El origen del museo hay que buscarlo en el año 1885 cuando el futuro Príncipe Alberto I planea la creación de un laboratorio de biología marina tras conocerse los resultados de sus investigaciones oceanográficas en expediciones alrededor del mundo, las cuales fueron dirigidas por el zoólogo Alphonse Milne-Edwards. Aquella idea se vio consolidada tras la Exposición Universal de Paris de 1889 por el gran interés que despertó al público sus colecciones científicas. Así, el 25 de abril de 1899 se colocó la primera piedra del museo, cuyos planos fueron hechos por el arquitecto francés Paul Delefortrie.
La construcción del edificio supuso diferentes problemas técnicos debido a su elevación en una escarpada pared rocosa, a más de ochenta y cinco metros de altura desde el nivel y al deseo del Príncipe de preservar en su integridad los circundantes Jardins Saint-Martin. Por ello, este espectacular palacio neobarroco de 100 metros de largo, se aferra al acantilado de la Roca de Mónaco. Fue construido principalmente con piedras blancas de La Turbie, aunque también se utilizó la caliza italiana de Brescia para elementos armamentísticos como las columnas de la fachada o la escalera monumental del interior. Los dos grupos alegóricos de la fachada principal, "Le Secours" y "Le Progrès en auxilio de la Humanidad", fueron esculpidos por Gustave Dussart e inaugurados el 25 de febrero de 1903.
En ese mismo año llegaron los primeros peces e invertebrados que se mantuvieron en tanques de cemento armado. Desde el año 1905, tuvo lugar en las grandes salas del museo, durante sus etapas constructivas, experimentos aerodinámicos. Es aquí donde se produce el primer vuelo en helicóptero de la historia por iniciativa de Alberto I y el ingeniero francés Maurice Léger: la aeronave estaba propulsada por dos hélices coaxiales 6,25 m de diámetros superpuesta. Aquel vuelo duró unos quince segundos con un hombre que pesaba unos 74 kilos, a pesar de lo cual, como el artefacto se encontraba en tierra y no llevaba motor, los historiadores han pasado por alto el evento.
El museo, dedicado al mar Mediterráneo y a la oceanografía y cuya intención es la de difundir nuevos conocimientos sobre el mar y la riqueza de su biodiversidad, es inaugurado el 29 de marzo de 1910. Uno de los directores del museo más conocidos a nivel mundial fue Jacques-Yves Cousteau, quien fue elegido para ese cargo en 1957. Actualmente reúne una colección de alrededor de seis mil dejemplares de peces y trescientas familias de invertebrados, repartidos en un espacio expositivo de más de seis mil metros cuadrados.
Antes de acceder al interior del museo, merece la pena detenerse un momento para ver el submarino biplaza amarillo Anorep I construido en 1966. Al contrario de lo que muchos piensan, este submarino biplaza nada tiene que ver con la canción de los Beatles. Su importancia radica en que fue el primer sumergible utilizado por el mítico Jacques Cousteau que, como ya sabemos, fue director de este museo Oceanográfico. Este artefacto tiene un peso total de 2700 kilos, con un espacio de carga de 200 kilos, llegando a una profundidad máxima de 100 metros. Su motor de 3,5 cv llega a una velocidad de dos nudos.
Además de la difusión del conocimiento marino, el museo también juega un papel importante en la conservación y reproducción de especies en peligro, como peces payasos, caballitos de mar, apogón de Banggai, etc., y la protección y gestión sostenible de los entornos naturales. Su interior cuenta con cuatro entornos de acuario, en los que se recrean diferentes ecosistemas: La laguna de los tiburones, mar Mediterráneo, mares Tropicales y arrecifes de coral.
El acuario más grande del museo es el de la Laguna de tiburones que cuenta con una capacidad para 450.000 litros de agua de mar y una profundidad de 6 metros (el grosor del cristal es de 30 centímetros), albergando tiburones, morenas, rayas, tortugas, etc. Frente a él se sitúa el acuario del arrecife de coral, el cual se piensa a menudo que es una planta, aunque se trate en verdad de una especie animal. Algunos tipos de coral pueden ser fluorescentes debido a la proteína capaz de transformar la luz azul y reemitirla en otro color.
El acuario dedicado al mar Mediterráneo ocupa un lugar especial en el museo. Este mar albergar el 7,5 % de la fauna mundial y el 18% de la flora y en este museo veremos 100 de las 650 especies conocidas de peces y más de doscientos especies de invertebrados. Por su parte en el acuario dedicado a los mares Tropicales comprobaremos la vida tan exuberante que puebla este tipo de hábitats debido, entre otros aspectos, a la complementariedad entre las especies que conviven al ayudarse, protegerse, desparasitarse o alimentarse.
Menos conocido, pero también importante, es su colección de objetos históricos, de arte y artesanía relacionados con el mar, cuyas piezas permiten descubrir y observar el mar, creando una interesante asociación entre el arte y la ciencia. Bajo esa premisa de unir el arte y la ciencia, también tienen lugar exposiciones artísticas fruto de la colaboración entre este museo y el Nouveau Musée National de Monaco, gracias a lo cual, además, a lo largo del año tienen lugar conferencias, seminarios internacionales y campañas de sensibilización.
Así, además del acuario, el museo cuenta con tres espacios museísticos: Mónaco y el Océano, Oceanomanía e Inmersión. En el primer espacio se profundiza más sobre el compromiso de los Príncipes de Mónaco con el conocimiento y protección del océano, sobre todo con Alberto I, apodado el Príncipe de los Mares, Rainiero III y Alberto II. Por su parte en la sección “Oceanomanía” descubriremos qué es y qué contiene un gabinete de curiosidad, como el del artista estadounidense Mark Dion que levantó un enorme muro (de 18 metros de ancho y 10 de alto) donde los objetos más raros relacionados con el mar cobran protagonismo. Finalmente, en “Inmersión” accedemos a un entorno virtual que reacciona con los movimientos a partir de imágenes reales y donde conoceremos mas sobre las especies más emblemáticas de la Gran Barrera de Coral.
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