Nuestra visita a este museo se realizó en un momento en que el espacio que alberga su exposición permanente, sala Alberto I o sala del Mamut, se encontraba cerrada, no accesible, debido a las obras de renovación para adaptarla a la iniciativa lanzada en octubre de 2018 por el Gobierno Principesco, conocida como “Edificios Sostenibles Mediterráneos de Mónaco” o en sus siglas en francés BD2M. Por tanto, no pudimos visitarla, nos tuvimos que conformar con hacernos una idea gracias a los paneles que se pusieron para la ocasión en el mirador del museo, desde el cual, por cierto, se obtienen bellas panorámicas de la Roca y el Principado.
En la misma terraza pudimos ver una foto del esqueleto de un mamut de más de treinta mil años de antigüedad, que llegó a Mónaco en 2014 y que constituye una pieza excepcional del museo. Fue encontrado en Siberia, a unos mil kilómetros al este del río Lena. Para poder reunir todos los restos óseas que se conservaron en el hielo, fue necesario realizar varias expediciones que tuvieron lugar del año 1991 al 2003. Este mamut mide 5 metros de largo por 3,30 de alto y 2,20 de ancho.
En esa misma sala se exponen muchas más piezas prehistóricas como útiles del Paleolítico Inferior encontradas en Mónaco, astas de ciervo, esqueleto de un oso de las cavernas, ambos encontrados en la Gruta del Príncipe o de los Grimaldi, la reconstrucción de 1917 de un alce europeo, etc.… Las colecciones permiten seguir la evolución humana durante los períodos glaciares e interglaciares. Por tanto, el museo se articula, básicamente, en dos grandes salas, la ya vista de Alberto I y la de Rainiero III, la cual es empleada para exposiciones temporales.
Esta última sala sí la pudimos visitar, en ese momento se exhibía la colección titulada “Monarchéo. L'archéologie Monégasque révélée”, no sabemos si se trataba de un evento temporal o una exposición adaptada a las necesidades del momento en que vivía el museo, al encontrarse la sala principal, la del mamut, cerrada al público. De cualquier forma, pudimos ver algunas piezas que en circunstancias normales se exponen en aquella sala. Así, el recorrido por esa colección nos invitó a conocer la historia del Principado arqueológicamente, desde la Prehistoria hasta la actualidad, abarcado trescientos mil años.
Antes de meternos de lleno en esa exposición, debemos pararnos para conocer algo más de la historia de este museo. Fue fundado por el Príncipe Alberto I en 1902 con la intención de conservar los restos primitivos encontrados en el Principado y otras regiones vecinas, sobre todo en el yacimiento de las cuevas del Príncipe o Grimaldi, que fueron excavadas entre 1895 y 1902, dirigidas y financiadas por el Príncipe Alberto I. En un principio el museo se encontraba en la Roca, pero en 1960 se traslada al edificio actual, diseñado por el arquitecto monegasco Louis Rué. Vendrían después distintas investigaciones y excavaciones que permitieron ampliar los fondos del museo, como las llevadas a cabo por Louis Barral, quien utilizó equipo técnico y especializado, como un detonador del tipo 37 de la Wehrmacht datado en 1941 o un casco norteamericano de la II Guerra Mundial.
Gracias a Louis Barral, durante la década de 1950 la Grotte de l’Observatoire (Jardin Exotique) fueron adaptadas para ser accesibles al público. A él también le debemos la excavación del yacimiento arqueológico del abrigo de Pendimoun, en la localidad francesa de Castellar, el cual fue descubierto por el doctor Audras. Ese sitio arrojó un importante material cerámico y óseo que va desde el antiguo Neolítico hasta el período romano y cuyo descubrimiento más importante fue una sepultura neolítica, compuesta por un esqueleto humano, conocida desde entonces como el “Homme de Castellar”.
De la Grotte de l’Observatoire también provienen diferentes esqueletos de animales de climas templados, tanto carnívoros como herbívoros. Estos últimos, en especial los íbices de los que vemos varios cráneos, están muy bien representados en la colección de esa cavidad, ya que se encontraban a lo largo de la estratigrafía paleolítica. Su presencia se explica por el contexto medioambiental, constituidos por paisajes escarpados y acantilados. También se exponen otros restos óseos de herbívoros, como la pata delantera derecha de un rinoceronte o los huesos de un tobillo de un íbice hembra.
La colección de los carnívoros de la Grotte de l’Observatoire se caracteriza por contener diversidad y abundancia de esas especies, de hecho, se sigue excavando y encontrando muestras y por tanto se sigue estudiando. Estos animales acudían a la cavidad en busca tanto de presas como de refugio. Por el momento no existen indicios que sugieran una cohabitación o relación con el hombre. Entre los restos vemos un cráneo de oso, otro de lobo, otro de un lince de las cavernas, otro de una pantera y otro de un cuón.
El período del Neolítico y de la Edad del Bronce (del 6000 al 800 a.C.) marca el final de la Prehistoria. La neolitización implica cambios radicales en el estilo de vida de aquellas gentes que se convierten en comunidades sedentarias, comenzando así la ganadería y la agricultura. Estas trasformaciones comenzaron primero en Oriente Medio alrededor del año 8.000 a.C., y se fueron extendiendo a través de la costa mediterránea, llegando a la zona de Mónaco alrededor del 6.000 a.C.
Además de eso, la nueva Era trajo consigo también cambios en las producciones artesanales, como la aparición de hachas de piedra pulida y la realización de piezas de cerámica. A finales del Neolítico comienza las primeras actividades metalúrgicas de cobre y oro, pero hacia el año 2.200 surge el bronce, una nueva aleación de cobre y estaño. Así, durante la Edad del Bronce, que va desde el 2.200 al 800 a.C., ese metal irá sustituyendo gradualmente a la piedra.
Aquellas personas se fueron asentando en pequeñas aldeas donde la sociedad se estructuraba de forma jerárquica, apareciendo, además, las primeras religiones. En el Principado de Mónaco encontramos dos yacimientos de finales del Neolítico y la Edad del Bronce, la cueva de Bas-Moulins (en Larvotto) y la cueva de Spélugues (en Montecarlo), las cuales contienen tumbas humanas en las que se depositaron diferentes cerámicas.
La exposición sigue con el periodo Antiguo, desde los Ligures a los romanos. Desde el año 800 a.C. en adelante, el trabajo del hierro se extendió por toda Europa, reemplazando gradualmente al bronce, comenzando así la Edad del Hierro. Este periodo se caracteriza por la invención y el desarrollo de la escritura, por lo que la influencia cultural de las grandes civilizaciones se extendería a través de colonias y del comercio.
Desde el siglo II a. C., el liderazgo de Roma se extendió por toda la región mediterránea, pasando a formar parte del Imperio muchas poblaciones nativas. En el Principado destaca el sitio de Castelleretto, datado en la Edad el Hierro, que formaba un asentamiento fortificad de Liguria. Además, en todo Mónaco se han encontrado números vestigios arqueológicos greco-romanos como joyas, monedas, ánforas, etc.… tanto en tierra como debajo del mar.
Después de la caída del Imperio Romano Occidental, el comienzo de la Edad Media estuvo marcado por una serie de conquistas de tribus germánicas que dividieron el antiguo Imperio en reinos. Durante este período, la cristianización se extendió por todo el mundo occidental. La Edad Media terminó con la aparición de un nuevo movimiento artístico: el renacimiento. De este periodo, sólo se han conservado en Mónaco unos pocos restos arquitectónicos como un bajo relieve encontrado en 1873 en un pozo, el cual procede de la desaparecida iglesia de Sainte-Marie la Glorieuse, construida al menos en el siglo XI con los materiales de un templo romano anterior.
La Era Moderna abarca los tres siglos que separan la Edad Media de la Revolución Francesa, es decir los siglos XVI, XVII y XVIII. En este último, el movimiento intelectual y cultura de la Ilustración se extendió rápidamente. Por su parte el período Contemporáneo se extiende desde finales del siglo XVIII hasta nuestros días. Se caracteriza por la Revolución Industrial de finales del siglo XIX que cambió paulatinamente la vida cotidiana de las personas. Centrándonos en Mónaco, la arqueología arroja luz sobre ambas épocas: desde monedas, a un pequeño tesoro de un ciudadano del siglo XVII, restos de las primeras excavaciones preventivas durante la construcción del Oceanográficos, etc.…
Uno de los objetos expuestos mas curiosos es la de un hueso coxal incompleto (sin el pubis) perforado por una ballesta de hierro. Perteneció a una mujer, mayor de treinta años, que murió a causa de la herida provocada en la zona lumbar por un ballestero que se encontraba en aquel momento detrás de ella. La punta de flecha permite situar esta brutal muerte al menos a finales de la Edad Media. La mujer fue rápidamente enterrada, aún con la ballesta incrustada, por lo que los expertos creen que la explicación habría que buscarlo en el Sitio de Mónaco de 1506 – 1507 y la “Guardia de mujeres” contra soldados genoveses. El entierro fue descubierto fortuitamente durante la construcción de la línea del tranvía eléctrico en 1898.
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