Más que la propia plaza en sí, lo que más nos interesan son los rincones que guarda en su parte norte: la puerta de Almocábar, la puerta de Carlos V y la iglesia del Espíritu Santo. Sin embargo, señalaremos que en esta plaza tuvo lugar el 20 de mayo de 1485 la congregación de las tropas castellanas que pusieron fin a la dominación árabe de la ciudad y de la serranía.
La puerta de Almocábar, situada en la parte sur de la antigua medina, se construyó en el siglo XIII, compuesta por tres puertas sucesivas con forma de herradura y dos torres semicirculares laterales que probablemente contenían el mecanismo de apertura y cierra del portalón, así como servir de alojamiento para la guardia. Su nombre proviene de la palabra árabe Al-maqabir (cementerio) debido a que se encontraba cerca de la necrópolis principal situada fuera de los muros.
A mediados del siglo XVI se levantó al otro extremo de la puerta del Almocábar (que fue reformada y modificada), otra puerta de acceso conocido como puerta de Carlos V que tenía la función de ser el lugar donde se cobraban los arbitrios de la ciudad. Se construyó en estilo renacentista y con planta cuadrangular, formada por un arco de medio punto sobre el que se sitúa el gran escudo real de la Casa de los Austrias sostenido por el águila imperial. Después de la restauración de 1965 esta puerta pasó a ocupar el espacio y disposición actual.
Ya en el interior de las murallas encontramos la iglesia del Espíritu Santo, erigida por los reyes católicos a finales del siglo XV. En el edificio vemos una mezcla de estilo gótico y renacentista, a la vez que en conjunto da la sensación de cierta imagen fortificada debido a su origen de torre fortificada de la muralla. En su interior, de una sola nave dividida en dos tramos por un gran arco, destaca el Altar Mayor con su retablo barroco y la representación escultórica del Santo Entierro.
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