NÚREMBERG (NÜRNBERG)

PLAZA DE SAN LORENZO

Esta es una de las plazas más populares de Núremberg, especialmente entre sus ciudadanos, siempre está llena de gente. En sus inmediaciones hay muchísimas cafeterías, tiendas y restaurantes de muy diferente índole. Nada más llegar a la plaza nos topamos con la Wetterhäuschen, la primera edificación de este tipo construida por el Ayuntamiento de Núremberg en 1878, si bien la que vemos en la actualidad es una réplica de 1978. Esta casita meteorológica posee cuatro diales en cada dirección en el que se indicaba la temperatura, las previsiones meteorológicas, la presión atmosférica y el nivel del agua del rio Pegnitz.

Pero además en esta plaza encontramos tres de los tesoros que guarda Núremberg: la Tugendbrunnen, la Nassauer Haus y, sobre todo, St. Lorenz. La Tugendbrunnen o Fuente de las Virtudes fue construida por el fundidor de hierro Benedikt Wurzelbauer en el año 1589 por encargo del Ayuntamiento. En ella vemos seis alegorías: la Fe con un león, el Amor con dos hijos, la Esperanza con un ancla, el Coraje con un león, la Moderación con una jarra y la Paciencia con un cordero. Todas ellas están coronadas por la séptima virtud, la Justicia. Como puedes ver en la foto, cuando ESturismo.eu estuvo en Núremberg, la fuente se encontraba en trabajos de restauración.

La bonita Nassauer Haus es uno de los ejemplos de casa-torres que mejor se conservan. Su aspecto defensivo es únicamente decorativo y simbólico. Originariamente la casa era posiblemente la sede de los administradores reales. Los pisos inferiores datan de principios del siglo XIII, mientras que en el siglo XV se añadieron las plantas superiores, las almenas, las torres octogonales y el saledizo. A pesar de su nombre no existen evidencias de que la casa fuera propiedad de los Condes de Nassau.

Al lado de la Nassauer Haus y la Tugendbrunnen se levanta imponente las altas torres de la St. Lorenz. Se trata de la iglesia de la comunidad evangélica más grande y la más bella de la ciudad, obra maestra del gótico pleno. Las obras de construcción comenzaron en el año 1280 y continuaron hasta el momento en que se finalizaron las torres, de 81 metros de alto, en el siglo XV. La primera mención de una iglesia dedicada a San Lorenzo es una capilla que se construyó entre los años 1235 y 1258. Una excavación llevada a cabo en 1929 reveló los restos de una basílica románica cuyos materiales se utilizaron para la construcción del actual templo.

Durante las obras se fueron cambiando los planes de construcción, como la integración de las capillas laterales entre los contrafuertes de las naves y la colocación de una galería por encima de los portales secundarios. El aspecto que luce hoy el edificio se le fue dado entre los años 1439 y 1477 cuando los arquitectos de la escuela de Peter Parler, entre los que estaba Konrad Heinzelmann, le añadieron las naves laterales y el coro en estilo gótico tardío.

Como decimos, el coro fue precisamente la última gran fase constructiva, externamente presenta una doble hilera de ventanas con parteluz decorado con contrafuertes, muy al gusto de la época. Sus vidrieras, de las que después hablaremos, llenan de luz el interior de esta parte del templo que contrasta con la nave, mucho más oscura.

En la parte norte, en un ángulo que forman la nave central y el crucero, podemos ver la reconstrucción de un curioso portal en el que se representa la Oración en el Monte de los Olivos, en estilo gótico tardío e inspirado en otro pórtico con la misma temática de la iglesia de Nuestra Señora de Bamberg.

En la estrecha y alta fachada occidental en cuyos lados se elevan las torres, podemos dividir claramente tres zonas: el frontón triangular, el rosetón de 9 metros de diámetro y la doble espléndida portada decorada con estatuas y relieves realizados a mediados del siglo XIV. Podemos datar esta fachada en esa época porque presenta los escudos de armas de Carlos IV y su tercera esposa Ana de Swidnica, quienes contrajeron matrimonio en 1353.

Accedemos a su interior comprobando que se divide en tres naves con arcos ojivales en cuyos pilares cuelgan esculturas datadas de entre los siglos XIII y XIV. La nave central se encuentra desprovista de triforio, pero provista de claristorio con pequeñas ventanas geminadas, con un techo cubierto por bóvedas de crucería.

El interior de la iglesia guarda una gran cantidad de obras de arte, como el epitafio Ehenheim que es obra de un autor desconocido que lo realizó entre 1438 y 1439, en él destaca la figura hercúlea de Cristo desnudo después de la circuncisión. Para seguir destacando más obras importantes, comenzamos nuestro recorrido por la nave derecha.

La Rochusaltar o altar de San Roque fue donado por la familia Imhoff como ofrenda por la peste que por 1483 asolaba la zona. En él vemos dos esculturas (que conservan la pintura original) que representan a dicho santo y a un ángel al que le pide la curación de su rodilla. Se trata de un verdadero altar destinado a los creyentes que pedían por la erradicación de la plaga, puesto que en él, además de a san Roque, vemos a san Sebastián, ambos patrones de la pestilencia.

La Katharinenaltar, ya en el umbral con el coro, fue realizada por Michael Wohlgemut entre 1485-1586 por encargo de las autoridades municipales de la ciudad de Núremberg. En este altar vemos escenas de la vida de Santa Catalina de Alejandría. Las figuras centrales representan a los santos Lavinio, Catalina y Helena.

Al final de las naves laterales comienza directamente la girola o deambulatorio y el coro. Aquí se sitúa el Altar mayor en cuya parte superior pende el Engelsgruß (Saludo de los Ángeles), una de las piezas más importantes y conocidas del templo. Fue realizada por Veit Stoss entre 1517 y 1518 y en ella se representa al Arcángel Gabriel anunciando el nacimiento de Cristo a la Virgen María.

De aquél mismo artista es el Crucifijo realizado alrededor de 1500 que cuelga del arco del coro, también la escultura de San Pablo de 1513 situada en el pilar de la derecha. Por otro lado, entre la nave y el coro, se sitúa la sacristía de dos plantas, obra de H. Paur construida en el 1467. Justo al lado hay unas escaleras del 1519 realizadas por H. Beheim el Viejo.

En los extremos del coro encontramos dos piezas imponentes, a un lado una monumental lápida y al otro el Sakramentshaus. Este baldaquino de 20 metros de altura, es la obra maestra de Adam Kraft quien la realizó entre los años 1493 y 1495, por encargo de Hans IV quien lo donó a la iglesia. Contiene un gran número de figuras, con las que se representan la Última cena, la Crucifixión y la Resurrección de Jesucristo.

Su particularidad es que, a los pies de la obra, se encuentra el autorretrato arrodillado del artista en cuyas manos posee las típicas herramientas de escultor para trabajar la piedra, le acompaña otros dos compañeros de gabinete. Durante la II Guerra Mundial apenas sufrió daños puesto que fue recubierta por una envoltura de yeso grueso para evitar daños mayores que hubieran producido los ataques aéreos, sólo tuvo que ser restaurada la torre superior.

Alrededor del coro podemos ver ventanas góticas con vidrieras realizados entre los siglos XV y XVI. Se sabe que gran parte de ellas fueron obras del taller de Michael Wolgemut, el maestro de Durero, el ejemplo más claro de este artista es la Kaiserfenster realizada en 1476-77. Entre las más valiosas, además de la anterior, se encuentra la Volckamerfenster (de Peter von Adlau realizado en el siglo XV) y la Konhoferfenster (donación póstuma de Konrad Konhofer en 1452).

Otras, tanto en el coro como en el resto del templo, son obras de Peter Hemmel quien puso en marcha un taller con cuatro maestros que obtuvo gran notoriedad. Por otro lado, hay bastantes pruebas de que, en ocasiones, los pintores de vidrieras trabajaban con cartones encargados a otros artistas. Probablemente Durero dibujó diferentes cartones destinados a la capilla Schmidmayer. Desgraciadamente la mayoría se perdieron durante la guerra.

Seguimos en el coro, donde también destaca la Dreikönigsaltar de alrededor de 1460. En ella podemos ver claras influencias holandesas: en el panel central se representa la Adoración de los Reyes Magos, en el bando izquierdo la Anunciación y el Nacimiento, mientras que en la parte derecha podemos ver un pasaje de la Huida de Egipto y la matanza de los Inocentes de Belén.

Algo más allá se sitúa la Annenaltar datada en el año 1510, obra de H. von Kulmbach. En él vemos las esculturas talladas que representan a María y al niño Jesús y a santa Ana, madre de aquella. En las alas están pintados los respectivos esposos de ellas, san José y san Joaquín. En la predela podemos ver dos relicarios góticos.

En la zona en que confluyen el deambulatorio y la nave izquierda encontramos el único altar renacentistas del templo, la Johannesaltar de 1521. Originalmente se encontraba en el umbral del coro para albergar el alimento utilizado para la Comunión, mientras que en la actualidad cobija las únicas reliquias que conserva la iglesia, las de san Gereón. A continuación encontramos la Deocarusaltar, altar realizado en 1437 y que albergó las reliquias de san Deocarus, probablemente a raíz de lo cual se ideó la construcción del coro.

La Imhoffaltar, datada en 1438, no está completamente visible, partes de ellas se pueden encontrar en la galería Imhoff (no accesible), así como en el Germanischen Nationalmuseum de la ciudad. Por otro lado la Wolfgangsaltar se construyó en el año 1450.

Para broche final a la visita de la iglesia de San Lorenzo, se ha acondicionado una pequeña zona a la entrada del templo, donde se exponen piezas rescatadas de las ruinas del edificio después de haber sido bombardeada, mostrando diferentes fotografías en el estado en que quedó.

En la zona también se muestra una campana que una vez sonó en una de sus torres, erigiéndose en la actualidad como un monumento a las dos grandes guerras mundiales. Y hablando de estos sonoros instrumentos, señalar que el templo cuenta con dieciséis campanas, siendo la segunda iglesia protestante con un mayor número de ellas en Alemania.

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