Si tomas cualquier tren proveniente de cualquier ciudad belga o incluso algunas extranjeras, llegarás a una de las tres estaciones de Lieja, incluida la que nos ocupa, la Liège-Guillemins, la principal de la ciudad. El edificio actual está constituido por una construcción moderna que nos recuerda mucho a L´umbracle o el l´hemisferic de la Ciudad de las Ciencias en Valencia.
La estación lleva el nombre del distrito en que se encuentra, el cual toma a su vez el nombre de la orden monástica de las Guillerminas quienes fundaron aquí un monasterio en el año 1287. La primera estación ferroviaria fue inaugurada en 1842, tras la apertura de la primera línea belga en 1838. Aquél primer edificio estaba construido de madera, hasta que en 1864 se construyó otro en estilo Belle Époque.
Después la estación fue modernizado y mejorada en 1882 pero aún más especialmente, para la Exposición Universal de Lieja de 1905. Finalmente, el edificio fue reemplazado en 1958 según estándares de la época, para la nueva Expo de aquel año. Se usó hasta el año 2007 momento en que comenzó a construirse la actual estación diseñada en acero, vidrio y hormigón por el arquitecto español Santiago Calatrava, tras quedar claro que la llegada de los trenes de alta velocidad requería una infraestructura específica.
Calatrava ganó el concurso internacional dotando a la nueva estructura de doscientos metros e logitud y dotándola de un monumental techo de 160 metros de largo y 35 metros de alto. Cuenta, además, con 9 vías y 5 plataformas (tres de 450 metros y dos de 350 metros de longitud), convirtiéndose así en una de las estaciones más grandes de Europa. Por tanto, como hemos visto, la evolución arquitectónica de la estación ha sido más que evidente.
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