ZONA DEL CASTILLO Y PLAYAS

Cuando los franceses llegaron a esta zona se encontraron con un castillo abandonado, lo ocuparon y lo utilizaron conscientes de su valor estratégico. Para ello reforzaron sus murallas y lo dotaron de cañones, reconvirtiéndolo en una fortaleza inquebrantable como lo fue en la Edad Media.

Cuando fueron derrotados dejaron el castillo en unas condiciones óptimas y sólo desmantelaron sus cañones. Al poco la marina inglesa, enemigos de Napoleón, en una demostración de poderío naval bombardeó de forma brutal el castillo y varias torres defensivas de la costa, dejándolo en ruinas. Y así estuvo hasta el año 1928, cuando se decidió demolerlo completamente y construir la plaza-mirador que vemos en la actualidad.

La conversión de castillo a plaza-mirador se hizo estando en la alcaldía Vicente Llorca Alos. El mirador o el castillo ha terminado siendo unas de las imágenes más famosas de Benidorm gracias a su peculiar estética y arquitectura, pero sobre todo por su balaustrada, en la que su arco de acceso recuerda a la entrada al desaparecido edificio.

La balaustrada se diseñó en el mismo pueblo, más concretamente en el taller de Santonja, y se hizo de una forma que nos recuerda lo que pudo haber sido el castillo. Años más tarde, en 1992 se realizaron obras de remodelación y consolidación y refuerzo tanto de la zona del castillo como de los acantilados, debido al deterioro que estaba sufriendo la misma roca por la erosión marina.

Durante las obras, en el 1993, se realizaron también trabajos de prospecciones para estudiar el origen y la funcionalidad de la antigua fortaleza. Bajo la plaza se descubrieron parte de sus muros y varias piezas de cerámicas de distintas épocas.

Inmediatamente se nos presenta delante de nosotros una escalera bastante empinada y con tramos en zig zag que nos conduce al conocido como Balcón del Mediterráneo. El recinto presenta una forma de pentágono con una farola en medio.

Desde aquí, y desde la plaza que lo precede, obtenemos buenas vistas a la derecha de la playa de Levante y la Sierra Gelada, y a la izquierda de la playa de Poniente, del puerto de Benidorm y la playa del Malpas. Justo enfrente tenemos la isla de Benidorm.

La playa de Levante posee forma de mediana luna con arena dorada. Es un lugar ideal para los amantes de la vida nocturna por su gran número de establecimientos que se dedican a ello, no en vano es conocida como la playa del amanecer. Aquí también se encuentra el local donde cada día actúa María Jesús y su acordeón.

La playa posee una longitud de 2.084 metros y una amplitud de 110 metros, a pesar de estas medidas en temporada alta está abarrotada, tanto que es muy difícil encontrar un clarito entre tanta gente donde poner nuestra toalla. Como dato curioso en esta playa se ofertan más de 5.000 tumbonas.

La orilla se va inclinando progresivamente en dirección al mar, lo que facilita el baño de los niños. Y hablando de niños, se ha concebido una iniciativa para evitar que los más pequeños se pierdan entre esta playa con tanta sombrilla y tanta gente: se han creado puntos de reunión de fácil visión. Para los más aventureros se ofertan diferentes deportes acuáticos, como ski, motos, parapente, submarinismo, etc...

Sin embargo, la otra gran playa, la de Poniente, es mucho más tranquila y pausada, aunque también haya zonas ocupadas con tumbonas. Mide 3.100 metros de longitud con una amplitud de 110 metros. También posee forma de media luna con una arena dorada y es ideal para quienes busquen eso, tranquilidad, menos bullicio y más espacio.

La tercera playa es la de Malpas, situada entre el puerto y el peñón del Canfali. Es de proporciones mucho más modestas que la de Poniente y Levante presentando una forma de pequeña cala que, sin embargo, a veces no está muy concurrida. En definitiva, la ciudad de Benidorm ofrece alrededor de 6 kilómetros de playas desde la playa de Poniente hasta la de Levante.

L'illa de Benidorm es una pequeña isla situada a unas dos millas náuticas de la costa. Está deshabitada y es de gran valor ecológico, paisajístico y medioambiental, a pesar de lo cual es posible visitarla mediante conexión con barco e incluso comer en el restaurante que hay allí. En el año 1834 sirvió como refugio para las familias de la zona que huían de la epidemia de la cólera que asolaba por aquél entonces el lugar.

Siglos atrás, la isla era utilizada por los piratas como bases para sus ataques a las poblaciones costeras. Por otro lado, entre su flora y fauna destacan un tipo de ave llamado Paiño común del mediterráneo, la lagartija ibérica, el vencejo pálido, el halcón peregrino, etc... Su fondo submarino es muy codiciado por buceadores por su gran riqueza piscícola.

Existe una leyenda que dice que la isla era el pico de la montaña Puig Campana y que, cuando un día un caballero subió a ella para preguntar a un brujo sobre el destino de su amada, puesto que había caído muy enferma, éste le predijo que moriría al salir el sol y que le quedaban pocas horas. El caballero furioso por el tiempo perdido en subir a la montaña sacó su espada y asestó un golpe a la cima que salió volando cayendo al mar y formando la actual isla. Cuando la joven murió, el caballero la tomó entre sus brazos subiéndose en una barca, cuando llegó a la isla hizo que se hundiera para que ambas almas fueran llevadas por el mar, asumiendo de esta manera su destino.