HANIÁ (XΑΝΙΑ)

RECORRIDO POR EL PUERTO VENECIANO


Durante los período veneciano y turco, Chaniá, Haniá o La Canea presentó un alto desarrollo en el comercio marítimo, a pesar de la falta de un puerto grande y seguro. Entonces ya se sabía que el puerto de Chaniá era muy vulnerable debido a las condiciones climáticas y a su bajo fondo. En 1302 la necesidad de construir un puerto se puso de manifiesto una vez más, con lo que los venecianos presentaron una solicitud de construcción al rector Marino Gradenigo que fue por fin aceptada.

La primera fase de construcción tuvo lugar entre 1320 y 1356, volviendo a surgir la condición natural y la morfología del puerto como un problema. Es por ello que los oficiales informaron de la necesidad de limpiar y profundizar el fondo, sobre todo la cuenta oriental.

Durante 1363 a 1364 el puerto se abandona, utilizando el de Iraklion en su lugar. En 1551, los venecianos presentaron una segunda solicitud para profundizarlo y construir un muro almenado para proteger los barcos de las rocas. La necesidad de tener cerca la naval veneciana, obligaron a éstos a la construcción de los arsenales o neorias, que después veremos, donde se mantenían y reparaban los barcos durante el invierno.

Pero vayamos por partes: iniciamos el recorrido por este extenso lugar desde el lado noroeste, donde, en una posición estratégica junto al bastión de San Salvador, se levantó la Fortaleza Firkas, para defender la entrada del puerto de incursiones enemigas, para tal fin, uno de los instrumentos curiosos que utilizaron fue colocar una gruesa cadena desde aquí hasta el faro para para contralar el acceso al interior del puerto. La construcción de la fortaleza comenzó en 1610 y terminó unos años antes de la caída de la ciudad por los turcos, en 1645. Su interior se organizaba entre cuarteles y áreas de almacenamiento de municiones, también albergaba las dependencias del comandante del ejército de la ciudad.

Originariamente la fortaleza se denominaba Revellino del Porto, pero durante el período turco se usó como cuartel, es decir “Firka” en su idioma, por ello ese nombre ha llegado hasta nuestros días. Esta fortaleza tiene un gran valor sentimental para los cretenses, puesto que fue aquí donde, el 1 de diciembre de 1913 y después de 800 años bajo el mando turco, fue izada la bandera de Grecia por el primer ministro de entonces, Eleftherios Venizelos, y el Rey Konstantinos.

Actualmente el edificio acoge el Museo Marítimo de Creta, donde se puede ver una exposición sobre la batalla de Creta que tuvo lugar durante la II Guerra Mundial. Lo más interesante es la recreación de un submarino, así como algunos trajes e insignias nazis, norteamericanas y otros objetos de la II Guerra Mundial, por cierto, si te apasiona este tema puedes visitar el cementerio de los aliados en la bahía de Souda. En el patio del edificio se encuentra un gran tanque o aljibe donde se acumulaba el agua de lluvia. En el lado norte, tras cruzar un arco de acceso, se sitúan seis aberturas arqueadas con seis cañones.

Mientras paseamos por el Puerto Venecianos nos damos cuenta que nos encontramos en un lugar donde los edificios que miran hacia el interior del puerto poseen una bella mezcla de Oriente y Occidente, proporcionando quizás una cierta melancolía y nostalgia. Y todo ello a pesar de la gran cantidad de restaurantes, cafeterías y tabernas que se agolpan y apenas deja entrever las fachadas de las casas que ocupan. En verano el puerto está lleno de vida, mientras que en invierno, además de menos turistas, algunos comercios cierran para evitar las olas que bañan sin obstáculos el muelle, sin embargo, los establecimientos del lado de la mezquita turca permanecen abiertos todo el año, al no verse afectadas por esas olas.

Y hablando de la mezquita turca… en 1645 la ciudad cae en manos del ejército otomano, quienes no tuvieron interés por mantener el puerto que fue descuidado por completo, debido a ese abandono se produjo la demolición de nueve arsenales. De esta época es la mezquita conocida como Mezquita Kioutsouk Hasan o Giali Tzamisi (Mezquita del Mar), constituyendo el edificio otomano más antiguo de la ciudad.

Se construyó en honor del sargento primero de Haniá, Kioutsouk Hassan, por un arquitecto armenio. Antaño poseía un patio con palmeras y un pequeño minarete que fue demolido en 1920. Se ha utilizado como almacén, como museo de arte popular, como oficina de información turística y actualmente alberga una sala de exposiciones y eventos, principalmente en el período estival.

Le sigue, un poco más al oeste y destacando entre el resto de edificios que lo rodean, el Gran Arsenal que originariamente era la unidad final de los 17 edificios abovedados que recorrían esta parte del puerto. Su construcción se inició en el año 1585, durante el período veneciano, y su aislamiento con los demás arsenales la han beneficiado puesto que ha sido sede de importantes servicios y actividades públicos. En 1872, durante el período turco, la bóveda fue eliminada y se le añadió un segundo piso.

A lo largo de los años ha tenido diferentes funciones, ha albergado una escuela cristiana, un hospital, incluso fue la sede del Ayuntamiento de Chaniá hasta el 1941, año en que fue seriamente dañado por un bombardeo. Fue totalmente restaurado en 1997, dándole el aspecto que presenta hoy. Actualmente alberga varias exposiciones y además es sede del Centro de Arquitectura Mediterránea.

A continuación, vemos la hilera de Arsenales o "Neoria" que conforman el complejo de los “Muelles del Moro”, los dos primeros de ellos se completaron en el 1526, llegando a ser 17 arsenales en el año 1607, aunque actualmente sólo se conservan siete en muy buen estado. La necesidad de tener una presencia constante en Creta, hizo que los venecianos construyeran gran cantidad de arsenales donde los barcos serían reparados durante el invierno.

Pero durante el período turco, la falta de mantenimiento del puerto y la degradación de los arsenales antes la falta de utilidad, dio lugar al cambio de su función original, convirtiéndolos en almacenes militares. Así se demolieron nueve arsenales. En el espacio de aquellos edificios desaparecidos se ha levantado la nueva Aduana de Chaniá, rodeada a ambos lados de dos plazas.

Seguimos avanzando y nos topamos con otro arsenal situado cerca del bastión de Sabbionara. Aquel edificio acoge el museo de la Antigua Construcción Naval, el cual alberga una réplica de un barco minoico llamado “Minoa” de entre los siglos XVI – XV a.C., esa réplica fue botada en diciembre de 2003 y un año después, en 2004, hizo su primer crucero desde Chania hasta El Pireno en Atenas, para transportar la Llama Olímpica, la cual fue llevada a puerto, en la última parte del viaje, en un trirreme ateniense. Es posible adquirir una entrada combinada para este museo y el Naval.

El lado norte del puerto está protegido por un rompeolas que conduce hasta el faro y construido sobre una línea de arrecifes. Más o menos a la mitad se sitúa el baluarte de san Nicolás, nombre que recibe de la pequeña capilla veneciana de Aghios Nikolaos tou Molou que antaño ocupaba el lugar. Como dato curioso, este era el lugar donde, tanto venecianos como turcos, ejecutaban a los prisioneros condenados.

El bastión fue construido durante la ocupación veneciana para proteger el puerto junto con la fortaleza de Firkas, en el noroeste, haciéndolo inexpugnable e inaccesible desde el mar. En cuanto a la capilla, se trataba de un pequeño templo de una sola estancia, cuyos restos se encuentra actualmente enterrados bajo la plaza donde se ubican los cañones del bastión. En los últimos años se han realizado importantes esfuerzos para intentar recuperar esta pequeña iglesia.

Y por fin llegamos al borde del rompeolas donde se levanta el faro veneciano, uno de los más antiguos del mundo y la joya más famosa de esta ciudad. Fue construido por los venecianos a finales del siglo XVI, cuando se ideó el proyecto de fortificar la ciudad, ante la constante amenaza de los turcos.

Durante la ocupación otomana, como ya sabemos el puerto quedo abandonado y cayó totalmente en el olvido, la misma suerte sufrió este faro. Durante el período de 1830 – 1840 fue reformado por los egipcios (más concretamente alrededor del año 1839), cuando los británicos asignaron Creta al regente de Egipto, Mehmet Ali, dándole el aspecto de minarete que vemos hoy, a pesar de la restauración de 2006 en que se intentó darle su aspecto veneciano.

Así pues, el regente de Egipto, Mehmet Ali ordenó trabajos de mantenimiento, restauración y modernización (de acuerdo a las nuevas tecnologías de la época) del faro, además de la limpieza de la cuenca del puerto. Sin embargo, incluso después de acometer las reformas los barcos no podían acercarse a tierra, sobre todo cuando las condiciones climatológicas eran duras, obligando a utilizarse pequeñas embarcaciones para trasladar a pasajeros y mercancías del barco al puerto.

Al final del Imperio Otomano, el faro completó con la adición de una escalera en su parte este, así como unas tuberías colocadas debajo de la superficie de la su base para que pueda pasar el agua del mar y así dar estabilidad a la construcción. Hoy el faro tiene una altura de 21 metros, aunque si contamos desde el nivel del mar, se eleva a 26 metros. La luz que desprende alcanza una distancia de 7 millas.

La torre está dividida en tres partes bien diferenciadas: la base de la torre es trapezoidal, perteneciente a la época de la ocupación veneciana, de hecho, su material es de la misma calidad y procedencia que el utilizado para fortificar Chaniá. La zona central del faro cuenta con dieciséis lados, mientras que la parte superior es totalmente circular.

La gran distancia que hay que recorrer para bordear por completo el puerto merecerá la pena, pues tendréis delante de vosotros la panorámica completa del puerto de esta ciudad, y por supuesto el faro de cerca para admirarlo. De cualquier manera, también existe un pequeño paseo en barco que recorre el perímetro del puerto, incluso sale de él, bajo la promesa de ver la fauna y flora de esta parte del Mediterráneo a través de un cristal situado en el suelo del barco, aunque nosotros debimos tener mala suerte porque no vimos nada...

La excursión dura alrededor de una hora, llevándonos hasta la pequeña y deshabitada isla de Lazaretta, cuyo nombre proviene del santo Lázaro, patrón de los leprosos. Y es que la isla fue, durante algún tiempo, lugar de cuarentena para las personas sospechosas de tener lepra, antes de dejarles entrar en Chania. Para ello, aquí se levantó una vez un gran edificio donde se alojaron aquellas personas. Dicho edificio fue totalmente destruido en 1645 por los turcos, con el propósito de alojar un gran cañón para asediar la ciudad de Chania. Actualmente sólo vemos una pequeña capilla dedicada a Agios Nikolaos, construido aquí por un australiano que se quedó dormido en la isla y quedó deshidratado y con una fuerte insolación. Enfermo como estaba, logró llegar hasta la costa cretense donde lo rescataron y curaron.

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