HANIÁ (XΑΝΙΑ)

UN PASEO POR EL CORAZÓN DE HANIÁ


El casco antiguo de la Chaniá posee una gran belleza y personalidad propia, donde los estilos de diferentes culturas y épocas se mezclan convirtiendo sus calles en un verdadero testigo mudo de su historia. La visita a la Ciudad Vieja de Haniá la vamos a dividir en cuatro, coincidiendo con los barrios más característicos y bellos de la ciudad: Kastelli, Splantzia, Barrio Judío y Topanas.

Comenzamos con el barrio de Kastelli, al cual nos adentramos desde el Puerto Veneciano, por un lateral del Gran Arsenal, donde unas escaleras de época veneciana nos llevarán, girando a la derecha, a un mirador donde obtener hermosas panorámicas del Puerto. Para ello no te extrañes que debas pasar por un portón con cancela que te conducirá hasta una gran plaza, algo descuidada que sirve de parking para las oficinas del rectorado de la Universidad Técnica de Creta y que posee alrededor mansiones venecianas y turcas, como el palazzo de Roza Nera o el palacio del Rector veneciano. Se trata de uno de los rincones menos conocidos de Haniá, quizás por la reticencia de los turistas a traspasar la candela.

Más al sur podréis encontrar los restos minoicos de la ciudad de Cidonia que se encuentra debajo de la ciudad moderna, a pesar de ello pequeños sitios han sido excavados, los restos más importantes se localizan en Odós Kanevaro. Las excavaciones en esta zona revelaron los restos de posiblemente cuatro o cinco casas alrededor de una plaza, en una de ellas (la llamada Casa 1) se han identificado lo que podría haber sido una sala minoica, una cocina, talleres y depósitos en los que se halló gran cantidad de cerámica.

Seguimos con nuestro paseo por este barrio, nos topamos ahora, en odós Sifaka, con los restos de la muralla bizantina construida entre los siglos VI y VII d.C. sobre los cimientos de los muros helenísticos que protegían la colina de Kastelli de las incursiones árabes. Durante el segundo período bizantino, en el siglo X, la muralla fue reforzada reciclando materiales procedentes de la antigua Kydonia, así como de diferentes edificios helenísticos y grecorromanos de los alrededores, como podemos observar sobre la superficie de la misma.

Más tarde los venecianos repararon esos muros, permaneciendo en uso hasta el siglo XIV. En el siglo XVI, debido a la expansión de la ciudad, se construyeron los nuevos muros venecianos, quedando aquellas obsoletas y dentro del nuevo recinto amurallada. El perímetro de la fortificación fue de 820 metros que abarcaba un área de 3,56 hectáreas. Gran parte del trazado original ha sido absorbida por los calles y edificios de la ciudad nueva. Sin duda la parte mejor conservada es la del lado del puerto, justo a la espalda de la Mezquita Kioutsouk Hasan, por lo que la mejor vista de esa fortificación es desde el mar.

Recorremos la odós Sifaka hacia el este (por cierto, esta calle es la ideal si quieres comprar alguno de los cuchillos cretenses tradicionales) hasta llegar al barrio de Splantzia, conocido como el barrio turco. En los últimos años este distrito se ha reformado completamente y se ha convertido en uno de los barrios más populares y concurridos de Chaniá. Este distrito está repleto de cafeterías, tabernas y restaurantes, además de tiendas de suvenires a donde los turistas van en masa. Pasear por sus calles es una delicia.

En el corazón del barrio, en la platía 1821, se levanta en su lado noroeste la iglesia veneciana de Agios Rokkos, templo que fue construido en el año 1630, probablemente después del estallido de una plaga, puesto que san Roque es el santo protector contra la peste en Chaniá. Durante la era otomana se utilizó como puesto militar, mientras que durante el Estado Cretense y hasta el 1925 acogió una estación de policía. Debajo de la cornisa se puede leer en latín “Dedicado a Dios Excelente y Máximo y san Rocco 1630”.

Coronando la plaza se encuentra la iglesia de Aghios Nikolaos o san Nicolás, fundada por la Orden de los Dominicos en 1320. Originariamente el templo tenía un alto campanario y una galería de dos pisos en el lado norte y patio central. Sufrió varias transformaciones y del complejo de edificios que formaba, hoy día queda muy poco. Durante la ocupación otomana se transformó en la mezquita Hiougkar Tzamisi que fue la principal de la ciudad.

Su importancia radica en que cuenta con un campanario y con un minarete (llamado minarete de Choungkiar Hassan y situado en la esquina suroeste del templo), constituyendo un claro ejemplo arquitectónico de mezcla de culturas. El minarete a su vez también presenta una característica propia al contar con dos balcones en lugar de uno, además presenta elementos morfológicos de clara tradición veneciana. A partir de 1918 se transformó en iglesia ortodoxa y se le añadió un arco de medio punto en la parte oriental.

Muy cerca, y entre calle laberínticas, se encuentra la iglesia bizantina de Agia Ekaterini, cuya construcción se estima en el siglo XVI, ya que se aprecian influencias arquitectónicas del estilo gótico tardío. La fachada es austera y en el centro se puede distinguir la base de un campanario, a cada lado de la cual se sitúan dos ventanas redondas que iluminan el interior. Una de las características principales de este templo es que, aunque fue concebido y construido como iglesia ortodoxa, incorpora elementos ornamentales arquitectónicos propios de las iglesias católicas.

Durante el dominio turco, el templo se convirtió en una panadería y en taller mecánico, sin embargo, los cristianos que vivían en aquel momento en la ciudad nunca dejaron de venerar la imagen de Agia Ekaterini, ya que los turcos permitieron mantener un icono de la santa dentro de la iglesia. Su interior se encuentra separado por arcos decorados con cornisas, uno de los pasillos está dedicado al santo local, Agios Ioannis o Erimitis (San Juan el Ermitaño), por ello se conoce como la iglesia de Agia Aikaterini y Agios Ioannis Hermitis.

Emprendemos camino ahora dirección hacia el oeste. En nuestro recorrido encontramos el Museo Nacional del Fútbol Griego, el cual es resultado de la acción de la Asociación de Amigos del Equipo Nacional, Galanolefkos Faros. En este museo se cuenta la historia de la Selección Griega a través de una exposición compuesta por diferentes camisetas, el balón del partido de Grecia – Nigeria, un boleto de la final entre Grecia y Portugal de 2004, la copia de la Copa de Europa ganada por Grecia en Portugal, etc.…

En la calle paralela, en odós Hatzimichaly Daliani, llena de restaurantes y tiendas, se levanta el minarete de Ahmet Aga, cuya forma alargada se eleva por encima de los techos de este carismático barrio. De aquella mezquita otomana ha llegado hasta nuestros días este minarete y otras edificaciones arquitectónicamente menos importantes que alojan hoy una fábrica textil.

Los templos musulmanes eran parte de la vida religiosa de los turcos otomanos en Creta, por lo que contaban con varios de ellos en la ciudad. Actualmente, como resultado de la destrucción ocasionada por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, sólo han quedado en pie dos minaretes, el que vemos aquí y el ya comenzado minarete Choungkiar Hassan de la iglesia Aghios Nikolaos.

Y así llegamos al Mercado Municipal, cuyo edificio de cuatro mil metros cuadrados se comenzó a construir en 1908 y fue inaugurado en 1913 (año en que Creta se unió al resto de Grecia) por el famoso primer ministro del país en aquel momento A. Venizelos. Estamos ante un claro ejemplo de mercado griego con los espacios divididos: en la parte oriental y occidental las carnicerías, en el extremo oeste el pescado y en los extremos norte y sur la fruta y verdura. Actualmente la mayoría de negocios son de souvenirs y enfocados al turista. La cercana calle de Skridlof y alrededores forman la zona comercial de “Stivanadika”, recibe ese nombre porque hace años era el lugar donde se fabricaban las tradicionales botas de cuero “Stivania”. Aquí, además de las botas cretenses, encontrará productos de cuero y diferentes suvenires.

Seguimos más al oeste y, en la platía Athinagora, encontramos la Catedral, la cual se construyó sobre un templo más antiguo datado del siglo XIV. En 1645, en período turco, el templo se convirtió en una fábrica de jabón, pero sin alterar su diseño original, hasta 1868. El edificio pertenecía a Moustafa Pasha Giritli quien ordenó proteger el icono de la Virgen María situada en lo que era el almacén de aceites. Según se dice, el negocio cayó en quiebra y la iglesia fue abandonada y Moustafá se llevó el icono.

Éste se convirtió en primer ministro y la comunidad cristina le pidió que reconstruyera el templo. A pesar de las hostilidades entre cristianos y otomanos, Moustafá consiguió que el sultán Metzit y el comandante de Creta Veli Pasha apoyaran monetariamente este proyecto. Así pues, se reconstruyó en 1860 y el icono de la Virgen María volvió a su lugar. En 1941 el edificio sería severamente dañado por las bombas lanzadas por los alemanes durante la II Guerra Mundial.

Desde este punto recorremos la odós Chalidon en dirección al puerto, en esa calle encontramos en primer lugar el museo de Folklore, junto al cual se sitúa el museo Arqueológico de Chaniá, situado en el interior de la iglesia veneciana de San Francisco (siglo XVI), la cual fue convertida por los turcos en la mezquita de Yusuf Pasha, el conquistador de la ciudad, añadiéndole un minarete y una fuente octogonal. El edificio consta de una nave y dos patios cerrados, cuyo espacio expositivo está compuesto por piezas halladas en una amplia área alrededor de la ciudad, como Cidonia, Áptera, etc.…, datados en el Neolítico, en la civilización minoica, época helenística, romana, etc.… Destacamos cerámicas monoicas, sarcófagos policromados, además de terracotas, estatuas y mosaicos romanos.

Frente al museo se encuentra una construcción aboveda que constituye el único resto del antiguo hammam turco. Seguimos nuestro recorrido y llegamos a platía El. Venizelou, donde se encuentra la Fuente Veneciana que marca la plaza central de los cristianos en el casco antiguo de Chaniá, durante la conquista turca. La fuente original estaba decorada con cabezas de león, conservada en el Museo Arqueológico. A partir de este punto se extiende, hacia el oeste, el barrio Judío, donde se levanta mansiones de judíos eminentes, algunas de ellas bien conservadas, además de la sinagoga, que ha reabierto recientemente.

Después de la conquista de la ciudad por los turcos en 1645, los hebreos crearon su propio vecindario en este lugar, llegando a crear una próspera comunidad judía hasta el estallido de la II Guerra Mundial. La columna vertebral de este distrito fue, y es también en la actualidad, la calle Kondylaki, que une el puerto con las murallas sur de la ciudad, siendo, además, más ancha en comparación con las demás calles adyacentes que son mucho más estrechas y laberínticas, para permitir el paso de los carros que transportaba el suministro traído por los barcos.

Entre el barrio judío y el fuerte Firka se extiende el barrio Topanas, un prestigioso distrito que estaba habitado, durante los últimos años de dominio turco, por los aristócratas cristianos. Los turcos llamaron esta zona “Tophane” que significa “armería”, puesto que aquí era donde se guardaban los cañones durante el período otomano. Hoy en día aquellas armas han dejado paso a bonitas y estrechas calles que cuentan con numerosas mansiones venecianas, a menudo reformadas durante el período turco.

En este distrito se encuentra una de las construcciones más importantes del periodo veneciano, la entrada de la mansión Renier. Se trata de un palacio cuyo nombre viene dado por el de la familia de apellido homónimo que la construyó con una pequeña capilla de san Nicolás. Sobre la entrada, además del blasón familiar, vemos una inscripción en latín cuya traducción sería: ”Muchas cosas que trajo, hizo y estudió, el dulce padre, que trabajó duro. Que descanse en paz 1608”.

En resumen, cualquier distrito de Chaniá merece un agradable paseo por sus pintorescos callejones, llenos de tiendas, pequeños hoteles, restaurantes y tabernas, que muestran las diferentes culturas que, a lo largo de los siglos, han dejado su huella en la isla en general y en Haniá en particular. El barrio judío y Topanas es fenomenal para paseos románticos en sus estrechos y laberínticos callejones e ideal para cenas perfectas para los enamorados. Y es que el aura y estética venecianas, y melancólica, que baña cada esquina de la ciudad es más que evidente.

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