El Museo Arqueológico de Heraklion se fundó en 1908 para albergar las primeras colecciones de antigüedades de Creta, siendo uno de los museos más importantes de Grecia y Europa y el motivo por el que muchos turistas viajan a esta ciudad ya que entre sus paredes alberga las colecciones de cultura minoica más importante del mundo, muchas piezas de las cuales constituyen verdaderas obras de arte. Su exposición cubre más de 5.500 años que abarca todos los períodos de la prehistoria e historia de Creta que van desde el período Neolítico (7000 a.C.) hasta la época romana (siglo III d.C.). Vamos a realizar a continuación un recorrido por este fantástico museo, pero como mencionarte todas las piezas sería imposible, te vamos a señalar las más importante.
El itinerario comienza en la planta baja donde se expone la magnífica colección Minoica (divida desde la sala I a la XII). Las salas I y II alberga diferentes piezas representativas de la vida neolítica y de la Edad del Bronce en Creta (6000-1900 a. C.). Aquí se exponen cerámicas y objetos de lujo del asentamiento neolítico de Knossos y de las tumbas prepalaciales tipo tholos de Mesara, así como de los complejos funerarios de Malia, Mochlos y Archanes.
En esta sección destaca el colgante de las abejas de Malia, datado en torno a 1700-1600 a. C., claro testimonio del gran refinamiento del gusto minoico. Por otro lado, destacan también diferentes ofrendas votivas de figurillas de arcillas destinadas al culto funerario que atestiguan la imaginación y creatividad que tenían los creadores de entonces. Se encontraron principalmente en tumbas como ofrendas a fallecidos que, según parece, pertenecían a un estamento importante de la sociedad.
También vemos diferentes ejemplos de figuras antropomórficas encontradas, en su mayoría, en tumbas. La forma de las mismas varía desde las muy abstractas hasta las más naturales. En algunas de ellas se enfatizan en alguna particularidad o una propiedad específica física, por ejemplo, una mujer embarazada, una figura sentada, etc.… Se cree que las figuras estáticas y estereotipadas pueden representar a la persona fallecida, a los antepasados del mismo o a una deidad que acompañaba a los muertos en su viaje al más allá. Destacan las figuras Cícladas que evidencia la estrecha relación que se tenía con aquellas islas.
Poco a poco, el desarrollo socioeconómico hizo que surgieran las sociedades prepalaciales que condujeron gradualmente hacia el establecimiento de grandes centros urbanos a finales del segundo milenio antes de Cristo. Las tumbas tipo tholos de Mesara y las del cementerio de Phourni en Archanes continuaron recibiendo múltiples entierros y, por tanto, ajuares funerarios. El recinto funerario monumental de Malia, con una columnata externa, muchas tumbas excavadas en la roca y un altar, se utilizó para entierros de miembros de la clase dominante.
Mientras tanto, el culto más popular se realizó en sitios situados al aire libre, en las cimas de las montañas alejadas de los núcleos poblacionales. Fue en estos lugares donde se encontraron numerosas figurillas humanas y animales, ofrendas hechas por agricultores y ganaderos. Las expresiones de fe en las divinidades consistían en posturas de súplicas u orando, además de modelos de arcilla de brazos, piernas y cuerpos con los brazos cruzados.
Algunas vasijas rituales antropomorfas encontradas en asentamientos y cementerios combinaban la función de vasija de libación con la figura femenina, que simbolizaba la fertilidad. Destaca, entre otras, una jarra encontrada en la necrópolis de Malia, con decoración incisiva consistente en una figura de mujer con las piernas separadas y un triángulo púbico agrandado, junto con otras figuras parcialmente conservadas. Se cree que podría ser una representación de una diosa de la fertilidad. La jarra está datada entre el 1900 y 1800 a.C.
Durante el período proto-palacial, que abarca desde el 1900 al 1700 a.C., se inventaron dos sistemas de escritura: el jeroglífico cretense y el lineal A, los cuales aún no se han descifrado. La mayoría de los signos poseía un valor fonético silábico, mientras que otros representaban a seres humanos, animales, así como diferentes bienes como vino, maíz, aceitunas y textiles. Fueron grabadas en tablillas de arcilla, barras, placas perforadas, piezas colgadas de una cuerda y discos redondos, que se usaban en los centros palaciegos para la administración logística de la producción.
Unos trozos de arcilla sin cocer en los que se estamparon unos sellos, se utilizaron para garantizar que almacenes, cajas y otros objetos permanecieran sin abrir, como así lo demuestra la colección de sellos encontrados en Festos. Fue un sistema ampliamente utilizados como lo atestiguan los hallazgos de Malia. Los sellos de este último yacimiento, combinan la escritura jeroglífica cretense con temas decorativos y pictóricos.
La sala III nos habla de diferentes aspectos de la vida, la economía y la administración fundacional de los primeros palacios de Knossos, Festos y Malia (1900 – 1700 a.C.). Así, las lujosas espadas y dagas que vemos aquí y que fueron encontradas en Malia, están diseñadas para exhibirse y nunca para usarse, es decir se trataban de emblemas de rango, cargo y autoridad para los miembros de la jerarquía del palacio. La espada tiene una empuñadura de piedra cubierta con pan de oro con decoración incisa, mientras que la empuñadura de la daga está asegurada con clavos cubiertos de oro, además se expone un cetro de piedra con forma de hacha en un extremo y de felino en el otro.
En otra vitrina vemos diferentes ejemplos de cerámica encontradas en Festos, como por ejemplo una curiosa mesa de ofrenda de arcilla decorada en los bordes con dibujos incisos de toros y espirales, en el centro posee una la cavidad donde se depositaban las ofrendas. También vemos otros utensilios rituales como vasijas decoradas con pájaros y hachas dobles, mesas circulares para ofrendas, figurillas, etc.…
Pero el lugar de honor de esta sala la ocupa la colección de vasijas de barro policromadas de la Cerámica Palacial de Kamares. Su nombre proviene de la cueva donde se encontraron las piezas. La colección la conforman diferentes vasijas de lujo producida por los talles palaciegos, principalmente de Festos y Knossos, que constituyen uno de los estilos más ornamentales de la historia de la cerámica. Su multitud de formas y la innovadora decoración policromada van acompañadas de una alta artesanía, como así lo demuestran las tazas finamente elaboradas con forma de cáscara de huevo.
Esas nuevas formas y elaboración se combinan con una impresionante decoración en blanco y rojo, violeta o naranja sobre negro que forman inagotables combinaciones de motivos decorativos. Las espirales y los círculos concéntricos, rosetas, borlas, pétalos y brotes se arremolinan y giran a través de las cerámicas, haciendo que cada una sea una pieza única. En algunos objetos de la fase temprana la decoración se aplica a una superficie en relieve, mientras que, en la fase más madura, los elementos decorativos son agregados a la pieza.
Un frasco pequeño decorado con unos peces atrapados en una red, constituye uno de los primeros ejemplos del cambio en la pintura minoica hacia la representación del mundo natural. Por otro lado, las piezas que forman el llamado set del “servicio de cena real”, fueron elaboradas por el mismo artesano del palacio de Festos, entre 1800 y 1700 a.C., ya que presentan motivos decorativos similares mediante policromía y relieves. El conjunto consta de una crátera con adornos de lirios (uno de los ejemplos más finos y originales del estilo de Kamares), un gran frutero, un plato y una jarra.
Las salas IV y V nos habla, mediante las piezas expuestas, de la consolidación del sistema palaciego con la construcción de los nuevos palacios y villas (1700-1450 a.C.), junto con el desarrollo del comercio marítimo. Los nuevos palacios fueron la residencia de los gobernantes y el centro administrativo donde se controlaba su dominio. Servían también como ostentoso escenario donde exhibir su riqueza y poder, además de incorporar al complejo santuarios para ceremonias religiosas. El más grande de ellos es el palacio de Knossos, cuya maqueta se expone aquí, seguido por el de Festos, Malia, Galata y Zakros.
En estas salas podemos ver parte del esplendor de aquellos grandes palacios, como el revestimiento de piedra de un marco de una puerta en el que se encuentran tallados rosetas en relieve, de indudables connotaciones religiosa, encontrado en el palacio de Cnosos y datado entre el 1650 y 1600 a.C.
El palacio de Zakros, levantado en un puerto natural, estaba posicionado estratégicamente para explotar las rutas comerciales marítimas del este del Mediterráneo. Precisamente en este palacio se encontró un curioso soporte cilíndrico para una vasija de barro ceremonial, decorado con relieves de delfines y conchas marinas; en la misma vitrina vemos otras piezas del período neopalacial temprano (1700-1600 a.C.).
Del mismo período, y descubierto en el palacio de Malia, es una cabeza de cetro con forma de leopardo por delante y de doble hacha por detrás, combinando así los dos símbolos del poder religioso y político de los reyes minoicos. La cabeza, que constituye un objeto único en su género, está representada con vivacidad y plasticidad, mientras que el cuerpo está cubierto con espirales, zigzags y círculos que emulan el pelaje.
Otra de las piezas curiosas es un tablero con un juego de mesa (1700 – 1450 a.C.) con incrustaciones de marfil, vidrio azul y cristal de roca, bañado en oro y plata. Cuatro grandes piezas cónicas de marfil son las “fichas” que encajan en las áreas circulares del tablero. Se trata de un objeto complejo y lujoso que atestigua el alto nivel de vida en el palacio y el alto nivel artístico de los talles del palacio de Cnosos, donde fue hallado. Se han encontrado piezas similares y más simples en Egipto y Oriente.
En otra vitrina se exponen objetos utilitarios y de lujo hechos con bronce encontrados en el palacio de Zakros: incluye armas, hacha doble, brasero, pata de un trípode de un caldero, parapetos cuadrados con decoraciones en relieve de doble hacha y papiro, una guirnalda con decoración de doble hacha en el borde de la base, etc.…
Nos llama la atención un expositor con diferentes cerámicas, como vasos para ofrendas, una vasija con la representación de un pulpo y distintos motivos marinos, un ritón también con decoraciones marinas como estrellas de mar, corales, etc., una jarra decorada con un nautilo nadando entre patrones que simulan el mar y que fue realizado en la Tradición Palaciega Especial de Cnosos, etc.…
Pero la pieza estrella de esta sección es, sin duda, el famoso y enigmático Disco de Festos de principios del siglo XVII a.C., descubierto en una pequeña habitación de dicho palacio. Se trata de un cilindro de arcilla cuyas ambas caras poseen inscripciones, siendo el ejemplo más famoso de escritura pictográfica minoica, único en su tipo.
El Disco cuenta con cuarenta y cinco signos pictóricos, dispuestos en diferentes combinaciones de sesenta y un grupos, separados por líneas incisas y que, presumiblemente, representen palabras. Los signos se estamparon en espiral a ambos lados del disco mediante sellos en arcilla blanda. Todavía no se ha llegado a ninguna conclusión definitiva sobre el contenido de la inscripción y su relación con las escrituras cretenses. La repetición de ciertas combinaciones de signos hace pensar a los expertos que se trata de un himno o un texto de carácter mágico o religioso.
Las flotas minoicas dominaban los mares, materias primas valiosas como oro, plata, marfil y piedras semipreciosas se importaban a lo largo de las rutas comerciales marítimas y se utilizaron para la fabricación de objetos de lujo ornamentados. Por ello, el comercio y la distribución de bienes se organizó y se controló burocráticamente mediante un sistema de pesos y medidas y escritura lineal A, la escritura jeroglífica cretense se mantuvo en uso durante mas de un siglo después de la fundación de los nuevos palacios, hasta que fue reemplazada gradualmente por el Lineal A. Para dicho control se utilizaban tablillas de arcilla de diferentes formas y tamaños.
Los artistas minoicos también se especializaron en el arte en miniatura, produciendo obras de oro, plata, placas de marfil e incrustaciones moldeadas en materiales como loza y vidrio. En cuanto a los motivos, los artistas representaban el mundo de la tierra, el mar y el cielo, además de símbolos sagrados como el hacha doble y el nudo sacro. Además, se tocan motivos anatómicos tallados en marfil como brazos de figurillas de atletas en las que se pueden apreciar incluso las venas, lo que demuestra la habilidad del artesano; o la representación de un toro y acróbata pintados en un cristal de roca y actualmente único superviviente de pintura minoica en miniatura.
Llegamos ya a la sala VI que está dedicada a la vida diaria, el deporte y el espectáculo en general. Aquí se exponen algunas obras famosas del museo, como la figura de marfil del Saltador de Toros (1600-1450 a.C.). Un aspecto importante de la vida pública minoica eran los espectáculos consistentes en competencias de fuerza, resistencia y habilidad. Particularmente famosos fueron los difíciles y peligrosos saltos de toros, en los que los jóvenes atletas realizaban sus ejercicios acrobáticos sobre los cuernos y lomo de un toro. Podían participar tanto hombres como mujeres, quienes se representaban con colores diferentes: la piel oscura para ellos y la blanca para ellas. La figura que vemos expuesta aquí formaba parte de una composición más amplia, además se cree que se trata de uno de los primeros intentos de representar el movimiento en una talla tridimensional.
En el fresco del Salto del Toro (1600 – 1400 a.C.) podemos apreciar claramente cómo se realizaban estos espectáculos. En él se encuentran tres participantes, dos mujeres y un hombre, una de las atletas está sujetando el toro por los cuernos para reducir la velocidad del animal y evitar que el saltador, que está realizando la peligrosa voltereta hacia atrás, sea corneado. La segunda atleta se encuentra detrás del toro esperando con los brazos extendidos para que el saltador pueda aterrizar de manera segura. Este fresco se encontró en el lado este del palacio de Cnosos, junto con fragmentos de otros que representaban las diferentes etapas de ese deporte.
También eran muy populares la caza de toros, y tal vez jabalíes, la lucha libre, el boxeo, carreras tanto a pie como con carros, etc.… A tenor de lo cual, vemos un ritón hallado en Hagia Triada (1600-1450 a.C.), cuya superficie se encuentra divido en cuatro zonas horizontales en las que podemos ver, en las dos superiores una procesión de boxeadores y saltos de toros, mientras que en las dos inferiores podemos ver escenas de boxeo representando claramente el triunfo de los vencedores sobre los caídos. Es curioso como viendo la vestimenta, la postura y los movimientos de los deportistas, nos viene a la mente los combates de boxeo modernos.
En esta sala también se expone un fragmento del fresco denominado “Capitán de los Negros” (1350-1300 a. C.), aunque no se sabe si se trata de una carrera o de una representación de un destacamento militar en marcha. El líder de la fila, vestido con indumentaria minoica y sosteniendo dos lanzas, ha sido llamado capitán de los negros porque le siguen dos hombres pintados de ese color, quienes quizás fueran soldados africanos al servicio del palacio.
En la misma vitrina se encuentra una espada de bronce con remaches de oro, encontrada en el palacio de Malia y datada entre 1800 y 1600 a.C. El revestimiento interior del pomo de la espada está decorado con un bajo relieve de un acróbata que realiza un salto mortal hacia atrás, esta representación puede indicar que el gimnasta hiciera esos ejercicios sobre una espada situada verticalmente, poniendo en peligro, en caso de fallo, su propia vida. Existen referencias de esos “saltos de la muerte” en fuentes antiguas posteriores.
En esta sala también podemos apreciar diferentes objetos relacionados con las actividades productivas y pequeños placeres de la vida diaria minoica, como herramientas del alfarero, agrícolas, peletería, corte de madera, etc.… Las herramientas de bronce, como hachas, cuchillos, cinceles, etc., se fabricaban mediante moldes de piedra y arcilla. La iluminación hogareña se realizaba, no solo con antorchas, sino también con lámparas tanto grandes como pequeñas. La principal artesanía del hogar era el tejido de telar, que funcionaba mediante un sistema de pesas. Dentro del menaje encontramos peines, espejos, joyeros, juegos, etc.…
El vino jugó un papel importante en la vida religiosa, económica y social. Varias copas encontradas en diferentes palacios atestiguan que se celebraron eventos comunitarios donde se bebía mucho vino, reminiscencia de un festival moderno cretense. Además, los restos paleobotánicos, los ideogramas de vino que vemos en las tablillas escritas en Lineal A y la gran cantidad de recipientes para almacenar, verter y beber el vino, refuerzan la idea de la importancia del mundo vinícola. La elaboración del vino está directamente atestiguada por los lagares, vasijas de barro para pisar la uva y recoger el mosto, que se han encontrado. La forma de uso del lagar está representada en un sello de Malia (1800-1700 a. C.), en el que vemos a un pisador.
Se sabe que se organizaron grandes banquetes públicos por las evidencias pictóricas, restos paleozoológicos y paleobotánicos, y grandes conjuntos de vasijas para cocinar, servir y beber. La riqueza y magnitud de estas fiestas se representaron en los grandes calderos de bronce de Tylissos, además de en vasos de bronce, jarras y copas de plata de Cnosos. Estos grandes eventos eran espléndidas ocasiones sociales de ostentación de poder y prosperidad para las clases dominantes, más allá de las exigencias de la supervivencia diaria.
En cuanto a la música, su papel social e ideológico en la vida cotidiana, en los eventos comunales y en los rituales funerarios y de culto, está atestiguado tanto pictóricamente como por los restos materiales y modelos de instrumentos musicales. Las tres categorías principales representadas a lo largo del período minoica son: instrumentos de viento, de cuerda y de percusión. La formación y especialización requeridas justifica el lugar especial de los músicos en la sociedad minoica, como así lo atestigua su lujosa vestimenta y adornos en representaciones de rituales como, por ejemplo, en el sarcófago de Agia Triada.
En las salas VII y VIII la religión minoica pasa a primer plano. Los pequeños santuarios en las casas y los complejos administrativos periféricos satisfacían las necesidades de la familia o de la comunidad en general. El culto al aire libre también continuó en ciertos santuarios, incluso se utilizaban cuevas, algunas de las cuales estuvieron en activo durante la época Histórica. Los creyentes rezaban a las deidades con ofrendas de figurillas humanas o animal hechos con diferentes materiales como arcilla, bronce, oro, plata… Todo ello junto con mesas de ofrendas y jarrones.
En esta sección se exponen exvotos con forma masculina y femenina (1600 – 1450 a.C.) encontrados en diferentes lugares como Tylissos, Gornia, Grivigla, etc. En algunas de ellos podemos ver que tienen la espalda arqueada y los codos doblados que podría representar la tensión espiritual del creyente en el momento de comunicarse con la deidad. El gesto de la mano derecha sobre la frente pone de manifiesto la oración o invocación a la deidad adorada.
El modelado realista de los cuerpos y los elaborados peinados de algunas de las figurillas resaltan los estándares sociales: cuerpos atléticos de los hombres y la apariencia elegante para las mujeres, como así vemos en un par de figurillas de barro donde la mujer viste una falda larga y un peinado elaborado y el hombre lleva un taparrabos, cintura delgada y muslos enfatizados, ambas figuras se encontraron en Piskokephalo, datados entre 1650-1500 a.C.
En definitiva, en los modelos de arcilla que vemos se representan imágenes de la ideología religiosa oficial que surgió en el ambiente palaciego, centradas en la Epifanía de la Diosa, protectora de la Naturaleza, que consistente en la cosmovisión secular, en la que la estabilidad del mundo natural está asegurada por poderes divinos. Si a la Diosa se encuentra acompaña de una figura masculina, se trata de una segunda deidad mayor. La ideología religiosa palaciega, sus rituales y ceremonias, impregnaron todos los aspectos de la vida pública y privada, consiguiendo formar unos fuertes cimientos del poder, promoviendo al gobernante como garante supremo de la vida secular y religiosa de la sociedad.
Esa protección de la Naturaleza por las deidades, tiene como síntesis los famosos objetos de los Repositorios del Templo del Santuario Central del palacio de Cnosos: los símbolos astrales, las placas que representan la tierra y los animales marinos y, sobre todo, las figuras de la Diosa de las Serpientes (1650 – 1550 a.C.). Reciben ese nombre por las serpientes que se enroscan alrededor del cuerpo, los brazos o son sostenidas en las manos. Estos animales simbolizan el carácter ctónico del culto a la Diosa, mientras que la criatura felina que vemos encima de la cabeza hace referencia al dominio sobre la vida salvaje. Las dos figurillas de Diosas que vemos, visten prendas de lujo que consisten en una falda larga con volantes, un delantal bordado y un corpiño ceñido que deja al descubierto los pechos, símbolo de la fertilidad de la mujer y por consiguiente de la naturaleza misma.
Otra de las piezas famosas de esta sala es el ritón de piedra con forma de cabeza de toro (1600 – 1450 a.C.), cuyo lado izquierdo y cuernos están restaurados. Se trata de una obra maestra del arte minoico, trabajada con gran precisión para representar las características de este animal. El hocico está perfilado con una incrustación de conchas blancas, mientras que el ojo derecho, original, está compuesto por un cristal de roca incrustado, con borde e iris de jaspe rojo. Este recipiente habría sido utilizado para las libaciones, como lo indica el orificio del cuello para el llenado y el correspondiente orificio del hocico para verte el líquido.
Otro bello ritón con forma de cabeza de un animal es el que emula a una leona (1600 – 1500 a.C.), realizado con piedra caliza translúcida. Al igual que el ritón anterior, este posee un orificio en el hocico por donde salía el líquido para la ofrenda. Esta exquisita obra modelada es un ejemplo típico de la habilidad de los talladores de piedra para reproducir fielmente al animal original representado. La nariz y los ojos originales estaban conformados por incrustaciones de materiales que no han llegado a nuestros días.
El conocido como fresco de la Bailarina (1600 – 1450 a.C.) se encontró en el palacio de Cnosos. A pesar del nombre, representa a una diosa que desciende de los cielos como así lo indica los mechones de cabello que ondea en el viento, iconografía típica en el arte minoico para dar la sensación de que la diosa flota en el aire. Por otro lado, su brazo derecho se encuentra extendido con un gesto de autoridad y mando, lo cual demuestra que este fresco formó parte de una epifanía más grande.
En una situación central de la sala podemos ver el famoso Vaso de los Segadores, obra maestra del arte neopalacial, encontrado en Agia Triada. Se trata de un ritón de forma oblonga, parecido a un huevo de avestruz, en el que se representa un bajo relieve de una procesión de veintisiete hombres que caminan en grupo, llevando consigo herramienta de cosecha al hombro, mientras que otros de ellos cantan al son de un sistro, un instrumento musical egipcio cuyos cascabeles suenan mediante movimientos rítmicos de las manos. La procesión está encabezada por un hombre de mediana edad de cabello largo que lleva un bastón en su mano derecha, quizás se trate de un funcionario o un sacerdote, que viste un manto ceremonial con un patrón de escamas y flecos.
La composición, poderosa, rítmica y viva, muestra un notable sentido de síntesis y precisión de la interpretación de la anatomía. La sensibilidad del artista se transmite a través de pequeños y exquisitos detalles, como la representación de un hombre que gira su cabeza hacia atrás para reírse de su compañero, quizás porque se tropezó y salió fuera de la formación. Este jarrón se realizó en tres piezas de las que sólo se conservan dos: la parte superior del cuerpo y el cuello diseñado para encajar en aquél.
En una pequeña cueva de Arkalochori, en el centro de la isla de Creta, se encontró un conjunto de numerosos objetos de metal, utilizados para ritos religiosos y como ofrendas votivas (1700 – 1450 a.C.). Este conjunto está compuesto por lingotes de cobre, numerosos modelos de espadas y dagas de bronce, grandes hachas votivas de bronce y una gran cantidad de hachas dobles en miniatura de oro, plata y bronce, junto con láminas de oro. Sin embargo, no hay objetos de culto como figurillas y mesas de ofrenda, comunes en los santuarios de la época. No se ha encontrado una explicación sobre el hecho de que todos esos objetos se colocasen en una cueva tan pequeña, quizás podría tratarse de un tesoro que tuvo que ser oculto precipitadamente ante un peligro inminente. La gran cantidad de modelos de armas, espadas y dagas, se debe a que pudieron ser ofrendas votivas hechas por un grupo prominente de guerreros, enfatizando el valor ideológico del arma como símbolo de estatus y autoridad.
En Anemospilia se ha excavado un importante santuario del período neopalacial, conocido como santuario de Anemospilia. El edificio constaba de tres salas de igual tamaño y una antecámara que contenían una gran cantidad de vasijas y pithoi, además de un par de pies de arcilla (aparentemente de una figura de culto de madera), un sello de ágata tallado con una representación de un remero, un anillo de hierro y un recipiente ritual con forma de cubo con un toro en relieve en un paisaje floral. En el interior del edificio también se encontraron cuatro esqueletos, uno de ellos tenía una espada corta con la incisión de una cabeza de jabalí. Según se cree, esta arma fue utilizada como instrumento de muerte para rituales en los que tenía lugar sacrificios humanos, hasta que el santuario fuera destruido por un terremoto.
Aquí se expone el llamado Tesoro del santuario de Zakros formado por el conjunto más grande conocido de elaboradas vasijas minoicas, las cuales se descubrieron casi intactas. El tesoro incluye un conjunto de vasos rituales de piedra, principalmente ritones de tipo cónico, con forma de embudo, diferentes copas y cálices de piedra y loza con forma de cabeza de toro. Aquí de nuevo podemos apreciar la gran habilidad de los artesanos para tallar la piedra dura, ser preciosos con las formas y saber utilizar el veteado natural de la piedra para lograr un resultado estético más potente. El conjunto también incluye otras piezas importadas como colmillos de elefante, lingotes de cobre, así como jarrones de piedra egipcia, algunos de ellas adaptadas para satisfacer los gustos minoicos.
Nos llama la atención un ritón de clorita (1500 – 1450 a.C.) en cuya parte superior aún podemos ver restos del color dorado que antaño lo cubría. En él se representa un santuario al aire libre rodeado de un paisaje rocoso con cabras salvajes. El santuario está delimitado por una fachada tripartita con portada decorada con espirales y cuatro postes y coronada por una piedra, así como un recinto de muros escalonados con cuernos de consagración. En el interior se encuentran dos altares y un podio.
Llegamos ya a la sala IX, donde se habla de la fase final del palacio de Knossos (1450 – 1300 a.C.). Tras la destrucción de los diferentes centros palaciegos y periféricos en 1450 a.C., el palacio de Cnosos fue el único que continuó en uso, convirtiéndose en la sede de una nueva dinastía que controlaba la isla de Creta. Se llevaron a cabo algunas modificaciones en el edificio, principalmente en el ala oeste y en el mismo Salón del Trono que asumió en ese momento la apariencia final que vemos hoy en día, con la pintura mural de grifos flanqueando el trono de alabastro. En la exposición podemos ver algunos lekytos sentadilla de alabastro hechos de yeso local encontrados en el salón del trono. Se cree que se utilizaron en rituales de purificación y libaciones antes de la destrucción final del palacio en el 1300 a.C.
Las 3.400 tablillas de arcilla con inscripciones encontradas también en Cnosos conformaban los archivos de un complejo sistema de administración. Se tratan de registros burocráticos escritos en griego utilizando el nuevo sistema de escritura, la Lineal B, que proporcionaron información sobre la administración y economía. En contraste con su precedente Lineal A, aún no traducida, estas tablillas constituyen los primeros textos conocidos escritos en griego. Los signos están compuestos de 89 silabogramas que corresponden fonéticamente a sílabas. También incluyen logogramas, utilizados como abreviatura de los productos, junto con símbolos numéricos que indican las cantidades y peso. Las tablillas fueron grabadas en arcilla húmeda por 100 escribas diferentes y se han conservado accidentalmente por el fuego que destruyó el palacio.
La contigua sala X alberga los hallazgos de las tumbas de ilustres difuntos enterrados en los cementerios de Cnosos, Arcanes y Festos. Durante el período neopalacial los muertos se enterraban en ataúdes de madera, féretros, pithoi de boca ancha y en lárnax de arcilla, como así lo demuestran los ejemplos del área de Cnosos y del este de Creta. Las ánforas de boca estrecha pudieron haber contenido ofrendas líquidas. El cuerpo del difunto quizás fue amarrado en posición fetal para poder introducirlo dentro. Los temas utilizados en la decoración de sarcófagos y demás jarrones funerarios representan el mundo vegetal y marino, iconografía favorita utilizada en el lárnax pospalacial.
Durante el periodo palacial final se excavaron grupos de tumbas del tipo tholos y de tumbas de fosa con cámara laterales alrededor de Cnosos y en otras áreas de creta. De entre ellas destacan tres tumbas monumentales destinadas a miembros de la familia real: la conocida como Tumba de Isopata (rectangular con techo en voladizo), el denominado Templo-Tumba (edificio de dos pisos con dos habitaciones y un patio al frente de un pórtico), y la tuba tipo tholos de Kefala (construida a imitación de las grandes tumbas micénicas). En muchas de ellas se han encontrado ricas ofrendas entre las que se incluían armas, vasijas de bronce, joyas, sellos, vasijas ricamente decoradas y cerámica importada de Egipto.
Las “Tumbas de los Guerreros” entran en una categoría especial de estructura funeraria. Las ofrendas contenían una multitud de armas de bronce que incluían armas, en su mayoría espadas y lanzas, así como cascos de bronce y colmillos de jabalí. El número de ofrendas funerarias de lujo, símbolo de estatus de los difuntos, fue disminuyendo hacia el final del período, especialmente después del colapso del palacio de Cnosos alrededor del 1300 a.C. En una de las virinas podemos ver algunos ejemplos: un casco de bronce con protección facial y parte superior elevada para sujetar un blasón y al lado podemos ver una punta de lanza y espada de bronce (1400 – 1300 a.C.).
Por su parte la “Tumba del Hogar del Trípode” también ha dado importantes objetos como grandes conjuntos de vasijas de banquete de bronce, calderos, jarras, cuencos, lavabos, cucharones, lámparas, joyas de oro, piedras semipreciosas, espejos, objetos de marfil, vasijas finamente decoradas, etc.… Todas esas piezas, como las armas, funcionaban como símbolos de prosperidad y superioridad social. Lo más llamativo son las espadas con empuñadura cubiertas de oro, clavos de oro y pomos de marfil, pensados como objetos de lujo y exhibición. En la vitrina también encontramos el altar-trípode que da nombre a la tumba, con restos de carbón.
Nos llama la atención un casco hecho con colmillos de jabalí (1450 – 1400 a.C.), aunque restaurado, posee protectores de mejilla, del cual sólo han llegado hasta nuestros días los colmillos de aquel animal. Los cascos de este tipo también se fabricaban en Grecia continental y están representados en obras de arte de la Edad del Bronce Final. La especial fabricación de este casco puede indicarnos que no se usó como parte de la armadura de un guerrero, sino que se trata simplemente de otro símbolo de estatus, exhibido durante los rituales.
En la periferia de los dos grandes palacios del centro de la isla de Creta, Cnosos y Festos, se han excavado cementerios que contaban con tumbas de cámara excavadas en la roca que datan del período palacial final (1450 – 1300 a.C.). En el área de Cnosos, las ofrendas incluían alguna joya, artefactos de marfil y vasijas importadas como un ánfora de alabastro de Egipto, pero no se han encontrado armas ni vasijas de bronce. Por el contrario, en los alrededores de Festos, las tumbas sí contenían vasijas de bronce, armas, vasijas ricamente ornamentadas y esplendidas joyas de oro con piedras semipreciosas incrustadas. Esas diferencias reflejan los matices de la estratificación social dentro del círculo de los poderosos grupos de gobernantes.
La siguiente sala, la XI, alberga hallazgos de asentamientos, santuarios y cementerios del período posterior al colapso del sistema palaciego: tras la destrucción del palacio de Cnosos, los poderosos centros de autoridad y administración desaparecieron y la vida continuó en pequeñas comunidades. Los santuarios con ídolos que representan a la Diosa con los brazos en alto, jugaron un papel importante en la vida de esas comunidades. Esas figuras de barro, en ocasiones bastantes grandes, ocupaban un lugar destacado en los santuarios. El gesto de los brazos hace clara referencia a la súplica de la Diosa en nombre de los humanos, o la aceptación de las súplicas de las oraciones de los creyentes.
Se colocaban sobre un pedestal elevado en un espacio techado, por tanto, se tratan de objetos de culto y por consiguiente constituyen las imágenes religiosas de dioses más antiguas que se conocen. Las adhesiones de arcilla sobre la cabeza y las manos muestran que esta se trata de la gran Diosa, por su relación con la protección de la naturaleza. Los discos, pájaros y serpientes son símbolos del sol, el cielo, el aire y la tierra. Entre ellas destaca la denominada “Diosa Amapola” hallada en Gazi, única figurilla coronada con representaciones de plantas de la adormidera. El símbolo del opio, un alucinógeno conocido por sus propiedades sedantes y curativas, trasmiten el mensaje de que la Diosa alivia el dolor y cura a sus adoradores.
Los santuarios incluían estancias que se abrían a un patio adyacente para realizar rituales comunales. Los santuarios también estaban equipados con vasijas tubulares, pequeños altares y mesas de ofrendas. El culto público al aire libre también continuó en este período. En el asentamiento de Karphi se encontraron cinco estatuillas de diosas con los brazos en alto que se encuentran entre las más grandes conocidas en Creta hasta la fecha, en las que se adjuntaron en la cabeza símbolos de aves y cuernos de consagración. Entre los hallazgos se encuentran un ritón de arcilla con forma de carruaje de tres ruedas con un auriga y un añadido de una cabeza de toro, una tableta de arcilla rematada con una cabeza humana y otros objetos de culto y vasijas, como un cálato, un soporte de olla ornamentado y un ritón con forma humana. Esos objetos se encontraron en diferentes partes del asentamiento, lo que indica que las actividades religiosas tuvieron lugar en todo el recinto.
El contenido de las tumbas de aquella época refleja la caída del nivel de vida. Ahora las tumbas son de cámaras pequeñas excavadas en la roca, con un pasillo y una entrada, también se levantaron tumbas tipo tholos, generalmente de pequeñas dimensiones, de formas circulares o rectangulares. Los interiores solían contener sarcófagos de barro cocido, conocidos como lárnax, acompañados de humildes obsequios para los difuntos y varias vasijas, la mayoría de las cuales eran jarras para verter ofrendas líquidas, también hay quemadores de incienso que perfumaban el interior de la tumba y cofres de joyas. Las ofrendas de armas y vasijas de bronce se realizaban ocasionalmente, rememorando, a pequeña escala, la época precedente de enterramientos ilustres, como ejemplos vemos diferentes piezas como dagas y espadas, una de ellas con clavos dorados y otras con magos de hueso, lanzas, herramientas con forma de hacha y dos pequeños escudos con rebordes.
Pasamos ya a la sala XII, dedicada al mundo de los muertos y a las creencias sobre la vida después de la muerte, como se refleja en las representaciones de los sarcófagos de barro cocido, o lárnax. La estrella indiscutible de esta sala es, sin duda, el Sarcófago de Hagia Triada (1350 – 1300 a.C.): se trata de un sarcófago de piedra cuyas decoraciones representan ceremonias rituales consistentes en sacrificios de toros en honor a los muertos, además de escenas transcendentales asociadas con la creencia en el más allá.
Las escenas están pintadas sobre yeso mediante la técnica del fresco. En un lado del sarcófago se representa una escena donde vemos, a la derecha, al difunto con una túnica larga y situado frente a un edificio, tal vez la tumba misma. El fallecido recibe las ofrendas de un barco y animales. A la izquierda de la escena podemos ver a unas sacerdotisas que, acompañadas de una lira, vierten libaciones en un cubo situado entre columnas coronadas por dos hachas dobles, en los que se posan pájaros que simbolizan la presencia de la deidad.
En la otra cara del sarcófago se representa una escena donde vemos un sacrificio de un toro, el cual, atado a una mesa, encuentra la muerte mientras suena una flauta y una sacerdotisa realiza ofrendas en un altar frente a un santuario coronado con los cuernos de consagración y que encierra un árbol. Entre el santuario y el árbol, se levanta un poste con un hacha doble sobre el que se posa un pájaro. Por otro lado, en las caras más estrechas se representan a diosas en carros tirados por grifos y caballos o cabras salvajes, además de una procesión de hombres. El sarcófago se encontró en una tumba que perteneció a una gobernante que, como narran las imágenes, fue espléndidamente honrado después de su fallecimiento.
La iconografía de este sarcófago es, en cierto modo, la continuación del arte al fresco que decoraba las paredes de los palacios minoicos, al aplicarse el mismo estilo y técnica. Seguimos recorriendo la sala y vemos que se exponen otros interesantes ejemplos de lárnax de arcilla que imitan la madera de los ataúdes que fueron utilizados durante el período anterior. Existen dos tipos de lárnax: unos que tienen forma de cofre con tapa a dos aguas y otros que se asemejan a una bañera. En ambos casos, el fallecido era introducido en posición fetal, lo que quizás simbolice el regreso al comienzo de la vida en el útero primigenio.
La decoración se centra en temas iconográficos que se inspiran principalmente en el mundo vegetal, animal y marino, representados de forma esquemática sin cohesión narrativa. Esa decoración esconde un claro significado simbólico, representando, aislados o en una composición, una versión abstracta del paraíso minoico: las criaturas marinas simbolizan el mar a través del cual se encuentran las islas de los benditos muertos; el mundo vegetal y animal hace referencia a la paz y eterna primavera; el carro y barco representan el medio de transporte por el largo viaje por tierra y mar. Alguna vez aparecen figuras divinas en actitud de oración que transmite la idea del Juicio Final.
El itinerario nos conduce al primer piso del museo, a la espaciosa sala XIII, donde se exhiben algunos de los frescos minoicos más famosos. Es el caso del conocido como Príncipe de los Lirios (1600-1450 a.C.), emblemática imagen de la Creta minoica del período neopalacial. Formaba parte de una composición mural mucho más grande. La figura está representada a tamaño natural, vistiendo una falda de vivos colores con una cofia y un cinturón, en la cabeza porta una majestuosa corona decorada con lirios de papiro y plumas de pavo real. Según Arthur Evans, el excavador del yacimiento de Cnosos, se trata de un gobernante o un sacerdote-rey, algo así como una personificación de la autoridad religiosa y secular. Sin embargo, otros expertos y estudiosos han señalado que podría tratarse de un atleta, un boxeador o un gobernante al mando, mientras que la corona se atribuye a una sacerdotisa o una esfinge.
Otro de los frescos famosos es la de una cabeza de toro. Formaba parte de tres fragmentos de un fresco en relieve de yeso en los que se representaba la caza de toros dentro de un paisaje rocoso con olivos. A dicha composición también pertenecía parte de una figura humana, probablemente un cazador o un saltador de toros. La parte principal del fresco es esta cabeza de toro que constituye una obra maestra del naturalismo minoico, por su calidad artística y por su gran poder expresivo. El artista capturó la intensidad del momento: podemos apreciar la angustia del toro al galope, resoplando y luchando con la boca entreabierta y el ojo dilatado para escapar de sus perseguidores o incluso para contraatacar. El fresco se encontraba en el Bastión Oeste del Pasaje de Entrada Norte del palacio de Cnosos.
Otra obra famosa es el fresco conocido como La Parisina, llamada así por el mismo Arthur Evans. Se trata de una figura femenina de rasgos mediterráneos y vivo maquillaje. Perteneció a una composición mas grande donde se representaban escenas de banquetes ceremoniales, donde se muestran figuras de pie y sentadas levantando tazas y kylikes, probablemente se refleje banquetes reales celebrados en el salón superior del ala oeste del palacio de Cnosos, donde se encontró el fresco. El tamaño de la Parisina y el “nudo sacro” que tiene a su espalda, indican que probablemente se tratase de una sacerdotisa importante.
Al lado vemos un fragmento en el que se representan a tres hombres caminando hacia la derecha. Uno de ellos lleva una vasija grande, probablemente hecha de alabastro. Las figuras masculinas se encuentran vestidas con faldas, mientras que sus brazos y piernas están decorados con joyas. Se trata de uno de los restos de una composición mucho más amplia, el denominado Fresco de la Procesión.
A dicho fresco también pertenece el denominado Copero, representa a un joven de cabello largo y negro, torso desnudo y falda ricamente decorada, que porta un gran ritón plateado, un recipiente ceremonial. Se trata de la única figura a tamaño natural, cuya cabeza y torso se conservan en un fresco minoico. Junto a él vemos otros restos que pertenecieron a la composición del Fresco de la Procesión, así como una recreación de cómo debió de ser la escena.
Por su parte el llamado fresco del Bosque Sagrado y de la Danza (1600 – 1450 a.C.), muestra un grupo de personas, mujeres de cuerpo entero gesticulando enérgicamente entre árboles. Otro fragmento en el que se representa la fachada de un edificio no está incluido en la reconstrucción del fresco. Las franjas blancas en las que se representan unas grandes losas a lo largo de la composición, probablemente emulen las calzadas del Patio Oeste del palacio de Cnosos, gracias a ese elemento es posible identificar el escenario donde se produce la escena: en el área frente a la Fachada Oeste del complejo.
El fresco de los escudos con forma de ocho (1450-1350 / 1300 a. C.) decoraba las paredes de la Gran Escalera, la cual constituían el acceso escalonado hacia las dependencias reales del palacio de Cnosos. En el fresco se representan unos escudos reales que originariamente estaban colgados en paredes y estaba hechos de un marco de madera o metal, cubierto por una piel de buey, representado en el fresco por una superficie moteada. Los escudos, que son principalmente armas defensivas, pudieron haber simbolizado el poder disuasorio y militar del gobernante del palacio de Knossos. Para poner fin a la visita a esta sala, admiramos también otros frescos famosos como las Damas de Azul, el Pájaro Azul o el fresco del Delfín.
La exhibición continúa con piezas del Período Histórico, repartidas entre las salas XV y la XXII. Las salas XV-XVII nos hablan de la sociedad cretense durante la Edad del Hierro: la vida cotidiana, la organización estatal, el registro de las primeras leyes, el floreciente comercio que favorecieron el contacto con otras culturas, etc.… Todo ello nos da una visión muy amplia del particular carácter de la sociedad cretense a principios del siglo I a.C. También se exhiben ofrendas votivas provenientes de grandes santuarios de la época como Syme Viannos y Gortys, así como de las cuevas sagradas de Idaean, Dictaean y la de Inatos.
En las salas XVIII-XIX conoceremos más sobre los cementerios de la época, especialmente interesante es la exposición de las estelas funerarias de Prinias. Una unidad de exposición separada está dedicada a la creación del alfabeto griego a través de las primeras inscripciones que se conservan en Creta.
En la sala XX vemos diferentes objetos que nos habla de las ciudades-estado de Creta y sus santuarios desde el período Clásico al Romano (siglo V a. C. - siglo III d. C.), mientras que la pequeña Sala ΧΧΙ muestra la evolución de las monedas cretenses. El recorrido por el primer piso concluye en la sala XXII donde se exponen los objetos hallados en cementerios de los períodos helenístico y romano. Las ofrendas funerarias halladas en los cementerios de Knossos y Hersonissos, junto con la estatua funeraria de bronce única de Ierapetra, conforman el paisaje de la muerte en aquellos tiempos.
Volviendo a la planta baja, los visitantes pueden recorrer las Salas XXVI y XXVII que albergan la Colección de Esculturas. Esta sección comienza con la exposición de piezas cretenses que contribuyeron al desarrollo de la escultura monumental griega. Es el caso del friso de piedra caliza del Templo A de Prinias (siglo VII a.C.): está constituido por una serie de placas en relieve donde se representa una procesión de jinetes que se muestran desfilando con sus escudos y lanzas, lo que corrobora el alto estatus social de la vida secular y religiosa de la ciudad. Los jinetes se esculpieron a un tamaño mucho menor que la de los caballos, además de estar volteados hacia el espectador, siguiendo la norma arcaica de la representación figurativa.
También al templo A de Prinias pertenece un dintel de piedra caliza con forma de viga cuadrada (siglo VII a.C.). Posiblemente formó el dintel de entrada central del templo. En la parte superior y enfrentadas se encontraban dos estatuas de figuras femeninas entronizadas que llevaban el polos o velo sacerdotal, además de una especie de capa que cubría los hombros. En la parte inferior del dintel se representaron dos figuras femeninas de pie, panteras y ciervos.
Del período Arcaico también pertenecen varias estatuas hechas con piedra caliza, como una Kore (siglo VII a.C.) que lleva una túnica del tipo peplos y una capa que cubre los hombros. Los rasgos triangulares de su rostro y en particular el peinado, son elementos característicos de la escultura arcaica. Junto a ella se exponen otras esculturas como el busto de una imagen femenina (siglo VII a.C.) de tamaño natural que lleva un cinturón y el mismo tipo de capa que la anterior, además del mismo peinado. Las muescas que presenta en la parte posterior indican que estuvo colocada en algún edificio. Se trata de la única estatua de gran tamaño descubierta hasta ahora en Creta.
Seguimos avanzando y nos topamos con las esculturas realizadas durante el período de dominación romana. Aquí destaca un magnifico grupo escultural de los dioses del inframundo Plutón y Perséfone (siglo II d.C.) quienes están representados como las deidades egipcias Sarapis e Isis. La escultura de Platón-Serapis posee un tipo de tocado cilíndrico llamado “modius” (nombre que hace referencia al utensilio que utilizaban los romanos para medir el grano). Perséfone-Isis permanece con la cabeza cubierta, aunque en la frente presenta sus símbolos: luna creciente, disco solar y la serpiente. En su mano derecha sostiene un sistro, instrumento musical egipcio que también fue utilizado en Creta desde la Prehistoria, mientras que en su izquierda probablemente tenía las correas que sujetaban al perro Cerberus. La composición escultórica es un ejemplo típico de sincretismo, es decir, la mezcla e integración de diferentes creencias religiosas durante la época romana y helenística.
También destaca una estatua de mármol de un filósofo (finales del siglo II, principios del siglo III d.C.) encontrada, como el grupo escultórico anterior, en Gortyna. Representa a un hombre maduro con un bastón en la mano y libros junto a la pierna. La cabeza se realizó según el modelo iconográfico romano para la representación de filósofos, mientras que el cuerpo sigue los prototipos del siglo V a.C. La estatua probablemente retrata a Apolonio de Tiana, quien fue no sólo filósofo, sino también maestro, sanador, mago y místico neo-pitagórico, el cual enseñó en Gortyna y Lebena, visitó Cnosos con sus estudiantes y murió en el santuario de Dktynna en el oeste de la isla de Creta.
Dos esculturas del dios Pan del siglo II d.C. también son destacables: una encontrada en Gortyna en el que el dios está representado con rasgos de una cabra: cuernos, ojos y piel de ese animal. La cabeza fue dañada y vuelto a reparar en la antigüedad utilizando plomo. La otra escultura proviene de Argyroupoli (antiguo Lappa), Pan está retratado con una siringe, instrumento musical hecho de caña. El carnero que se levanta sobre su pierna izquierda, la piel del animal en el hombre y la base que representa un paisaje rocoso, indican las cualidades bucólicas y fertilizantes de este semidios.
Cerca podemos ver dos interesantes retratos de mármol hallados en Chersonessos y datados en el siglo VII d.C. Una de las cabezas representa a una mujer que tiene un peinado típico de la época, sus trenzas de cabello crean una corona con forma de nido de abeja alrededor de la frente, mientras que la parte de atrás está tallada toscamente. La otra cabeza retrata a un hombre joven de rostro redondeado, cabello lacio y ojos que dirigen la mirada ligeramente hacia arriba.
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