En este museo se exponen objetos encontrados durante las excavaciones en esta isla, llamada en la antigüedad Thera, especialmente las piezas extraídas de la antigua ciudad de Akrotiri, llevados a cabo por la Sociedad Arqueológica de Atenas; las encontradas en Potamos, realizado por el Instituto Arqueológico Alemán; y las excavaciones efectuadas en otras partes de la isla por el XXI Eforato de Antigüedades de las Cícladas y Samos.
El espacio expositivo se estructura en cuatro unidades: historia de la investigación en la isla de Thera, geología del yacimiento, historia de la isla dese el Neolítico Final hasta la destrucción sísmica (ocurrida a principios del siglo XVII a.C.), y el apogeo de la ciudad de Thera (actual Akrotiri), en cuya sección se trata particularmente aspectos como la arquitectura y organización de la ciudad, sistema burocrático, el arte monumental de la pintura mural, la cerámica, la joyería, etc...
Comenzamos nuestro recorrido por el museo en el hall de entrada que acoge el área A. Aquí se habla sobre los diferentes yacimientos arqueológicos de la isla, como Ftellos, Potamos, Archangelos, la cantera de Fira y por supuesto el de Akrotiri, entre otros. En un interesante mapa podemos ir situando cada uno de estos yacimiento, no sólo geográficamente, sino también en el tiempo.
La siguiente es la zona B, en la que se habla sobre la geología de la isla de Thera. En ese contexto, destacamos unas hojas fosilizadas de olivo que se encontraron en las paredes de la caldera, de hace 60.000 años. Se tratan de hallazgos extremadamente raros, y los que aquí vemos son los fósiles de este tipo más antiguos del Mediterráneo.
Más amplia es la zona Γ (gamma) en la que veremos objetos desde el Neolítico Tardío hasta la destrucción de Thera por la erupción volcánica. Así, podemos ver diferentes estatuillas antropomorfas del tipo Plastiras datadas entre el I/II Período del Cicládico Temprano (2800-2700 a.C.) y el II Período Cicládico Temprano (2700-2400/2300 a.C.).
En esta sección también vemos del III período Cicládico Temprano (2200-200 a.C.), tarros, vasos, figuras de animales, frascos con cuello y jarros provenientes del islote de Christiana. Del cementerio de la cantera de karageorghis se exponen cuencos pequeños, vasos cilíndricos, jarras, botellas, unas especies de botijos, todos ellos datados en el período Cicládico Medio (siglo XX al XIX a.C.).
También se exponen objetos para contener líquidos como copas y aguamaniles de finales del período Cicládico Medio (finales del siglo XVIII d.C.). Del I período Cicládico Temprano (principios del siglo XVII a.C.) encontramos jarras, frascos, tazas, etc...
Seguimos por la zona D (Δ) dedicada a los días de esplendor de la antigua ciudad de Akrotiri. Después del terremoto de gran magnitud que destruyó la población a finales del siglo XVIII y principios del XVII a.C, la ciudad se volvió a reconstruir y se levantaron impresionantes edificios, decorados con muebles y diferentes obras de arte. Esta sociedad compleja se transformó en una sociedad de consumo. En la sala se exponen una maqueta y un plano del yacimiento de Akrotiri.
En las siguientes estancias profundizaremos aún más sobre estos aspectos. De esta manera en la sección D1 se tratará el tema de la arquitectura de la ciudad y su organización como un centro urbano. En la exposición se muestran diferentes moldes de yeso de muebles, el más impresionante es el molde de una mesa tallada (datada en el siglo 17 a.C.), en la que se aprecia el fino trabajo de su ornamento.
Como hemos visto con la mesa, los habitantes de Thera eran, no sólo expertos artesanos, sino también tenían un especial gusto por las cosas prácticas y bellas. Podemos imaginarnos los interiores de las casas con todo tipo de elementos sofisticados, como el pie de una lámpara de piedra del siglo XVII a.C. sobre el cual se situarían candiles de arcilla como los que aquí se exponen.
Nos llamó la atención un asador (s.XVII a.C.) con remates zoomorfos muy elaborado. En su parte inferior contiene unos agujeros por el que el aire circulaba para avivar el fuego, mientras que su parte superior tiene forma desdentada donde se colocarían los palillos con la carne pinchada, los cuales se girarían para que el alimento se cocinase uniformemente.
Entre los objetos de bronce podemos ver diferentes piezas de uso cotidiano también del I período Cicládico Tardío (siglo XVII a.C.), como recipiente con un mango abierto, un molde para hornear pan con asas, etc... Además, también se exponen diferentes ejemplos de objetos de cobre. En otra vitrina se exponen una hoja de una sierra de bronce, anzuelos, pinzas largas de bronce, etc...
Hemos visto diferentes aspectos de la sociedad de Thera en cuanto a muebles, instrumentos para cocinar, para cazar y pescar, para iluminarse, etc... En este conjunto no podía faltar el aseo personal, pues bien, en esta sección se expone una curiosa bañera de forma circular, datada en el siglo XVII a.C.
Y así entramos en la unidad D2 dedicado al emergente sistema burocrático de la ciudad de Akrotiri, tratándose así temas como el sistema métrico, la estandarización en la decoración, los sellos y el sistema de escritura. En cuanto a ésta última, se exponen tablillas hechas de arcilla local, que contiene escritura Lineal A que los ciudadanos de Thera adoptaron de la isla de Creta, con quienes tenían una gran actividad comercial. Probablemente en ese texto se mencionaría la clase de producto, la calidad y la propiedad o procedencia del contenido de un jarrón.
En cuanto al sistema métrico, todavía no se sabe a ciencia cierta la unidad de longitud que se utilizó en la ciudad, sin embargo se encontraron abundantes pesos de plomo de balanza en una amplia variedad de tamaños, desde los pocos gramos hasta los 15 kilos. Esto demuestra que los comerciantes de Thera no sólo habían adoptado el sistema ponderal de Creta con múltiplos y denominaciones de la misma unidad, sino que también tenían un comercio muy dinámico y constante con aquellos.
En las vasijas se pueden ver marcas incisas realizadas por los alfareros, quizás como una especia de firma. Por otro lado la forma y decoración estandarizada de ciertos jarrones, así como de tamaños, hace pensar que existió alguna unidad de medición del volumen representados por la capacidad de esas jarras. Por ello, la estandarización de formas y decoraciones, pudo haber sido una forma de gestionar los productos.
Por ejemplo, el carrizo, una planta acuática, se utilizó como motivo decorativo en algunos pithoi cónicos, quizás para indicar que contenían agua. Una columna continua de círculos concéntricos, tal vez se utilizó para etiquetar el tipo de líquido que contenían. Para un propósito similar fue el uso de un reguero de pintura sobre ambos lados del pithoi.
Los sellos también fueron parte del sistema burocrático, quizás para señalar al propietario o a la procedencia de la mercancía. Éstos se imprimían en un trozo de arcilla que era atado con una cuerda al objeto o mercancía. En ellos se podían ver diferentes representaciones, principalmente familiares, pero también temas cretenses como el salto del toro, animales, etc..., éstos últimos probablemente acompañaban en su momento productos importados desde la misma Creta.
La sección D3 trata sobre el desarrollo de las pinturas murales que comenzaron a decorar edificios públicos y privados y que se han conservado paradójicamente gracias a la destrucción del gran seísmo y explosión volcánica. Esta práctica decorativa se comenzó a utilizar durante el período Cicládico I Tardío (principios del siglo XVII a.C.), en un contexto en que la influencia minoica era muy importante. El nivel artístico es muy elevado además de ser una importante fuente de información sobre el hombre y su medio ambiente durante el siglo XVII a.C. en Thera.
Estas pinturas murales se realizaron mediante una técnica mixta del Buon Fresco y del Fresco Secco (el primero no deja margen al error, debiéndose terminar antes de que seque ya que los pigmentos penetran en la superficie formando parte del mismo y volviéndose indisolubles al agua, al contrario que el Fresco Secco, en el que la pintura se aplica sobre el enlucido ya seco). La paleta de colores therana incluye, además del blanco del estuco y el negro (carbón), el rojo y amarillo (mediante pigmentos de tierra ferruginosa), y el azul (preparado a partir de un pigmento sintético importado de Egipto). Los tonos rosáceos y marrones se consiguen con combinaciones de pigmentos mezclados con lechada de cal o encalado.
El arte de la pintura mural también la encontramos en una mesa de ofrendas de tres patas decorada con pintura de delfines del siglo XVII a.C., excelente muestra de la riqueza pictórica y decorativa, en la que podemos ver un alto nivel y estética de sus dibujos. Y no es para menos, estas mesas sagradas estaban decoradas con micrografías realizadas por pintores especializados y de gran talento.
Las pinturas murales presentan una temática muy amplia, desde escenas cotidianas marítimas, agrícolas o deportivas hasta paisajes con flora y fauna o juegos rituales. Es de destacar las encontradas en la llamada Casa de las Damas o Señoras, también datadas en el siglo XVII a.C. En ellas se representan a diferentes mujeres realizando diferentes actividades, como una ofrenda, aunque esté incompleta, podemos entrever que se está ofreciendo un vestido a una segunda mujer.
Este mural, aparte de ser bello estéticamente, nos ha ofrecido más información sobre la indumentaria de la mujer que vivía en la isla, cuya estética, por otra parte, posee gran influencia minoica. Como decimos, en una de ellas se puede ver una mujer que ofrece un vestido probablemente a otra mujer, cuya inclinación hace que se asome un pecho. La chica lleva puesto una falda acampanada con volantes vistosos y un corpiño que normalmente mantiene los pechos altos.
No hay que olvidar que en esta casa había un santuario en el que se realizaban sacrificios de animales. En el otro fresco vemos a otra mujer cuya vestimenta difiere ligeramente a la anterior, ya que el corpiño es sustituido por una especie de camisa con el escote en forma de pico debajo de la cual se distingue una pieza ajustada al cuello. En ambas pinturas las chicas presentan aretes de oro en las orejas y un profuso maquillaje.
En la Casa de las Señoras de la antigua Thera también fueron encontradas durante las excavaciones de 1967 a 1974, conducidas por Spyridon Marinatos, el fresco de los Lirios o Papiros. Se encontraba en la pared sur de la sección del oeste. Posee 1,75 metros de ancho por 2,70 de alto.
En la sección D4 se trata el tema de la riqueza, cantidad y diversidad de la alfarería. Y es que este arte posee una larga historia en la isla de Thera en general y en Akrotiri en particular, ya que su desarrollo fue continuo desde el quinto milenio antes de Cristo hasta que la ciudad de Akrotiri llegara a su cénit artístico en el siglo XVII a.C. Durante ese apogeo se fabricó una gran cantidad de piezas que incluyen miles de jarrones locales e importados.
Estos objetos también han sido fuente de estudio para conocer más sobre la sociedad en el momento en que Akrotiri fue abandonada definitivamente. Además ofrece también información sobre aspectos de vida doméstica y religiosa, el contacto con otras religiones del Mediterráneo y el alto nivel artístico y tecnológico que se había alcanzado. Existen tarros, ánforas, jarros para almacenar alimentos, sartenes para cocinas, tazas, lámparas, embudo, etc... En esta sección vemos una amplia muestra de vasijas del siglo XVII a.C. para usos prácticos o rituales.
La mayoría de los jarrones de arcilla se descubrieron intactos en el mismo lugar donde fueron colocados por sus dueños antes de abandonar la ciudad. Gracias a eso se tiene una idea fiable de cómo se organizaba la vida en el interior de los edificios, en los cuales se han encontrado diversos recipientes y vasos para uso ritual.
La mayoría de las piezas rituales se utilizaban para las libaciones, siendo los más comunes los de tipo Rhyton (con diferentes y curiosas formas de animales), los vasos acanalados y los jarrones con pezones (cuya utilidad pudo haber sido religiosa e incluso podrían haber hecho la función de biberones). Un tipo raro son las copas del tipo cáliz, adoptado de Creta. Todas ellas datadas en el siglo XVII a.C.
Por otro lado las piezas para uso práctico siempre se asocian con tres etapas de la alimentación: preparación, servicio y almacenaje de alimentos y bebidas. Para la cocción se usaba principalmente un recipiente con tres patas, para la bebida se usaban las llamadas tazas Cícladas o cuencos, tazas y pequeñas jarras, siendo la copa cónica la más común. En la exposición vemos una copa con forma de caracol marino del siglo XVII a.C.
Los recipientes de almacenamiento (es decir, las grandes jarras, las ánforas y los pithoi) se producían en una amplia variedad de formas y tamaños. Incluso también la alfarería dio salida a otras necesidades domésticas como las lámparas de arcilla para dar luz y pequeños jarrones de alabastro tipo askoi que se usaban como recipientes de perfumes.
Curiosamente no se han hallado todavía talleres de cerámica en Akrotiri, probablemente debido a que se encontraban a las afueras de la población y las excavaciones sólo se han limitado a los barrios centrales de la ciudad. De hecho debieron de existir dos tipos de talleres: los que producían pequeños, medianos y relativamente grandes jarrones y los que se especializaban en la producción de enormes tarros de almacenamiento o pithoi. En una larga vitrina se exponen vasos, jarras y pithoi que llegaron a la isla provenientes de otro lugares como Creta y Knossos.
Los alfareros utilizaban para sus obras arcilla calcárea, para los pigmentos negro y rojo mediante una solución de arcilla rica en hierro e hidróxido de potasio, para el negro una solución de óxidos de manganeso y para el blanco una solución de talco mineral. Los hornos de cerámica podrían llegar a unas temperaturas que van desde los 700ºC a los 1080ºC, tecnología muy sofisticada para la época. Durante la cocción se combinaba con otros métodos más tradicionales para lograr un mejor resultado en la decoración de las piezas.
En la unidad D5 comprobaremos la existencia de la influencia recíproca entre las pinturas de la alfarería y de la mural. Cuando se comenzaron a pintar los primeros murales en Akrotiri, los talleres cerámicos ya producían jarrones con temas pictóricos. Aunque la temática que utilizaban los pintores de murales es en gran medida minoica, éstos adoptaron, por ejemplo, la figura de la golondrina, tan común en los dibujos de los jarrones locales.
Los murales presentaban una temática más rica y compleja que los vasos de Thera. Los alfareros siguieron reproduciendo sus temas pictóricos tradicionales, como la golondrina, pero en vez de realizarlos de forma individual los dibujarían en composiciones que recuerdan a los de la pintura mural. Al mismo tiempo se incorporó al repertorio pictóricos de los vasos escenas compuestas o individuales de las pinturas murales, así fue cómo comenzó la interacción temática entre ambos campos artísticos.
La pequeña unidad D6 está dedicada a la joyería, si bien han sido pocas las joyas encontradas en Akrotiri, presumiblemente porque sus habitantes las tomaron cuando abandonaron la ciudad. En una vitrina se pueden ver perlas de varias formas, piedras preciosas y semipreciosas, alguna pieza de oro, una cabeza de alfiler de cristal de roca, alfileres de hueso y bronce, colgantes, etc... Esa escasez de joyas se ve compensada por las pinturas murales en la que se pueden ver a jóvenes figuras femeninas con pendientes, collares, pulseras y tobilleras pintados en color oro o plata.
Entramos ya a la última sección D7 que pone el broche final a la visita del museo. A estas alturas ya ha quedado evidente la apreciación de la belleza y el dominio artístico de los antiguos theranos y el carácter cosmopolita de su mentalidad debido al contacto con el resto del mar Egeo, Grecia continental, Creta y zonas del este del Mediterráneo como Siria y Egipto. De ello queda constancia en un fragmento del mural conocido como El Africano, datado en el siglo XVII a.C.
Ese carácter cosmopolita y exótico queda reflejado también en obras donde el artista tenían más libertad creativa, claro ejemplo de ello es famoso mural de Los Monos Azules, al igual que el de la Casa de las Damas, presenta colores vivos, con una gran sensación de vitalidad y de movimiento. Estos simios fueron importados al Egeo desde el Mediterráneo Oriental. Se piensa que la temática pictórica de los monos se originó en Creta o incluso en Egipto (lugares donde también usaban el tono azulado para la piel de estos animales), pero que se hizo muy popular en la isla de Thera.
El pintor combina con moderación el uso del color y con gran maestría la composición , el movimiento, las poses de estos animales y el registro de lo momentáneo, logrando una atmósfera realista con un resultado que emite positividad. A pesar de ello, esta pintura también presenta una connotación religiosa ya que los monos eran considerados los sirvientes de los dioses. Originariamente estas pinturas murales decoraban las paredes norte y oeste de la llamada sala Beta 6.
La sala Beta 6 también estaba decorada por otra pintura, obra del mismo autor que la de los monos, cuyo fragmento ha llegado a nuestros días, se trata del fresco de unos cuadrúpedos en un paisaje rocoso con azafranes, datado al igual que el anterior en el siglo XVII a.C.
En el centro de la sala se encuentra una estatuilla de oro de una cabra montesa de algo más de 9 centímetros de longitud. Fue descubierta en diciembre de 1999 en perfecto estado de conservación en el interior de una caja de madera que se encontraba dentro de otro cofre de arcilla junto a muchos cuernos, principalmente de cabras. En la actualidad aún se desconoce la función real de esta pieza. La pequeña escultura se fabricó mediante el método de la cera perdida, soldándose posteriormente las piernas, cuello y cola del animal.
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