosio, escultor oficial del emperador Napoleón I y un altar en mármol policromado.
También son destacables su altar de mármol policromado y los frescos que decoran su cúpula realizados en 1953 y que representan la Asunción de la Virgen, así como ilustres actos caritativos. Las paredes de la capilla están decoradas con una hermosa colección de pinturas, como "La liberación de las almas del purgatorio" donde están representados santos locales.
En esta capilla también se exponen unas reliquias de santa Devota, patrona del Principado de Mónaco. La santa se consagró a Dios como virgen y murió en el año 304 martirizada en el transcurso de una persecución ordenada por el gobernador Dioclitiano, quien decidió que se quemara el cuerpo de la mujer, pero fue recuperado por un grupo de cristianos, cuya intención era la de trasladar a la santa en barco hasta África para enterrarla allí. Según la leyenda, durante la navegación, se produjo una tormenta y ante el peligro, una paloma salió del cuerpo de Devota para guiar a la tripulación a un lugar seguro, llegando así hasta el pequeño valle de Les Gaumates, en el actual territorio de Mónaco.
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