Lo primero que hay que hacer es comprar las entradas para acceder al monumento, para lo cual puedes hacerlo a través de la web oficial (sin colas, ni mareos), o hacerlo en taquilla, donde mucha gente, sobre todo indios, estarán esperando su turno. Si eliges esta última opción debes tener en cuenta tres cosas: primero, los viernes el Taj Mahal permanece cerrado y sólo es accesible para los musulmanes que vayan a rezar, segundo, como extranjeros deberás dirigirte a la taquilla marcada con un letrero “Foreigneh” y tercero, saldrán por todos lados guías que querrán acompañarte al interior del Taj Mahal, incluso se ofrecerán a ir contigo para comprar tus boletos de entrada, así que si no quieres guía, ármate de paciencia y déjalo claro desde el principio, aunque son muy muy muy insistentes, igual que los vendedores de suvenires. El precio para visitar el monumento son 1.100 rupias indias, a lo que hay que añadir 200 más si quieres ver el interior del mausoleo (precios agosto 2023).
Una vez pasado lo más difícil, cuando vayas a acceder por el torno te darán una botella de agua (aunque introducir comida y bebida está totalmente prohibido) y unas pantuflas de plástico para ponértelo en los pies cuando accedas a la terraza del mausoleo. Así llegamos a la zona de jilaukhana (literalmente, “en frente de la casa”), una explanada en cuyos lados sur, este y oeste se encuentran las antiguas puertas de acceso y las actuales (los extranjeros sólo utilizan estas dos últimas para entrar al recinto, reservándose la sur para la salida). El camino de la puerta oeste, llamada Fatehpuri Gate, por donde entramos nosotros, se encuentra flanqueado por dos edificios: el Fatehpuri Masjid y una tumba anónima, que probablemente sea la de Satti-un-Nisa Khanum, la principal dama de honor de Mumtaz Mahal.
La entrada situada al este, la llamada Fatehabad Gate (la utilizada para las visitas nocturnas de luna llena al Taj Mahal) también tiene un camino flanqueado por edificios, entre los que se encuentra otro complejo de tumba, igual que la situada en la puerta oeste, tradicionalmente conocidas como 'Saheli Burj' o la torre de la amiga. Por tanto, los caminos de ambas puertas se encuentran bordeados con unas hileras de galerías porticadas con arcos de múltiples cúspides sostenidos por columnas del distintivo tipo Shah Jahan, que aparecen aquí en su forma más básica. Encima de las arcadas podemos ver un alero de piedra arenisca que sobresale del muro, cuya función es la de proteger de la lluvia o el sol. Se trata de la versión mogol, conocida como chhajja, de una característica arquitectónica que ha sido popular en la arquitectura india durante siglos. Finalmente, en las esquinas, sobre el techo, se encuentran a cada lado dos chhatris (pabellones rematados con cúpulas) típicos de la cultura mogol.
Las fachadas exteriores de la Fatehpuri Gate y la Fatehabad Gate, que son idénticas, están compuestas por un amplio pishtag, es decir, un marco rectangular en cuyo interior se abre un arco apuntado, encajado entre ejes poligonales y rematados por pináculos ornamentales que se extienden por encima del techo. La parte superior de las puertas cuentan con un parapeto tallado en relieve, con un patrón mogol característico de almenas de múltiples cúspides. Aquí nos encontramos por primera vez con la composición triádica que determina la mayoría de las fachadas del complejo Taj, incluida la del mausoleo. Por su parte, la entrada sur, llamada Sirhi Darwaza, posee una fachada exterior que es una versión alargada verticalmente de las de las puertas este y oeste.
Sus dos caras tienen un pishtaq simple, flanqueado por fustes encajados que terminan en pináculos. Debido a la pendiente del lugar, se encuentra a unos 2,40 metros por encima del nivel del patio central o jilaukhana, al cual se llega a través de un corto tramo de escaleras. La Sirhi Darwaza es la que utilizaremos para salir del recinto y desembocar en el barrio Taj Ganj, cuya calle principal está repleta de comercios.
El jilaukhana o patio también se encuentra porticado por sus cuatro lados, aunque los del lado sur y los caminos que conducen a él fueron restaurados entre los años 1905 y 1922. Se cree que esta explanada central era el lugar para la etiqueta de la corte y el comportamiento ceremonial adecuado ya que cada vez se había vuelto más importante y por tanto, requería un marco arquitectónico adecuado: aquí los visitantes de la tumba se bajaban de sus elefantes y caballos y se reunían antes de entrar por la Gran Puerta o Darawaza, situada en la parte norte, junto al muro del jardín, y flanqueado a cada lado por patios o Khawasspuras, que eran los aposentos de los asistentes a las tumbas.
Todo el complejo de jilaukhana está dominado por la Gran Puerta o Darwaza-I-Rauza (cuyo significado es “puerta del mausoleo”), a través de la cual se entra al recinto funerario. Este edificio es, por sí mismo, una digna contraposición con respecto al propio Taj Mahal. Aunque esta estructura monumental constituye un acento más formal, sirviendo de transición entre el área de jilaukhana y el jardín funerario. Su monumentalidad ya prepara al visitante para la grandeza del mausoleo que le espera en su interior.
La puerta está precedida, tanto en su cara sur como en la norte, por plataformas pavimentadas con motivos geométricos: la que se enfrenta a jilaukhana constituye una espléndida introducción a la arquitectura imperial del mausoleo. Es una versión monumental de una fórmula de alzado mogol que también aparece en la tumba: la de un gran pishtaq flanqueado por dos hileras de nichos. Ese diseño triádico ya lo habíamos apreciado dentro del área de jilaukhana, pero de una forma más modesta, en las caras internas de las puertas este y oeste. El diseño tiene sus raíces en la arquitectura del Sultanato de Delhi, comenzando con el Ala'i Darwaza de la Mezquita Quwwat-ul-Islam.
Tras atravesar la Gran Puerta, ante nosotros se abre la monumentalidad del Taj Mahal al fondo y del jardín en primer plano, el cual está planteado como jardín-paraíso, concepto que los mongoles trajeron de los persas timúridas, por lo que fue la primera expresión arquitectónica que realizaron en el subcontinente indio. Este tipo de espacio ajardinado es conocido como Charbagh que además de cumplir diversas funciones, tiene un fuerte significado simbólico, ya que siguen los textos místicos islámicos que describen el paraíso como un jardín lleno de abundantes árboles, flores y plantas.
Incluso el agua juega un papel importante en esa descripción, puesto que en el Paraíso nacen cuatro ríos en un manantial o montaña central (los ríos prometidos de agua, leche, vino y miel) y al fluir hacia los puntos cardinales dividen el jardín en cuatro partes, como podemos apreciar aquí (que a su vez se encuentran subdivididas en otras cuatro, de modo que se forman dieciséis subcuadrantes). El centro del jardín, en la división de las intersecciones, tiene una gran carga simbólica y es donde, en la forma ideal, se ubicaría el pabellón, piscina o una tumba. Los mausoleos de Humayun, Akbar y Jahangir, los anteriores emperadores mogoles, sí siguen ese patrón. Sin embargo, aquí vemos que la tumba de Mumtaz Mahal y Shah Jahan se encuentra en el borde del jardín, y algunos estudiosos sugieren que se trata de una variante del Charbagh: la del jardín frente al mar.
Este tipo de espacio ajardinado fue desarrollado por los mogoles para condiciones específicas de las llanuras indias donde los ríos de flujo lento eran los que proporcionaban el agua que era extraída mediante dispositivos impulsados por animales conocidos como “purs”, tras lo cual se almacenaba en cisternas. Las obras hidráulicas que traían agua al jardín Taj desde el Yamuna por medio de un acueducto sostenido sobre arcos están situadas fuera del muro occidental y aún conservan su diseño original. Desde allí, el agua era conducida a un depósito en el suelo, situado a lo largo de la pared este, y después a un edificio rectangular con tanques de almacenamiento. Desde ahí el líquido se elevaba mediante poleas movidas por animales a tanques en la parte superior del edificio, alimentando así el acueducto principal que repartía el agua por todo el jardín a través de tuberías de loza.
Otros eruditos aseguran que la explicación de la ubicación inusual del mausoleo dentro del complejo se debe a que si los Mehtab Bagh (Jardines de Luz de Luna), que se encuentran situados al norte del río Yamuna, son considerados parte integral del complejo, entonces el mausoleo puede interpretarse como si estuviera en el centro de un jardín dividido por un río real y, por lo tanto, está más en la tradición del Charbagh puro.
En los lados este y oeste del jardín podemos ver dos pabellones idénticos que fueron construidos entre los años 1631 y 1648 junto con el resto del complejo. Dado que se encuentran en los dos extremos del canal de agua este-oeste que conduce al estanque central, se les conoce como Jal Mahal o Palacios de Agua. Ocasionalmente, se les ha llamado incorrectamente Naubat-Khanah o Naqqarah-Khanah, una estructura para albergar músicos, lo que no habría sido apropiado en un mausoleo. Los pabellones están construidos sobre una plataforma elevada de algo más de un metro y protegidos por una barandilla enrejada. Cada pabellón posee en medio una espaciosa tibara dalan o verandah, es decir una galería con tres arcos y una habitación a cada lado.
La cúpula de mármol blanco contrasta con la piedra arenisca roja del resto de la estructura. El pabellón occidental alberga el Taj Museum, en el que se exponen objetos encontrados aquí, así como diferentes planos. Por otro lado, el muro que cierra el jardín está articulado por grandes arcos apuntados que soportan un estrecho paseo elevado que discurre por delante de almenas ornamentales. Estos elementos arquitectónicos le dan una apariencia más de fortificación al entorno, aunque su carácter es claramente ornamental.
Y así llegamos a los pies del Taj Mahal, pero antes de acceder a la terraza, justo a la espalda, concretamente en la esquina noroeste del cuadrante, merece la pena echar un vistazo a una estructura que supuestamente marca el sitio donde Mumtaz Mahal fue enterrada por primera vez, antes de que su cuerpo fuera trasladado a su lugar de descanso final dentro de la plataforma de mármol del mausoleo. Volvemos sobre nuestros pasos para vencer la primera plataforma de arenisca.
Sobre esta primera plataforma vemos claramente que el mausoleo se asienta sobre un alto basamento de mármol (Takhtgah) que está decorado con delicadas tallas en relieve (munabbat kari) de elementos vegetales. Este tipo de ornamentación, conforme a los principios de atención al detalle y mayor naturalismo, se reserva para la zona más baja del edificio, donde el espectador puede apreciarla de inmediato. Es en este basamento donde se encuentra la cámara funeraria real de la tumba: las plataformas monumentales que albergan la cámara de la tumba, situada bajo el monumento, fue una característica destacada de los mausoleos mogoles.
La que vemos aquí es cuadrada y sus esquinas están acentuadas por los cuatro minaretes, que veremos después. A su vez, este basamento se asienta sobre esta plataforma de arenisca con terraza y una barandilla enrejada, a cuyos extremos están la mezquita y el Mehmaan khana. Centrándonos en la plataforma de arenisca, desde el centro de su terraza, nuestro guía nos dijo que, si mirábamos hacia arriba en una determinada posición, podemos apreciar que, en conjunto con el propio Taj Mahal, se forma una corona, pero creemos que es fruto de la casualidad geométrica del edificio, una “historia romántica” que algunos guías cuentan a los turistas.
En cualquier caso, aquí destaca el pavimento que sigue un patrón entrelazado de octágonos de mármol blanco con piedra arenisca roja que forman estrellas. Aquí, sobre la pared de la plataforma de mármol, se encuentra también dos tramos de escaleras, parcialmente cubiertos por bóvedas de cañón, que constituyen el único acceso desde esta terraza hasta el nivel del mausoleo, por el cual ascenderemos después.
Si en el centro de esta cara sur del basamento de mármol hay unas escaleras, las otras tres caras (norte, este y oeste) cobijan salas oblongas flanqueadas por celdas cuadradas, todas cubiertas con techos abovedados. La estancia central cuenta con tres aberturas arqueadas cubiertas con jalis (un tipo de celosía en piedra perforada) con un patrón hexagonal, visibles desde el exterior. Estas celdas, a las que se accede a través de las puertas situadas a ambos lados de los jalis, fueron utilizadas para almacenamiento, o quizás sirvieron a los miembros visitantes de la familia imperial como un lugar para retirarse y descansar, o quizás eran utilizados por los recitadores del Corán cuando no estaban de servicio.
Nos dirigimos al extremo occidental de esta primera terraza de arenisca que, como comentábamos anteriormente, posee en cada extremo dos edificios casi idénticos, aunque el mausoleo es la característica dominante situada en el centro de la composición tripartita del “esquema qarina”. Aun así, la mezquita Jawab Masjid marca la pauta y, como edificio religioso, le da al grupo arquitectónico, incluido el propio río, una gravedad adicional. Se distingue por algunos elementos relacionados con el ritual de oración y el sermón.
El suelo de la mezquita se diseñó con los contornos de 569 alfombras de oración, hechas con mármol negro. En su interior sigue el esquema que los mogoles tomaron de la arquitectura del sultanato de Delhi, es decir, el de una enorme sala de oración oblonga formada por estancias abovedadas dispuestas en fila con un pishtaq central dominante y cúpulas. La elevación de la mezquita y el Mihman Khana se inspira en la Gran Puerta, el tercer edificio subsidiario monumental del jardín funerario (cuya relación también se aprecia en el plano general, donde forman los puntos de un triángulo).
Nos volvemos a detener en esta primera terraza de arenisca que, junto con la plataforma de mármol donde se asienta el mausoleo, es la más ambiciosa jamás construida en un esquema mogol de jardín frente a un río, sin precedentes en tamaño y decoración y una de las plataformas más impresionantes en la historia de la arquitectura. Aunque no sea apreciable desde aquí, su máximo esplendor se encuentra en la cara que da hacia el río, donde discurren una sucesión ininterrumpida de paneles de arenisca roja con decoraciones en relieve con motivos florales de algo más de 8,5 metros de alto desde el zócalo visible y casi 300 metros de largo. Aquí comenzó la construcción de todo el complejo del Taj Mahal.
Y ahora sí, nos ponemos en fila en la larga cola para poder entrar a la terraza de la plataforma de mármol (recuerda que necesitas tener un ticket aparte para subir y acceder a la propia tumba, además de ponerte los patucos de plásticos en los zapatos). Aquí, lo primero que vemos es que las cuatro esquinas de esta explanada se enfatizaron simétricamente con cuatro minaretes, cada uno de los cuales de casi 40 metros de altura.
Estas torres fueron diseñadas para ser utilizadas como minaretes, un elemento tradicional de las mezquitas que es utilizado por el muecín para llamar a los fieles a la oración. Cada uno de estos minaretes están divididos en tres cuerpos iguales divididos por dos balcones circulares. La zona superior de la torre termina en otro balcón coronado por un chattri del mismo estilo que los de la tumba: cuentan con los mismos elementos decorativos consistente en un diseño de loto rematado por un elemento dorado. El interior de cada minarete cuenta con una escalera que comunica cada balcón, además de albergar una colonia importante de murciélagos.
Sin duda, los minaretes crean un aura especial alrededor de la tumba, algo que a ciencia cierta buscaban los mogoles, ya que para ellos era un símbolo que representaba un mediador con la esfera superior, unas escaleras al pie del cielo. Curiosamente, se construyeron ligeramente fuera del basamento para que, en caso de derrumbe (algo típico de muchas construcciones altas de aquella época), el material tendería a desprenderse de la plataforma, cayendo hacia el lado contrario al de la tumba, para así no dañarla.
Nos centramos ahora en el mausoleo de mármol blanco construido, al igual que el resto del complejo, entre los años 1631 y 1648 por orden del emperador mogol Shah Jehan para su esposa favorita, Arjuman Banu Begum, y para él mismo, por lo que se trata de un monumento al amor. Lo primero que nos llama la atención es que cada una de sus fachadas están compuestas por pishtaqs (básicamente es un portal con forma de marco que encuadra un arco) que abarcan dos pisos, enmarcado con una banda con inscripciones, mientras que en las enjutas de los arcos vemos de nuevo incrustaciones con forma de enredaderas, flores y frutas, figuras que están muy estilizadas, casi geométricas.
A ambos lados del pishtaq, separados por guldastas o pináculos terminados en forma de loto, se superponen puertas arqueadas: más grandes abajo y más pequeñas arriba. Ambas puertas contienen un marco rectangular que contiene jalis, es decir, ventanas formadas por pequeños elementos hexagonales con forma de panal. En esta parte vemos también incrustaciones que representan flores en las enjutas de sus arcos. A su vez, las esquinas del edificio igualmente lucen el mismo esquema que los anteriores, divididos también por guldastas o pináculos.
Lo primero que destaca en sus fachadas es el exquisito trabajo de taracea que, mediante precisas incrustaciones de mármol amarillo, jaspe y jade, pulidas y niveladas hasta la superficie de las paredes, forman diferentes motivos geométricos, así como flores, principalmente lirios, lo que refleja el amor que tenían los mogoles hacia los jardines. Pero también están representados tulipanes que junto con la flor de iris simbolizan la muerte. Incluso se dice que una flor en particular en la tumba de Mumtaz Mahal tiene unas 35 incrustaciones de piedras preciosas diferentes. Por desgracia, existen visitantes que, sin ningún tipo de pudor, arrancan esas piedras del propio muro del monumento para llevárselo como recuerdo a su casa, algo totalmente despreciable.
En el mausoleo, y en la Gran Puerta o Darwaza-I-Rauza, se utilizaron inscripciones caligráficas en la escritura del estilo 'thuluth' de algunos pasajes del Corán, realizadas con mármol negro o jaspe que están incrustados sobre la propia superficie del mármol blanco. En algunas partes, el trazado de las letras y el fuerte énfasis en los trazos horizontales y verticales crean elaboradas formas geométricas, haciendo un efecto casi de cuadrícula. Los paneles más altos están escritos en letras un poco más grandes para reducir el efecto de sesgo cuando se ven desde abajo.
El trabajo exquisito y altamente calificado de “parchin kari” (en español “piedra dura”, es decir técnica consistente en el embutido por taracea de mármol o piedras semipreciosas) fue desarrollado por artistas mogoles a partir de técnicas que les enseñaron los artesanos italianos empleados en la corte. Estudios recientes sugieren que no sólo el estilo de la escritura, sino también la elección del texto fue realizada por un calígrafo persa llamado Abdul Haq, quien llegó a la India desde Shiraz, actual Irán, en el año 1609. Como recompensa por su "virtuosismo deslumbrante", Shah Jahan le otorgó el título de "Amanat Khan Shirazi", nombre con el que se le conoce a partir de entonces. Esta teoría sobre su autoría está respaldada por una inscripción cercana a las de las líneas del Corán en la base de la cúpula interior que dice "Escrito por el ser insignificante, Amanat Khan Shirazi".
Los textos elegidos, la mayor parte tomados del Corán, se refieren ampliamente a temas de juicio y recompensas paradisíacas para los fieles. Hay veintidós pasajes en total, incluidos catorce capítulos completos, algunos de los cuales se leen en voz alta como parte de la propia ceremonia funeraria islámica. Las inscripciones en las paredes exteriores de la tumba no dejan lugar a dudas sobre el destino inminente que aguarda a los incrédulos en el Día del Juicio Final, mientras que la inscripción sobre la puerta invita al lector a entrar en el Paraíso, morada de los fieles y premio de los justos. En las paredes inferiores de la tumba hay molduras de mármol blanco que han sido esculpidos con representaciones realistas en bajorrelieve de flores y vides. El mármol ha sido pulido para enfatizar los exquisitos detalles de las tallas.
La belleza y el esplendor de la elegante artesanía que compone el trabajo de incrustaciones y la caligrafía, de hecho, acentúa aún más la calma mortal del mausoleo y en la quietud, son los rayos del sol que los que se filtran suavemente a través del trabajo de celosía en los paneles de mármol translúcidos lo que llama la atención. Los mismos cambios de luz hacen que el color de la superficie del monumento varíe dependiendo de la hora del día: blanco lechoso en la luz suave que caracteriza la madrugada, mientras que el sol de la tarde hace que brille, la luz del amanecer y atardecer, por su parte, les da un tono anaranjado a sus muros. Incluso es posible visitarlo en noches de luna llena, cuando brilla como una perla.
La cúpula de mármol (que debido a su forma se le llama cúpula de cebolla) que corona la tumba es la característica más espectacular, exteriormente se eleva a 44,4 metros de altura, mientras que en el interior lo hace a 24,35 metros, toda una proeza arquitectónica y técnica, cuyo diseño es atribuido a Ismail Afandi de Turquía, quien también trabajó para los otomanos. La cúpula se asienta sobre un tambor cilíndrico de aproximadamente 7 metros de altura y está coronada por un diseño de loto, que también sirve para acentuar su altura. El remate de la cúpula originalmente estaba hecho de oro, pero fue reemplazado por una copia hecha de bronce dorado a principios del siglo XIX. Este remate proporciona un claro ejemplo de integración de elementos decorativos tradicionales persas e hindúes: contiene una forma de una luna, un motivo típicamente islámico cuyos cuernos apuntan hacia el cielo que, debido a su ubicación con respecto a la aguja, crea una forma de tridente, que recuerda a los símbolos hindúes tradicionales de Shiva.
La forma de la cúpula se enfatiza con cuatro chattris abovedados más pequeños (elementos típicos de la cultura hindú) colocados en las esquinas del tejado del edificio, los cuales también reproducen la forma de cebolla de sus cúpulas y también están coronados con un remate del mismo diseño. Sus bases columnadas se abren a través del techo de la tumba y dan luz al interior.
Su interior representa la culminación de todo el complejo Taj, por lo que la sala central abovedada, donde se encuentran los cenotafios de Shah Jahan y su esposa Mumtaz Mahal, representa el clímax del mausoleo, la cual se encuentra rodeada por ocho habitaciones atravesadas por un corredor. El aura de serenidad lo impregna todo, mientras el vidrio translúcido deja entrar la tenue luz del sol, lo que hace que los interiores se vean más solemnes e intrigantes. El emperador también dejó su huella en varios otros aspectos de la arquitectura: mientras que en su cenotafio hizo representar un tintero, en el de Mumtaz Mahal hizo esculpir una pizarra, siguiendo el dicho de que un hombre escribe sus deseos en el corazón de una mujer. La caligrafía que se encuentra en los cenotafios de mármol de la tumba de Mumtaz Mahal es particularmente detallada y delicada y, si en las paredes exteriores del mausoleo se habla del Día del Juicio Final, aquí dentro el tono es más tranquilizador, con largas descripciones del Paraíso que adornan algunas de las paredes, y oraciones recitadas por ángeles que imploran a Alá que permita a los fieles entrar en el Paraíso, una conmovedora petición de la misericordia de Dios hacia su devota sirvienta, Mumtaz Mahal. Los cenotafios también contienen epitafios con versos del Corán.
Los cenotafios, el más alto es de Shah Jahan, mientras que el más bajo y ocupando la posición central es el que pertenece a Mumtaz Mahal, están separados del resto de la sala por unas pantallas de mármol perforado, exquisitamente elaboradas con un diseño oriental. Esta pantalla (mahjar-i mushabbak) se colocó en 1643, tras diez años realizándose, para reemplazar la original de oro esmaltado hecha por el orfebre y poeta Bibadal Khan, con motivo del segundo aniversario de la muerte de Mumtaz Mahal en 1633, que obviamente se consideró demasiado precioso. Las tumbas yacen debajo de los cenotafios en un sótano, tranquilo y en un entorno de absoluta tranquilidad que no es visitable. Lo que no vemos ahora son los tazones llenos de joyas en la tumba de Mumtaz Mahal, las alfombras persas en el suelo y las puertas de plata y los candelabros colgantes que una vez formaron la decoración interior.
Volvemos al exterior y ya sólo nos queda, para completar el recorrido por el complejo del Taj Mahal, visitar el Mihman Khana o el Salón de Invitados. Ya sabemos que este edificio es una réplica de la mezquita situada al otro lado, para lograr equilibrar el grupo, para proporcionar un jawab, una respuesta, y conseguir así una simetría bilateral de la composición.
Su función original era albergar a los visitantes para la celebración de los aniversarios de la muerte de Mumtaz que tenían lugar durante los primeros años en tiendas de campaña y que, tras finalizar su construcción, se trasladaron a este edificio. Tanto la mezquita como el Mihman Khana están precedidos por una gran plataforma de algo más de medio metro de altura, la cual tiene aquí dos diseños de losas: la silueta final de la cúpula del mausoleo y la de una estrella, formas que se encuentran a menudo en los edificios de Shah Jahan. El área resultante entre estas plataformas y el mausoleo se articula como un patio rectangular, en cuyo centro vemos un estanque, que en la mezquita es un requisito ritual para las abluciones antes de la oración, pero que aquí no tiene ninguna función concreta, simplemente es una contraimagen.
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