Esta pequeña escultura es otro de los atractivos de la ciudad, y más que eso, es todo un símbolo por todos conocido: está situado en el centro de Bruselas, en la esquina de la rue l´Etuve/ Stroofstraat con la rue Chêne/ Eikstraat. A mediados del siglo XV ya había una estatua de piedra similar, pero fue robada en varias ocasiones, hasta que finalmente se perdió. Los habitantes de la ciudad quedaron consternados, y las autoridades decidieron hacer una copia de la obra perdida y ha permanecido en el mismo lugar hasta nuestros días, a pesar de la odisea que ha vivido.
Por tanto, esta fuente renacentista de bronce fue construida en el año 1619 por Duquesnoy padre, que la situó en un principio sobre una columna tallada por Raessens y que fue sustituida por el actual nicho en 1770.
Durante los bombardeos a la ciudad por parte del ejército del rey de Francia Luis XIV en agosto de 1695, los bruselenses protegieron la estatuilla. Por eso, una vez vuelto a poner en su lugar se le añadió un salmo escrito en latín: "In petra exaltavit me, et nunc exaltavi caput meum super inimicos meos", cuya traducción sería: “en piedra el Señor me levantó, y ahora elevo mi cabeza sobre mis enemigos”.
La estatuilla ha sufrido a lo largo de los siglos numerosos actos vandálicos, como en 1745 cuando algunos soldados ingleses lo robaron por primera vez, o cuando, dos años más tarde, un ganadero francés volvió a robarlo para desesperación de los bruselenses. Finalmente, y debido a la última sustracción de la estatuilla en los años 60 del siglo XX, recuperada posteriormente, se decidió colocar en este lugar una réplica y poner a buen recaudo al Manneken-Pis original, exhibiéndose en el Musée de la Ville de Bruselas, junto a una copia en bronce dorado del siglo XVII.
Existen varias leyendas sobre el monumento, la más famosa es la que cuenta que en 1142 las tropas pusieron al duque Godofredo III de Lovaina, que por aquel entonces contaba con dos años de edad, dentro de una cesta colgada de un árbol, mientras ellos batallaban contra las tropas de los Berthout. Sucedió que el infante orinó desde su posición al ejército enemigo que finalmente fue derrotado.
Otra de las leyendas que es contada, sobre todo a los turistas, es la historia de un rico comerciante que, durante una visita a la ciudad con su familia, perdió a su hijo pequeño. El comerciante comenzó a buscar a su hijo con la ayuda de los locales, que pusieron todo su empeño. Finalmente fue encontrado orinando en un pequeño jardín. El comerciante como muestra de gratitud a los bruselenses ayudó a la construcción de esta fuente.
La tradición de ponerle trajes, hay que buscarla en mayo de 1698 cuando el príncipe-elector Maximiliano-Emanuel de Baviera, gobernador general de los Países Bajos Españoles, le regala al Manneken-Pis su primer traje en color "azul de Baviera", desde ese momento ha recibido más de 800 trajes (y sigue aumentando) que se exponen en el Museo de la Ciudad de Bruselas, situado en la Casa del Rey en la Grand Place.
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