ALBEROBELLO

ALBEROBELLO ES MÁS QUE TRULLOS


La plaza Largo Martellotta, llamada así por las tres cisternas excavadas en el siglo XIX para recolectar agua de lluvia y antiguo cauce de un río, separa el barrio de Rione Monti y el Belvedere de Santa Lucía. Para llegar hasta allí, es necesario subir por la popular Scalinata dell'Amore (Escalera del amor), en cuyos escalones se puede leer las letras que componen la canción de amor "I Trulli di Alberobello", cantada en el Festival de San Remo del año 1958 por Aurelio Fierro, cuya letra fue creada por Giovanni Ciocca y la música fue compuesta por Umberto Bindi.

El sentido del texto de la canción va de la parte de arriba de la escalera hacia abajo, es decir, si subimos las escaleras estaremos leyendo las estrofas finales de la canción y, conforme vayamos ascendiendo, leeremos las primeras estrofas.

Vencida la subida llegaremos hasta uno de los mejores miradores desde donde ver una panorámica general del barrio de Rione Monti, el Belvedere Santa Lucia. Se trata de la terraza, que se encuentra a los pies, de la iglesia del mismo nombre, que después visitaremos. En este mirador suele haber mucha aglomeración, por lo que habrá que esperar pacientemente para hacerse el inevitable selfie o una foto panorámica de la zona de los trullos. Es una pena que la panorámica se vea afectada por la terraza que se encuentra en primer plano, adosada al Beldevere, por lo que recomendamos un buen teleobjetivo.

La iglesia de santa Lucía fue levantada para ser la sede de la cofradía del Santísimo Sacramento, hermandad establecida en el año 1823 bajo la dirección del sacerdote Giovanni Caramia. Inicialmente se reunían en el Trullo Sovrano, cuyo arco de entrada está decorado con un fresco que da testimonio de esa función. Las obras de construcción comenzaron en el año 1829, inaugurándose finalmente el templo en febrero de 1838, aunque en el año 1885, debido al aumento constante del número de hermanos, el cuerpo de la iglesia se amplió a casi el doble, adquiriendo el aspecto que vemos hoy en día.

Poco a poco la iglesia empezó a tener su propio Rector y a ser autónoma con respecto a la iglesia madre, la basílica dei Santi Medici. Empezaron a crearse devociones por divinidades como la Inmaculada Concepción, san Francisco o la Virgen del Rosario, pero, sobre todo por santa Lucía de Venecia, cuyas reliquias se empezaron a custodiar aquí a partir del 1904 cuando, el entonces Rector de la iglesia, Giovanni Girolamo, autorizado por el obispo Antonio Lamberti, las obtuvo.

Así santa Lucía se convirtió en copatrona de la ciudad, hasta el punto de que la iglesia es conocida con el nombre de la santa, más que con su título original de Santísimo Sacramento. Tras la II Guerra Mundial, el envejecimiento progresivo de los hermanos, hizo que la iglesia se fusionase de nuevo con la de los Santi Medici. Su interior cuenta con una sola nave sin crucero, cuya ventana mixtilínea de la fachada lo ilumina.

Alrededor de la iglesia encontramos sitios importantes como la Piazza del Popolo, la Casa D'Amore y Rione Aia Piccola. Comenzamos con aquella primera, la Piazza del Popolo, antiguamente Piazza della Vittoria, es el lugar de interés más moderno de la ciudad, donde se encuentra el Palazzo Municipale o Ayuntamiento de Alberobello, diseñado por Vincenzo Fallacara e inaugurado en el año 1863. En su interior se conserva un lienzo de la Redención Cívica, en el que se representa el encuentro de los reyes de España y una delegación de la ciudad pidiendo su liberación.

En la misma plaza se alza el Monumento Dei Caduti, dedicado a los Caídos durante la I Guerra Mundial. Fue construido por el escultor G. Laricchia e inaugurado en mayo de 1923, si bien su diseño fue realizado por Antonio Curri en 1897, quien lo ideó para celebrar el primer centenario de la liberación feudalista de Alberobello. Debido a la falta de presupuesto ese diseño se archivó, hasta que en 1919 fue recuperado, aunque no fielmente, para levantar el monumento que vemos actualmente en honor a los fallecidos de la Gran Guerra. En la base del obelisco vemos cuatro lápidas de mármol en las que figuran los nombres de aquellas personas muertas durante la guerra y las palabras del alcalde de la época.

La plaza está cerrada por su lado noreste por la Casa d’Amore, importante edificio porque marca la transición de las construcciones “ilegales” que se destruían para no pagar impuestos, a las edificaciones “fijas”, como así lo señala la inscripción en latín, situado en la fachada, sobre la puerta del balcón, en la que se puede leer: “por autoridad real, este edificio fue el primero en ser erigido”. Fue construido, de hecho, poco después de derogarse el vínculo de vasallaje feudal de Alberobello con los condes de Conversano, Acquaviva D'Aragona, en el año 1797.

Así, por primera vez, tras casi tres siglos, Francesco D'Amore, el propietario de esta casa, fue el primer ciudadano en construir su casa en la ciudad con el uso de mortero. A partir de entonces los maestros albañiles comenzaron a levantar los trullos con el uso de argamasa compuesta por cal y “vuolo”, es decir, un tipo de tierra local con un color rojizo, mortero que aun podemos ver en algunos trullos que no han sido renovados. La Casa d’Amore, cuyo aspecto representa la evolución del trullo rústico al palacio, consta de dos edificios adosados de dos plantas, a cuyo piso superior se accede por una escalera exterior, aunque en origen probablemente no hubiera sido así.

Muy cerca se encuentra Rione Aia Piccola , otra zona de Trulli, más pequeña que Rione Monti, pero sin embargo más tranquila y auténtica puesto que la inmensa mayoría de estas construcciones, unos 400 trullos, son sencillas viviendas que acogen a unos mil trescientos habitantes o, como mucho, se alquilan a turistas o hacen la función de establecimientos hoteleros. El nombre de este barrio evoca la antigua costumbre de batir el trigo en una plaza de la zona. Además de comprobar que el contraste con la parte de Rione Monti es muy evidente, un paseo por el barrio permitirá descubrir sinuosas calles y encantadores rincones, incluso, algunos de sus residentes tienen la puerta de sus trulli abiertas, para invitar a los turistas curiosos a ver el interior a cambio de la voluntad.

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