Según algunos escritos, la Ronda musulmana poseía, como ciudad importante que era, varios baños, si bien, no se sabe a ciencia cierta dónde están situados. Parecer ser que los baños que nos ocupan eran, por su amplitud, los principales de Arunda, siendo a la vez, testigo mudo de lo que significaron este tipo de edificaciones en la vida de los musulmanes, en que el baño tenía un gran sentido religioso. Estamos ante los mejores conservados de la península Ibérica.
Se descubrieron en la segunda mitad del siglo XX y fueron construidos entre los siglos XIII y XIV en la zona de extramuros de la ciudad. La posición de los baños en esta área de entrada a la población no era casual, pues era costumbre instalarlos en las entradas de las ciudades porque eran zonas de gran afluencia, además prestaba un servicio a los viajeros para asear su cuerpo antes de ir a la oración en la mezquita que se encontraba junto a los baños. A esto hay que añadir su situación junto al Arroyo de las Culebras, lugar ideal para el abastecimiento de agua.
Para acceder a ellos era necesario traspasar una pequeña puerta situada en la muralla, salir de la ciudad intramuros, bajar unas escaleras que comunicaba con la fachada en la que se encontraba la puerta principal del edificio (que estaba semienterrado para conservar la temperatura que alcanzaba el interior) y tras descender otras escaleras se llegaba a la zona de la recepción.
La recepción era el lugar que servía como una especie de vestuarios, a la vez que como un lugar de encuentro donde se hablaba de diferentes temas. Esta gran sala poseía en su centro un pilón cuadrado, mientras que en los laterales habían unas tarimas de madera en alto cubiertas con esteras y cojines. Cuatro grandes pilares sujetaban la desaparecida gran bóveda que contenía lucernas por donde pasaba la luz.
Los baños comenzaban primero en la sala caliente, para después ir a la templada y posteriormente a la fría, repitiéndose el proceso varias veces. Se trata pues de las tres estructuras fundamentales que se seguían en el modelo romano. Nosotros vamos a realizar la vista al revés, es decir comenzando en la sala fría. En ella podemos ver a ambos extremos dos piscinas de agua fría en la que se encuentran incrustados unos atanores, tubos de barro cocidos a través de los cuales discurre el agua desde el aljibe hasta ellas.
La sala templada es la de mayor tamaño del edificio y era calentada de manera parcial por el hipocausto que discurría por debajo de su suelo. Consta de tres cuerpos separados mediante cuatro pares de arcos de herradura sobre columnas de ladrillo y piedra que sostienen unas bóvedas de cañón semiesféricas que a su vez contiene unos tragaluces con forma de estrella.
Aquí se situaban bancos de madera, esteras y cojines para el descanso, además de mesas donde se realizaban masajes y otros tratamientos y donde se aplicaban diferentes ungüentos y perfumes. Es destacable algunas columnas que vemos aquí ya que se tratan de romanas recicladas de algún templo, el resto de la sala, y del edificio, está construido con ladrillo, muy bien trabajado, que forman basamentos, fustes de columnas, capiteles y arcos de herradura.
La siguiente es la sala caliente, situada junto a la caldera, es la que más calor recibe a través del sistema del hipocausto, la temperatura era suficientemente alta como para evaporar el agua que se vertía en el suelo, creando una densa nube de vapor de agua.
Si nos fijamos en un extremo de esta sala y dando con la leñera, se encuentra un pequeño pilón que siempre estaba lleno de agua y cuya función era de la tenerla siempre a mano para verterla sobre el suelo y así mantener el nivel de vapor necesario para cubrir la sala.
Junto a la sala caliente se encuentra la leñera donde se encuentra el horno que producía el calor para calentar el baño mediante, como hemos señalado ya, el sistema romano del hipocausto (conducciones subterráneas por donde pasaba el aire caliente). Esta área de calderas se ha conservado en muy buenas condiciones. Tras la conquista cristiana de la ciudad se reconvirtió en curtidurías para el tratamiento de cueros y pieles. Posteriormente los baños fueron abandonados y las crecidas del río Guadalevín acabaron sepultándolos.
El edificio estaba rodeado por un muro de arcos ciegos en el que en su parte superior discurría el agua que abastecía al edificio y que era obtenida gracias a la noria situada en lo alto de una torre y que recogía el agua del río. La noria era accionada por los movimientos circulares de un burro o asno en la parte superior de la torre.
En el interior de la torre se encontraba el mecanismo de la noria que descendía a un nivel por debajo del río, de este modo, a través de recipientes cerámicos el agua era recogida y elevada hasta la parte superior donde se vertía en la plataforma que conducía el agua hacia el acueducto. Este mecanismo hidráulico se ha mantenido en perfectas condiciones.
Antes de abandonar el recinto es muy interesante dar una vuelta por sus exteriores. Podemos ver restos de partes del edificio, como columnas, fustes, capiteles, partes de acequias, etc... Además, la vista de la parte superior de los baños también se merece una parada. Aquí hay restos de partes del jardín que hizo aquí la duquesa de Parcent y un panel explicativo.
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