BATH

BAÑOS ROMANOS DE BATH


La entrada a los Baños Romanos se realiza a través de un magnífico edificio en estilo victoriano (1). La venta de tickets se realiza en una bonita sala de recepción cuyo techo está decorado con imágenes de las cuatro estaciones y coronado por una elegante cúpula. Una vez adquiridas las entradas y después de haber tomado la útil audio-guía sin coste adicional, nos disponemos a entrar a la terraza.

La terraza se construyó para poder observar el Great Bath o Gran Baño, que equivale a menos de una cuarta parte del sitio arqueológico en su conjunto que se extiende bajos las calles y edificios. Las termas no fueron descubierta y explotadas hasta finales del siglo XIX, aunque ya se habían descubiertos restos de un templo en el siglo XVIII, quedando patente su importancia desde entonces.

Y es que estas termas romanas forman parte de un complejo mayor cuya monumentalidad lo convierte en el más importante de todo Reino Unido. Aunque se comenzaron a construir en el siglo I d.C, a lo largo de los siglos sufrió diversas ampliaciones y reformas, siendo la última de ellas en el siglo V. El agua caliente que abastece los baños surgen de una fuente termal en la que brota a una temperatura de 46,5ºC, con un caudal de 1.250.000 litros al día.

Nos llama la atención que los baños se extiendan por debajo del nivel del suelo actual, esto es debido a que, una vez los romanos abandonaron estas tierras, se fueron levantando edificios sobre las ruinas, quedando aquellas en el olvido, gracias a que el nivel del suelo se fue elevando poco a poco.

La terraza (2) se encuentra flaqueada por diferentes estatuas de emperadores y líderes militares romanos. A pesar de su aspecto antiguo, están datadas en el 1894, cuando se tallaron y colocaron aquí para darle al recinto un aire más romano para la inauguración y apertura de los baños en el año 1897.

Así, y por orden, podemos ver las imágenes de Julio César (que invadió Gran Bretaña en dos ocasiones sin resultados: 55 y 54 a.C.), el emperador Claudio (que invadió las islas británicas con mejores resultados en el año 43 d.C.), el emperador Vespasiano (conquistó el suroeste de Britania), los gobernantes Ostorius Scapula, Suetonius Paulinus y Julius Africola; en la esquina se encuentra la Cabeza de Roma que simboliza el espíritu de Roma.

A continuación encontramos al emperador Adriano (constructor de murallas, y quien pudo haber estado en estas termas) y finalmente el emperador Constantino el Grande. Desde esta terraza también obtenemos una panorámica muy bonita del exterior de Abbey Church y su torre que curiosamente quedan en armonía con el entorno que nos rodea.

Entramos de nuevo al interior y encontramos un interesante mapa con el que nos haremos una idea de la magnitud del complejo existente y de las partes desaparecidas. De esta forma llegamos al Sacred Spring (3) o Manantial Sagrado, corazón espiritual de estas termas en las que los humanos se comunicaban con los dioses, y alrededor del cual fue creciendo todo el complejo. Por cierto este estanque lo veremos a lo largo de la visita en diferentes ángulos.

Aquí podemos ver el agua burbujeante (producido por los gases) elevarse desde el interior de la tierra a una temperatura de 46ºC y a un ritmo de 1,17 millones de litros al día. Los romanos no entendían bien este fenómeno natural por lo que creyeron que era obra de los dioses. Por ello se construyó un gran templo al lado de este manantial que fue dedicado a la diosa Sulis Minerva, una deidad que tenía el poder de curar. Aquí nadie se bañaba, a diferencia del resto de salas del complejo, ya que este era un dominio exclusivo de la diosa.

En la actualidad existe una respuesta científica a ese fenómeno: es probable que el agua que vemos en esta fuente cayera en forma de lluvia hace diez mil años en las cercanas colinas de Mendid. Ésta se filtró a través de las capas porosas de la piedra caliza hasta llegar a una profundidad de entre 2700 y 4300 metros, donde el calor natural del planeta se eleva entre los 64 y 96ºC. El agua caliente, bajo la presión del calor, vuelve a fluir a la superficie a lo largo de las fisuras y una falla en la corteza terrestre, la conocida como falla Pennyquick, situada justo debajo de la ciudad.

Los ingenieros romanos construyeron alrededor del manantial una cámara de piedra de forma irregular y forrada con plomo. Para asegurar una base estable introdujeron pilotes de roble en el barro. En un principio el embalse estaba formado por una piscina abierta en la esquina del patio del templo, pero en el siglo II d.C. se levantó un edificio con bóvedas de cañón y columnas, colocando unas bases cuadradas en el interior del propio manatial donde se colocarían estatuas de la diosa que parecerían andar sobre las aguas. De esta forma la estancia se quedaba con poca luz, cálida y húmeda y, junto con el vapor de agua que había en el ambiente, se consiguió cubrirla con un aura misterioso.

El Manantial Sagrado era, durante todo el período romano, el lugar donde los creyentes arrojaban sus ofrendas una vez la diosa Sulis le concedían sus deseos. Con el abandono de las termas y el paso de los años, el techo abovedado se desplomó sobre la propia fuente. Aunque no se sabe a ciencia cierta cuando ocurrió, se calcula que fue en el siglo VI o VII. Es reseñable, que los pilotes de roble hundidos en el barro, siguen realizando su función hoy en día, dándole una base estable a la fuente romana. El King’s Bath fue construido en el siglo XII utilizando las paredes inferiores del Manantial Sagrado como cimientos.

Como vemos en la mancha marrón de la pared, el nivel del agua era más alto entonces. La popularidad de estas aguas termales volvieron a resurgir en el siglo XVII, de esa épocas son las anillas de la pared (utilizados como sujeción para los bañistas). El baño se encuentra dominado por la escultura del rey Bladud, el mítico descubridor de las aguas termales y fundador de la ciudad de Bath, colocada aquí en el año 1699, incluso antes. A pesar de que la zona del manantial se vio modificado e invadido por la construcción del Pump Room durante el siglo XVIII y el desarrolo del siglo XIX, el King’s Bath se siguió utilizando para el uso de baños curativos hasta mediados del siglo XX.

Nos adentramos ya en el espacio museístico subterráneo situado junto a las excavaciones más recientes, en el que veremos los objetos encontrado en esta zona. Comenzamos el recorrido con una explicación de cómo eran los baños en el siglo I de nuestra era, poco después de ser construidas.

Y es que las termas permanecieron activas durante alrededor de 400 años, durante los cuales el recinto experimentó numerosos cambios, como veremos después. Aquí, entre otras piezas, podemos ver una piedra perteneciente a un monumento de las termas, en ella hay una inscripción que hace alusión al emperador Vespasiano. Este trozo de piedra es el testigo más antiguo de los baños romanos, y gracias a ella podemos saber que ya estaban en pleno funcionamiento en el año 76 d.C.

Cuando los romanos llegaron a la zona se encontraron con una tribu local llamado Dobuni. Éstos ya usaban monedas, como las que se exponen aquí. En una de ellas podemos ver el dibujo de un barco, prueba inequívoca de que los Dobuni ya comerciaban con el resto de Europa. Es por ello que los romanos ya conocían sobre muchos aspectos de Britania en cuanto a las diferentes tribus y a los recursos naturales con que contaba.

En la siguiente maqueta se muestra el complejo de las termas en el siglo IV, momento en que los romanos terminaron su construcción. En ella se aprecian los evidentes cambios y ampliaciones en comparación con los baños del siglo I vistos anteriormente. El complejo tenía un tamaño mayor que el de un campo de fútbol, con unas dimensiones impresionantes. En él vemos la cúpula que cubría el Great Bath o Gran Baño rodeado de habitaciones con diferentes servicios e instalaciones. También vemos el templo elevado sobre una plataforma y una construcción redonda, el único de este tipo que se conoce en Gran Bretaña, de un Tholos.

Y llegamos hasta una de las piezas más destacadas y bellas de la Britania romana: el frontón del antiguo templo (4) de Sulis Minerva que en su día se levantaba en el recinto de las termas y al que peregrinaban muchísimas personas desde muy lejos. Se trata de una obra en la que se fusiona la cultura celta y romana ya que fue realizado por artesanos celtas originarios de la Galia, quienes le añadieron diferentes símbolos de la religión romana.

Se descubrió en 1790 y desde entonces ha fascinado a arqueólogos por su iconografía y diseño, el cual se encuentra dominado por un gran círculo en cuyo centro podemos ver la cabeza de un hombre con el pelo y la barba agitados. Esa cabeza se ha identificado como una gorgona, en clara referencia al mito griego de la Gorgona, a quien Perseo consigue matar con la ayuda de Atenea (diosa cuya equivalente romana es Minerva). Las características serpientes que aparecen en los cabello de aquella, también han contribuido a reforzar esa idea.

Pero todo ello contrasta fuertemente con el hecho de que no se trate de una cabeza femenina, que sus cejas se encuentren ceñidas y posea un prominente bigote. Por tanto es posible que efectivamente la cabeza haga referencia a la Gorgona pero también al gran dios del agua, Neptuno. Incluso es fácil imaginarse esa cara introducida en una bañera de agua en la que los cabellos, bigote y barba bailarían al son del líquido.

Además, el frontón presenta otros elementos de interés, como el búho situado en la esquina inferior derecha de la cabeza, en su parte inferior derecha la esfera representa un astrolabio, mientras que en su esquina inferior izquierda aparece un casco rematado por la cabeza de un delfín, todos ellos símbolos de la diosa Minerva. El escudo circular está sostenido por Victorias aladas. Mediante una animación proyectada sobre el mismo frontón triangular, se puede apreciar cómo se habría visto en la época romana.

Hay que destacar que se encontraba a 15 metros de altura, estando soportado por 4 grandes columnas estriadas, como la que podemos ver aquí. Se tratan de los únicos restos que se conservan de dicho templo. El edificio se situaba encima de un podio escalonado de más de dos metros de alto. En su interior se encontraba la estatua de la diosa. Fue lugar de culto hasta finales del siglo IV, cuando el cristianismo cobró fuerza y en el año 391 el emperador Teodosio ordenó el cierre de todos los templos paganos. Así cayó en un estado de abandono y deterioro, derrumbándose finalmente.

Llegamos a la zona dedicada a todas las facetas de las personas que vivían y trabajaban en la ciudad de Aquae Sulis (5) y a aquellos peregrinos que visitaron el complejo termal buscando una cura para sus males. Entre muchas piezas de excelente calidad y relevancia, vamos a destacar algunas. Como por ejemplo una talla que representa la máscara teatral romana usada por los actores. Se cree que podría haber decorado una tumba, incluso se piensa en la existencia de un teatro cerca del templo del complejo termal.

Otra escultura, esta vez la cabeza de gran tamaño de una mujer, podría haber estado colocada en una tumba de alguna ciudadana rica de Aquae Sulis. Fue encontrada en Walcot, a unos 3 kilómetros del centro de Bath. Se sabe que es de un personaje rico por el tamaño de la escultura y porque presenta un elaborado peinado según los cánones de la moda del siglo I, consistentes en rizos en la parte delantera de la cabeza y una diadema de cabellos trenzados en un moño en la zona posterior. Por ello esta mujer pertenecía a la clase social más rica de la ciudad, contando con peluqueros cualificados y varios esclavos.

En una vitrina se expone los restos de un hombre que, según los datos obtenidos del ADN y el de los isótopos, proviene del Mediterráneo oriental, posiblemente de Siria. Se sabe que hasta aquí llegaban personas desde muy lejos gracias a los objetos que se han encontrado, pero estos restos humanos son especialmente importante porque constituye una prueba innegable de un hombre que vino desde muy lejos. En la parte inferior de la vitrina podemos ver el féretro de plomo (o más bien el forro de plomo de un ataúd de madera, la cual desapareció) que estaba ocupado por los restos de este hombre.

Gracias al esqueleto, se sabe que era un hombre que en el momento de su muerte contaba como mínimo con 45 años por el desgaste de sus huesos y que era de posición social acomodada por las caries encontradas en su dentadura. De igual manera se ha conseguido realizar una reconstrucción de su cráneo. Lo que no se puede saber es qué hacía en Aquae Sulis, sólo se pueden realizar conjeturas de su viaje hasta aquí, como que era un mercader que vino a vender su mercancía o que era un viajero rico que estaba recorriendo el Imperio y acabó en esta ciudad. Es importante señalar que sus restos también dejan constancia del cambio en los rituales funerarios, puesto que lo normal era cremar a los difuntos y depositarlos en vasijas. A partir del siglo II y sobre todo del siglo III se comenzó a enterrar los cuerpos intactos en ataudes bajo la tierra.

En cuanto a las partes de las casas, se conserva en este museo un mosaico, de 1,70 por 1,51 metros, en el que se representan, sobre fondo blanco, a dos criaturas marinas míticas nadando junto a pez, probablemente un delfín. Esas bestias marinas reciben el nombre de Hipocampo y, según la mitología griega, son animales cuya parte superior tiene la forma de un caballo y la inferior, desde el pecho, la forma de cola de un pez. Las representaciones están compuestas por piezas de colores azul, rojo y marrón de piedra y azulejos, conocido como teselas. Este mosaico se encontró en el año 1859 en el centro de la ciudad de Bath.

En cuanto al aspecto religioso, en este museo se exponen una gran gama de lápidas, altares, objetos, etc..., como el altar de piedra que un hombre llamado Peregrinus levantó en el patio del templo. Este viajero era originario de Augusta Treverorum, la actual ciudad alemana de Trier. A pesar de que Sulis Minerva era la principal deidad, también se veneraban a otros dioses, como Peregrinus que dedicó su altar a los dioses de su ciudad natal Lucetio Marte y Nemetona en cumplimiento de una promesa.

Podemos ver también tablillas de maldición que son unas láminas de metal en el que se escribía un mensaje a la diosa Sulis para maldecir a personas que habían hecho algo indebido. Por ejemplo, si a un ciudadano le robaban sus ropas mientras estaba en los baños, escribía una maldición y la arrojaría en el Manantial Sagrado para que la diosa tomara medidas contra el infractor. Otra pieza curiosa, aunque a primera vista pudieran ser seres de otros planetas, es la que representa a las Tres Diosas Madres, quienes eran adoradas en todas las tierras celtas del Imperio occidental, recibiendo a veces nombres locales.

Otra pieza muy interesante es una máscara ceremonial romano-celta, consistente en la representación de una cara mediante una lámina de estaño. Las ranuras verticales emulan el cabello, mientras que los ojos lo constituyen unos zócalos que probablemente contenían inserciones de cristal o piedra. La nariz y la boca están moldeadas en relieve, las orejas se sitúan en el borde de la lámina. En los extremos podemos ver seis agujeros realizado por clavos (dos en la superior y dos a cada lado), lo que indica que una vez estuvo conectado a algo. No se sabe la utilidad que tuvo, quizás fuera un objeto de los sacerdotes del templo de Sulis Minerva o del Manantial Sagrado. Se encontró en el año 1878 en un desagüe romano.

Nos topamos ahora con la reconstrucción incompleta de uno de los edificios del recinto del templo. En él vemos decoraciones consistentes en cupidos sosteniendo ramos de flores, maíz, fruta y alusiones a las cuatro estaciones. No se conoce cual pudo haber sido su función, sólo se sabe que fue pintado y decorado por un benefactor, gracias a una inscripción. Es probable que su desempeño estuviera ligado al del templo principal, sea como fuere, un altar y una inscripción encontrada en el patio hace referencia al culto de Esculapio, el dios de la curación.

En la pared de la derecha podemos ver los restos de un bonito frontón que pertenece al mismo edificio y podría haber estado situado en su parte superior. Representa a Luna, la diosa lunar, cuya cabeza está rodeada por la luna llena como si fuera un halo. Quizás el edificio servía para albergar durante las noches a los peregrinos o enfermos, y por ello Luna los protegería cuando descansaban, mientras esperaban una cura divina. Se piensa que este templo se levantaría justo enfrente del edificio que albergaba el Manantial Sagrado el cual tendría en su frontón la talla de Sol, el dios solar.

Ahora vemos uno de los objetos más notables de la Britania romana, la cabeza de bronce dorado que formaba parte de una estatua de Sulis Minerva. Originariamente llevaría un casco corintio como símbolo de sus hazañas bélicas. Este tipo de esculturas doradas son muy inusuales, se encontró en 1727 durante unas obras en la calle, a pocos metros de los Baños Romanos. En su tiempo estaría situada en el interior del templo (6) de la diosa, donde sólo podían acceder los sacerdotes y el personal del templo quienes se encargaban de mantener constantemente encendida la antorcha situada junto a ella.

Muchos objetos fueron arrojados al Manantial Sagrado como ofrendas (7) para la diosa. Además de tablillas de maldiciones, se han encontrado una amplia gama de piezas, como objetos personales, joyas y platos del templo. Pero además de piezas, también se lanzaba dinero, en el manantial se han encontrado más de doce mil monedas romanas, que constituye el mayor depósito votivo de Gran Bretaña.

Entre esas piezas se encuentran objetos utilizados que posiblemente se han utilizado en el templo de Sulis Minerva, como un candelabro con forma de ciervo al que le faltan las astas, platos, cuencos de unción, etc. En el otro extremo, en las piezas personales, vemos pulseras, pendientes, anillo, etc... Nos llama la atención un broche, que se cree fue fabricado en el siglo IV en Irlanda, en cuyo esmalte presenta un patrón de peces y aves. Fue utilizado por hombres y mujeres para sujetar la ropa.

Y llegamos a lo que puede considerarse el corazón hidráulico del recinto termal, aquí podemos deleitarnos con la ingeniería romana que hizo posible el buen funcionamiento de los baños. La fontanería romana y el sistema de drenaje (8) todavía se mantienen en gran parte. Así podemos ver un rebosadero construido en la pared de la alberca que los romanos construyeron alrededor del Manantial Sagrado. Tenía la función de desechar el exceso de agua del manantial que no se utilizaba en los baños.

Es apreciable el curso del agua atravesando nuestros pies desde el rebosadero al desagüe principal, gracias al suelo de cristal. En un lado se encuentra una vitrina donde se exponen dos sistemas de compuertas de broce de diferentes tamaños y utilizados por el personal de los baños para vaciarlos o llenarlos. El marco de mayor tamaño todavía se encuentra en su posición original a pocos metros de este escaparate.

En el extremo opuesto del rebosadero vemos el desagüe principal, en el que podemos comprobar la cuidadosa técnica de los trabajos romanos y el gran esfuerzo para la construcción de las termas. Este canal lleva todo el agua desde aquí al río Avon, a través de un recorrido de cuatrocientos metros de distancia.

Volvemos a salir al exterior y visitamos a pie de pista el Great Bath (9) o Gran Baño que antes habíamos visto desde la terraza. Lo constituye una gran piscina de agua caliente de 27 por 13 metros, bordeada por 45 planchas rectangulares de plomo de varios centímetros de espesor cuyos filos están herméticamente sellados. Su profundidad es de 1,6 metros, lo que la hace ideal para nadar. La temperatura del agua se mantiene a una temperatura constante, aproximadamente a unos 35ºC. Desde cualquier punto de la piscina era posible introducirse en el agua gracias a sus 4 escalones.

En su día era una sala cubierta por una enorme bóveda de cañón de cemento y losetas que se elevó a 40 metros. A través de diferentes ventanales situados en lo más alto entraba la luz del sol directamente. Aunque en la actualidad el agua se vea de color verdoso debido a la estimulación del crecimiento de algas por la luz solar, en época romana no ocurría al permanecer cubierta. A buen seguro los visitantes que lo veían por primera vez se quedaban muy sorprendidos porque seguramente serían los baños más amplios y más altos que habrían visto en su vida.

Quedan restos de ese grandioso tejado: en un extremo de la gran piscina vemos un arco que formaba parte de la pared final, mostrando la curvatura de una ventana. Justo debajo se encuentra un fragmento más pequeño que formaba parte del propio tejado. En este último podemos comprobar el modus operandi de los romanos que combinaban losetas y ladrillo hueco para reducir el peso de la bóveda y proporcionar aislamiento.

Otros restos que muestran el ingenio arquitectónico de sus constructores que debían llevar el agua por todo el complejo, lo encontramos en la parte noreste de la piscina, donde vemos la canalización del agua que mediante un determinado sistema la recogía de la superficie del manantial que es la que estaba libre de fango y lodo. Pero había también una tubería de plomo que se puede ver en un canal abierto en la misma piedra que llevaba el agua directamente desde el Manantial hasta el baño semi-circular en el otro extremo del Great Bath, además de alimentar una fuente a mitad de camino. Las tuberías tienen la solidez suficiente para transportar el agua con presión.

Por otro lado el pavimento que pisamos es el original, está compuesto por bloques de piedra local dispuestos de tal manera que crean una superficie lisa. Se trata del primer enlosado, puesto que existen huellas de otra capa de pavimento colocado encima, seguramente por el desgaste del primero. A lo largo de la pared existen unas cámaras con bancos donde los romanos tomaban asiento. Así pues los baños serían un lugar de reunión, encuentros, charlas y de descanso. Con el gran espacio y el enorme tejado, debieron ser un lugar con eco, con gente nadando y mucho ruido. Pero además el complejo también acogería un centro religioso.

Hay que tener en cuenta que la mayoría de termas romanas no disponían de piscinas grandes de agua caliente porque era necesario calentarla expresamente y eso era muy costoso, por eso sólo disponían de pequeñas piletas de inmersión. Por poner un ejemplo en el centro de Roma había alrededor de 800 baños pero ninguna habría tenido una piscina con las dimensiones de ésta, excluyendo claro está, a las Termas Imperiales de Roma, ya que se podían permitir calentar agua a semejante escala.

A ambos extremos del Gran Baño, al este y al oeste, se abrían salas de tratamientos con agua caliente y baños más pequeños. Los baños orientales (10) poseen una secuencia de estancias con calefacción, piscina y vestuarios. Cuando las personas entraban en los baños primero se dirigían al apodyterium, lugar donde se desnudaban, posteriormente pasaban al tepidarium, sala templada para aclimatar el cuerpo al calor interior de las termas, posteriormente se pasaba al caldarium, la zona más caliente de los baños.

Los baños occidentales también contenían una serie de baños de vapor y piletas de agua fría. El hecho de que tanto los baños del este como los del oeste testen perfectamente equipados, nos hace pensar que pudieron ser utilizados simultáneamente por hombres y mujeres, manteniéndose separados en cada uno de esos baños. Por otro lado, recorriéndolos nos hacemos una idea, no sólo del funcionamiento del complejo, sino también de cómo se conectaban los diferentes espacios entre sí. Así vemos un pasillo, desde ambos extremos, que conecta el Great Bath con la zona oeste de los baños.

Lo primero que encontramos en los baños del oeste (11) es el frigidarium, el baño frío, con una piscina circular, la cual tenía una profundidad de aproximadamente 1,5 metros. Probablemente el agua era traída de fuentes frías naturales que se encontraban en un nivel más elevado en la colina. Aquí se introducían las personas sudorosas y sofocadas que procedían del baño de vapor de al lado. En las paredes se proyecta una película de bañistas masculinos a tamaño natural que se mueven alrededor del baño.

Como decimos, en la sala de vapor de al lado, se puede apreciar el sistema de hipocausto que consiste en elevar el suelo mediante unas losetas entre las que circulaba el aire caliente, así la estancia se mantenía cálida y acogedora. Este sistema tenía otra una cara, puesto que cada cierto tiempo los esclavos debían deslizarse entre los espacios que hay entre los pilares de losetas para limpiarlo de hollín.

Cerca encontramos una piscina en perfecto estado de conservación, uno de los últimos hallazgos de las excavaciones. Haber recorridos los restos del complejo nos ha servido para damos cuenta de que es mucho más grande de lo que a primera vista parece desde el exterior. Y no es para menos, los baños se extienden por debajo de la ciudad moderna. Pero esto no queda aquí, a lo largo de los próximos años se seguirán excavando y abriendo nuevos recintos a los visitantes, además de presentar nuevas piezas.

No podemos marcharnos de este gran complejo termal sin antes haber probado su agua. Al final de la visita, antes de devolver las audioguías, se nos presenta la oportunidad de beberla y saborearla, mediante una fuente de donde sale el preciado líquido una vez está tratado para el consumo humano. Su sabor es fuerte debido a que contiene un total 43 minerales y 7 oligoelementos.

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