Esta explanada tiene una historia irremediablemente unida a la de las antiguas murallas que rodeaban la ciudad. El lugar en que nos encontramos estaba ocupado, en efecto, por aquel muro defensivo, pero tras el asedio de 1622, en el que Luis XIII ordenó el bombardeo de la ciudad tras la rebelión protestante, esa parte fue destruida. Así, en 1679, los restos de muros fueron derribados y el foso que los circundaban fueron rellenados, para ser utilizado como un campo militar utilizado para las maniobras de los soldados que entonces tenían su base en la ciudadela. En el año 1900, el terreno fue vendido por el ejército a la ciudad, transformándose en un jardín con estanques y estatuas, según un diseño clásico del arquitecto paisajista Édouard André.
Hoy en día es un paseo agradable, bordeado de espacios verdes e hileras de plataneras y salpicados de bancos donde descansar a la sombra de los árboles, mientras se escucha el sonido de los chorros del agua de las fuentes. Es desde aquí donde parte el trenecito turístico que recorre el centro histórico. También cuenta con diferentes terrazas de todo tipo, desde heladerías a floristerías y desde cafeterías a restaurantes. Además, cada día por la mañana tiene lugar un mercado donde venden fruta, verduras, productos locales e incluso ropa. La explanada también acoge diversos eventos culturales a lo largo del año, cuya temática varía según las estaciones: el Hivernales (mercado navideño), Estivales (feria de artesanos en verano), el festival de música, la Comédie du Livre, etc.…
Si comenzamos a recorrerla desde el sur hacia el norte encontraremos, tras pasar la oficina de turismo, el Espace Dominique Bagouet, pequeño edificio que acoge diferentes exposiciones temporales. A su lado está el Pavillon populaire o Pabellón popular, un espacio expositivo dedicado al arte fotográfico y que servía de anexo al museo Fabre. Este edificio, construido alrededor de 1891 por Léopold Carlier, tuvo varias utilidades: una asociación de estudiantes, una biblioteca, un hospital militar durante la guerra, etc., hasta que finalmente se convirtió, a finales de la década de los noventa del siglo XX, en el espacio expositivo actual. En la acera contraria podemos ver la fachada del antiguo cine Pathé, ahora convertido en el centro Rabelais, en el cual podemos ver la escultura de un gallo, símbolo de la compañía Pathé, que fue esculpido por Sétois François Acher en 1909.
Cerca del Pavillon populaire se encuentra el quiosco del Bosc, primera gran obra de hormigón armado de la ciudad, inaugurado en 1927. Al lado vemos un monumento dedicado a Jean Jaurès, realizado por Georges Setta e inaugurado en 1964, en cuyo reverso se pueden leer algunas citas de este ilustre hombre. Al lado se sitúa un olivo, plantado el 29 de marzo de 2008 con motivo del Día de la Tierra, símbolo de paz y solidaridad y que rinde homenaje a la resistencia del pueblo palestino. Pero la Esplanade Charles-de-Gaulle guarda más esculturas y monumentos, como el que homenajea “a los soldados de las sombras”, un busto de bronce de Charles de Gaulle realizado por Hugues Malbreil, la escultura “Marsyas” obra de Villeneuve de 1904 y que representa al músico mártir que desafió a Apolo, la escultura “El viento” de Baldini de 1991 y la escultura dedicada “a la memoria de los 800.000 viticultores" inaugurada en el 2008.
A la izquierda de la Esplanade se sitúa el Museo Fabre, pero antes de visitarlo abandonamos un momento el parque para ir a la espalda de dicho museo, donde se levanta la Basilique Notre Dame des Tables, construida por el arquitecto Jean Giral entre 1707 y 1748. Se trata de la antigua capilla del Colegio de los jesuitas (ocupado hoy por el Musée Fabre), actualmente convertida en parroquia que toma el nombre de la desaparecida iglesia románica. En el tambor de la entrada fue redescubierto y restaurada un cielo, probablemente realizado por Jacques Giral, pintor real y hermano del arquitecto.
Ahora sí, volvemos sobre nuestros pasos hacia el Musée Fabre, abierto al público desde 1828 tras una donación del pintor François-Xavier Fabre. Después de cuatro años de trabajo, el museo reabrió sus puertas en 2007, ampliado y restaurado. Su superficie de 9.200 metros cuadrados incluye más de 900 obras, incluidas en un recorrido temático y organizadas cronológicamente. De nuevo en el exterior, si hemos recorrido el parque longitudinalmente, desembocaremos en el Corum, un centro de convenciones que alberga también una ópera, la Berlioz, reconocida tanto por sus cualidades acústicas como por su Orquesta Nacional. Este edificio, diseñado por Claude Vasconi, se caracteriza por su apariencia atípica, en cuyo interior se alternan espectáculos musicales de todo tipo, pero también conciertos sinfónicos, óperas, conferencias y simposios. Junto a él se encuentran cinco estatuas que forman "les Allégories" de Allan McCollum, que representan "una alegoría de la disolución y el renacimiento: Resurrección por tecnología moderna".
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