BLAGAJ (Благај)

TEKKE DE BLAGAJ Y NACIMIENTO DEL RÍO BUNA


El conjunto natural y arquitectónico de Vrello Bune está considerado como Monumento Nacional de Bosnia y Herzegovina. Consta de los siguientes elementos: el tekke que está formado por la turbe (mausoleo), restos de la musafirhana (albergue), restos del masjeed de Ali-pasha Rizvanbegovič y, por otro lado, los molinos sobre el río Buna, así como el entorno natural del nacimiento del río, cueva y acantilados. Centrándonos en el tekke o tekija de Blagaj, el más bello de los cinco sufíes del periodo otomano que subsisten en el país, goza de una magnifica ubicación bajo el acantilado y al lado del afloramiento del río Buna.

Y es que el lugar donde se construyó ya tuvo un significado espiritual importante para las culturas anteriores que habitaron a lo largo de los siglos el área actual de Blagaj. Por tanto, el tekke puede considerarse un ejemplo típico de la continuidad de la zona como lugar de culto. Antes de la llegada de los otomanos en 1454, el sitio acogía un importante edificio religioso de los bogomilos, la Iglesia de Bosnia, aunque antes, durante la antigüedad, probablemente se levantó aquí un templo romano. Se sabe que el tekke y su entorno inmediato fueron de especial importancia gracias al testimonio del escritor de viajes otomano Evlije Čelebije, quien visitó Blagaj en 1664, siendo, además, el documento donde se menciona por primera vez el complejo.

También existen testimonios escritos en los que se cuenta que la gente realizaba aquí sacrificios de animales, dejando que las águilas se los comiera, de tal manera que esas aves no tenían miedo a las personas, mientras que se arrojaba al río los hígados, creyendo que si los peces se los comían entonces sus deseos se cumplirían. La pesca, de hecho, fue prohibida en el río (al igual que la caza de águilas) hasta que se inhabilitaron las órdenes sufíes en 1952, lo que demuestra, una vez más, que el lugar donde se ubica el tekke fue considerado un espacio diferente, una zona de especial importancia espiritual. Esa misma idea fue señalada también otro autor, Ali Vaiz quien escribió que en ese lugar se producían reuniones de los Erenlers (pueblo santo).

Según la leyenda, el tekke fue erigido por Herceg Stjepan como recompensa a Saltuk por haber matado al dragón y salvar así a su hija que iba a ser sacrificada. Existen otras leyendas contadas de boca en boca entre la población local que tienen en común la aparición de un hombre desconocido en Blagaj que después desapareció en el nacimiento del río Buna. Se creyó que se trataba de un hombre santo, un evliya, y en el lugar de su desaparición se erigió un turbe para él y posteriormente un tekke. Este extranjero será identificado como Sari Saltuk, y entre la población local también será conocido como Sultan-dede, Sari Saltum y Salih Saltum. Según la leyenda, la aparición de Saltuk, es decir, la construcción del turbe y el tekke, tuvo lugar a finales del siglo XV o principios del XVI.

Sea como fuere, y leyendas aparte, la primera zawiyyah (una especie de monasterio) que se construyó en el nacimiento del río fue realizada por los derviches pertenecientes a la orden Bektashi (que fomentaban un estilo de vida monástico) alrededor del año 1470. El edificio de esta zawiyyah era de tamaño modesto por lo que, a fines del siglo XV, se construyó un nuevo edificio con techo de losas de piedra en sustitución del anterior, junto al cual se levantaron otras construcciones como cuadras, hórreos, una fragua, un molino, etc. En contraposición con los monasterios cristianos, los tekkes no eran residencias donde los derviches vivían, sino que acudían aquí en ciertos momentos del día para orar y adorar a Dios en comunidad, sin embargo, el tekke de Blagaj fue una excepción a esa regla.

En el siglo XVII el muftí de Mostar donó el complejo a los derviches de la gran fraternidad mística musulmana de la tariqa u orden Halveti, la más pujante del sufismo en los Balcanes durante el periodo otomano, para servir como un lugar de canto y alabanza, denominado Zikr. En el siglo XVIII, el tekke se convertiría en un lugar de reunión para los miembros de la orden Khalwatiyyah. La poderosa tariqa de los Naqshbandiyya, de ideas reformistas que conducirían a la creación de la actual Turquía, tomó posesión del tekke en el siglo XIX hasta el año 1925, cuando murió el último baba o padre espiritual, Sejfo Šehović. A lo largo de su historia el tekke también recibió muchas ayudas de los sucesivos sultanes, especialmente de Ali-pasha Rizvanbegovič, visir del estado semindependiente de Herzegovina entre 1833 y 1851.

A partir de la II Guerra Mundial, los tekkes fueron oficialmente cerrados, aunque algunos de ellos fueron destruidos. Durante la época soviética, el tekke de Blagaj fue conservado, cayendo en el olvido hasta que en el año 1974 la comunidad musulmana fue autorizada de nuevo a reformarlo. El complejo volvió a convertirse en un centro de peregrinación, especialmente durante el Al Mawlid o nacimiento del Profeta.

Con el paso de los años el complejo ha sufrido varias modificaciones y reconstrucciones ocasionadas por múltiples daños producidos desde su construcción, especialmente debidos a caídas de rocas, hecho fomentado significativamente por las ortigas que crecen en las grietas del acantilado, como así ocurrió en la primera mitad del siglo XVII o en los años: 1716, 1851, 1871,1923, 1949, 1951, 1972 y 2011. La vez que tuvo que ser reconstruido completamente fue en 1891 siguiendo el modelo original tras caerle encima una enorme roca en 1851. En la actualidad, tras ser de nuevo objeto de reformas en el 2011, vuelve acoger una comunidad de derviches Naqshbandiyyas.

El tekke de Blagaj está abierto para los visitantes durante todo el año, sin embargo, hay que tener en cuenta que para ingresar al interior del monasterio hay que usar ropa adecuada, debiendo las mujeres taparse las piernas y los hombros desnudos. Como hemos comentado anteriormente, está formado por varios edificios, de los que una parte se ha transformado en un restaurante y una cafetería, como el edificio del antiguo molino.

En origen el complejo de Tekke contenía los siguientes edificios (en dirección al nacimiento del río): en el frente había un edificio con la misma altura que el del tekke actual, en la parte de atrás había otro edificio más pequeño, detrás de éste había una mezquita abovedada. Estas estructuras fueron luego acompañadas por los edificios del turbe de Sari Saltuk y el Acik-basa y el propio Tekke. Las cinco instalaciones componían el complejo arquitectónico único. Lo que ha sobrevive actualmente es el edificio residencial del tekke musafirhana y el turbe.

El tekke de Blagaj sigue un sistema de construcción dictadas por las enseñanzas sufíes, de hecho, existe una creencia predominante dentro de las órdenes derviches que sostienen que el entorno circundante es parte de la adoración general a Dios, como ya hemos visto anteriormente. De acuerdo con los estándares numéricos, los “Tekijas” de Bosnia siguen principalmente siete factores conectados a través de una unión en el orden cosmológico: la casa, la escalera, el agua, la piedra, manantial del río, tumba y cueva. Y como estamos comprobando, el tekke de Blagaj sigue todas ellas.

La musafirhana fue la casa de acogida de los viajeros que actualmente alberga el museo. Este edificio, que se encuentra parcialmente incrustada en el acantilado, fue levantado antes de 1664 y reconstruida en el año 1851. Entonces se le añadió un balcón en la primera planta que domina el río, sirviendo todavía hoy para cantos religiosos y el rezo.

La disposición interior de las habitaciones se organiza con respecto a los elementos de la geometría sagrada, lo que significa que cada uno de ellos requiere una explicación adicional. Además, cada detalle del tekke tiene su lógica definida con precisión. Sin embargo, parece como si en las dos últimas reconstrucciones, realizadas en 1851 y 2011, hubieran renunciado parcialmente a este tipo de simbolismo derviche. Así pues, en la primera planta se suceden diferentes habitaciones, así como la mutvaka o cocina que contaba con un lugar donde se hacía fuego, a modo de chimenea.

En el segundo piso se sitúa la habitación musafir, empleada para invitados, y al lado una pequeña sala denominada “semahana” donde se realiza, todavía hoy, el Zikr. Ambas cámaras poseen vistas al nacimiento del río y sabemos que las dos tenían unos balcones gracias a los textos del viajero Evlija Celebija. Sobre la puerta de la semahana hay una escritura que dice: “Oh, Tú que abres todas las puertas (Oh, Dios), por favor, ábranos también las mejores puertas“.

En el semahana podemos ver algunos elementos decorativos que merecen ser mencionados, como su puerta labrada o su bonito techo policromado. Se tratan de elementos de estilo barroco turco que se agregaron al tekke durante la reforma de 1851 sobre la estructura existente realizada en estilo tradicional, de acuerdo con las ideas populares sobre los diseños arquitectónicos de la época.

El Zikr consisten en cantos rítmicos y repetitivos, cuyo objetivo es llevar a los participantes a un estado de éxtasis, que suelen estar acompañados de tambores. Esos cantos son realmente composiciones realizadas por los grandes poetas místicos musulmanes que se han transmitido durante generaciones de manera oral desde el siglo XV. Cuando se refiere al espíritu, Zikr significa “recordar”, pero cuando se refiere a un significado lingüístico, significa “mencionar”, aunque como expresión religiosa significa “glorificar a Allah” mediante el uso de frases repetitivas estandarizadas, generalmente cantadas en voz alta, pero no necesariamente, acompañadas de un ritmo de respiración y movimientos físicos específicos.

A continuación, ponemos algunas de las múltiples frases repetitivas que se emplean en el Zikr: “La ilahe illallah” (No hay más Dios que Alá), “Subhanallah” (Alabado sea Allah), “Al-hamdulullah” (Que todas las gracias sean dadas a Allah), “Bismillah” (En el nombre de Dios/Alá), “Lillah” (Todo pertenece a Allah), “Allahu ekber” (Alá está por encima de todo), “Estagfirullah” (busco el perdón de Allah), así como algunos de los 99 nombres de Alá.

En la parte trasera del Tekija se encontraban las instalaciones sanitarias, a través del que, a la izquierda, se accede a un baño turco (hamam), el cual está armoniosamente construido. Posee una característica y llamativa cúpula perforada, además de una fuente tallada artísticamente, a través de cuyas dos aperturas fluía el agua, tanto fría como caliente. El baño se calentaba desde las estancias situadas en la zona inferior del mismo.

Por su parte en el turbe vemos dos tumbas sobre las que se erigieron dos sarcófagos de madera, uno de los cuales se atribuye a Sari Saltuk, derviche y guerrero del siglo XIII. La que vemos aquí es una de las muchas tumbas de Saltuk, siendo la única conocida en Bosnia y Herzegovina. Se consideró aceptada la conexión de Sari Saltuk, que vivió en el siglo XIII, con el tekke mencionado por primera vez en el siglo XVII, excepto que existe un desacuerdo sobre cuándo se originó su turbe, es decir, cuándo se erigió exactamente el tekke. La segunda tumba en el turbe se atribuye a Sheikh Achik Bash. Sin embargo, en la literatura se ha presentado una serie de datos contradictorios sobre este jeque, no está claro en qué período vivió realmente, el año de su muerte y su nombre real.

Junto al tekke se encuentra el otro lugar de este binomio que hace de este rincón un sitio especial: el nacimiento del río Buna, un afluente del río Neretva, que recorre nueve kilómetros exteriormente y, probablemente, el doble a nivel subterráneo. Su nacimiento está en la cueva situada bajo el acantilado de 200 metros de altura, donde una resurgencia de aguas sale a la superficie desde una red hidrogeológica subterránea que recorre el corazón del monte Velež.

Esa red subterránea se comenzó a explorar a partir del año 1996 de la mano de la Federación Francesa de Estudios y Deportes Submarinos. Se realizaron varias campañas en las que se consiguió descender entre 65 y 90 metros, con unas condiciones muy difíciles puesto que, además de falta de visibilidad, hay fortísimas corrientes, de hecho, en esas condiciones falleció un submarinista de aquella federación en agosto de 2008.

Este manantial kárstico es uno de los más caudalosos de Europa con un caudal estimado de 43.000 litros por segundo. En primavera es bien conocida por su agua extremadamente fría que está tan limpia que se puede beber y, según los lugareños, posee un sabor mejor que la embotellada.

En verano, cuando el nivel del agua es más bajo, puedes entrar incluso dentro de la cueva con botes neumáticos (previo pago), a cuyo embarcadero se llega siguiendo un sendero detrás del restaurante Vrelo, en el lado opuesto al tekke, que conduce por un camino de tierra a una pequeña plataforma situada en el extremo. Desde aquí se obtienen bellísimas imágenes del conjunto del tekke, del nacimiento del río y del acantilado. Existe otra cueva más grande situada hacia el sur del acantilado, donde se encontraron vestigios que demuestra que acogió vida humana como sílex, huesos tallados, cerámicas, etc., que datan del 3.000 al 2.800 a.C.

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