GIBRALTAR

TÚNELES DEL GRAN ASEDIO


Es importante señalar que, aunque los túneles estén perfectamente equipados, el uso de calzado cómodo es aconsejable, ya que la gruta va bajando suavemente, pero una vez finalizada la visita hay que volver y subir la pendiente. Estos túneles fueron cavados en la roca a base de pico y pala por marinos para defender Gibraltar durante los asedios constantes que sufría, pero mas concretamente el Gran Asedio, que da nombre a las grutas, que tuvo lugar entre los años 1779 al 1783 por parte de los españoles y franceses contra los británicos.

Aquellas tropas enemigas avanzaron tanto que estaban tan próximas al peñón que quedaron fueran del ángulo del disparo de las baterías existentes. Por ello se tuvo la necesidad de adaptar la cara norte del Peñón, la conocida como North, para acoger un nuevo prototipo de cañón que disparaba hacia abajo.

Lo túneles fueron abiertos, como decimos, mediante fuerza bruta pero también utilizaron pólvora, de hecho, a medida que se avanzaba se tuvo la necesidad de abrir huecos para ventilar y obtener aire fresco. Podemos decir que el interior del peñón es casi hueco, pues estos túneles tienen una longitud de 52 kilómetros, con lo que la convierten en una fortaleza prácticamente inexpugnable

A pesar de todo lo narrado, la función primigenia de esta obra era la de transportar los cañones a través de una red de túneles allí donde se necesitaban, pero al comprobar la efectividad de los disparos, se montó una de esas armar en la primera apertura hacia el exterior y no se esperó a que el túnel estuviera terminado.

A partir de ahí, se comenzó a realizar más perforaciones a lo largo de la gruta para después equiparlos con más cañones. Además, a medida que vamos caminando por estos túneles vemos que poseen un sistema de troneras para proteger al personal de las armas de fuego enemigas.

Al convertirse el interior del peñón en un “castillo”, se crearon en los laterales almacenes de municiones y algún que otro pasaje que comunica con los túneles de la II Guerra Mundial. Por eso, encima de los cañones se colocaron una barra desde la que colgaba una tela húmeda para evitar que las chispas del cañón fueran hacia atrás y prendiera la pólvora restante que pudiera ocasionar un fuego en cadena que llevara a una explosión.

Al final de los túneles se haya la Sala de San Jorge, donde la leyenda sitúa la cena entre Lord Napier y el décimo octavo presidente de EE.UU., Ulysses S. Grant, en el siglo XIX. Aquí se han colocado figuras que representan a los soldados en servicio. Aun así, a lo largo de nuestro recorrido podemos ver diferentes representaciones de la vida en el interior del peñón.

Pero el interior es interesante, no menos interesante es el exterior, tomate tu tiempo y disfruta de las panorámicas que desde aquí obtenemos del entorno, como la que tenemos desde una de las ventanas troneras con el cementerio de Gibraltar situado junto a la pista del aeropuerto.

Finalizada la visita y ya en el exterior, cerca de la entrada a los túneles, si bajas por unas escaleras hasta un mirador encontrarás un cañón victoriano de cien toneladas de peso, es el protagonista del denominado Fondeadero de Nelson, cerca de la Rosia Bay. Es impresionante ver desde esta posición la pared casi vertical de la cara del peñón que da hacia la Península Ibérica, y por supuesto sus alrededores.

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