Colonia es un fantástico lugar para aquellos amantes de las compras, ya que posee gran cantidad de tiendas muy variadas, tanto de diseño exclusivo como de segunda mano, pasando por grandes almacenes y cadenas. En esta zona peatonal se concentran muchísimos comercios y es una de las más antiguas de Alemania. Y no es para menos, la calle se remonta a la época romana en que también estaba llena de tiendas, varios oficios, templos importantes y el pretorio. A lo largo de ella dos legiones romanas tenían cuarteles, hospitales, comedores y termas.
Aunque la calle mantuvo sus funciones centrales a través de los siglos, cambió de nombre varias veces, desarrollando diferentes ampliaciones. Durante la Edad Media se la conocía como Steinweg (Calle de Piedra) ya que seguía manteniendo la calzada romana original. Fue durante el Primer Imperio Francés (1795 a 1814) cuando la calle tomó el nombre actual cuyo significado es Calle Alta. Después de la reconstrucción de posguerra en el siglo XX la Hohe Straße perdió toda relación con su pasado romano.
En los alrededores de ella encontramos lugares interesantes, como St. Kolumba, antaño iglesia románica que fue totalmente destruida en la II Guerra Mundial. En la actualidad presenta un aspecto octogonal realizado por Gottfried Böhm entre 1950 y 1956, aprovechando partes del edificio original. Su interior, distribuido en dieciséis salas, alberga el museo fundado por la Sociedad de Arte Cristiano, destacando piezas como la Madonna de las Ruinas (que se encontró milagrosamente intacta entre las ruinas) y zonas originales de la iglesia como la capilla del Sacramento.
La cercana Minoritenkirche está datada en la segunda mitad del siglo XIII. Después de la guerra fue reconstruida parcialmente. El edificio está dividido por tres naves por pilares con capiteles con motivos vegetales, en donde se conservan algunos tramos de frescos del siglo XIV. Su interior alberga piezas como el retablo de 1480 titulado la Vida de Cristo, o el Crucifijo-relicario del año 1024 que perteneció a la condesa Matilde.
Volvemos a Hohe Strasse y si ahora giramos a la derecha por la calle Am Hof, casi al final encontramos la coqueta Heinzelmännchenbrunnen o Fuente de los Duendecillos dedicada a los Heinzelmännchen o cuentos sobre estos seres que habitan en secreto en los hogares de personas. La fuente es obra de Edmund Renard y Heinrich Renard, padre e hijo respectivamente, construida en el siglo XIX.
En la parte contraria se encuentra el Museum für Angewandte Kunst o Museo de Artes Aplicadas, en el que se exponen objetos procedentes de Europa y que abarca desde la Edad Media hasta la actualidad. En su interior, además de multitud de piezas, encontramos diferentes habitaciones decoradas con los gustos de las diferentes épocas y sus respectivos estilos.
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