Dentro del municipio de Móstar, además de dicha ciudad, tan turística y famosa, podemos encontrar una pequeña villa encantadora: Blagaj. Sus principales atractivos son, sin duda alguna, su Tekke, el más famoso de los Balcanes, y el nacimiento rio Buna, rodeado de bonitas terrazas con vistas y donde comer bien y muy barato. Ambos lugares, uno religioso y otro natural, forman en conjunto una estampa bellísima que enamorará a cualquier viajero.
Acomódate y acompáñanos en este viaje: pulsa en "Monumentos" si quieres ver una lista de los lugares importantes de esta ciudad, o en "Historia" si quieres saber algo más de este destino, en "Mapas" tendremos ese complemento que nunca debe faltar en un viaje, mientras que en "Guía" te guiaremos para que puedas aprovechar al máximo tu experiencia en este rincón de Bosnia y Herzegovina. Finalmente, en "Conclusiones" conocerás, si quieres, nuestra opinión personal y experiencias vividas durante este viaje.
Nuestra visita: | agosto de 2021. |
Idiomas Hablados: | bosnio (inglés ampliamente hablado). |
Moneda: | Marco bosnioherzegovino (KM, BAM) / Euro (€) ampliamente aceptado. |
Población 2013: | 2.531 hab. |
Superficie: | 8,58 Km². |
Prefijo telefónico: | +387. |
Web oficial: | tourismbih.com |
Los restos arqueológicos encontrados en la zona atestiguan que durante la antigüedad clásica aquí se levantó una fortaleza iliria y un castro romano. En época bizantina, más concretamente durante el reinado del emperador Justiniano I, se construyeron en la zona numerosas ciudades fortificadas. Blagaj fue mencionada como Bona, entonces parte de Zahumlje (Hum), en la obra “De Administrando Imperio” (Sobre la administración del Imperio), título común usado para referirse a la obra erudita del emperador bizantino Constantino VII escrita hacia 950.
A finales del siglo XII, durante el gobierno de Stefan Nemanja, considerado junto a su hijo, el padre de la iglesia ortodoxa serbia, el prefecto Jurko levantó una iglesia dedicada a los santos Cosme y Damián. En el siglo XIV, durante el reinado del bosnio Ban Stjepan II Kotromanić, Hum pasó a formar parte del Estado de Bosnia. En el siglo XV, Sandalj Hranić Kosača y su sobrino Stephen Vukčić Kosača gobernaron el territorio de Hum y Blagaj hasta la llegada de los otomanos en el año 1466. Blagaj fue conocida por albergar la zona residencial de los gobernantes bosnios y, en particular, de las familias reales Hranić y Kosača.
El nombre de Blagaj se menciona en fuentes históricas por primera vez en un documento de 1423. Durante el periodo otomano, la villa se dividió en varios barrios, tenía siete mezquitas, dos posadas, cuatro musafirhanas (casas de huéspedes), una madrasa, dos maktabs, siete molinos y cuatro puentes de piedra sobre el río Buna. Los bosnios que profesaron el islam fueron mayoría hasta 1835, pero durante el período austrohúngaro los cristianos se multiplicaron por doce. Durante la Guerra de 1992-95 un 15% de la población murió y otros tantos abandonaron sus hogares para escapar de la barbarie. Posteriormente la villa acogió a otros refugiados de otros pueblos, siendo actualmente casi exclusivamente bosniaca
Para llegar hasta Blagaj se puede hacer fácilmente y en apenas 15 minutos desde Móstar, desde donde se puede conducir los 13 kilómetros que separan a ambas poblaciones. Si lo tuyo no es manejar un automóvil, entonces tienes la opción del autobús que posee varias frecuencias al día desde las 6h. hasta las 22h. Como ves, es fácil llegar hasta Blagaj, incluso la localidad cuenta con varios hoteles, por si decides quedarte más de una jornada. Nosotros te vamos a proponer la siguiente guía en la que te contamos qué ver en Blagaj en 1 día.
Dia 1: la ruta se comenzaría visitando la propia villa de Blagaj, empezando por los tres templos religiosos con que cuenta: la católica Crkva Presvetog Trojstva o iglesia de la Santísima Trinidad, la ortodoxa crkva Sv. Vasilija Ostroškog i Tvrdoškog y la musulmana Sultan Sulejmanova džamija o mezquita del Emperador. Frente a ésta última se sitúa el el Emlékpark, Monumento a las víctimas bosniacas de la guerra 1992-1995.
Ahora tomamos el camino que lleva hasta el tekke y el nacimiento del río, durante el cual se podrá ver sitios interesantes: unos 400 metros antes de llegar, a la derecha se accede a Kuća Velagića, la más conocida de las residencias otomanas y, algo más arriba, el Blagaj vodenica, uno de los molinos otomanos que todavía se conservan sobre el río. El camino hacia la fuente está plagado de tiendas de souvenirs.
De esta manera llegaremos a Vrelo Bune, es decir, el nacimiento del río Buna, espléndida estampa de Blagaj que dejará con la boca abierta a los viajeros más experimentados. Aquí se podrá tomar una pequeña barca para poder ver el interior de la cueva donde nace el manantial del río y recorrer el interior del tekke de Blagaj, el más famosos de los Balcanes. Tras terminar la visita se puede almorzar en algunas de las terrazas con vistas al río, tras lo cual se podrá ir a la fortaleza de Stjepan grad (acceso libre), situada en lo más alto de la montaña, a 310 metros.
Para ello se puede tomar el automóvil o andar algo más de 30 minutos. Si decides ir en automóvil, debes saber que parte de a carretera es de tierra, al igual que el parking situado a los pies de la colina del castillo, desde el cual parten dos senderos: uno con una fuerte inclinación que conduce durante 300 metros a la fortaleza, y otro con una suave pendiente en zigzag que lo hace durante 900 metros.
Llegamos a Blagaj en coche, una opción más que recomendable si, como nosotros, decides hacer una ruta por Bosnia y Herzegovina. Una vez en la villa no tendrás problemas para aparcar, pero la cosa cambia si quieres hacerlo en las inmediaciones del nacimiento del río Buna, donde tendrás que pagar. Pero quizás eres de lo que gusta ir en transporte público, entonces no debes preocuparte, existen varias líneas que unen Blagaj con las principales ciudades del país, como es el caso de Móstar, desde donde parten varias líneas de autobuses varias veces al día debido a su proximidad. Concretamente el autobús número 11 de Spanski Trg en Móstar te llevará directamente a Blagaj
La villa del Blagaj nos pareció muy tranquila, algo normal si pensamos que los turistas se dirigen al lugar más famoso de la zona: su tekke y el nacimiento del río Buna. En la villa lo que más nos ha gustado ha sido el Emlékpark, el monumento a las víctimas bosniacas de la guerra 1992-1995, el resto de la ciudad carece de interés.
Todo lo contrario que la zona del Vrelo Bune, es decir, el nacimiento del río. Nos ha enamorado ese rincón de Blagaj, incluso podemos decir que se nota una energía diferente provocado por la postal del tekke situado junto a la gruta pequeña donde afloran las aguas del Buna que hace de ese lugar un sitio mágico. Además, tenemos que decir que fue la primera vez que visitamos el interior de un “convento” sufí, lo que hace aún más especial nuestra visita.
El otro atractivo es la fortaleza de Stjepan grad, de acceso libre que, a pesar de haber sido reformada, atrae a unos pocos turistas debido a su acceso difícil. Lo primero que hay que hacer es, si vas en coche, llegar hasta el parking de tierra, situado en el lado contrario a la fuente, para lo cual tendrás que descaminar lo andado y posteriormente dirigirte hacia el norte y después hacia el este, también a través de un camino de tierra. Una vez aparcado el coche, delante se abren dos senderos: uno con una fuerte inclinación que conduce durante 300 metros a la fortaleza, y otro con una suave pendiente en zigzag que lo hace durante 900 metros. También es posible hacer el camino andando, pero si vas en verano, no lo aconsejamos para nada.
Tampoco recomendamos andar fuera de los caminos marcados, puesto que aún existen cientos de minas antipersonas colocadas durante la guerra de los años 90 del siglo XX. Insistimos también que no hay que tener miedo, sólo sentido común, ya que poco a poco el país se está desminando y llegará un día en que todo aquello sea sólo un desagradable recuerdo del pasado. Actualmente, las zonas turísticas del país, como Blagaj, están libres de minas.
En cuanto al aspecto gastronómico, en Blagaj es tradicional comprar productos caseros como mermelada de higo, jugo de granada y otros productos hechos por los propios lugareños. Para comer, es ideal hacerlo en alguno de los restaurantes situados a la ribera del río, bellamente decorados, unidos por puentes con la otra orilla. En ellos se sirven una gran variedad de platos como pescado, especialmente trucha fresca del río o variedades de carnes, todo ello a muy buen precio.
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