El recinto se sitúa a las afueras de la ciudad a 2 kilómetros, en el lugar donde se encontró en 1897 la famosa escultura íbera de la Dama de Elche. Comienza la visita con un audiovisual muy interesante sobre el yacimiento y que recomendamos su visualización para entender mejor lo que después veremos aquí. Ese vídeo lo puedes ver desde la web de la Fundación Universitaria de Investigación Arqueológica La Alcúdia.
Comenzamos la visita en el museo que se encuentra en el mismo Centro de Interpretación, donde se nos explica que la ciudad estuvo habitada desde el Neolítico, teniendo su mayor esplendor durante el período de la civilización ibérica que habitó aquí. Los íberos llamaron al sentamiento Helike, y así fue conocido desde el siglo V a.C. hasta el III a.C., momento en que fue anexionada al Imperio Romano, cambiando su nombre por el de Colonia Iulia Ilici Augusta y tomando como suyas sin dificultades las costumbres romanas.
En este museo se exponen objetos en vitrinas temáticas no estrictamente cronológicas en cuanto a las diferentes épocas del yacimiento. El espacio museístico es pequeño, pero de un gran valor. Entre las piezas podemos ver una cabeza de un Grifo al que le falta el pico y que fue encontrada en la excavación de 1949 cerca del templo ibérico.
Pero entre las esculturas destaca, exceptuando la Dama de Elche, el torso de un caballero en el que se representa la cabeza de un lobo, o un trozo de una pieza que corresponde al gemelo de un pie en el que se puede apreciar los dedos de una mano que lo agarra. Se cree que estas obras tienen un matiz religioso o representativo relacionadas con la élite que gobernaba por aquél entonces la ciudad.
En cuanto a la cerámica observamos gran cantidad ibérica del tipo geométrico, de la que se puede situar en tres fases: la primera entre los siglos II y I a.C. se caracteriza por su decoración abigarrada, con signos vegetales y zoomorfos y en ocasiones antropomorfos. La segunda va desde el siglo I a.C. y I d.C. la decoración es más esquemática. Y la tercera entre los siglos II y III d.C. que presenta mayor esquematización que la fase anterior.
Como ejemplo de decoración zoomorfa destacamos una pieza donde se representan lobos y liebres. Podemos observar en una de las cerámicas la expresión del lobo con sus afilados dientes y su larga lengua, correspondiente a la primera fase del estilo ilicitano.
En otras aparecen aves y decoraciones figurativas, en una de las cerámicas vemos representados a un hombre luchando con una especie de monstruo mitológico. En otras llama mucho la atención la representación de extrañas aves que se asemejan a rapaces.
En otras cerámicas vemos representadas la relación del hombre con uno de los animales más recreados por los íberos, el caballo.
En otras piezas arqueológicas podemos apreciar la representación de caras de personas, ya sea en solitario o acompañadas de otras caras, esto se relaciona como un símbolo de la divinidad.
Bien es sabido que la pieza más importante encontrada en este yacimiento es la Dama de Elche, expuesta actualmente en el Museo Nacional de Arqueología de Madrid, el que aquí vemos es una copia exacta. No se sabe si desde un primer momento el busto estaba en posición sedente, es decir sentada y por algún motivo se cortó, o si se concibió tal y como está ahora, es decir como un busto. Mención aparte fue la polémica que se generó cuando algunos estudiosos clasificaron y situaron la escultura en el siglo XIX, afirmando que no era ibérica ni mucho menos tenía tantos siglos.
Uno de esos estudiosos era el profesor John F. Moffitt de la universidad de Florida Press. Esa premisa cayó por sí sola cuando recientemente se ha efectuado un análisis a los restos de policromía, la estructura de las capas de imprimación y pigmentación, así como el proceso de disolución y recristalización del mortero de yeso empleado para dar color, evidenciando que efectivamente estamos ante una obra indiscutiblemente de la época íbera.
Seguimos el recorrido y vemos ahora una placa de bronce que habla, en el momento de la fundación de la colonia romana, del reparto de tierras a 10 personas procedentes del sur de la península, África, Baleares e Italia, como agradecimiento por su servicio al Imperio.
Entre los objetos romanos encontrados en el yacimiento de L’Alcudia podemos ver vasos, platos, jarras, jarrones, amuletos, una especie de cantimplora, diferentes objetos pertenecientes a edificios, máscara teatral de terracota policromada, dados y fichas romanas, ungüentos cerámicos, alfileres de hueso, peine de hueso, botellitas de platas con difusor, etc.…
También de época romana es el conjunto de tocador de plata compuesta de espejo, paletas, espátula y cucharillas, denotando que la persona que la poseía pertenecía a la élite adinerada.
De la época visigoda se conservan restos de la ventana de la basílica cristiana de la cual podemos ver los restos en el yacimiento, consistentes en el ábside, y en el que destaca un mosaico policromado con representaciones de escritura griega. Los expertos creen que cuando los visigodos cristianos llegaron al asentamiento, lo convirtieron en sede episcopal, de ahí la monumentalidad del templo.
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