Este cráter pertenece al arco volcánico del sur del Egeo, el sector más activo del Mediterráneo Oriental, que incluye los volcanes de Milos, Nisyros y el propio Santorini. La caldera de esta isla es un gran cráter que se encuentra en su mayor parte sumergido. Posee unos 8x4 kilómetros, contando con unos acantilados que llegan a los 300 metros de desnivel en tres de sus lados. Este prodigio de la naturaleza es un fenómeno único en el mundo.
Han tenido lugar doce grandes explosiones, aproximadamente una cada veinte mil años. Cada violenta explosión causó el derrumbe de una parte central del volcán, creándose el gran cráter o caldera que vemos en la actualidad, aunque veremos que el volcán ha ido cambiando su fisonomía a sí mismo. La caldera está formada por escudos volcánicos superpuestos cortados por otras cuatro calderas parcialmente intercaladas. De ellas la más antigua es la del sur que se formó hace unos 180.000 años, le sigue la de Skaros que se formó hace 70.000 años y la de cabo Riva hace unos 21.000 años.
La última gran explosión ocurrió hace 3.600 años, durante el Período Minoico, fue tan fuerte que es considerada por los geólogos como el detonante que hizo cambiar el curso de la historia de los antiguos pueblos del Mediterráneo, cuando la ceniza, piedra pómez y lava cubrió toda la isla. Esa cantidad de nueva materia no sólo creó extensiones de tierra fértil sino que también es responsable de la formación de las playas externas que conocemos en la actualidad.
Ese material sólido, junto con los gases, salió despedido a gran distancia, después de que en el interior del volcán se fuera acumulando y finalmente explotara como si de una olla a presión se tratara. Esto causó el derrumbamiento y desaparición de toda la parte central de la isla que fue rellenada por el Mar Egeo y por consiguiente la creación de un enorme cráter submarino de hasta 400 metros de profundidad.
Antes de aquella gran explosión, Santorini era una isla redonda con un pasaje pequeño entre lo que es la actual Faros y Aspronisi, mediante el cual el mar se adentraba a una pequeña caldera central en cuyo centro sobresalía la cima de un volcán submarino. Tras la hecatombe se formaron el grupo de islas de Santorini que vemos hoy en día: la isla principal, Santorini, con un área de 75,8 Km², Therasia posee 9,3 Km², Nea Kameni 3,4 Km², Palea Kameni 0,5 Km² y Aspronisi 0,1 Km².
Después de esta gran explosión, la actividad volcánica continuó a través de los siglos con un ritmo más lento y leve, a intervalos regulares, así, mediante erupciones submarinas, surgió una gran montaña volcánica debajo del agua, cuyas cimas son las islas de Nea Kameni y Palea Kameni. Es curioso ver desde la isla de Santorini el color diferente que tiene el mar entre ambas islas volánicas.
El primer registro de la acción de la tierra fue grabada por el griego Estrabón en el año 197 a.C. Desde entonces hasta la actualidad se han grabado ocho ligeras erupciones que no crearon serios problemas para los habitantes de Santorini y fueron creando la nueva isla de Nea Kameni, ocurrieron en los siguientes años: 46-47, 726, 1570-1573, 1707-1711, 1866-1870, 1925-1928, 1939-1941 y 1950.
Por otro lado, son muy comunes en la zona los terremotos que normalmente ocurren con baja intensidad (el último más fuerte y destructivo fue en 1956), debido a la actividad del magma que se encuentra en el fondo del volcán y que presiona el cono del cráter.
En Santorini podrás encontrar cualquier agencia de viaje que realiza la excusión al volcán, existiendo diferentes variantes y por tanto horarios y precios de las excursiones, las hay de día completo (combinando el volcán con Therassia), de una mañana o de unas pocas horas. Nosotros nos decidimos por la que dura 3 horas (que cuesta alrededor de 20€ por persona e incluye una paseo por Nea Kameni y un baño en las aguas sulfurosas) y lo reservamos con Onlava Travel y la verdad es que nos trataron genial y además hablan español.
Una vez adquiridos los tickets hay que dirigirse a Gialos, el antiguo puerto de Fira, donde parten los barcos que realizan la visita al volcán y para ello es necesario bajar hasta allí, existiendo tres opciones: andando, en burro o en teleférico. Os recomendamos bajar andando ya que las vistas son muy buenas y subir posteriormente en alguno de los otros dos medios. Ya en el puerto si tienes dudas pregunta y te indicarán a que muelle debes dirigirte.
El paseo en barco merece mucho la pena, desde él el viajero se dará cuenta, más si cabe, de la magnitud de la caldera y se quedará sobrecogido de las dimensiones de los acantilados, y no es para menos, uno no puede dejar de pensar que estamos en ese momento dentro de una caldera de un volcán activo, aunque en estado de reposo.
Aun así la visita es segura puesto que los sismólogos y vulcanólogos están monitoreando cuidadosamente cualquier actividad del volcán. Cuándo será la siguiente erupción no se puede prever a largo plazo, aunque sí se puede a corto plazo, en un período que puede variar de algunos meses hasta un año antes de que erupcione. Todos los datos grabados en los últimos años implican que el volcán sigue encontrándose en un estado de tranquilidad.
El barco pasa ya por fin junto a la isla de Nea Kameni. Se trata de nuestro primer contacto con las Kameni. Ahora de cerca podemos ver su aspecto, casi intacto, compuesto de un material negrísimo ahora enfriado y solidificado, brotado densamente en su momento desde las entrañas de la tierra.
Llegamos al pequeño muelle situado al norte de la isla, no sin antes fijarnos en el color verdoso que torna el agua en esta zona, ello es debido a la presencia de sulfato. Una vez hemos descendido del barco debemos dirigirnos a los puestos donde se cobra un importe de 2€ (Junio de 2014) para poder acceder al parque Natural Geológico Nacional de Nea Kameni. Nea Kameni, cuya traducción es Nueva Quemada, es la formación volcánica terrestre más joven del Mediterráneo Oriental.
Su constitución comenzó hace 440 años, en seis episodios distintos (hasta el momento), siendo la última zona adherida a esta isla la de la lava petrificada de la erupción de 1950. El primer contacto con la isla nos hace caer en la cuenta de que posee poca vegetación y que, conforme nos vamos acercando al cráter activo, ésta va desapareciendo totalmente. El paisaje está compuesto por impresionantes formaciones de roca negra resultante de la lava solidificada.
El ascenso hasta la cumbre nos llevará alrededor de 30 minutos, puede ser duro para determinadas personas, sobre todo en verano. Aconsejamos un zapato cerrado tipo deportivo, mucha agua, sombrero y protección solar. Adicionalmente se puede añadir a la mochila unas chanclas para el posterior baño en las aguas sulfurosas que, por otra parte, podrá estropear nuestra ropa de baño debido al sulfato del agua dándole un color marrón.
Nuestro paseo se realizará por unos senderos marcados por dos motivos: para que los visitantes no se quemen por piedras de lava inestables y para no destruir el ambiente y conservarlo como lo que es, un monumento de la Naturaleza con una belleza histórica muy particular y un valor científico único.
Lo que estamos pisando en este momento es lava solidificada de la erupción de 1570-1573, llamada Mikrí Kameni, la parte más vieja de Nea Kameni. Si nos fijamos bien podemos ver tonos de negros en contraste con partes donde se extendieron la lava de la erupción de 1925-1925, a un lado y a otro de Mikrí Kameni. Por aquél entonces una serie de temblores sísmicos avisaban a los habitantes de Santorini de que el volcán estaba despertando.
La erupción que comenzó el 11 de agosto de 1925 fue anunciada por enormes fuentes de vapor y agua en el área de Kokkina Nera (donde se encuentran las aguas sulfurosas). La actividad volcánica incluyó el hundimientos de la costa este de Nea Kameni y la formación de la cúpula de Dafni, llamada así por el buque de guerra de ese mismo nombre que fue el primero en llegar a la zona tras la explosión del volcán.
Los estampidos mandaron una columna de ceniza volcánica hacia el cielo a una distancia 3,3 kilómetros. Llovieron fragmentos de lava en el área de un radio de 850 metros. Se calculó que fluyeron unos 100 millones de metros cúbicos de lava, en dos grandes ramas, una a cada lado de Mikra Kameni, que llenaron el canal que lo separaba del resto de Nea Kameni, convirtiéndolo en una masa única.
Unos días más tarde, el centro de la actividad volcánica se trasladó a 200 metros hacia el suroeste a un lugar que en la actualidad cuenta con varios cráteres agrupados, los cuales, junto con los conos piroclásticos de lava fueron creados en esta explosión. En enero de 1926 cesó la actividad pero sólo por cuatro meses, para comenzar de nuevo en un corto periodo de tiempo. Desde mayo de 1926 a enero de 1928 hubo una pausa que fue seguida por 4 explosiones a los que le continuó una quinta que creó la Cúpula Nautilus que no es visible al quedar cubierta por la siguiente etapa volcánica.
Nos encontramos ahora en el gran cráter extinto de Dafni, hecho de fragmentos de lava con escoria, esto es lava esponjosa con vacíos creados por las bolsas de los gases del magma, y depositados por las erupciones de 1925 - 1926.
Por debajo y al este se extienden hasta el mar las placas con escoria del techo de las corrientes de lava de aquellos años, mientras que el frente y hacia arriba dominan las cúpulas de lava Fouqué y Reck, formadas durante las erupciones de 1939-1940, las cuales se caracterizaron por sus fases explosivas y convulsiones de la masa terrestre.
Y es que después de un período de tan sólo 11 años, el volcán se despertó una vez más, a principios de mayo de 1939, cuando se observó que las aguas de la pequeña bahía de Agios Georgios se estaban calentando y la costa estaba amainada. Una explosión submarina el 20 de agosto abrió una rejilla de ventilación por donde el magma comenzó a fluir creando una pequeña cima que los vulcanólogos de la época llamaron Tritón.
Un mes más tarde, el foco de la actividad volcánica se desplazó a unos cientos de metros hacia el noroeste donde creó flujos de lava y una cima que se le dio el nombre de Ktenas, por el geólogo griego que estudió las erupciones de Kameni. Esta lava llenó la bahía de Agios Georgios y cubrió la cima de Tritón. Entre noviembre de 1939 y julio de 1940 la actividad volcánica modeló aún más la zona noreste de la isla, creando la parte denominada lava de Fouqué. Este nombre viene dado por el naturalista francés que estudió Santorini y las erupciones de Kameni hasta el año 1866.
En julio de 1940 dos nuevos centros de actividad aparecieron al sur del centro de Fouqué. El primero se llamó Smith (por un americano) y el segundo Reck (por un alemán), ambos vulcanólogos que habían estudiado las erupciones de este volcán. Esos centros de actividad crearon diferentes montañas y los flujos cubrieron las laderas occidentales para desembocar al mar. Este período la ceniza expulsada no excedió de los 1200 metros de altura.
Caminando vamos viendo la variedad de rocas, la alternancia de sus colores y la forma en que se relacionan entre sí, detallan extremadamente la formación volcánica de la isla. Es evidente de que nos encontramos en un gran museo geológico-vulcanológico natural, ideal para la observación de la formación estructural y desarrollo de un volcán clásico, fácil de explorar y de conocer.
Y así llegamos al cráter mellizo central de Nea Kameni: a finales de agosto de 1940, dos grandes explosiones hidrotérmicas crearon la apertura de estos grandes cráteres en la cúpula Georgios (creado en las erupciones de 1866). Los cráteres que vemos hoy tienen 50 metros de diámetro cada uno y en su momento no hubo flujo de magma.
Sin embargo, en noviembre de ese mismo año, comenzó a salir lava de un respiradero situado a 100 metros hacia el este, creando los campos de lava llamados Niké, en honor a las victorias griegas en Albania. La lava cubrió la ladera oriental de la isla, deteniéndose justo al borde del mar.
En los bordes del cráter podemos ver los únicos testigos de la existencia de piedra derretida bajo nuestros pies, a pocos kilómetros de profundidad: las fumarolas. Se tratan de depresiones calientes de gases (vapor, dióxido de carbono y una cantidad mínima de sulfato de hidrógeno, monóxido de carbono y metano), con una temperatura de entre los 75 y 95 grados centígrados.
El olor a huevo podrido aquí es mucho más intenso, aunque perfectamente soportable, debido al sulfato. Es fácil identificar las fumarolas, pues de ellas salen humo y tienen depositadas alrededor de su boca cristales de sulfuro y yeso. Existen algunas de ellas en la que podemos acercar la mano para notar el calor.
Al este de los cráteres podemos ver formaciones rocosas que conforman un valle en el que podemos diferenciar la lava de color ceniza de 1866-1879 y la gris de 1941. Entre ellas se sitúan los depósitos de lava de Liátsika, la tierra volcánica más nueva de Nea Kameni, es decir de la erupción de 1950.
En sentido contrario se encuentra la cima de la cúpula Georgios, que con sus 130 metros es el punto más alto de Nea Kameni. Desde aquí se obtienen magníficas vistas de todo Santorini y de todo el complejo volcánico, incluidas la isla de Paliá Kameni y las diferentes etapas de creación de la Nea Kameni.
Llegados a este punto nos disponemos a descender del volcán en dirección al muelle donde está atracado nuestro barco para dirigirnos a la segunda parte de nuestra excursión: tomar un baño en las aguas sulfurosas de Paliá kameni. Vamos bordeando las costas del norte de Nea Kameni, oportunidad para fijarnos mejor en ellas.
Palea Kameni tiene una longitud de 900 metros y una anchura de 200, con una superficie total de 0,525 km² y una altura de casi 98 metros. Así llegamos hasta una pequeña cala en la que rocas que rodean la costa y están en contacto con el mar se encuentran tintadas de marrón. Esta parte se llamaba antaño Vourkano, pero después de que el turismo se convirtiera en una parte importante de la economía de Santorini, se le ha cambiado el nombre en inglés: Hot Springs.
Junto a las aguas sulfurosas podemos ver la bonita iglesia ortodoxa griega de Agios Nikolaos, único edificio de la isla, junto con la choza de un ermitaño. Para llegar hasta sus aguas opacas y rojas, es necesario realizarlo nadando puesto que el barco no puede llegar hasta allí debido a la poca profundidad. La distancia aproximada es de unos 50 metros (aunque sabemos que hay embarcaciones que atracan a 100-150 metros), por lo que es importante saber nadar y tener buen resistencia física.
El agua en esta zona es de un espectacular color azul verdoso, pero como decimos, se torna poco a poco a marrón rojizo cuando nos aproximamos a las aguas sulfurosas. Es curioso sentir el fresco del mar que de repente se va templando hasta estar llegar a los 33 grados, obteniendo también un olor característico, debido a la cantidad de hierro y manganeso que contiene.
Se dice que el barro que hay debajo del agua es medicinal y es muy beneficioso para tratamientos de reumatismo, artritis y otras enfermedades, por lo tanto es buena aplicársela por la piel. No eran pocos los bañistas que se habían puesto una buena capa de barro rojo por el rostro y hay quienes se lo aplicaron por todo el cuerpo.
Después de unos 10 o 15 minutos, tocaron la campana desde el barco para regresar. La verdad es que nadar del calor al frío se pasa un poco mal, pero merece la pena. La excursión a las islas Kameni ha finalizado, pero todavía nos queda el viaje de regreso al puerto antiguo de Fira. Minutos ideales para admirar por última vez el fascinante volcán y para volver a observar la media luna con la blanca Fira en lo alto del acantilado.
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