Esta pequeña población de la isla de Santorini, también conocida como Pano Meria o Apanomeria, se sitúa en la punta septentrional de la isla y se encuentra encaramada en la ladera de la caldera, a 150 metros sobre el nivel del mar. Cuenta con una calle principal, llamada Marmorikatu, que une ambos extremos a lo largo de la parte superior del acantilado, desde la cual se ramifican otras vías que conforman auténticos pasadizos estrechos.
El terremoto que devastó Santorini en julio de 1956, también se cebó con Oia. Aunque todavía no se ha recuperado de aquella destrucción, la mayoría de sus casas y calles están rehabilitadas y muchos de los edificios acogen en la actualidad multitud de joyerías, boutiques, restaurantes, etc... muy orientado al turismo. A pesar de ello, el encanto de Oia y su ambiente romántico es indiscutible para el viajero.
Las casas presentan un característico color blanco, azul u ocre. Sus calles laberínticas y algunas de ellas con escaleras, proporcionan lugares de ensueño y rincones ocultos que hay que descubrir poco a poco.
En la villa de Oia hay dos tipos de viviendas: las casas cuevas (conocidas como yposkafa) excavadas directamente sobre la roca volcánica del acantilado, y las casas de los capitanes. Aquellas primeras solían ser utilizadas como hogares de las tripulaciones de los barcos, mientras que las casas de los capitanes eran ocupadas por la clase acomodada de los armadores.
Oia, al igual que el resto de poblaciones griegas, cuenta con varias iglesias y ermitas, la principal es la iglesia Panagia Platsani, situada en el centro de la aldea. El templo se construyó originariamente en el borde del precipicio, en el interior del castillo, pero con el devastador terremoto de 1956, fue destruido y, debido a la inestabilidad del suelo, se volvió a construir en el lugar en que lo vemos en la actualidad, en el centro del pueblo. Aunque posee una inscripción que dice que se fundó en 1820, es muy probable que fuera muchísimo tiempo atrás.
En su interior se pueden admirar frescos realizados por artistas locales, efectuados en tres etapas diferentes. Destaca el icono de la Virgen que, según la tradición, fue encontrado en el mar. Según esa historia, un pescador estaba faenando cuando vio en medio del mar una luz parecida a una lámpara de vigilia. Cuando se acercó vio la imagen de la Virgen María, pero al intentar tomarla ésta se distanciaba. El pescador acudió al sacerdote y al resto de habitantes del pueblo quienes, mediante oraciones y súplicas en la orilla, consiguieron que el icono llegara hasta ellos.
Al día siguiente el sacerdote comprobó que la imagen no se encontraba en la iglesia, encontrándola varias horas después en el castillo. La imagen regresó a la iglesia, pero al día siguiente ocurrió la mismo, así una y otra vez, apareciendo siempre en el castillo. Era tal la frecuencia que los habitantes de Oia decidieron construirle una iglesia en el lugar que el icono de la Virgen María había elegido.
Como curiosidad Platsani proviene de las palabras griegas plats, plats que equivales a splash, splash, cuyo sonido hacía el icono en el agua cuando se descubrió. Desde la plaza que precede a la iglesia, además de ser el lugar donde se celebran la Pascua y otros eventos, hay un mirador desde el que se obtienen unas maravillosas vistas a la caldera inundada.
Como pueblo cicládico ortodoxo que es, (aunque también tenga seguidores católicos romanos) cuenta con las pintorescas capillas con cúpulas azules y campanarios blancos, con piedra volcánica recortando las puertas de cada iglesia que salpica el acantilado de la caldera. Ello es debido a que cada capilla fue construida por una familia local (normalmente los padres o las esposas) para orar por el regreso seguro de los miembros marineros de la familia que se embarcaban mar adentro.
Los marineros y los capitanes, por su parte, también levantaron ermitas cuando regresaban después de haber prometido a algún santo su construcción si lograban sobrevivir a determinadas condiciones de mal tiempo u otras situaciones peligrosas para ellos. Aproximadamente Oia y alrededores cuenta con 70 iglesias.
La mayor parte de estas capillas están cerradas al público debido a su carácter privado, exceptuando el día en que se celebra el nombre del Santo al que está dedicado el edificio. En esa jornada la iglesia son limpiadas y adornadas con flores, el sacerdote realiza una ceremonia en su interior y posteriormente la familia propietaria hace una pequeña celebración en el patio que incluye vino y especialidades locales. Este tipo de fiestas se conoce como panigyri.
La estampa más típica y reconocible de Oia es sin duda el grupo de las dos cúpulas azules y el campanario que conforman las iglesias de Agios Spyridonas al frente y Agios Anastasis detrás, en contraste con el azul profundo del mar Egeo al fondo. Desde este lugar no sólo se obtienen bellas imágenes del mar y la caldera, sino también de toda Oia.
También desde aquí podemos ver un islote donde se encuentra la iglesia excavada en la misma roca de Agios Nikolaos Peramataris. Esta capilla fue utilizada por los marineros desde el siglo XVIII, incluso existe una vieja canción sobre san Nicolás en el que se utiliza un vocabulario especial, ya que los marineros y capitanes de Oia sabían hablar muy bien el ruso y el turco por los lazos comerciales que tenían con esos países. Se trata de un dialecto o lengua vernácula de Oia que en la actualidad desgraciadamente se ha perdido, aunque las personas mayores siguen utilizándola.
El asentamiento de Kastro o Apanomeria fue el corazón a partir del cual se comenzaron a desarrollar los diferentes barrios de Oia. Este castillo veneciano fue la residencia de la familia de los D'Argentas y su entorno. También dentro del castillo se encontraban las casas de los señores feudales locales, así como el de los nobles y, evidentemente, donde se almacenaban los productos más importantes.
Si bien el castillo de Skaros fue el centro administrativo de los venecianos, el Kastro de Oia fue el mejor fortificado de la época, particularmente porque debajo de él había tres pequeños puertos protegidos, además de tener un tamaño considerable. Este asentamiento con el paso del tiempo se propagó en dirección de los que posteriormente fue Phanari.
Así, en la parte inferior de la caldera se comenzaron a excavar las casas, dando una imagen miserable o, como el viajero francés Thévenot calificó al Kastro de San Nicolás en el siglo XVII como "un lugar terrible ennegrecido por la lava". Por aquél entonces Oia contaba ya con 300 habitantes. Sin embargo, en 1745, Oia o Epano Meria era un asentamiento fortificado y dinámico. En el borde de los restos del castillo podemos ver la iglesia de Zoodochos Pigi.
En el Kastro tiene lugar cada día un evento, mundialmente famoso, que congrega a muchísima gente, es la puesta de sol. Se trata de todo un ritual que los visitantes de la isla lo llevan a cabo masivamente, sobretodo en Oia. Sin dudas el lugar más popular para tal menester es la zona del Kastro.
Al puerto de Ammoudi se puede llegar en coche a través de una carretera o bajando los 235 escalones a pie o bien a lomos de una mula. En este pequeño puerto podemos ver, además de barcos de pesca, tabernas y restaurantes. Desde aquí parte un camino hacia una zona donde practicar el buceo. Ammoudi era el lugar donde, hace más de dos siglos, se cargaban los barcos comerciales. Entre las exportaciones se encontraba el vino y la piedra pómez, mientras que la porcelana, madera, muebles, perfumes, alimentos, etc.. eran importados.
Completa la visita de Oia el Museo Marítimo dedicado, no puede ser de otra manera ya que fue la principal actividad económica de sus habitantes, a la vida marinera del pueblo. Está situado en una mansión muy elegante que contrasta fuertemente con el esquema arquitectónico del resto de casas, en su interior se exponen instrumentos náuticos, pinturas, documentos, barcos a escala, etc... Desde aquí se pueden ver el contorno de los molinos de viento, otra estampa típica de la población.
Estos molinos del tipo harineros casi coronan la ladera de la caldera. Uno de ellos es actualmente una vivienda y el otro una tienda de suvenires. Junto a los molinos se encuentra la iglesia Agia Ekaterini que destaca por su cúpula marrón claro y algo más allá la iglesia Agii Anargyri. Es recomendable admirar el cambio de color de la luz sobre los edificios en los diferentes momentos del día, sobre todo al anochecer.
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