En estos tranquilos jardines puedes ver naranjos, cipreses, algarrobos y muchísimos otros árboles y arbustos. Además, no podía faltar en un país tan religioso el árbol de Judas, que florece para anunciarnos que comienza la Semana Santa. Puedes utilizar los caminitos para visitar el bosque o incluso adentrarte en su interior para tumbarte en la refrescante hierba verde.
Estamos ante la única zona boscosa de las islas y es que una vez los árboles cubrían toda la superficie de la isla Malta, pero fueron talados para construir galeones en los tiempos en que éstos surcaban el Mediterráneo con fines agrícolas. Si quieres ver Buskett Gardens en su mayor apogeo deberás ir en primavera cuando en los jardines florecidos y en el ambiente baila un suave aroma.
Si quieres sentirte como un verdadero maltés debes organizar en estos jardines un pequeño picnic, llévate pastizzi y otros alimentos y bebidas y disfrútalos a la sombra de los árboles. Esto es muy popular entre los ciudadanos de Malta, venir aquí de picnic o simplemente a disfrutar del aire fresco y descansar de tanta masificación humana en tan poco espacio.
El 28 de junio los jardines acogen el festival de la L-Imnarja en la que los malteses comen su tradicional plato de conejo estofado, regado con buen vino y escuchando folklore y cantando el Ghana tradicional toda la noche.
Por su parte, el Palacio de Verdala se alza sobre una colina con vistas a Buskett Gardens. Se construyó en el año 1586 para albergar la residencia de verano del Gran Maestre Hugues Loubeux de Verdalle. El edificio fue diseñado por el maltés Glormu Cassar, y no sólo diseñó este palacio, sino que también hizo varios edificios de la Valeta y la hermosa concatedral de San Juan.
Estéticamente el palacio presenta cuatro torres, una en cada esquina, aunque éstas no se idearon como defensa. Durante el siglo XIX se utilizó como prisión militar de Napoleón, siguiéndole un período de abandono por parte de Francia, país conquistador en aquellos tiempos.
En 1858, durante dominio británico, el palacio fue restaurado por sir William Reid para utilizarla como residencia de verano del gobernador de Malta y actualmente es la residencia de verano, desde 1987, del presidente de la República de Malta. En su interior destacan los frescos de su sala principal, aunque, lamentablemente el edificio no está abierto al público, salvo en contadas excepciones.
Y ya que estamos hablando de espacios naturales, podemos aprovechar para ir a ver los famosos Dingli Cliffs o acantilado de Dingli, situados a más de 250 metros sobre el nivel del mar. Desde los jardines hasta el mirador acondicionado se tarda alrededor de 20 minutos andando por una carretera comarcal, pero lo ideal sería hacerlo en coche de alquiler con el que se tarda unos 5 minutos. Si decides venir directamente a los acantilados entonces debes tomar el autobús 201 o 202 que parte desde la estación de La Valeta y que realiza varias paradas, por lo que te recomendamos que le indiques al conductor que por favor te avise en la parada de los acantilados de Dingli.
El mirador está situado justo al lado de la capilla de santa María Magdalena, levantada en el año 1646, aunque restaurada en el siglo XVII. A la derecha, al fondo en la lejanía, vemos un edificio moderno con una cúpula redonda, se trata del Radar 'il Ballun', un radar de la aviación. Desde este mirador veremos el corte abrupto de la tierra cuando se aproxima al mar. El mejor momento para ir a verlos es durante el atardecer de las tardes de primavera o verano, cuando el sol nos ofrece unos colores muy intensos. Si hace mal tiempo, presta atención pues el viento suele ser muy fuerte aquí.
A lo largo de los acantilados se construyeron torres y bastiones, es posible hacer una ruta senderista de unos 11,5 kilómetros que los une con la Blue Grotto. La ruta es de poca dificultad y se completa en unas cuatro horas, además el camino se encuentra balizado con señales en rojo. Es importante señalar que a lo largo del recorrido los visitantes pueden usar las pistas que usan los agricultores para acercarse más a los acantilados para tener una visión más amplia de los mismos. Finalizada la ruta hay que tomar el autobús 201 que os llevará de vuelta al punto de salida. Aunque el entorno es bonito, la mejor forma de ver los acantilados en todo su esplendor es desde un barco, de hecho, existen excursiones que incluyen un paseo en barco por esta zona.
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