Este museo se encuentra en la Casa Farina, junto al Altes Rathaus, donde Juan Maria Farina ideó en 1709 el famoso Eau de Cologne o Agua de Colonia, por lo que está considerado como la fábrica de fragancias más antigua del mundo. Antaño no había números en las casas de la ciudad con lo que este local era conocido como Johann Maria gegenüber dem Jülich-Platz, es decir Johann Maria Farina en frente de la plaza de Jülich. Aun así la denominación de la empresa del perfume fue utilizado durante mucho tiempo en francés (Jean Marie Farina vis-à-vis la Place Juliers). Posee como símbolo un tulipán rojo, esto es porque en aquella época esta flor era signo de distinción y exclusividad entre la clase alta de la sociedad.
Y es que el Agua de Colonia revolucionó la forma de asearse de la nobleza en épocas del rococó ya que, hasta entonces, no se utilizaba el agua para lavarse al ser fuente de innumerables epidemias, utilizando en su defecto unos cargados perfumes, sobre todo franceses, que incluso provocaban el desmayo de las personas que los utilizaba. Y llegó el Eau de Cologne, una fragancia muy fresca consistente en la mezcla de aceites diluidos en alcohol muy concentrado conteniendo entre un 8% y 12% de aceites esenciales. Como es lógico pensar, su nombre proviene de la ciudad que vio nacer el nuevo producto, Colonia.
No hay que olvidar que Farina poseía unos fuertes conocimientos en destilación, esencias, maceración y extracción, que le venía del influjo de su familia materna, que provenían de los Gennari, famosos perfumistas italianos del siglo XVII. Cuando Farina creó el Agua de Colonia escribió a su hermano Johann Baptist diciéndole que descubrió un perfume que le hacía recordar un amanecer italiano, a narcisos de montaña, a azahares de naranjo justo después de la lluvia.
En un principio se dedicó a la venta de su nuevo producto en Colonia y en algunas ferias de muestras del país, pero poco a poco se irían multiplicando los pedidos de botellas de colonia, llegando a enviarlas a toda Europa en cantidades considerables. Durante la Guerra de los Siete Años el perfume tuvo un gran auge, al convertirse, junto con las pelucas y el polvo de talco, en un artículo de lujo entre los oficiales franceses, que a su vez se la enviaban a familiares, llegando a ser muy famoso en toda Francia.
Este museo, lugar donde, como hemos señalado, se producía la colonia, era también una tienda donde las personas adinerabas acudían para obtener una o varias botellas. Pero la venta del perfume era todo un ritual y todo un arte para Juan Maria Farina quien agasajaba a sus clientes con una comida para después exponerles las virtudes de su fragancia. En el piso superior, o Belle Etage, se hará una explicación extensiva sobre lo comentado y además se podrá ver un mueble desmontable con decoraciones orientales utilizado para los viajes en el que se realizaba la exposición y pruebas del perfume. En esta planta conoceremos más sobre el árbol genealógico de los Farina, veremos fotografías y cuadros de la familia, etc...
En el sótano profundizamos más en la historia del perfume: para envasar su fragancia se utilizaban unas botellas alargadas de color verde denominadas Rosolie, la botella original de la Casa Farina que se utilizó durante el primer siglo de existencia del perfume. Para demostrar su autenticidad le ponía el sello rojo con el blasón de la familia, además de ir acompañada con una hoja en el que Farina escribía con su puño y letra el modo de empleo. En esas instrucciones también se mencionaba el uso terapéutico y curativo de determinadas enfermedades. La característica firma acompaña cada botella y hoja y se dice que cada generación ha tenido que aprender a realizar la firma perfectamente.
Fue tal el éxito del Eau de Cologne que no faltaron copias. En el museo se exhibe algunas falsificaciones y plagios que intentaron hacer mercado a costa del popular producto inventado por Farina, debido a que en aquella época no existía el patente de marcas. En esa época ocurrieron miles de plagios del original Agua de Colonia. Desde entonces la definición de Agua de Colonia, o simplemente colonia, se ha vuelto con el tiempo en una palabra genérica en perfumería. En la actualidad se considera colonia a los compuestos perfumados en la que la proporción de aceites esenciales de origen vegetal en el alcohol diluido sea mayor del 5% y menor del 10%.
Seguimos en el sótano, y más concretamente en las bóvedas originales, donde podremos descubrir si tenemos o no una nariz absoluta como la de Farina. Aquí tendremos la oportunidad de oler una gran variedad de esencias, al tiempo que se nos explica detalladamente cómo se obtienen cada una, incluyendo el sorprendente ámbar que a buen seguro dejará a más de uno con la boca abierta. Veremos también algunas réplicas y otros originales de los aparatos de destilación que utilizó Farina en este mismo lugar.
Después de la visita se entregará a cada persona un muestra del perfume junto con una hoja en el que se enumera año por año los clientes célebres, además de una foto con la escultura de Farina en la torre del Ayuntamiento. Entre ellos están, por nombrar sólo a unos pocos: Federico Guillermo I de Prusia, Luis XV de Francia, W.A.Mozart, Napoleón I de Francia, Simón Bolívar, Luis I de Portugal, Guillermo III de los Países Bajos, Carlos I de Rumanía, Oscar Wilde, Marlene Dietrich, Indira Gandhi, Diana de Gales, Bill Clinton, etc, etc...
Para poder visitar este interesante museo debes realizar una reservación desde la web de la Casa Farina, ten en cuenta que al ser una visita guiada es muy importante hacer la reserva, más aún cuando se quiera realizar el tour en idioma español. Haz click aquí para ir a la web de reservas.
Una vez terminada la visita al Museo del Perfume de la Casa Farina es muy buena idea acercarse hasta la torre del Altes Rathaus o Ayuntamiento, si no lo has hecho antes, para buscar la figura de este insigne ciudadano de Colonia, creador de este tipo de perfumes, que ha logrado llevar el nombre de la ciudad por todo el planeta: Juan Maria Farina.
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