El museo del Tesoro se visita con el mismo ticket de entrada a la Catedral, de tal forma que combina un recorrido completo por la catedral, el claustro y este museo. Está acogido en las salas capitulares construidas en el siglo XVIII como lugar de reunión del cabildo catedralicio, las cuales desde 1951 se han acondicionado para acoger el espacio museístico. La entrada está flanqueada por dos esculturas que representan a san Pedro y san Pablo, las dos únicas supervivientes de las doce que decoraban originalmente la Puerta de los Apóstoles. El museo se estructura en tres secciones: historia de la catedral, el Tapiz de la Creación y el ajuar de culto.
La primera sala está dedicada a la catedral románica, donde destacan dos conjuntos de gran importancia: la colección de arquetas y los objetos relacionados con los promotores de la catedral, de estos últimos destacan dos sellos de las condesas Ermesenda de Carcasona y Guisla de Lluçá, ambos del siglo XI. En la colección de arquetas destaca la de Hisham II, una obra excepcional del legado andalusí conservado en España. Se realizó en el 976 en plata dorada con ornamentos de motivos vegetales, siendo una excelente muestra de las obras de los talleres califales omeyas. Por las inscripciones de su tapa se sabe que fue un regalo del califa Al-Hakam II a su hijo Hisham II. Aunque no se sabe cómo llegó a la catedral de Gerona, presidió, al menos desde el siglo XVI, el retablo del altar mayor.
También es destacable la talla de la Virgen y el Niño del siglo XII, por tanto, la representación mariana más antigua que posee la catedral. Estuvo cubierta con láminas de plata, hoy desaparecidas. Se cree que esta imagen ocupó un lugar destacado en la antigua sede románica, incluso, quizás, haya presidido el altar mayor. Otra de las obras importantes de esta sala es el manuscrito Beato de Tábara o Beatus de Girona, realizado en el año 975 en León, pasando a manos de la catedral en 1078. Se trata de una copia manuscrita del Beatus de Liébana realizada por el Abad Dominicus, aunque las ilustraciones fueron creadas por Ende, la "pintora y sierva de Dios" y por Emeterio, el "monje y sacerdote”. Ende es, por tanto, la primera mujer artista conocida en España y una de las primeras de Europa.
La siguiente sala está dedicada al período de la catedral gótica. Comienza exhibiendo un magnifico conjunto de obras de orfebrería, entre ellas se encuentra, en el centro de la sala, la monumental custodia del Corpus de 1438, la cual presenta una extraordinaria decoración realizada en plata dorada, esmaltes y pedrería, en el que se incluye formas góticas y figurillas de santos. Alrededor de ella se exponen tres cruces procesionales: la de los esmaltes, la de las cofradías (ambas realizadas en el siglo XIV) y la cruz de oro y perlas naturales de principios del siglo XVI. En la sala también podemos admirar varios ejemplos de pintura gótica, destacando varias tablas que representan a san Benito y santa Clara, la Anunciación y el Llanto sobre Cristo muerto. Como colofón de este espacio, vemos el retablo de santa Elena del 1521, considerada la primera obra plenamente renacentista de la península ibérica.
No podemos irnos de la sala 2 sin antes haber admirado la estatua de san Carlomagno, una de las piezas más fascinantes que conforman el Tesoro de la catedral. La escultura que vemos fue realizada por Jaime Cascalls en el siglo XIV, estando relacionado con el culto que hubo del emperador Carlomagno en Gerona, de hecho, es muy probable que esta imagen presidiera la capilla dedicada a éste, hasta que fue retirada en el 1884, al no tratarse de un culto oficial. Está elaborada en alabastro policromado, destacando su iconografía y su calidad técnica, lo que hace que estemos ante una de las mejores esculturas medievales catalanas. Al emperador se le representa llevando puesta una corona y portando una daga y una espada, las cuales aluden al poder terrenal, mientras que sus pies están pisando varias figuras monstruosas, símbolos tradicionales religiosos del mal. Se trata de una iconografía muy popular durante la Edad Media de Cristo pisando a las bestias, inspirada en los versículos de los Salmos. Este hecho convierte esta escultura en una representación única de Carlomagno, vinculada a la leyenda de su conquista de Gerona ayudado por fuerzas celestiales.
Y así llegamos a la sala dedicado en exclusiva al extraordinario Tapiz de la Creación, el cual no sólo es la auténtica joya del Tesoro, sino que también es la pieza más relevante de todas las del arte textil románico que se conservan, por lo que es un enorme privilegio que haya llegado a nuestros días con esa calidad y estado de conservación. Todo hace indicar que esta pieza textil fue realizada en la segunda mitad del siglo XI. Lo primero que nos llama la atención son sus grandes dimensiones, 4,5 metros de ancho por 3,58 de alto, aunque los indicios indican que probablemente la obra sería aún mayor. Su franja inferior se ha ido perdiendo con el paso de los años, en esa zona solo se puede ver la punta de una corona, que no se sabe a quién representa.
Su exquisita técnica, consistente en un bordado con hilo de colores de lino y lana, es conocida como pintura de aguja. En la antigua catedral románica los textiles jugaban un importante papel ornamental en las ceremonias litúrgicas, y el Tapiz de la Creación debió de utilizarse en festividades destacadas para engalanar el templo. Los especialistas le han propuesto diversos usos para esta pieza: colgadura de pared, techo de baldaquino, incluso alfombra de pavimento.
Desgraciadamente, con el paso del tiempo, la memoria de su uso, incluso su autoría, fue desapareciendo, cubriéndolo actualmente de un aurea de misterio. Su redescubrimiento se lo debemos a un cabildo catedralicio que lo rescató del olvido en el último tercio del siglo XIX. Gran parte de la fascinación que despierta el tapiz, radica en su variado contenido temático e iconográfico, donde conviven personajes y escenas bíblicas con otras cotidianas que hace alusión al paso del tiempo y las estaciones.
Así, en el tapiz vemos una orla rodeada por una circunferencia repartida en ocho partes desiguales que muestran los pasajes del Génesis, en cuyo centro se encuentra la figura de Cristo, el creador del Cosmos y la Tierra, que se encuentra bendiciendo haciendo un gesto con una mano, mientras que con la otra mantiene abierto el libro del mundo. En la zona rectangular que enmarca la orla, en su franja superior se representa: en la imagen central el año, a sus lados las estaciones, siguiendo con los meses, el sol y la luna, los ríos del Paraíso, etc. En los triángulos, antes de la circunferencia, se representan los cuatro vientos, entre otras escenas. Un audiovisual en la sala contigua profundizará más en las diferentes representaciones que se ven en esta magnífica obra.
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