Correlativo con el Museo de Prehistoria de Valencia, se encuentra este museo dedicado a las artes y costumbres populares. Se puede iniciar su recorrido desde la planta primera, pero nosotros preferimos seguir la visita inmediatamente después de haber visto la sección de Prehistoria. Así la primera sección que nos encontramos es la llamada "Secano y Montaña", en los cuales existe una importante cultura material, bien representada en las colecciones del museo. En esta sala se muestra una selección de objetos, la mayoría colgados del techo, una forma habitual de guardar las herramientas en los pajares, desvanes y corrales.
En los frisos laterales un conjunto de escenas explica trabajos y aprovechamientos del medio en la sociedad tradicional. En las mesas, los objetos hablan de aspectos de habitar y convivir. Aquí las escenas se inspiran en los exvotos pintados que se encuentran en algunas capillas y ermitas, extraordinarios ejemplos de la expresión gráfica popular.
Una de aquellas mesas trata el tema del nacimiento y la muerte que se producían siempre en el interior de las casas de la sociedad tradicional valenciana de la época. No había habitación donde no hubiera nacido o fallecido alguna persona. Por ello, vecinos, amigos y familiares compartían estos rituales generando redes de apoyo, reciprocidad y solidaridad mutua. Objetos, acciones y creencias servían para expresar los sentimientos.
Por ejemplo, en otra vitrina, podemos ver una capa utilizada en ocasiones solemnes como los entierros. Ponerse las mejores ropas era un signo de respeto. La siguiente indumentaria que vemos es una falda que está tan remendada que es difícil distinguir el tejido original, aspecto que nos habla del reaprovechamiento de los objetos en la economía familia. Le sigue otro vestido femenino utilizado para el trabajo en el campo, con la particularidad de que sus piezas exteriores pueden quitarse. Finalmente vemos una blusa de un tratante de ganado.
El secano y la montaña valencianos han estado mucho menos poblados que las llanuras de la costa, densamente urbanizadas. Por otra parte, frente a las amplias huertas del llano litoral, las dificultades del terreno han obligado en la mayoría de los casos a aprovechar al máximo las vertientes construyendo un paisaje de cultivo a partir de terrazas (bancales). Todo ello con un hábil uso de la abundante piedra que se tiene a disposición en las zonas de secano y montañosas. Así pues, la agricultura estaba basada en el cereal, la vid y el olivo y la elaboración de sus productos derivados y la manufactura de fibras vegetales.
Secano y montaña han participado poco, sin embargo, en la conformación del imaginario valenciano más popular y reconocible. Elementos como la masía, el aceite, el vino o la fábrica textil, fundamentales en muchas de estas zonas, han tenido históricamente escaso peso específico en todo lo que se entiende como “típicamente valenciano”.
Y llegamos ya a la parte de la exposición permanente titulada "Huerta & Marjal" en la que se muestra a los visitantes las claves interpretativas de la cultura tradicional valenciana surgida gracias a la población que vive, convive y trabaja en la estrecha franja del territorio valenciano ocupada por huertas y marjales. De esta manera se subrayan las singularidades y las semejanzas respecto al ámbito mediterráneo.
La exposición muestra la inevitable transformación que se ha visto obligada a emprender la cultura tradicional, situada en el seno de un mundo en el que los referentes culturales propios están en constante definición. Las salas permanentes de huerta y marjal se estructuran en dos apartados básicos: uno, centrado en los conceptos y otro en los objetos, así como un espacio interactivo que completa el recorrido de esta parte de la exposición.
En el primer apartado (el de los conceptos) se ha querido dirigir la mirada del visitante hacia una serie de ideas que el museo considera importantes para entender la cultura popular en huertas y marjales: las particularidades de la construcción del espacio, la importancia de la gestión del agua, la idiosincrasia ecológica, las diversas tipologías de las viviendas y su uso, la amplia variedad de cultivos y su enfoque comercial, la construcción de una identidad próxima y familiar que está dejando paso progresivamente a fórmulas identitarias más genéricas y globalizadas.
En la sala de objetos, planteada como si de un almacén de museo se tratara, se puede ver una parte significativa de los objetos de la colección del Museu Valencià d’Etnologia vinculados a huerta y marjal. Una muestra de la extraordinaria variedad de herramientas de trabajo, de objetos domésticos, de religiosidad popular y de piezas de indumentaria que los hombres y las mujeres que han vivido y viven en estos espacios han utilizado, y en ocasiones aún utilizan, en su quehacer diario.
Finalmente, el espacio interactivo se ha pensado para poner al alcance del visitante la posibilidad de profundizar en los numerosos materiales (relatos de vida, fotografías y objetos), que constituyen el fondo documental del museo. En esta sala, mediante pantallas interactivas, el visitante puede acceder a entrevistas realizadas a personas que hablan de la huerta y del marjal, al fondo fotográfico o a las fichas catalográficas de los objetos de la colección.
La ciudad es el espacio por excelencia de hombres y mujeres, lugar que nos habla no sólo del conjunto de ciudadanos sino también de convivencia, vida común e imaginario colectivo. Este es el tema tratado en la sección "Ciudad Viva": naturaleza transformada en grado máximo por la cultura y la técnica, consagrada a la convivencia social.
Es sobre todo en la ciudad donde se concentraron estos procesos de cambio y modernización social, pero buena parte de la ciudad tradicional resistió y permaneció de pie. No sólo arquitectónicamente y urbanísticamente hablando, sino en todo aquello que atañe a prácticas sociales y usos y costumbres convivenciales. Por eso hablamos de ciudades vividas y en tránsito, a las que está dedicada la presente exposición.
Ciudades de origen íbero, griego o romano, así como ciudades medievales, islámicas o cristianas. Siempre ciudades y siempre evolucionando. La ciudad moderna es el escenario privilegiado, a lo largo del siglo XIX y las primeras décadas del XX, del avance de la industrialización y la consolidación del mundo burgués. Mujeres y hombres protagonizaron el complejo proceso que levantó sobre la ciudad tradicional otra muy diferente y, sin embargo, heredera de aquella. De ellos habla esta exposición.
La moral dominante durante se encontraba embebida de valores religiosos y burgueses, procurando controlar de esta manera a los adolescentes para evitar así influencias "perniciosas" y actos "impúdicos". Esto provocó que los jóvenes se refugiaran en su mundo interior (como lecturas secretas, diarios íntimos, etc.), tratando de experimentar lo prohibido.
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